Frankenmex

No sorprende demasiado. La trama en sí no es tampoco demasiado original y, sin embargo, has sabido situarla en un ambiente que solventa esas carencias con relativa facilidad.

Las descripciones sin florituras innecesarias, cuentan lo justo, pero dibujan de forma precisa cada escena. El nombre del barman, para mí, un detallazo.

Sin ser, como digo, de los más originales, hay que reconocer que es un relato muy atractivo, desarrollado con soltura. Casi puede verse, más que leerse.

Yo le doy 4'5 estrellas.

Buenas,

Me gustó la originalidad del lugar donde se sitúa y el contraste que genera con el comienzo del propio Frankestein en medio de la nieve y el frío.

También me gustó el uso del lenguaje mexicano que ayuda a situarse en el lugar donde sucede.

Sobre el nombre creo que, pese a ser una buena carta de presentación para lo que seguirá, podría haber sido algo mejor. Me trasmite cierta carga humorística, pero no del tipo que me genera expectativa de seguir leyendo sobre ese cuento.

Sobre el relato:

- me llama la atención como el sujeto que estaba en una esquina del bar metido en sus pensamientos y problemas, pasa casi que de golpe (y me parece que demasiado entusiásticamente) a contarle sobre todo su periplo al cantinero del bar.

—Tranquilo, amigo. Usted no corre peligro. Yo sí. No me persigue nadie de los que pueda estar pensando. Nunca adivinaría quien es mi némesis. Acérquese, vamos. Se lo contaré todo.

—Todo lo que le voy a decir es cierto, aunque lo más seguro es que será incapaz de creerlo, incluso ni siquiera llegue a entenderlo, pero hace días que deseaba confesar ante otro ser humano— empezó— o al menos hablarlo. No puedo más.

Considero que alguien que está desahuciado esperando que le llegue la muerte, no está buscando a quien contarle su vida en sus últimos minutos, sino que tendría una actitud de resignación introspectiva. Además de lo anterior, estos 2 diálogos se me presentan como forzados, no como algo que se diría en esa situación, no me dan la sensación de “fluir natural” de una conversación.

 habían puesto una valla electrificada, no vimos la señal de advertencia… John la tocó— el gringo se removió inquieto, como si le doliera a él— Dios, murió al instante….

Aquí para mí perdió un poco de pie en lo verosímil. No existen en espacios públicos (como los cementerios) vallas electrificadas con voltaje para matar. Sí es verdad que la descarga podría haberle generado un problema con un marcapazos, o algo similar, pero al no dar una explicación ulterior de la muerte (y es que se sobreentendería que murió electrificado por el voltaje de la valla) cuando lo leí me pareció que perdió pié en “la realidad”.

la blanca espalda se hundió en el líquido,

Me llamó la atención referirse al océano como “el líquido”. Me parece que podrías haber encontrado un sinónimo/forma alternativa de decir la frase, mucho mejores.

Otro punto que me gustó es que me dió como un aire a película de Robert Rodriguez. Creo que es por el hecho de como se entremezclan las 2 historias (del Dr. y de Tiburcio) y por como la muerte del Dr. y el final del cuento se desenlazan de manera muy rápida.

Mi puntaje es de: 2 estrellas

La lectura se me ha hecho tan ágil y fluida que no he encontrado ningún error, salvo el empleo de la cursiva cuando debería haberse empleado comillas. En cuanto a la historia en sí, es cierto que a uno le viene Robert Rodríguez a la cabeza.  Tal vez la fórmula empleada, por supuesto adrede, haga que el relato tome foco en la escenificación y relegue a segundo plano la sorpresa y la originalidad argumental, lo que resulta en un texto entretenido, visual y disfrutable, sin lograr mayor trascendencia.

Para haber sido escrito en el minuto 90, un golazo.

3 estrellas

Una simpática historia tarantinesca.

Algunos errores que detecto: “más óptimo”,  ”Muy desesperado” creo que les sobra el adverbio.  “lo dijo tan alto y rotundo, que tras los susurros anteriores Tiburcio dio un respingo” creo que sería correcto “lo dijo tan alto y rotundo que, tras los susurros anteriores, Tiburcio dio un respingo”. “un collar de grapas médicas unían”, concordancia. La expresión palmarla se me antoja un tanto coloquial en el contexto médico del interlocutor, pero debido al tono de corto cinematográfico que me transmite el relato creo que el texto incluso se queda corto de estas expresiones, joder.

Quizás el broche final en la playa no me termine de convencer, me saca un poco de la aridez sudorosa que impregna el resto del relato.

En definitiva, me ha parecido una historia ágil, fresca (paradoja) y el lenguaje empleado es condición sine qua non.

Puntuación: 3,5

La ambientación mejicana está muy lograda, muy a mi gusto. Me dio la sensación placentera de estar contemplando una escena de película de Robert Rodríguez, sobre todo por el camarero y la flema con la que coge la mopa tras el desastre, dispuesto limpiar y continuar con su vida.

La narración del científico, sin embargo, la encuentro algo plana, sobre todo teniendo en cuenta el tema del certamen. No aporta ningún enfoque nuevo y precipita un final a rasgos generales predecible.

Tampoco entendí muy bien el destino final de la criatura, por qué decide sumergirse sin más en el océano, aunque no voy a intentar adivinar qué se le pasa por la cabeza al monstruo…

Se lleva tres Coronas bien frías, manito; lo que se traduce en tres estrellas nomás.

Güey, ahorita mismo le recoso

¿De verdad? ¿De verdad que los has escrito deprisa y corriendo?

Es cierto que se han escapado un par de DDT levantiscos por ahí. «Frankenmex» y «cibercafé» los habría puesto en cursivas. Espacio doble en «gimoteaba.  Santa». Raya movida «escapatoria— hipido— pero». Quizá fuese necesaria una tilde en «desconocido solo mientras». «La progresión era ascendente.» creo que sobra. ¿Quizá una coma en « y con él el horror»? ¿Quizá punto y coma o punto en «sin piedad, a veces? Una «n» okupa en «un collar de grapas médicas unían al cuello»

Lo mejor, la agilidad de la narración. El título, claro. Lo bien hilada que está la historia. La brevedad. Por supuesto, el guiño a una de las mejores películas de la historia. Perdón, Historia: «El bueno, el feo y el malo», con ese «Rubio» arrastrándose a la diligencia llena de muertos. Lo fácil que es seguir los diálogos por la forma de hablar de cada cual. La personalidad del camarero: qué «cacho» retrato, con sus miedos, con su complejo de confesionario... La aproximación al tema de la convocatoria con ese aire de película fantástica de los cincuenta es brutal.

Lo peor, puede que en definitiva la historia sí haya quedado un poco deslavazada. Pero es una impresión general. Una pequeña incongruencia, o un fallo de mi entendimiento, no vayas a creer. Me parece que existen dos entradas con tiras de colores, y me da la impresión que la escena violenta no deja claro por la que entra el monstruo —que me parece que debe ser la principal, no la de la playa—.

En cualquier caso, un relato que me ha proporcionado un buen rato de lectura. Vayan las gracias a la autora por tal momento y 4 dedos casi nuevos para injertar donde fuere menester.

Muy buenas, compañera. Me encanta que hayas participado aunque sea casi rozando el último minuto. 

El título no me gusta. Pero bueno, supongo que lo que pretendes con él es darle un toque pulp, de serie B, muy del aire a las películas de Robert Rodriguez. Me parece un pelín arriesgado utilizar el léxico mexicano, aunque al tener ese aire pulp de Rodriguez, en el relato no queda mal. 

La ambientación es bastante buena. Aunque me recuerda a las pelis de Rodriguez, sí que sirve de contrapunto a la novela original. Contrapones el calor mexicano, con el frío glaciar del ártico. 

La historia engancha. Supongo que por la ambientación. Sin embargo, creo que acaba de forma bastante brusca. Me he quedado con ganas de más. No he echado cuentas, pero el porcentaje del planteamiento es muy grande, frente al del desenlace que es muy pequeño. 

A pesar de que, según dices, lo escribiste muy rápido y casi a punto de escuchar el pitido final, formalmente no encuentro grandes fallos. 

He leído ya varias obras tuyas y sé que lo puedes hacer mejor. Muchísimo mejor. Por eso, me quedo con ganas de más. 

Cuando termine de leer todos los relatos, te puntúo. 

Mucha suerte. 

Muy buena la ambientación y el personaje de Tiburcio. Una escena trabajada y redonda, simple en su argumento, pero compensada por el escenario y el barman mexicano. Un buen trabajo, y un cierre bueno, con la criatura entrando en el océano y Tiburcio en busca de la fregona para limpiar el lío que siempre montan estos yanquis.

Los equilibrios entre lo serio y lo menos serio siempre son difíciles, pero este relato se mueve muy bien en esa línea. Por un lado, lo trágico de la situación del estudiante (que permite el ajuste a la temática, pero no trae novedades al asunto, transcurre sin sorpresas y se adivina desde muy pronto) y, por otro, lo anodino, realista, práctico hasta niveles insospechados y creíble del cantinero (manejado bien como contrapunto, con uso acertado de los localismos para ambientar sin caídas en lo paródico de las particularidades del habla en México).