Nada dura para siempre

Hermoso. Es lo primero que pensé y la impresión que me deja. Es un texto tan bello como crudo, descarnado, terrible... ¿quién no teme dejar de existir? Pero escrito con tanta delicadeza y buen gusto que deja sabor a poesía.

Te confieso que me ha costado mucho decidirme por la puntuación porque, sinceramente, me han gustado más otras tramas y la tuya es poco «de mi estilo» (en cuanto a lo que suelo leer). Pero para ser sincera también conmigo misma, esos bises con el título y la conclusión final... me encantan. Aunque falten sangre y vísceras (para mi gusto), creo que has logrado un esqueleto donde el cuerpo del relato se integra en una armonía casi perfecta. Y eso merece un pleno.

5 estrellas.

No he conseguido la suspensión de credibilidad para creerme esto, a no ser que lo vea como una especie de confesión surrealista o un sueño o un delirio de la prota, sobre todo porque no se entiende el patrón temporal, primero parece ser una contemporánea del doctor, lo de una tipa que no pudiera pensar, lo dejaría  en todo caso en pensar por sí misma, una mujer inteligente siempre ha sido apreciada, pero claro, ¿dónde estudió si la Medicina todavía estaba vetada para ellas  hasta mediados-finales del XIX, o alguien la enseñó privadamente? ¿Y cómo les permitieron esos experimentos, de dónde sacaron esos conejillos de indias? ¿cómo lograron que no los pillaran? de repente, tiene conocimiento de las neuronas ¿cómo, pero no estábamos en...? pero... génetica, robótica? cuándo la tipa ha logrado alargar su vida? extinción del sistema solar? es inmortal? en fin... no me cuadra nada y nada me insinuó que no sería un patrón realista.

Tres estrellas:

***

Un relato hermoso sobre la inmortalidad.

El texto me ha parecido muy limpio, aprecio que falta un acento en la última frase (aún), pero al ser uno de esos relatos que leo al filo de la media noche si hay más no los he visto.

Me parece un relato original, con su ritmo particular y estructurado, que apela sobre todo a la psique del lector. Quizás si debiera ponerle una pega es el “salto” irremediable de épocas, lo que provoca incredulidad en el personaje que termina por destacar también en el campo de la robótica.

En definitiva, una buena idea muy bien llevada hasta el final (me ha recordado a altered carbon, por cierto).

Puntuación: 4 satélites de esperanza

Con una escena muy simple (y, aun así, potente) se muestra el germen de una obsesión, y sobre dicha obsesión cabalga una reflexión muy interesante. Es cojonudo el cambio que ejerce la experiencia sobre la protagonista, y el hecho de que el lema (y título) nos siga funcionando cuando la motivación imparable que la ha propulsado durante tropecientos años pega un giro de ciento ochenta grados. Por buscarle pegas, quizá en ese final se nos da todo demasiado telegrafiado, pero me sigue pareciendo un gran relato.

★  ★  ★  ★

No voy a puntuar el relato de Svanda porque igual no es del todo correcto hacerlo (el anterior Polidori luego sentí que no debería haberlo hecho), dado que podría parecer que hay conflicto de intereses sin puntúo alto y podría terminar durmiendo en el sofá si puntúo bajo. Iba a comentarlo, pero tampoco, al menos por ahora. En todo caso, meteré algún comentario cuando termine el plazo de puntuaciones...

¡Ahí va la osa!, pero ¿qué me cantas, «arradio»?

Como dice la Ley de Administraciones Públicas: «Por manifiesta amistad o enemistad», jajaja, quién lo iba a imaginar.

jojojo XD

TRES ESTRELLAS que espero que tarden en apagarse. 

Yo la puntué muy alto, pero sin segundas intenciones, que conste.

(Bromita, perdón).

Curro, si fueras juez igual sí, pero como compañeros, yo no le vería problema.

Tampoco creo que una pareja sea la persona más condescendiente... esas normalmente son las amigas, que todo les gusta y les parece bien (o eso afirman).

Pero, ¡qué bonito...! 

Qué bonito es el amor. Juro que no se lo voy a decir a nadie.

Víctor Frankenstein rompió las barreras de la naturaleza en un afán de superar los conocimientos de la ciencia y llevar sus límites más allá. La protagonista hace lo mismo aquí, pero añade un ingrediente que me hace todavía más creíble el esfuerzo, la locura, la obsesión y la ilegalidad que acompañan a la consecución de su objetivo: la razón personal. Siento que uno de los puntos fuertes del relato es lo bien volcado que está en las motivaciones de la protagonista. Otro de sus elementos que destaco es la intencionalidad, palpable desde la relación entre el título y los mini-títulos de sus partes, desde cómo están orientadas esas partes y desde la evolución de cómo nuestra protagonista valora las cosas. Por si fuera poco, creo que da una vuelta de tuerca interesante al llevar el tema de la convocatoria hasta visiones del futuro más contemporáneas (pero relacionadas sin la menor duda con el espíritu de la novela original) como pueden ser la digitalización de la conciencia o la cibernética más avanzada.

El narrador externo en esta trama es poco natural para contar lo que piensa la protagonista, porque está lleno de discurso hacia el lector hasta bloquear la intimidad con el personaje. Además, se concatena con una técnica casi inocente a veces y con mucha obviedad que me impide hacer mi parte del trabajo, como lector, rellenando los huecos. Sin embargo, aquí he encontrado uno de los conceptos e intencionalidades más interesantes del certamen.