La bruja reseca

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El Conde de Bet...
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Era lunes en el antiguo convento de la ciudad de El Calvario, y Gustavo, el administrador, estaba por echarle candado al salón de las momias. Su esposa estaba esperándole en casa para asistir a la oración nocturna que se celebraba mensualmente en la capilla de San Antonio; y cualquier tipo de retraso, por muy leve que fuera, le aseguraría un lugar junto a los rígidos pedazos de carne que tanto explotaba.

—Bien viejo lobo —dijo el ejecutivo dirigiéndose al velador—, creo que eso ha sido todo por hoy. Me sorprende que, luego de todos estos años, te sigas manteniendo tenaz y que no hayas desarrollado una aversión hacia esos vejestorios de ahí.

—Creo que exagera señor —contestó el otro riendo—. En lo que a mí respecta, es más lógico tenerle miedo a una persona viva que a una muerta.

—Una frase bastante trillada, ¿no te parece? Pero dime, ¿por qué estás tan seguro de eso?

—¡Ah, mi buen patrón! ¡Las fuerzas de la oscuridad no actúan por sí mismas sino hasta que la curiosidad humana intercede por ellas! No hace falta decir que dichas energías siempre se encontrarán ahí, esperando apaciblemente a que un estúpido llegue y las altere. Además, por lo que me dice, deduzco que usted no suele ver las noticias —volvió a reír una vez más—. Lo mantendré al tanto de los hechos si me lo permite, ya que los datos que estoy a punto de revelarle los debe conocer si es que en verdad le importa la seguridad de algún ser querido.

Gustavo miró a su interlocutor con un semblante de intriga; y éste, al percatarse de ello, prosiguió…

—Verá, hace poco más de diez años, durante el periodo de la anterior gerencia, un peligroso violador escapó de la prisión estatal. No estamos hablando de un simple pervertido o de un morboso cualquiera. Me refiero a un antisocial; una bestia ungida por el mismo Belcebú cuya sangre e ímpetu alcanzaban niveles infernales.

—Suena inquietante. Nunca oí hablar de él. ¿Cómo se llamaba?

Manos de porcelana era su apodo y no precisamente por su belleza.

—¿A qué te refieres? —inquirió extrañado el encargado.

—No sé cómo decírselo sin ponerme incómodo. Verá, los ciudadanos empezaron a llamarle así a causa de las desafortunadas víctimas que escogía. Manos de porcelana no era más que un… ¡Oh por Dios! ¡No puedo pronunciarlo! —dijo el cansado hombre apretando uno de sus puños—. Manos de porcelana, el muy bastardo era… ¡Era un sucio y desgraciado pedófilo!

—Entiendo, entiendo… No es necesario que entres en detalles —dijo Gustavo con un ademán que denotaba repulsión.

Tras hacer una mueca y un movimiento de cabeza, el velador continuó sin atender a la recomendación...

Manos de porcelana había sido acusado por ultrajar a las niñas de los barrios aledaños, entre ellas a… a mi hija. Aprovechaba el momento oportuno cuando se hallaban más vulnerables, seduciéndolas con su empalagosa elocuencia, que de sólo recordarlo, hace que la furia me domine.

» Las autoridades no podrían haberlo aprendido en mejor momento, pues varios de los afectados habíamos pensado muy seriamente en tomar justicia por nuestra propia mano. Después de todo, ¿a quién iba importarle si lo encontraban desmembrado en medio de un lote baldío? La violencia genera más violencia señor Gustavo, ¡no olvide eso! Al final, el muy maldito fue procesado, enjuiciado y sentenciado a castración química según las leyes del Estado; y adicional a ello, cumpliría una condena, que según el inepto del juez, aseguraba mantenerlo encerrado de por vida, aunque claro, siempre y cuando no se escapara.

» Según su compañero de celda, la estancia de Manos de porcelana en la cárcel fue un verdadero tormento; y no precisamente para él, sino para todos los reclusos y policías por igual. Al cabo de la bienvenida que los presidiaros suelen administrarle a todos los pervertidos que caen bajo rejas, y de la evidente disminución de su libido como efecto de la capadura que se le hizo, el violador entró en una especie de crisis nerviosa que lo estaba consumiendo poco a poco. Le faltaba energía y motivación. Creía que si se sometía a más abuso físico y sexual, su nocivo deseo erótico regresaría. Solía pasearse desnudo entre los corredores y en el patio con la esperanza de que algún fornido maleante lo domase, sin comprender que lo que le habían hecho en un principio consistía más en una humillación que en un vicio. ¡Vaya imbécil!

» Pero un día, sin previa explicación, su actitud volvió a cambiar. Estaba de nuevo calmado, con la mirada vacua y murmurando sandeces sobre un supuesto afrodisiaco que le devolvería su vida de antaño. Cuando se le preguntaba sobre esas divagaciones, lanzaba una carcajada insoportable diciendo que era incapaz de revelar un secreto tan preciado y que muy pronto su nombre volvería a estar en boca de todos. Tres días después, había escapado matando a un guardia en el proceso empleando una cuchara a la que le estuvo sacando filo. Vamos, ¡no me pregunte cómo lo hizo!

» Por azares del destino, y para mi desgracia, esa misma tarde se me había sido asignado el turno nocturno por motivos ajenos que no es importante mencionar. Había terminado de hacer mi ronda y me encontraba sentado en mi oficina, escuchando la radio a un volumen adecuado que me permitiese poner atención a las anomalías del entorno, así como también a las sinfonías que la estación radiofónica de la universidad transmitía en ese horario.

» Mi decisión fue de lo más acertada, porque justamente, y como quizá habrá de suponer, escuché el eco de unos pasos poco discretos en uno de los corredores adyacentes. Me incorporé súbitamente, y con toda la incertidumbre del mundo, salí a investigar para ver de lo que se trataba. No le mentiré: mientras caminaba con linterna en mano, cavilaba si un fenómeno similar había ocasionado el «incidente» que obligó a la orden de Las Carmelitas a deshacerse del edificio luego de encontrar apiladas a todas nuestras momias en una celda secreta de la planta baja de este mismo convento. Sinceramente no lo sabía y no quería dejarme llevar por simples figuraciones mías. Una galería con varias copias del trabajo de Goya se hallaba colocada en uno de mis costados al igual que el rollo de una película. El aquelarre o Saturno devorando a su hijo jamás me habían parecido tan desagradables, dado que ese piso polvoriento de loza y esa anticuada arquitectura colonial provocaban que una energía malsana se sintiera hasta en los huesos. Si alguna vez he experimentado un terror verídico podría decirle que fue en ese momento. ¡Jamás me había sentido tan nervioso!

» De pronto, escuché un ruido ensordecedor que provenía del salón de las momias. No voy a mentirle: me sobresalté bruscamente y casi se me cae la linterna de las manos por la impresión. Aún con todo eso, me armé de valor y me dirigí ahí con celeridad con el único fin de averiguar la fuente del estruendo. Cuando llegué, me percaté que la cerradura había sido forzada, y que por algún motivo, la puerta no cesaba de golpearse contra el marco. El movimiento se fue haciendo cada vez más suave conforme pasaban los segundos, dando la impresión de haberse detenido por sí misma. Giré dubitativo hacia el umbral debatiéndome sobre si debía entrar. De algún modo que no soy capaz de explicar, un mal presagio que venía acompañado de unas palpitaciones tremendas y de un hormigueo indomable me hacía retroceder dos pasos por cada uno que daba.

» Entonces fue ahí cuando lo miré a él, a Manos de porcelana, cargando a cuestas a una de las momias de la exposición en medio de la vil oscuridad. Me quedé atónito ante semejante escena. ¡Nunca habría imaginado nada semejante! ¿Cuál era la causa de que ese rufián estuviese hurtando un cadáver? ¿Tan mal le había sentado la prisión? Todas y cada una de esas reflexiones las formulé mientras intentaba agazaparme en un ataúd de utilería que teníamos para que los niños se sacaran fotografías. Tenía que avisar a la policía lo más rápido posible, pues era bastante imprudente que intentase jugar al héroe.  De cualquier manera, el reglamento de los guardias de seguridad también me prohibía arriesgar mi propio pellejo, aunque le aseguro que de haber llevado conmigo mi arma esa noche, habría reconsiderado muy seriamente sobre si era buena idea el volarle la tapa de los sesos a esa escoria; y sin embargo, también pensaba en mi mujer y en mi destino que muy posiblemente habría de colapsar. Ya sabe usted que en este país los criminales tienen más derechos que quienes vivimos honradamente.

» En un intento por identificar a la momia que Manos de porcelana estaba robando, enfoqué mi vista lo mejor que pude en cuanto los dos pasaron cerca de mi posición. Mi intriga creció todavía más luego de descubrir que tales restos no eran otros sino los de la mismísima Bruja; un personaje que había aterrorizado a toda la provincia durante el periodo colonial.

» Según la leyenda, La bruja o Methed, como también se le conocía, había sido una amante galante y una de las mujeres más hermosas de la región. Su juventud parecía no desvanecerse con el paso de los años, y por ende, aquello suscitaba la envidia de sus iguales y las riñas entre los varones. Estas mismas pasiones desenfrenadas (pese a que ella las consideraba un honor) pasarían a convertirse en su ruina, dado que algunos pretendientes rechazados y una miríada de rivales la habían acusado por hechicería ante la Inquisición, detallando que ni la necromancia o los conjuros de sangre estaban lejos de su conocimiento.

» Y efectivamente aquellas personas no podrían haber estado en lo más correcto, pues según los archivos del Santo Oficio, la presunta necromaga poseía conocimientos y prácticas extraordinarias que, a ojos de la Iglesia, eran condenables. Entre ellos destacaba un sacramento de herejía pura; una comunión en la que la cortesana comulgaba con una de las muchas fuerzas primordiales de la región para lograr la belleza y el placer carnal supremo. Se trataba de un rito en el cual le rezaba al antiguo dios araña del sexo llamado Arthakhne: una deidad mucho más antigua que La Providencia o que el resto de las deidades mesoamericanas. Lamento no poder comunicaros en qué consistía esa blasfemia: los detalles se han ido perdiendo conforme han pasado los años.

» El asunto es que Methed fue enterrada viva bajo este mismo convento con la finalidad de que expiase sus pecados. Fue encadenada, adornada con siete escapularios y atada de manos para evitar que escapase. Las monjas que vivían aquí rogaban incesantemente por su alma durante sus oraciones; y sólo tal vez, con algo de suerte, Dios podría perdonarla. La enorme cadena que rodeaba su jaula simbolizaba su alianza con el Altísimo, al mismo tiempo que actuaba como un sello para evitar que pudiese regresar de entre los muertos.

» Como era de esperarse, la cadena sagrada se había deteriorado por el paso de las décadas y las condiciones opresivas del subsuelo; ningún metal es eterno, y cualquier aleación ferrosa, por muy tenaz que sea, siempre sucumbirá ante la oxidación; y la que una vez fue la mujer más famosa de la ciudad de El Calvario caminó una vez más entre los vivos.

» Cuando eso sucedió, el convento fue presa del «incidente» al que ya antes me he referido. Las monjas fueron enfermando y muriendo una por una hasta que la Madre Superiora, convencida de que una maldición atormentaba a su séquito, pidió ser reubicada junto a las sobrevivientes en otro convento para poder estar a salvo. El edificio quedó abandonado y el nuevo dueño, en un recorrido que hizo de cabo a rabo, descubrió a las momias que hoy exhibimos, y entre ellas, estaba La bruja. En un rápido análisis de laboratorio, se dedujo que el proceso de momificación de nuestra favorita era muy diferente al del resto, dado que su cabello y uñas estaban casi intactos. Era algo muy insólito, en verdad.

» —Con un pedacito de tu piel —dijo de pronto Manos de porcelana—, podré preparar el elixir que me devolverá los medios para encarrilarme a las andadas.

» El silencio era absoluto; temía que el sonido de la saliva que me estaba tragando, a causa del pánico, hiciera eco. No sé cómo sucedió, pero en ese preciso momento, la expresión en la cara de Manos de porcelana cambió. Aquel par de ojos desquiciados, que anteriormente denotaban desesperación, ahora eran vacuos y fríos. Contemplaba su ingrediente alquímico con suma vehemencia; como si estuviese hipnotizado de algún modo. Ciertamente mi observación no podía ser más atinada, ya que con movimientos maquinales, el violador depositó sobre la helada superficie de la habitación al fortuito cadáver, y a costa de todo pronóstico, comenzó a desvestirlo para luego él ponerse en iguales circunstancias. ¡No podía dar crédito al grotesco evento que estaba por suceder! En cierta ocasión, un escritor inglés comentó que si el amor fuese un crimen, Dios no lo hubiese hecho tan irresistible; empero, creo que es bastante evidente que personas como Manos de porcelana no son capaces de interpretar esa delgada línea entre lo que es una expresión de un sentimiento compartido y lo que es un impulso degenerado.

» Los acontecimientos extraordinarios no terminaban ahí, porque entre mi repulsión y mi falso sentido del deber disfrazado de morbo, mi cerebro era incapaz de interpretar lo que la luz de las lámparas dejaba al descubierto. El brazo cadavérico de La bruja había rodeado en un gesto de pasión licencioso la espalda de su compañero, aferrándose a su piel hasta el extremo de lacerarle. Ambos estaban entregados a la satisfacción de sus corrompidos espíritus; eran dos criminales de épocas tan dispares con la similitud de ser odiados excesivamente en sus respectivos tiempos.

 » La prostituta ancestral iba reanimándose progresivamente y ya ni siquiera se preocupaba en ocultar sus rígidos movimientos. Ahora, más que nunca, ponía en práctica todo su conocimiento e ingenio, mismos que se hallaban refinados por una aglomeración de artes apócrifas procedentes de una época imposible de recordar. Y mientras tanto, los gestos de su galán, dejaban muy en claro las delicias diabólicas de las que gozaba, y que hasta entonces, desconocía. ¡Qué tan rápido puede desviarse el ser humano de sus principales objetivos! ¿Acaso era ese el estimulante que tanto alababa Manos de porcelana? Sinceramente no quisiera saberlo.

» Entonces el infractor se despertó de su trance, y al igual que yo, se percató que una porción de su carne se iba marchitando gradualmente al igual que la polilla que es devorada por las llamas. La desembocadura de su agua escarlata iba más allá de ser un simple frenesí masoquista. ¡Methed lo había hecho a propósito para que el preciado líquido vital se derramase sobre ella! De nada le valía gritar al infeliz, nadie iba ayudarle (ni siquiera yo). Aquella entidad, en un principio inerte, había recuperado en un abrir y cerrar de ojos la belleza primaveral que por tantos años le había identificado. Tal hazaña jamás habría sido posible sin la intervención de una persona tan despreciable como ella, quiero decir, de un transgresor. Un mal descompuesto de engañosa figura había emergido desde las tinieblas de un recinto en donde se rezaba y castigaba por igual. Desconozco si en algún momento la mujer demoníaca advirtió mi presencia, pues lo último que hizo antes de abandonar la sala, fue besar el abyecto cascarón de su proveedor, de tal forma, que cualquiera que haya visto dicha acción la habría interpretado como una burla.

 » Los vecinos perjuran apasionadamente, que durante el primer punto de Aries, se puede ver la silueta de una bella señorita deambulando sobre el pavimento de piedras de esta misma rúe. Se dice que va tentando a los desafortunados hombres que se atreven a pasear sin compañía en cuanto los plateados rayos del astro nocturno bañan con su claridad a los retorcidos árboles de mezquite.

El velador calló súbitamente, y entre tanto, Gustavo lo miraba atónito intentando procesar las palabras que acababa de escuchar. Tras revisar la hora con el único fin de quebrantar ese silencio incómodo, el hombre dijo al fin:

—¡Maldita sea! ¡Mira qué tarde es! Me voy amigo mío, que si no estoy a tiempo para antes de la cena, seguramente tendré motivos de sobra para sentirme turbado de verdad. Tal y como has dicho, es más razonable tenerle miedo a un vivo que a un muerto. ¡Te veo mañana!

—Es cierto, es cierto. En fin, que descanse señor —contestó el velador con una sonrisa, y acto seguido, cerró el portón del convento para luego retirarse a su guarida en medio de la oscuridad.

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Patapalo
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Relato admitido a concurso.
 

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Un relato interesante, pero que, a mi parecer, peca de exceso de elementos. ¿Cuál es el foco de la historia, el velador (curioso término; yo lo de velador lo relaciono con las terrazas cubiertas de los bares), el preso fugado o la bruja reseca?

El enfoque, muy clásico, con ese personaje ya de por sí un punto inquietante que nos cuenta una historia abracadabrante, queda algo sepultado por esa multiplicidad de focos narrativos. Creo que hubiera ganado en intensidad si se hubiera quedado a una carta o a otra. Por otro lado, quedan algunos cabos sueltos que se podrían haber solventado con más precisión. ¿Dónde trabaja este hombre, en la prisión o en el convento / museo de momias? ¿Cómo reconoce tan rápido al pedófilo?

En cuanto a la prosa, en general me ha parecido adecuada al tono elegido, pero ten cuidado con los excesos: "aprender" en el sentido de "aprehender" está en desuso, con lo del ataúd de utilería no he podido evitar imaginarme un sarcófago lleno de herramientas... hay unos cuantos momentos así que en mi opinión convendría revisar.

No obstante, en conjunto queda un relato entretenido, homenaje a los clásicos del estilo de M.R. James pero que busca un escenario más extremo y contemporáneo, quizás no del todo bien encajado en el espacio disponible.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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El Conde de Bet...
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Vaya, en verdad muchas gracias por la retroalimentación realizada. Son este tipo de cosas las que nos hacen mejorar y que muy pocas veces se te dicen en los concursos. Ahora que me mencionas sobre el lugar de trabajo del velador, es algo que sí me di cuenta demasiado tarde cuando ya lo había publicado (incluso me llegó a la mente cuando ya estaba en la cama).

Lo de la palabra de "velador", precisamente, tal vez ahí se deba a más factores. Yo soy de México, y esa es una palabra muy común para designar a la persona que se queda a cuidar durante las noches un lugar. "El velador de la fábrica". "El velador de la escuela". Quizás pueda cambiarse por algo más neutro.

Y lo del ataúd jajaja... no mi amigo, no están llenos de herramientas. Recuerdo que la última vez que visité un museo de estos había uno igual donde te podías sacar una foto con una momia real. Pero creo que volvemos a caer en las situaciones particulares de mi región.

Una vez más, gracias por la retroalimentación; se aprecia muchísimo.

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Germinal
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Un relato que me produce sentimientos enfrentados. Por un lado, hay momentos en la que la prosa me resulta embriagadora, muy evocadora al emplear palabras de uso infrecuente en el castellano al que estoy acostumbrado. Sin embargo, hay diversos aspectos que contrarrestan los aspectos positivos del relato.

En primer lugar, creo que hay un gran “defecto de forma” en el relato, obviamente a mi juicio, y este no es otro que el punto de vista del velador cuyo conocimiento omnipotente de los hechos hace increíble, en el sentido menos agradecido del término, la historia que cuenta.

El tono que adopta este narrador además se me antoja caprichoso, pues parece está de muy buen humor, en un tris cambia de registro para ponerse incómodo y acto seguido explica con frialdad, al menos así lo percibo yo, que su hija fue víctima del criminal, además de relatar con cierta naturalidad, a mi entender, sucesos extraterrenales y escalofriantes. Las palabras o expresiones del velador me resulten por momentos impropias de su rango social. No descarto tampoco que, por la cuestión del lenguaje anteriormente comentado, se acentúe esta sensación durante la lectura.

Entiendo que hay un momento en que se emplea la raya de diálogo y es incorrecto su uso, yo hubiese empleado simplemente el entrecomillado (en el estilo americano que se emplea equivaldría a la cursiva) al tratarse de la reproducción literal de una voz. Espero que algún compañero pueda corregirme si me equivoco en este sentido.

Voy a valorar el relato con 2 estrellas. Gracias por compartirlo.

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
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El Conde de Betancourt dijo:

Vaya, en verdad muchas gracias por la retroalimentación realizada. Son este tipo de cosas las que nos hacen mejorar y que muy pocas veces se te dicen en los concursos.

Es la particularidad del Polidori y lo que lo hace tan especial para todos.

Lo de los giros lingüísticos a mí en realidad me gusta bastante, y de hecho suelo meter muchos de mi tierra (Aragón), pero hay que tener cuidado con algunas cosas porque no son correctas o comprensibles para todos los lectores. Al mismo tiempo sería empobrecedor que todos nos plegáramos a una lengua neutra.

Seguimos leyéndonos.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Patapalo
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Germinal dijo:

Entiendo que hay un momento en que se emplea la raya de diálogo y es incorrecto su uso, yo hubiese empleado simplemente el entrecomillado (en el estilo americano que se emplea equivaldría a la cursiva) al tratarse de la reproducción literal de una voz. Espero que algún compañero pueda corregirme si me equivoco en este sentido.

Uy, ahí no sé si me atrevo a meterme, que con las influencias francesas que llevo... Aquí en los diálogos no cierran los incisos, sino que utilizan comas o puntos y seguido, así que me van bien las rayas y los guiones para los incisos. No recuerdo haber visto nada llamativo al respecto en el relato, en cualquier caso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Efepe
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Poblador desde: 28/05/2017
Puntos: 320

Me ha gustado mucho tu estilo y tu riqueza de vocabulario. El relato me ha gustado, sobre todo la parte de la vieja momia, una muy buena leyenda descrita con maestría. Lo de que jabras tantos argumentos narrativos en un relato cuya extensión pretende que seamos concisos, no enriquece la historia, sino que la hace algo pesada. Pero en todo caso, me ha gustado. Te dejo 3,3 estrellas. Un saludo.

EFePe

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Bio Jesus
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Poblador desde: 11/07/2014
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Interesante relato,muy muy denso, con muchos elementos a analizar.

No voy a entrar en terminos "exóticos" porque estoy acostumbrado a ellos y a la reacción que producen (aun recuerdo una conversción a raiz de la palabra fonil) pero alguno me ha llamado la atención, pues me recuerda al mundo del rol (o de Magic TG) como es necromaga, que puede sustituirse por un más correcto nigromante.

El lenguaje arcaizante está manejado con bastante soltura, de hecho es uno de los puntos fuertes del relato. Tanto que me pregunto si no hubiera sido interesante sacarlo de la época actual para llevarlo a un siglo XIX o incluso más allá.

La perspectiva es quizás lo menos satisfactorio del relato, pues al ser el narrador a la vez personaje, me resulta chocante tanto concimiento de toda la trama: la historia del asesino, de la bruja, del convento. Yo hubiera optado por "delegar" algo de la narración en Gustavo, que parece el convidado de piedra. Te pongo un ejemplo:

Quote:

» Según la leyenda, La bruja Methed, como también se le conocía, había sido una amante galante y una de las mujeres más hermosas de la región. Su juventud parecía no desvanecerse con el paso de los años, y por ende, aquello suscitaba la envidia de sus iguales y las riñas entre los varones. (...)

Yo hubiera escrito algo así...

Quote:

Gustavo sintió un escalofrío. Como todos en la ciudad había oído contar la leyenda de La bruja Methed, como también se le conocía, había sido una amante galante y una de las mujeres más hermosas de la región. Su juventud parecía no desvanecerse con el paso de los años, y por ende, aquello suscitaba la envidia de sus iguales y las riñas entre los varones.

Y luego, el vigilante retoma la palabra. Le quitas peso excesivo y lo gana Gustavo. El relato ganaría en agilidad. De este modo se vuelve algo cuesta arriba en algunos momentos, con parrafo tras parrafo de narración a una voz

Esto, por supuesto, es mi opinión: prescindible y opinable. 

En suma, me ha gustado y veo buen material, buena prosa y mucho entusiasmo. Quizás con otro ritmo, ganaría enteros.

Mi nota es 3,5.

 

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Dr. Ziyo
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Poblador desde: 30/01/2016
Puntos: 2776

Un relato interesante, con una prosa cuidada que en mi opinión es uno de sus puntos fuertes.

He encontrado algunas ausencias de comas, por ejemplo, en la frase:

—Bien viejo lobo —dijo el ejecutivo dirigiéndose al velador—, creo que eso ha sido todo por hoy.

Entre bien y viejo lobo debería haber una.

Otra frase no me ha parecido correcta:

...mientras caminaba con linterna en mano,...

Yo creo, y que alguien me corrija si no es así, que lo correcto sería omitir la preposición con para que quede así:

...mientras caminaba linterna en mano,...

Después, en la frase

» Las autoridades no podrían haberlo aprendido en mejor momento.

Creo que lo correcto, o más natural, hubiera sido prender o aprehender.

Hay una cosa que no me queda clara y es cuando se dice que la estancia de Manos de porcelana fue un tormento para los demás, pero yo no he encontrado ese supuesto tormento.

Y por último, creo que el relato se haría menos denso y más ágil si hubiera más diálogo y participación de Gustavo.

Mi puntuación son 3,25 estrellas.

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Mzime
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Poblador desde: 01/02/2016
Puntos: 352

En este relato he creído entrever a un típico contador de historias de realismo fantástico que va y viene en lo que cuenta, porque lo importante para él no es la historia, sino contar. De ahí la dispersión, la falta de hilo narrativo, argumental, claro en el relato, que queda más en impresiones, en imágenes, que en historia. Quizá ha contribuido mucho a esa percepción mía el hecho de que el texto esté salpicado de modismos centroamericanos, tan agradables de encontrar por la pimienta que dan a la lectura.

La escena del apareamiento vivificador está bien y es un poco lo del burlador burlado o del que va a por lana, pero todavía me preguntó por qué le llamaban "Manos de Porcelana"; no vi la relación.

Bueno y en definitiva: que con un poquito más de ilación argumental, este relato bien hubiera podido superar, en mi consideración, los 3,50 puntos que, bien o mal, le adjudico.

 

 

 

"Si quieres llegar rápido camina solo, pero si quieres llegar lejos camina acompañado", (proverbio masái)..

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Trotsky
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Poblador desde: 26/05/2020
Puntos: 1

Interesante, para reflexionar. Me parece curiosa, como mínimo, la idea de hombres solos caminando de noche y asustados por si les acecha alguna mujer.
Mi puntuación: 3.

"La ideología dominante en una sociedad es la ideología de la clase dominante".

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Curro
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Poblador desde: 24/09/2015
Puntos: 1048

Un relato interesante y con bastantes cosas que comentar, tanto que estoy reescribiendo la reseña porque me han salido muchas ideas pero muy desordenadas. Te adelanto que me ha gustado mucho.

En menos de tres mil palabras ofreces tres relatos distintos. Creo que el texto se podría estructurar de la siguiente manera:

  • Prólogo.
  • Historia de Manos de porcelana.
  • Historia de la bruja Methed.
  • Historia de la unión de ambos monstruos y desenlace.
  • Epílogo.

Seguramente haya quien no esté de acuerdo; con frecuencia discutí con mi profesor de Lengua porque nunca le gustaba mi forma de dividir en partes un texto, pero me da igual, es mi reseña y la hago como quiero :D

Sobre el prólogo: Me gusta esa figura de narrador como personaje, me hace entrar bastante en el relato. Es un recurso que utilizan bastantes escritores clásicos, generalmente para contarte sus propias vivencias u otras que ha oído que le sucedieron a su amigo P. o a un pariente de su mujer al que llaman J. A mí me sirve para añadir verosimilitud a la historia, porque joer, no la está contando El Conde de Betancourt, un tipo que escribe en el foro de OcioZero, sino el propio velador que vivió los hechos y está muy relacionado con la historia porque bueno, uno de los monstruos que la protagonizan mató a su hija y el otro yacía en el lugar que cuida por la noche. Maldita sea, siendo así, la historia tiene que ser cierta por narices.

Ahora bien, encuentro una primera pega y es ¿dónde se desarrolla la acción (o parte de ella)? Tenemos a un administrador y a un viejo velador, pero ¿de qué?, ¿dónde están? En el antiguo convento de la ciudad de El Calvario, vale, pero ¿qué lugar es ese hoy en día? Se habla de que el administrador explota la carne reseca de las momias, lo que me hace pensar que es una metáfora para referirse a su negocio y que es algún tipo de museo privado que reporta beneficio económico. Más adelante se dice las momias que hoy exhibimos, lo que refuerza mi teoría. Pero ¡cuidado!, creo que ayudaría muchísimo dejar claro eso desde el principio, pues cuando sales de la primera historia (la del reo) y vuelves al ¿museo?, no sabes dónde estás ubicado. Y, teniendo en cuenta el objetivo de Manos de porcelana, la expresión explotar carne es peligrosa para el lector, ¡si es que es una metáfora! En resumen: si vas a mezclar tantas sub historias (por llamarlas de un modo) en un relato de 3000 páginas, es muy importante que el lector tenga clarísima cada una de ellas, marco temporal y espacial. Seguramente tú mientras escribías tenías esto clarísimo y no has visto la necesidad, pero yo, como lector, sí lo he echado en falta. ¿Es imprescindible? No, pero, precisamente porque no lo es y el relato tiene mucho contenido, mejor dejarlo claro.

Sobre las historias en sí, son muy buenas, bien descritas, interesantes, distintas entre ellas. Al principio temí que fuera a ser un batiburrillo de cosas sueltas, pero me gusta la manera en que al final se enlazan. La mumia  es buena excusa para conectar a Manos de porcelana con la bruja (úsese Google si se desconoce el término mumia; yo lo descubrí mientras navegaba para documentar mi relato), sobre todo porque es algo que no te has inventado, en realidad había (e igual todavía hay) gente que cree que tiene propiedades mágicas. Aquí, una sugerencia: ya que has usado un recurso que pertenece digamos al misticismo del mundo real, habría estado bien dejárselo claro al lector para darle más interés al relato. El preso menciona conocer un medio mágico para curar su mal y el lector creerá que se refiere a esa momia en particular, quedándose sin saber que es una presunta propiedad de cadáveres en general y criminales condenados a muerte en particular. Quizás podría haber sido el narrador el que aportará este hecho: Más tarde me enteré de que hay gente que piensa que (…), así que supongo que creyó la mumia de aquella bruja debía de ser especialmente poderosa. Esto por supuesto es una sugerencia que quizás no debería hacer: tal y como está es muy correcto, solo lo menciono como un posible recurso que se podría haber usado. Si tienes información documentada de algo y encaja bien usarla, suele ser buena idea hacerlo.

El encuentro entre ambos malvados es… asqueroso, pero ha de serlo. Una vez más, consigues que me meta en la piel del narrador y testigo y me vea allí, en ese espeluznante ¿museo? Muy, muy logrado. Me da qué pensar. Al final la momia realmente curó a Manos de porcelana; disfrutó de una última experiencia sexual. Si el precio que pagó mereció la pena para él es algo que se llevó a la tumba.

El epílogo es también correctísimo, muy clásico. El narrador termina de contar la espeluznante historia y deja que su patrón regrese a casa. Personalmente, me quedé pensando un rato he imaginé que debería recorrer a pie una larga distancia solo, en la noche, aterrado por la posibilidad de poder cruzarse con la bella señorita que se dice deambula por la rúe. Y me pregunto si todo el relato no será solo una cruel broma del velador, que se estará partiendo de risa por imaginar el miedo que estaría pasando su patrón.

 

No sé, me parece un relato fabuloso. Se merece cuatro estrellas.

 

Para terminar ―y esto lo comento solo porque lo han dicho por ahí―, también me chocó el término velador, pero desde luego no me importó; asumí que no estaba escrito utilizando el español convencional de España. Me sonaba como… viejuno. Aunque sin salir del país, también me chocan muchas palabras que usan en Plasencia, que es de donde es mi mujer; llaman cochera al garaje y, sobre todo al principio, me sonaba cuanto menos curioso (cuanto más, divertido), porque me imaginaba que dentro habría aparcados carruajes del s.XIX o algo así. Ahora que lo pienso, podrían haberse utilizado más palabras propias del español de México; la mayoría de los lectores somos españoles y creo que lo habríamos encontrado exótico :)

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Curro
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Poblador desde: 24/09/2015
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PD: Se me pasaba. En el aspecto ortográfico o gramatical, ya se te ha informado de varios fallos (sobre todo ha sido exhaustivo el diagnóstico del buen doctor Ziyo). Añadiré solo que si  Methed  es nombre propio, no debe ir en cursiva; otra cosa es que sea una palabra en otro idioma y signifique algo, en cuyo caso debería haberse indicado en el texto.

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El Conde de Bet...
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Amigos, les agradezco sinceramente todas sus retroalimentaciones. Son tan buenas que incluso he estado archivándolas para mi mismo para revisarlas a futuro en próximos relatos que tenga. Casi siempre cuendo uno va empezando comete los mismos errores.

No he podido revisar los cuentos de algunos de ustedes a causa de mi trabajo y eso me hace sentir un poco culpable, pero trataré de hacerlo en estos días.

Muchos éxitos a todos y gracias nuevamente.

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Stendek
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Un relato con un argumento interesante. Pero me parece que el velador (o celador, o sereno, o vigilante nocturno) sabe demasiado de cosas sobre las que dificilmente puede estar informado (como la estancia de Manos de Porcelana en la cárcel) y abusa de un lenguaje demasiado artificioso. Salvo casos extremos de pedanteria, cuando una persona hace una narración oral, usa un lenguaje mucho mas simple que cuando lo hace por escrito. Yo no soy capaz de imaginarme al velador diciendo, en una charla casual, que "una galería con varias copias del trabajo de Goya se hallaba colocada en uno de mis costados al igual que el rollo de una película. El aquelarre o Saturno devorando a su hijo jamás me habían parecido tan desagradables, dado que ese piso polvoriento de loza y esa anticuada arquitectura colonial provocaban que una energía malsana se sintiera hasta en los huesos". Me parece que esos dos dealles le quitan verosimilitud al relato.

Bueno, 3,5 estrellas.

Un saludo cordial,

Javier Garrido b.

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Ligeia
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Algunas cosillas ortotipográficas, aparte de las ya comentadas en "esa misma tarde se me había sido asignado" supongo que es un dedazo porque creo que es "esa misma tarde se me había asignado" y palabras,sí, como velador, todo el rato he estado pensando en el mueble XD pero el tipo supongo que es el guardia del convento-museo. Está bien redactado, buen estilo pero también cierta incómoda inverosimiltud me ha acompañado todo el rato por culpa del narrador, no se corresponde, como dicen, ni sus reacciones con lo que cuenta, ni el estilo barroco ni su omnisapiencia.... y más detalles me han sacado del relato, el nombre del dios araña es fatal, sería más lógico que tuviera reminiscencias mayas o aztecas no? si es centroamericano... la bruja más de lo mismo, si sucedió en época colonial pues tendría que llamarse Marina, Isabel, Juana... ... y sí, por qué no se explica algo tan raro como Manos de Porcelana?

Tres estrellas: ***

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Angelito
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Poblador desde: 25/12/2013
Puntos: 263

Una idea muy buena que se desenvuelve de manera forzada, tanto en la redacción como en los términos y en el registro que se ha elegido. A veces se pretende embutir una sensación, en lugar de construirla mediante la narración de los hechos; o una vez construida, se recurre a un enunciado que enfatiza lo antes dicho. Un ejemplo: “¡Jamás me había sentido tan nervioso!”  No porque lo exclame a los cuatro vientos, el lector asimilará la importancia de lo que se ha dicho, por lo menos eso le ha sucedido a este lector. Y eso que este recurso dota de realidad la instancia del diálogo (casi que monologo a esa altura), pero es que a la vez esto contribuye a darle ese tono de narrador decimonónico que le resta credibilidad, no a la historia, sino a la forma en cómo se produce el discurso.

De entre algunos errores formales, el que más me saltó a la vista fue que faltaba la coma vocativa en: “La violencia genera más violencia señor Gustabo”.

2

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Hedrigall
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Poblador desde: 14/01/2011
Puntos: 1132

El relato tiene una cosa buena, y es que la historia y la forma de narrarla me han mantenido en vilo. Mezclar esos personajes me ha parecido un acierto. Por otro lado he tenido un par de problemas de verosimilitud. Mientras el velador narra la estancia de Manos de porcelana en la cárcel, las cosas que cuenta difícilmente puede llegar a saberlas con tanto lujo de detalles; incluso a través de su compañero de celda, del que no se dice como conoce al velador ni porque le cuenta la historia que le cuenta.

También está el hecho de que el velador se ría justo antes de explicar la historia de un pederasta que abusó de su propia hija, que creo que es ilógico.

En general, la forma escogida de presentarnos la historia, a través de un personaje que se la cuenta a otro, no me ha terminado de convencer.

Primero, porque el otro apenas habla e interacciona, solo se introduce para que el velador le cuente esa historia. Un personaje debe tener motivo para hablar, pero al autor no le hace falta; el diálogo (en su mayor parte, monólogo) se puede sustituir por una narración en primera persona sin mayor problema y conservando todas las virtudes.

Segundo, me ha sido inevitable preguntarme cómo es posible que el administrador desconozca tantas cosas que pasaron en el convento que administra. La historia de Manos de porcelana es hasta cierto punto ajena al convento, pero el incidente de las monjas y la existencia y desaparición de Methed me parecen acontecimientos bastante reveladores como para que el administrador no los conozca.

En todo caso, buenas dotes para contar una historia, sin duda.

 

Mi valoración es de 3 estrellas.

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mawser
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Poblador desde: 17/07/2009
Puntos: 253

Relato inquietante y con una mitología riquísima, aunque con una profusión de elementos que en algún momento juega en su contra. Creo que con Manos de porcelana y la bruja hay material más que suficiente para crear un relato aterrador, pero en mi opinión el narrador cobra demasiado protagonismo y desvía la atención en diferentes momentos.

3,5 estrellas.

https://www.facebook.com/La-Logia-del-Gato-304717446537583

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