¡Mírame!, es tarde

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torpeyvago
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¡Mírame!, es tarde

Acaba de amanecer en uno de esos días de primavera ya con olores de verano. Aromas intensos de tomillo y romero revolotean junto a unos insectos que se entretienen en molestar al viajero y a su montura. Éstos avanzan por una vereda otrora concurrida, ancha, clara y recta, pero que poco a poco va siendo comida por la naturaleza. Detrás dejan las últimas brumas de la temporada pegadas al río. A la izquierda del camino, un bosque bastante espeso, robledal inmenso, asciende hacia la sierra. A la derecha, se desparraman unos campos abandonados hace años por la guerra, eriales que ahora son hogar de cierta diversidad de bicherío que mira con curiosidad al caminante.

En él, en el caminante, todo es grande. Él mismo es un auténtico jayán, vestido con una enorme loriga, un peto y hombreras de cuero cocido. Se ha arremangado brazos y piernas para recibir el fresco de la mañana; revela cicatrices tremebundas. Lleva la cabeza al descubierto, yelmo y cofia colgados del arzón, y el almófar y el babero echados atrás. Porta un chafarote de a dos manos envuelto en flor de cuero de cabra y atravesado en la parte de atrás de la silla. Su montura es acorde con el jinete: un caballo desmedido, o un mulo gigante, poco gallardo y menos dado a una buena carga al galope, pero es un bruto capaz de resistir el enviste de cualquier otro caballo de guerra y, sobre todo, el peso del guerrero.

Hace poco que un carro escoltado ha pasado por su misma ruta. Lo lee en las huellas que han dejado sobre el camino casi virgen. Un carruaje con dirección, es probable que una galera, con las huellas delanteras oscilantes tapadas por las traseras más rectas. Al menos tres escoltas delante y uno atrás, éste muy bien herrado. Parece que siguen su misma derrota, que en breve doblaría hacia el robledal. Y se confirma su suposición, puesto que hay unas hondas rodadas donde el carro había girado. Le llama la atención el color oscuro del líquido que las llena. Si la brisa hubiese venido en su contra, es posible que lo hubiese venteado. Detiene a la montura y se apea. Arregla las calzas, se cerciora del buen atado de las de malla y estira perpuntes. Se maldice por haber andado tan desidioso. Continúa con el ritual con cuidado pero con prontitud, poniendo los sentidos en los alrededores. Coloca la cofia, el almófar, el burulete y babero, por último el enorme yelmo, con cubrenucas y un protector facial abierto en dos grandes orificios para los ojos.

Mano derecha con el chafarote, mano izquierda de las riendas de la montura, avanza hasta poder comprobar la naturaleza del charco. Entra por el mismo sendero de las huellas del carro pero, para no pisarlas, quiere ascender por un pequeño terraplén por el que resbala debido al líquido que lo empapaba. Allí ve el cadáver. Un caballero, que debía proteger la retaguardia y que es seguro que era el capitán de la escolta, había sido el primero en caer. A traición. Una garrocha lo había descabalgado agarrándolo desde atrás por el hombro y después, en el suelo, una certera puñalada en el ojo. Bastó un peón bien entrenado.

Más delante se encuentra a otro caballero atravesado en el camino medio partido por un hachazo en el abdomen: antebrazo colgando y vísceras esparcidas. A un lado oye piafar. Se mueve con cuidado. Un tercer jinete tiene clavado un virote en la cabeza pero, sujeto por el arzón, estaba aún sobre el caballo, que ramoneaba por los alrededores. Detrás de éste, otro caballo, sin jinete y que cojea algo, hacía lo propio. Por las huellas debía haber habido un cuarto, es probable que un ballestero a caballo, que no aparece, aunque no debía haber tenido más oportunidad que los otros.

Apenas a veinte pasos, en el camino ascendente impermeabilizado por el musgo, está el carro. Dos, cuatro, ocho... doce cadáveres. Todos con las manos atadas a la espalda y decapitados de un solo tajo. El más cercano parecía un mozalbete, quizá un paje, con las piernas flexionadas, más la interior que la exterior; debían haberlos puesto de rodillas. Eran sirvientes de todo género y edad y allí lo que parecía una dama y su hija, también descabezadas. La sangre,que aún forma cuajarones, baja en un arroyo hasta la entrada del camino, por lo que no hace mucho de la matanza.

Si ya se atrevían a tanto, debían estar muy cerca del final; más si dejan los cuerpos de los soldados. Encuentra las huellas de los asaltantes. No menos de seis. Buenas calzas de cuero que han hollado la hierba y la tierra en dirección al norte, es decir, siguiendo el propio camino. Monta y los sigue.

Ahora es cerca de mediodía. A pesar de la sombra de los robles, arces y enebros, el calor pesa para un guerrero armado. El camino continúa hasta lo que parece una pequeña torre fortificada, lo que quizá pudo ser un control del paso por esas colinas chatas para el cobro de acémilas y caballerías. Ve a dos piqueros cerca de la entrada. Se quita el yelmo y retira la capucha del almófar y las manoplas, pero no el resto. Con cierto aire desganado avanza por el camino hasta donde están los centinelas. Se apea, con lo que pierde su ventaja, pero es el cebo de la celada. Se miran entre ellos, como no creyéndose su buena suerte. Se acercan con unas picas generosas o una alabardas pobres de hoja, que tienen un peto ganchudo por el que el guerrero reconoce el arma que descabalgó al primer caballero, apuntando hacia él. Pretende no darse cuenta de la situación mientras juguetea con el chafarote y pregunta como para orientarse. A la distancia adecuada, pasa ágil entre ambas astas, blande el arma y, en un rápido movimiento por sorpresa, abre en canal a ambos guardas apenas protegidos por un poco de cuero.

Penetra en la torre. En un habitáculo de techo atezado por el humo hay restos de unas gachas, unos mendrugos de pan y una jarra que contuvo vino. Calcula de seis a ocho personas, quizá incluyendo a los dos de fuera, lo que coincide con las huellas que ha seguido. Lo extraño es que no haya uno o dos guardas de puerta. Oye ruidos en el piso inferior. Con todo el sigilo de que es capaz, desciende. El breve y oscuro sótano de la torre comunica con una cueva excavada en la roca. Mira su arma: una mala elección, demasiado grande para tan exiguo espacio. Unos escalones llevan a una habitación profusamente iluminada por lámparas de aceite. En esa habitación cuatro hombres armados ayudan a mover unos fardos mientras que otro indica qué hacer. Esto explica la falta de portero. Los olores sacuden su cerebro. Puede distinguir algunos conocidos, como los fétidos del azufre o los irritantes del cloro, de otros desconocidos, dulzones y empalagosos, si acaso parecidos a los de la muerte. No menos de quince o dieciséis cuerpos desnudos están tumbados sobre unas parihuelas o sobre unos poyos de obra. A algunos les falta la cabeza y otros la tiene inmersa en una campana vítrea rellena de una nube de gas verdoso que sale de unos ingenios y alambiques aledaños a los cadáveres. Alguno de estos antiguos vivos se mueve en estertores breves, como sacudido por un fugaz impulso vital.

Cuando está ensimismado con estas visiones, oye al que parece ser capataz de tal jaraíz de muertos, dar orden de matarlo. Los hombres de armas se vuelven hacia él. Rueda uno de los fardos del que escapa la cabeza de una niña rubia. Esta vez son cuatro guerreros, prevenidos y expertos. Mal. Muy mal.

Piensa deprisa. En la entrada al sótano deberán atacarlo de uno en uno. Aunque su enorme arma no es la más adecuada para un espacio reducido. Ve al ballestero aprestar un virote mientras los otros tres avanzan. Toma una piedra, se la arroja al ballestero con toda la fuerza de la que es capaz y retrocede hasta su puesto seguro. Agarra el chafarote por el mango y por el contrafilo, como si fuese una pica. Entra el que precede al grupo, un hombre casi tan alto como él, que lleva un hacha de a dos manos. Éste combatiente se da cuenta de que es difícil de manejar su arma en tal sitio. Tarda en reaccionar y en tomar una maza que lleva al cinto. El guerrero ve la indecisión, empuja la hoja de hierro y alcanza a su enemigo debajo de la nariz. Tal es el golpe que casi corta en dos la cabeza. La maza cae y el cuerpo empuja hacia atrás a los dos que vienen con sendos bracamartes. Es el momento de hacerse con la maza con la derecha. Con la izquierda ase la hoja del más avanzado y golpea al otro con la maza, haciéndole retroceder aún más. Apenas tienen unas protecciones de cuero y unos capacetes de hierro. Golpea al que tiene sujeto, que yerra en querer forcejear por el arma, en el hombro y en el oído. Crujen huesos.

El otro soldado avanza deprisa, esquiva un golpe y pincha en el estómago al guerrero. Siente la estocada, en parte parada por la loriga, penetrar un par de dedos en sus carnes. La maza cae sobre el brazo que empuña el cuchillo. Luego sobre el mismo hombro y, ya con el soldado rodilla en tierra, sobre el casco. Un virote vuela y le atraviesa el pectoral de cuero, la malla y el perpunte, llega a la carne y la perfora. Atraviesa el pecho y le sale por la axila. Puede respirar, no es grave, pero duele. Mucho. Tira del cuerpo del soldado que acaba de matar y se lo hecha encima. Comienza a gemir. El ballestero es rápido. Tarda poco en cargar. Aparece, con precaución por la puerta. Cojea de la pierna derecha, donde ha hecho blanco la piedra que le arrojó. Dispara el virote al bulto. El dardo atraviesa al soldado manta por los riñones como si nada, llega a su cuerpo y siente el pinchazo en la tetilla. De nuevo, le salva su armadura, aunque esta vez le ayuda el cuerpo inerte que tiene encima. El guerrero imita una expiración. El ballestero renqueante se le aproxima, aparta la ballesta y toma un cuchillo. Cuando está cerca, el guerrero golpea su rodilla con la maza, y después, al agacharse, el capacete de cuero, que no resiste el golpe.

El guerrero vuelve a la cueva. Se asegura, por los adornos de la túnica, que el hechicero es la persona a la que busca. Éste, incrédulo aún, se pregunta cómo es posible que haya vencido a sus hombres. Se arrincona junto a una mesa robusta cubierta de alquitaras, potes y botellas. Habla:

—¿Cuánto te pagan? Yo te lo doblo.

El guerrero sigue avanzando entre los cadáveres. Un brazo difunto, en un movimiento reflejo, lo agarra de los faldones. Él no hace caso del casi vivo y continúa.

—Sé quién te envía. Yo pago mejor —insistió el de la túnica. Después agarró una retorta y se la lanzó al guerrero. Éste esquiva, pero varias gotas salpican el cuero, el yelmo, incluso penetran por los orificios oculares hasta su mejilla. Huele a orina, del cuero parten volutas de humo y la cara le arde, justo debajo del ojo. Pero continúa hasta apenas unos pasos del hechicero.

—Si le quieres ser fiel a tu amo, dile que casi lo he conseguido, que puedo hacer un ejército de soldados invencibles, que... ¡por favor!

—¿Dices que casi lo has conseguido? Mi amo ya lo ha hecho. ¡Mírame! —El guerrero levanta el chafarote.

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En un lugar de La Mancha de cuyo nombre me acuerdo perfectamente...

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Relato admitido a concurso.

¿En qué puedo ayudarte?

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Yo no tengo mucho que decirte. Este es el segundo relato tuyo que leo y me confirma tu destreza y precisión a la hora de contar. Porque se trata de eso, de contar algo.

En ese punto, esta historia me gusta menos que la anterior, pero creo que la temática es la que carga con la mayor parte de la responsabilidad, pues no me atrae demasiado.

Sin embargo, el diálogo aporta ese algo que, para mí, falta. El diálogo despierta interés por la historia... y entonces es cuando me quedo con la impresión de que, a pesar de ser un ejercicio muy bueno de escritura, hasta ese momento no me estaba contando nada.

De esto último, insisto, no tiene el desarrollo tanta culpa como el tema en sí, porque seguramente alguien más aficionado que yo a las historias de caballeros podrá valorar mucho mejor los detalles (y hay muchos, es un trabajo muy cuidado), por lo que es posible que no le haga justicia con mi puntuación, pero como ya he apuntado alguna vez, para mí es importante que la trama me resulte atractiva. Y eso no termina de conseguirlo.

Le doy 3'5 estrellas.

Levántate y anda.

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torpeyvago
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Puntos: 1890

Gracias, luciasinmas, por el comentario.

Me parece que, efectivamente, me he pasado dos pueblos contando cosas aledañas al centro de la narración y me he dejado lo importante sin narrar. En cuanto a la ausencia de diálogos, pues no sé, bien podría haber funcionado en otras circunstancias, con descripciones más entretenidas o más centradas en la historia, ¿no? En fin, me he de fiar, sin duda, de tu acertado criterio lector.

En cuanto a la temática, pues claro, las hay que nos atrae y las hay que no. Lo peligroso, y creo que es mi pecado, es caer, como bien señalas, en una que no sea adecuada para la convocatoria. Y esta «fantasía medieval» parece no haber acertado.

De nuevo, muchísimas gracias por el comentario y por «me confirma tu destreza y precisión a la hora de contar», ¡a ver quién baja a mi ego del armario al que se ha subido! ;)

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luciasinmas
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Puntos: 88

torpeyvago dijo:

En cuanto a la ausencia de diálogos, pues no sé, bien podría haber funcionado en otras circunstancias, con descripciones más entretenidas o más centradas en la historia, ¿no? 

Sí, por supuesto, a eso me refería. A que, si no fuese por el diálogo, yo te habría dicho que el problema (para mí) era la temática. Pero es que en unas pocas líneas me despertaste el interés que no consiguió arrancar con todo lo anterior, así que la fantasía medieval no tenía toda la culpa...

A pesar de ello, me reafirmo en lo de la destreza y la precisión. Y creo que los egos, cuando se lo ganan, tienen derecho a subir a los armarios y a lo que haga falta, que también bajan y sufren cuando les toca.

El mío en este momento grita: «mira, mira, sé citar». surprise 

Hay que darles algo de libertad...

 

Levántate y anda.

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luciasinmas dijo:

torpeyvago dijo:

En cuanto a la ausencia de diálogos, pues no sé, bien podría haber funcionado en otras circunstancias, con descripciones más entretenidas o más centradas en la historia, ¿no? 

Sí, por supuesto, a eso me refería. A que, si no fuese por el diálogo, yo te habría dicho que el problema (para mí) era la temática. Pero es que en unas pocas líneas me despertaste el interés que no consiguió arrancar con todo lo anterior, así que la fantasía medieval no tenía toda la culpa...

A pesar de ello, me reafirmo en lo de la destreza y la precisión. Y creo que los egos, cuando se lo ganan, tienen derecho a subir a los armarios y a lo que haga falta, que también bajan y sufren cuando les toca.

El mío en este momento grita: «mira, mira, sé citar». surprise 

Hay que darles algo de libertad...

 

coolno

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

Me ha pasado parecido, se lee en automático hasta que por fin, justo al final, surge la verdadera acción y explicación con repentino remonte.

Personalmente, galera es el nombre decimonónico de ese tipo de vehículo, pero la época es claramente anterior, bajomedieval aunque me sabe casi más a XV-XVI no sé porque XD, así que para más acorde, lo habría dejado en carromato. En fin, una nimiedad.

Tres estrellas:

***

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Germinal
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Puntos: 1307

Una ficción histórica de armas tomar.

Hay un par de erratas “adelante”, “unas alabardas”. Aunque está escrito en presente, aprecio en algunos momentos un cambio de tiempo verbal. ¿Es posible que en primera instancia estuviese escrito en pasado y que se modificase posteriormente para favorecer la acción?

Lujo de detalles y exhibición de conocimientos de don torpeyvago, sin duda. Pena que no sea el perfil de lector que disfruta enormemente (o disfruta, a secas) con los relatos históricos (por poner un ejemplo, abandoné Pilares de la Tierra saturado por los detalles que daba el autor de la construcción).

Lo que más me gusta es el final, de no haberlo leído en este certamen hubiese resultado todavía más sorprendente.

Puntuación: 3,5 chafarotes

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Dr. Ziyo
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Poblador desde: 30/01/2016
Puntos: 2776

Me pasa un poco como a Germinal, que no me va mucho la novela histórica, aunque yo sí que me he acabado "Los pilares de la tierra".

Me ha gustado mucho, eso sí, la manera en que está escrito y lo bien descritas que están las acciones de pelea, aparte del dominio del tema que manifiesta, don torpeyvago. Por cierto, hay tantas palabras que desconozco que me las he tenido que saltar porque si no me hubiesen cortado la lectura, aunque casi todas ellas se refieren a objetos que forman parte de la indumentaria, por lo cual no alteraba demasiado el resultado final.

Y hablando de finales, el final ha sido de mi gusto.

No entro a valorar errores ortográficos porque por lo general ya está todo dicho y no es algo que me llame la atención a no ser que sea algo descarado, como escribir "ombre" y cosas así.

El título no me convence, aunque eso es muy personal, y lo habría cambiado por otro.

Le pongo 3,75 estrellas.

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Tony Kanapes
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Poblador desde: 08/12/2015
Puntos: 173

Tu nick será torpeyvago, pero has hecho un gran trabajo de investigación para la historia, debido a la información respecto armas, vestimentas y demás.

Me gusta sobre todo el poco uso de los diálogos y, especialmente, el dejar en suspenso la historia detrás de la historia, ya que explicarla en profundidad quitaría gracia al asunto.

Felicidades.

3 estrellas.

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Curro
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Poblador desde: 24/09/2015
Puntos: 1048

De nuevo el autor nos sorprende con un relato muy original, una interesante vuelta de tuerca donde el origen de la criatura es la alquimia/magia en lugar de la ciencia. Y, una vez más, aplaudo que se muestre originalidad en este tipo de certamen, donde uno acaba algo saturado de monstruos más… clásicos. Como los de mi relato, por ejemplo :D.

Sin embargo, el lujo de detalles que alcanza la narración ―que llega a describir cada pieza del equipo del protagonista y sus rivales y cada uno de los movimientos que llevan a cabo durante las distintas refriegas― ha perjudicado para mí un poco la lectura, sobre todo porque se trata de un relato corto, en donde creo que no hay hueco para tales florituras. Quizás dentro de una novela medieval-fantástica ―de esas que devoraba con ansia durante mi adolescencia― se habría recibido con mayor gusto porque sí es agradable conocer los detalles del héroe y las herramientas con las que abrirá cráneos y dejará un reguero de sangre durante toda la historia, pero aquí queda algo descompensado. No me gusta dar consejos sobre la trama porque al fin y al cabo cada escritor escribe lo que le da la gana, pero sí echo en falta un poco más de información sobre el cómo y el porqué en lo que a la creación de monstruos se refiere.

Aun así, tres estrellas no se las quita nadie.

 

PD: Tras leer al Dr. Ziyo, he de añadir que el título tampoco me convence mucho..

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Invierno
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Puntos: 903

Mi aplauso para tu forma de narrar y por esa soltura y ese vocabulario envidiable. Analizándolo fríamente, el relato parece solo un capítulo, un trocito de algo más grande, pero he disfrutado cada detalle del mismo y me ha encantado ese toque fantástico del final. Fuera del contexto polidórico, la sorpresa habría sido aún más grande. Como pega, el título no está a la altura. Ni de lejos.

★  ★  ★  ★

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torpeyvago
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Poblador desde: 29/02/2016
Puntos: 1890

Vaya, sospechaba tras el comenario de Luciasinmas que me había pasado con la introducción, y ahora lo certifico. Tomo nota.

Ligeia dijo:
Personalmente, galera es el nombre decimonónico de ese tipo de vehículo, pero la época es claramente anterior, bajomedieval aunque me sabe casi más a XV-XVI no sé porque XD, así que para más acorde, lo habría dejado en carromato.

Vamos a ver, has acertado de pleno. No pretendía adscribirlo a una épcoa concreta, sino hacer un algo de fantasía medieval. Pero es cierto que me salió muy del XIII —me encantan el chafarote de la Biblia de los Cruzados y los yelmos con protección facial de la península antes del surgimiento de los cerrados—. En cuanto al nombre del carro, que para mí es importante, viene por indicar que es un carro con dirección —propiedad de pudientes— frente a un carromato de transporte —de uso púbico o transporte de materias y personas «intrascendentes» según criterios de la época— sin dirección o a un carromato de dos ruedas; efectivamente, es posterior. Tomo nota, una vez más.

En fin, muchas gracias por la lectura y por las anotaciones históricas, siempre tan acertadas y bien recibidas.

 

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Poblador desde: 29/02/2016
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Germinal dijo:

Aunque está escrito en presente, aprecio en algunos momentos un cambio de tiempo verbal. ¿Es posible que en primera instancia estuviese escrito en pasado y que se modificase posteriormente para favorecer la acción?

 Pena que no sea el perfil de lector que disfruta enormemente (o disfruta, a secas) con los relatos históricos

Sí, reconozco que cambié el tiempo y algún verbo agazapado se me quedó. Lo de que me he ido de la trama por derroteros inadecuados ya me lo han comentado. Es un duro pecado para cometer en un relato. En fin, buscaré la manera de cambiarlo y «resucitarlo»... si mi pereza me deja.

Muchas gracias por leerlo y comentarlo.

Dr. Ziyo dijo:
Me pasa un poco como a Germinal, que no me va mucho la novela histórica

El título no me convence, aunque eso es muy personal, y lo habría cambiado por otro.

Doc, personalmente creo que no es que te vaya o no la novela histórica, es que, y ya lo he dicho al responder algún comentario, se me fue la mano con una trama que no era la del relato en sí, resultando el comienzo un tanto aburrido para un certamen en el que los protas son los monstruitos.

Lo del título... totalmente de acuerdo. Lástima que estas cosas se vean a posteriori.

Muchas gracias por tu lectura y tu valoración.

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Tony Kanapes dijo:
Me gusta sobre todo el poco uso de los diálogos y, especialmente, el dejar en suspenso la historia detrás de la historia, ya que explicarla en profundidad quitaría gracia al asunto.

Tony, me alegra saber que la intención de suspenso ha funcionado, aunque la impresión general sea que he descuidado un tanto el tema de la convocatoria hasta el final.

Muchas gracias por la lectura y la valoración.

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Curro dijo:
Sin embargo, el lujo de detalles que alcanza la narración ha perjudicado para mí un poco la lectura, sobre todo porque se trata de un relato corto, en donde creo que no hay hueco para tales florituras. [...], pero aquí queda algo descompensado.  sí echo en falta un poco más de información sobre el cómo y el porqué en lo que a la creación de monstruos se refiere.

l título tampoco me convence mucho.

Sí, ésa ha sido la impresión general. Me he ido por los cerros de Úbeda en lugar de centrarme en el relato en sí. En cuanto a que falta información sobre la creación de los monstruos, es posible: traté de crear una «nebulosa» que tuviese datos suficientes como para imaginárselo, pero creo que no ha llegado a la mayoría. Y si hay mayoría, esto es la democracia de la literatura, entonces es error del autor.

Y lo del título... Precisamente tiene Doc una gracia especial para colocar, genialmente, este tipo de títulos, esto es, una referencia directa a la última frase. Pero me temo que tengo que aprender mucho de él en este y otros aspectos. Vamos, que sí, que a posteriori me parece el título un tanto castañoso.

Muchas gracias por la lectura y la valoración.

Invierno dijo:
Como pega, el título no está a la altura. Ni de lejos.

Invierno, qué puedo decir de lo del título a estas alturas. Que lleváis todos razón.

Eso sí, gracias por la lectura y la valoración. Y por ese entusiasmo que me ha emocionado, ¡pardiez!

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Enhorabuena, compañero. 

Tienes un estilo impresionante y una forma casi impecable de escribir. Sin embargo, me temo que no has manejado mucho los tiempos en este relato. Quizá soy demasiado clásico, pero me gustan los relatos que, más o menos, respetan la regla clásica de 25% de planteamiento, 50% de nudo y 25% de desenlace. En tu relato, creo que el planteamiento es demasiado largo y creo que tardas un poco en entar en la acción y lo acabas de forma bastante brusca. 

Por otro lado, el título. Siento insistir pero no me gusta. No me dice nada. 

He estado pensando y, no sé, haz lo que quieras, pero yo cambiaría el punto de vista y, puesto que lo decisivo es el descubrimiento (revelación/epifanía) que sufre el brujo, yo escribiría el relato desde su punto de vista. Lo mostraría orgulloso por crear un ejército de soldados invencibles, que luego van cayendo a manos del caballero del chafarote. (¡Qué bonita palabra, por cierto! La desconocía), hasta que llega el momento final en el que descubre quién es o qué es su rival. 

Creo que este es el último relato que me faltaba por leer. 

Ahora vuelvo para puntuar. 

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LCS dijo:

me temo que no has manejado mucho los tiempos en este relato. En tu relato, creo que el planteamiento es demasiado largo y creo que tardas un poco en entar en la acción y lo acabas de forma bastante brusca. 

Por otro lado, el título. Siento insistir pero no me gusta. No me dice nada.

Efectivamente, esos son los principales defectos de forma unánime.

Lo que me ha gustado es lo del cambio de punto de vista. Creo que puede ser una buena idea. Rescribiré el relato, con permiso de mi pereza, con ciertos cambios que también se hen pasado por el cacumen. Acabará no pareciéndose en nada. Salvo en el chafarote, claro.

Muchas gracias por leer y comentar.

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Aunque he estado a punto de darte alguna más por el chafarote, siguiendo mis propias reglas, y con la esperanza de que efectivamente te plantees lo del cambio de punto de vista, DOS ESTRELLAS. 

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LCS dijo:

Aunque he estado a punto de darte alguna más por el chafarote, siguiendo mis propias reglas, y con la esperanza de que efectivamente te plantees lo del cambio de punto de vista, DOS ESTRELLAS. 

Me parece estupendo este criterio de votos surprise Quizá te lo plagie. O no. Me da pereza cambiar.

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torpeyvago dijo:

LCS dijo:

Aunque he estado a punto de darte alguna más por el chafarote, siguiendo mis propias reglas, y con la esperanza de que efectivamente te plantees lo del cambio de punto de vista, DOS ESTRELLAS. 

Me parece estupendo este criterio de votos surprise Quizá te lo plagie. O no. Me da pereza cambiar.

Ten cuidado, Curro creo que anda pensando lo mismo. 

Yo creo que cambiar sería una torpeza propia de un vago. surprise

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torpeyvago
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LCS dijo:

Yo creo que cambiar sería una torpeza propia de un vago. surprise

no

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Hedrigall
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Título regular, esto es así. Buen ritmo tras superar el gran escollo del inicio; usar no uno, sino dos párrafos de pausa descriptiva al comenzar una historia acostumbra a ser, si no mala idea, muy arriesgado. Bien dosificada la intriga, buen estilo y talento al describir. El final ha sido demasiado críptico para mí, en la información proporcionada en los diálogos, pero no empaña un buen remate.

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Lis
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Otra forma de buscar el éxito en esta clase de certámenes es la diferenciación, rumbo por el que siento que apuesta este relato. Tan válido es trabajar sobre los temas de fondo de la novela de Shelley como hacerlo sobre sus atmósferas o hacerlo sobre algún personaje concreto al que se lleva hasta una ambientación medieval en un texto de fantasía histórica. Sin embargo, me parece que la trama es algo endeble y la estética todavía necesita trabajo.

Creo que ambientar un texto mediante una lista de objetos y sus nombres peculiares funciona si se hace con medida, evitando que sea solo una lista que dañe la progresión natural de la lectura porque no se mezcla bien con la dinámica de los eventos (además, el efecto de enlentecimiento se potencia cuando coincide con la adjetivación). Aquí ocurre eso al principio, pero también hay que decir que se maneja el asunto mucho mejor después, en una parte todavía más complicada como es la del combate por la velocidad con la que transcurren las acciones.

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torpeyvago
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Muchas gracias, sres. jueces, por tan detallada lectura. Se nota que han disecado el relato con sumo cuidado, lo que es siempre de agradecer por parte del autor.

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En un lugar de La Mancha de cuyo nombre me acuerdo perfectamente...

https://historiasmalditas.wordpress.com/

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