El dios de la mirada muerta

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torpeyvago
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El dios de la mirada muerta

 

La disco «Keresh y Tigris», la única en cientos de quilómetros a la redonda, es un antro formado por cuatro paredes de mala mampostería y un pequeño porche de madera, todo cubierto con chapa metálica. Está a la salida del pueblo, justo en el camino que baja al Desierto Negro. En este alto del desierto, muy peculiar, apenas llueve una semana al año repartida entre otoño e invierno, justo cuando cambian los vientos y una corriente de aire húmedo asciende desde el mar. Y, cuando llueve, diluvia. Como hoy.

El portero se resguarda en el pequeño porche, donde sufre menos frío que otras noches más secas; es una estatua imponente de formas redondas y contundentes, una efigie de ojos asperos sin vida, un homínido inórgánico de mirada inexpresiva y fría, un jayán guardián de la entrada principal, entrada que casi sólo se usa para negarle el acceso a los humanos. El resto suele emplear la puerta trasera que da al desierto. Este portero hoy tiene algo más de trabajo porque los parroquianos no quieren irse, no quieren mojarse. Un pequeño algol, borracho perdido, intenta volver a entrar después de haber sido arrojado al barro. El gólem lo agarra del morrillo y, cuando va a volver a lanzarlo, nota como le vomita las botas.

La puerta se abre, y un shedim, invisible, deja las huellas sobre la ceniza que hay para detectarlos:

—Osches, no mes mires asís los pieses, burp, que hes pagados.

Las huellas de gallo gigante, estampadas de manera irregular, se dirigen al pueblo. El chapoteo arrítmico se interrumpe por el ruido de dentro. Se vuelve a abrir la puerta, que regurgita una orden.

—¡Tú, cerrando! Échalos a todos.

—Sí, jefe. ¿Podría quedarme hoy?

—¿Qué?, sí, claro, háblalo con ella.

Los clientes comienzan a salir por ambas puertas. Tiene que ayudar a dos gigantes negros cuyas serpientes abdominales se les han enredado. Barre a los borrachos que quedan tirados en el suelo. Otro jagiel se ha dejado sus sierpes sueltas. Ayuda a recogerlas. Y a reponer cajas de zumos y cervezas. Y a levantar sillas. Por fin, la soledad se asoma. Apaga las pocas luces del local excepto la de cortesía de la barra. Escucha la lluvia. Un leve y lejano continuo timbalear de truenos avisa de que continuará la tormenta. Se abre una cerveza y se pone cómodo. Fuera corbata y chaqueta. Fuera las botas de goma que no pegan con el traje. Más repiqueteo sobre el tejado de cinc.

Un ruido suena tras él. Se vuelve. Se asustan mutuamente. Claro, ahí está Edith; ella.

—¿Te quedas esta noche? —, pregunta él. La pregunta es algo estúpida.

—Sí —. La respuesta, también.

Ella toma un caro y aceitoso licor de cánnabis y se llena un vaso largo. Se acerca a la mesa donde está el gólem y se sienta enfrente. Él había tenido la precaución de bajar los pies del tapete antes.

—¿Sabes?, siempre que te pregunto que coño haces aquí me toreas. —Ella es pálida, madura, entre anodina y agradable. Se ha recogido la enorme túnica blanca para poder sentarse en condiciones.

—Bueno, venga, hoy no tengo escapatoria —ríe como puede el gólem.

Ella se termina de liar un cigarro, expectante.

—Llegué hace como medio siglo a través de Hungría hasta el otro lado del desierto. Allí estuve hasta que empezaron a tiros, de nuevo, y lo crucé. El desierto. Lo primero que vi fue esta casa horrenda —ella hace como que sonríe—. Tenía hambre y como siempre he tenido debilidad por comer papel, me lie con las servilletas. «Vuelva a visitarnos» ordenan, y eso hice —de nuevo, ella ejecuta el simulacro de sonrisa—. Un día me dijo el jefe: «Si quieres seguir comiendo servilletas, tendrás que pagarlas». Ya hace casi un año.

—¿Ves?, ya me has vuelto a liar.

La lluvia afloja un poco. Casi se oye más el ruido del viejo climatizador y de las neveras de la barra. Él le pregunta:

—¿Y tú?

—¿No conoces mi historia? ¿Sabes? Tiene casi tres mil... no más de tres mil años. Ya perdí la cuenta.

—La parte oficial sí la conozco, pero luego...

—Luego, dices. —Trata de estirar las piernas y volver a cruzarlas dentro de la túnica. Apoya un antebrazo en la mesa y comienza a enumerar con la mano del cigarro— Luego de lo de Sodoma me llevaron como curiosidad a Segor. No me puedo quejar, ¿sabes?, estaba en un patio cubierto, rodeada de plantas y fuentes de la mansión de un ricachón. Pero bueno, murió y me revendieron. Una y otra vez, una y otra vez. Cada vez interesaba menos, cada vez, menos precio. Eso, menosprecio.

Él bebe para no tener que hablar.

—Mil quinientos años, mil seiscientos, no me acuerdo, pasaron hasta que di en el sótano de un cabalista crápula, amigo de los recientes invasores latinos. Me animó. Digo que me dio esta vida, o lo que sea, que no es lo mismo de antes. Y me usó, claro, el muy cerdo. Le debía la vida y él se aprovechaba. Bueno, la vida, y que me restauró bastante que todo hay que decirlo. Además, cogí cierta flexibilidad, mira, y algo de resistencia a disolverme. Algo solo, ¿sabes? Más y más ventas, menor precio y dueños más y más exigentes con... eso. Incluso estuve medio enterrada en un sótano metida en una caja de madera cuando llegaron los gentiles griegos. Pasé mucho tiempo aburrida como una ostra. Luego llegaron otros gentiles, con largas cotas de malla y mantos con cruces pintadas encima. Uno se encandiló conmigo cuando me descubrió mientras saqueaban la ciudad. Me llevó al castillo que estaban construyendo, como si fuese una estatua. ¡Qué susto cuando vio que me movía por las noches para pasear! Con él pasé buenos momentos. Pero, claro, se trajo a la familia y acabé de nuevo en manos de otro cabalista. Hace unos cien años, un poco más, llegaron los «turbantes grandes». Lo hicieron todo ñiscos... —hace un giro con la mano del cigarro y bebe con la otra— Bueno, desde entonces ha habido un entra sale de gente cada vez peor intencionada. Al final, ya sabes, los tanques entraron y la gente judía fue expulsada. Los tanques volvieron a entrar y la gente judía volvió a estas tierras.

Ella parece que iba a llorar. Él se había acabado la cerveza pero no se atreve a interrumpirla yendo a por otra.

—¿Sabes?, es muy duro perder a tu marido y a tus hijas... él era un estúpido, pero me quería, y ellas ya estaban por darme nietos. Las perdí, pero seguían vivas. El dolor no desaparece con el tiempo. Después de todo el ajetreo final, de caja en caja, de sótano en sótano, de pérdida en pérdida, me decidí, quise morir, me escapé de mi último amo mientras el sujetaba la cabeza de su mujer moribunda y la mano de su hijo mayor, separada del cuerpo, entre escombros humeantes. Me fui al desierto para bajar al Mar Muerto y que mi sal acabase allí. Pero encontré, como tú, esta... cosa y aquí estoy. ¿Sabes? Estoy harta de servir copas, de ver borrachos y putas. O putos y borrachas. De olerles el aliento a perro —claro, todos son carnívoros o carroñeros— y a vomitona. Creo que saldré un día de estos al Mar Muerto.

Ella, emocionada, para de hablar y se va a la barra a por otra dosis del brebaje infernal que está bebiendo. Él le pide otra cerveza. Cuando se sienta, por un momento parece más humana. Se coloca la falda. Cruza las piernas hacia su derecha. Pone un brazo detrás del respaldo y el otro, el izquierdo, lo apoya en la mesa. Tiene los ojos cerrados; a la cara le llega el humo del liaiyo que se está fumando. Pero la ilusión desaparece cuando vuelve a mirar. La mirada opaca de una diosa de mármol a la que ni un pequeño taladro a modo de iris le hace ver de verdad. Ella le señala con el cigarro y le pide, con un gesto, que le cuente su vida y milagros. O lo que ha cenado esta noche. O lo que él quiera contarle.

—¡Bue!, he vivido mucho menos; por ser más joven y porque... he vivido menos. Me hicieron en Prešporok —Bratislava—. Sólo tengo cuatrocientos treinta y siete años. Fui el primer experimento exitoso de mi joven amo. Me dibujó en el fango cenagoso de la orilla del Danubio, no con buena arcilla. Mira, si me pellizco, me desmorono. ¡Anda que no me he tenido que repellar veces! Veinte o treinta años después, gestó a mi hermano pequeño en un taller de alfarería. ¡Él si era fuerte! Hecho con buena terracota y como tres palmos más alto que yo. El amo vivió mucho, más de un siglo. Y le fuimos muy útil, a él, a sus vecinos, incluso a los gentiles católicos, amigos de mi amo, a los que salvamos más de una vez de los otros malditos.

»Recuerdo el estudio. Es importante: pasé, aunque a oscuras, casi tres siglos en él. Era una habitación secreta detrás de la tienda y de la vivienda. Bastante amplia para ser un escondite, no te creas. Al fondo, una biblioteca desde el suelo hasta el techo, con su salida también secreta al río que casi nunca usaba. Delante, el escritorio del amo, que miraba hacia la puerta. A la derecha desde esa puerta, más biblioteca y a la izquierda, los aparatos y una pequeña encimera con los vidrios. La pared de la entrada también estaba cubierta de libros. Mi hermano y yo estábamos siempre junto a cada jamba, de cara al amo.

»Un día, el amo estaba escribiendo y se desplomó sobre sus papeles. La vela se consumió. Lo último que vimos de él fue su media calva cubierta de haces de estopa blancuzca y grasienta. Comenzó a pudrirse. Estábamos a oscuras, pero el olor era, ¡buf! Se oía el crujir de miles de larvas que lo devoraban. Alguna parecía caer al suelo y retorcerse para volver a su comedero. Me imaginaba mocos viscosos colgantes de su abdomen por el que subían y bajaban decenas de gusanos estorbándose unos a otros. Pero la comida se acabó, las pupas eclosionaron y oíamos el revolotear ciego de los adultos. Seguro que algunos acertaron a reproducirse, aunque ya no había qué comer.

»El amo se secó. Y pasó el tiempo. Mucho tiempo. Yo quería irme, pero mi hermano decía que nos habían ordenado protegerle a él y a sus amigos. Así es que esperamos, inmóviles.

Ella, más blanca a la luz del fluorescente de la barra, saca una bolsita de cuero amarillo que coloca sobre el tapete. Extrae una cajita negra de papel de fumar y un mechero rojo. Mientras se prepara otro liaiyo, le hace una seña para que continúe, interrumpe el ensimismamiento del gólem.

—Fueron las explosiones lo que nos puso alerta. Y disparos como no habíamos oído jamás. Muy seguidos. Un puñado de horas y escuchamos unas voces: «Es aquí, lo dice el libro». Un clac olvidado, un montón de polvo iluminado desde fuera y unas personas que penetran en la habitación. No menos de veinte. Con ellos entran disparos que se llevan una vida y obligan al resto a agazaparse, hacinados, tras la pared. «Son gente judía», dice mi hermano. Eso es todo. Salimos, para mayor susto de los refugiados, a ver al enemigo. La rapidez con la que disparaban no la habíamos visto nunca. Un par de ellos entraron con fusiles, que yo pensaba arcabuces, en la mano y se toparon con mi hermano. Dos manotazos y dos vidas menos. Un tercero le disparó varias ráfagas y hace saltar esquirlas de arcilla de su cuerpo. De nuevo un manotazo y se acabaron las tonterías. «Àbreles la puerta de atrás, que puedan salir». Eso hice. Oí una explosión y vi los restos de mi hermano esparcirse entre el humo y los libros que caen. Salí a ver qué le había ocurrido. Un cuarto uniformado casi se topó conmigo. Llevaba en la mano preparada una granada, como la que supongo que mató a mi hermano. Lo agarré del casco semiesférico, casi una cúpula, que tenía una cruz patriarcal dibujada, y apreté. Apreté con todo el odio de la pérdida. Apreté hasta que sentí crujir los huesos bajo el casco, hasta que vi salir los sesos por su nariz, hasta que, muerto, abrió unos ojos apagados, velados por la no vida.

»Note que alguien me tocaba el otro brazo. Era una de las muchachas que habían entrado. Espabilé y la seguí. Cerré ambas puertas, tomé, por precaución, algo del oro del amo y salimos al río. El jefecillo organizó una fuga primero en un extraño vehículo oruga cubierto —un par o tres se vistieron con uniformes de algunos de los soldados que cayeron, imprudentes, en una celada—, luego fuimos a Hungría y a Palestina, donde sobornamos con mi oro a un inglés.

Él calla, trata de beber, pero la botella está vacía. Es ella ahora la que no quiere interrumpir. La tormenta se hace más fuerte. Casi tiene que levantar la voz.

—Mi amo murió sin borrarme la E, mi hermano desapareció en una explosión de terrones, los refugiados quedaron al oeste del mar muerto y yo... estoy pagando el precio de la inmortalidad. Una vida que siento vacía e inútil. Ya te lo dije. De nuevo, otras guerras ahí abajo, más matanzas. Los oprimidos oprimen y viceversa.

Ambos callan. Esta vez es él quien se levanta a por otra botella. Mira a la mesa y recuerda que ella tiene la suya allí. Ella se hace otro cigarro y lo enciende. Más lluvia, más silencio.

—¿Crees que te desmenuzarías? —, le pregunta ella.

—Sí, supongo que sí. —Se interrumpe un momento—: ¿Quieres decir con la lluvia?

—¿Vamos?

—¡Venga!

—¿Sabes?, casi me hace ilusión.

Ella lo toma de la mano:

—¿Al pueblo o al desierto?

***

Amanece una línea dorada hacia el este, como un ojo legañoso con un párpado violáceo. El aire limpio y frío apenas se mueve. El ocre arenoso del altozano se diluye en brillos húmedos hasta el atezado desierto de allí abajo.

El camino encharcado del puerto se ve interrumpido por una plasta viscosa y salada veteada de arroyuelos legamosos con apenas fuerzas para correr. Una asimetría burda y cenagosa de agua salina y sucia, un barrizal amorfo sobre el que se trazan hilos caóticos de salmuera, la obra y milagro de un dios de mirada muerta.

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En un lugar de La Mancha de cuyo nombre me acuerdo perfectamente...

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Patapalo
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Relato admitido a concurso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Patapalo
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Puntos: 208859

Otro gran relato, demonios. Vaya convocatoria. Me ha recordado en el planteamiento a "La taberna de Bloody Mary" de Gerard P. Cortés. Ese bar poblado de criaturas fantásticas que nos cuentan sus vidas con el lenguaje y el tono (esto es muy importante) adecuado para ellas. Me han encantado, de hecho, los juegos de palabras, las perspectivas. Consigues dar cuerpo a la propuesta, lo cual, creo, es clave para que el relato gane fuerza más allá de una idea ingeniosa. Muy bien narrado y presentado. Bravo.

El tono también está muy conseguido. Esa melancolía resentida con el Creador, la huumanidad, la existencia, ese dolor y esa incomprensión, el hastío y la desesperación. Muy bien perfilados ambos personajes y muy efectivo ahondar en sus mentes después de ese arranque más folclórico que pone el acento en la banalidad del día a día.

El desenlace también me ha parecido muy bonito, melancólico como el resto del relato. Quizás le falta un poco de punch, pero, al mismo tiempo, encaja con el resto de la historia, con el planteamiento. A disolverse como frágil barro bajo la lluvia torrencial...

Gracias por compartirlo.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Tony Kanapes
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Puntos: 173

Vaya relato, torpeyvago, repleto de fantasia, historia real y mucha tristeza. Mientras lo leía me imaginaba esta historia ambientada en el mundo de Sandman, en esa taberna donde se cruzaban varias dimensiones y la gente se iba a beber y contar historias.

Mis felicitaciones. 4 estrellas porque se pasa como un suspiro.

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Danduay
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Puntos: 256

Buena historia, bien introducida, llevada y ambientada.

Veo, por los comentarios anteriores, que no estaba desencaminado cuando me imaginaba una mezcla del bar de "La guerra de las galaxias" y una taberna imaginaria poblada de criaturas mágicas, ubicada por arte literario en algún punto de este mundo y otros mundos.

Todo un hallazgo el personaje de la mujer de Lot, bien visto. Y el golem-portero de disco, ni te cuento. ¿Cómo no se le había ocurrido a nadie todavía? Doble acierto. Y me parece impagable esa conversación de bar después de echar la persiana, a altas horas de la madrugada, ese ambiente tan propicio para confidencias. También me ha gustado esa mezcla de melancolía con puntitos de humor, como lo de los liaiyos.

El final me parece estupendo, disueltos como lagrimas en la lluvia (Ruter Haguer dixit; todo un gólem en en papel de su vida).

Una estrella por el golem, otra por el tono, otra por la historia y los personajes, 0,75 por la forma (creo que se ha escapado algún acento, por exceso o por defecto) y 0,75 extra por la elección y caracterización de los dos protagonistas. Cuatro estrellas y media. Un cuento notable, me ha parecido. Suerte.

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Lenteja
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Poblador desde: 27/04/2020
Puntos: 106

Cuando me topo con un buen relato, original y trabajado en su argumento, como este, me da mucha rabia que no se haya puesto el mismo cuidado en aspectos como la ortografía y la puntuación. No es que chirríe mucho, pero faltan algunas comas, acentos y puntos.

Te mereces más estrellas, pero te dejo solo 3.

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Ozymandias
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Poblador desde: 27/04/2020
Puntos: 79

Lo de torpe y vago es ironía porque el relato no es torpe ni por la forma ni por el tema. Empieza bien, ganando rápidamente el interés del lector, que se pregunta qué hace una discoteca en un sitio así y abrumándole luego con magia. Los personajes y sus historias son fascinantes, hilvanando bien la fantasía con la dura realidad de Oriente Próximo. El final es bueno y realmente no hay nada que me chirríe especialmente. 

Formalmente, y por poner alguna pega destacable, está el problema tan frecuente de la puntuación de los diálogos, asunto complicado ya que no se enseña ni en la escuela ni en el instituto.
Mi nota es 4'5.

And on the pedestal these words appear:

My name is Ozymandias, king of kings:

Look on my works, ye Mighty, and despair!

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L. G. Morgan
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Puntos: 2674

Muy buen relato. La mezcla de Historia y ficción, cuando está bien hecha, me fascina. Y en este caso está muuuy bien hecha. Escenario (el bar) muy evocador, con esa mezcla de razas o tipos mágicos que casan tan bien con los protagonistas y el entorno decadente. Me gustan también los destellos de humor que salpican todo el texto (menos lo de liaiyo, que no sé por qué, a mí no me gusta, me saca del tono como ningún otro término inventado).

Tirón de orejas por comas y rayas de diálogo mal puestas.

4,5 estrellas

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Bio Jesus
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Puntos: 1514

I'm singin' in the rain, just  singin' in the rain...

Vale, yo ya tenía mi cinco, ¿no es así?Y el señor torpeyvagoquetodolosabe diceque ha de-fe-ca-do este relato. Asi.KK.

Será que el niño mea colonia, porque ¡vaya relato!

El escenario, genial. Los personajes, tremendos, profundos, pertinentes, enraizados en la tradición y el folcklore (¡maldito genio, la esposa de Lot! Ni jart vino de me ocurre). El lenguaje, medido. 

Y el final. ¡Madre de dios (de la mirada muerta)!

Y dice el tipo en un relato mio que de mayor quiere escribir como yo.

O sea,además un **** genio del humor.

Pues 5 estrellas.

Por listo.no

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torpeyvago
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Poblador desde: 29/02/2016
Puntos: 1890

Patapalo dijo:

Me ha recordado en el planteamiento a "La taberna de Bloody Mary" de Gerard P. Cortés.

Quizás le falta un poco de punch

Muchas gracias, Patapalo, por los comentarios y por la comparación con el gran Cortés. Por cierto, gran libro —creo que está agotado en físico, pero en electrónico estáis tardando en pillarlo—. Reconozco que, por motivos varios, he entrado tarde y las cosas están hechas algo aprisa, pero, en fin, quería estar en este Polidori.

Tony Kanapes dijo:
Mientras lo leía me imaginaba esta historia ambientada en el mundo de Sandman

¡Jó!, pos munchismas gracias por los comentarios y la comparanza. Me alegro de que hayas disfrutado el relato.

Danduay dijo:

disueltos como lagrimas en la lluvia (Ruter Haguer dixit; todo un gólem en en papel de su vida).

Danduay, muchas gracias por los comentarios y por mencionar el mejor momento cinematográfico de todos los tiempos y universos paralelos :)

 

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Lenteja dijo:

me da mucha rabia que no se haya puesto el mismo cuidado en aspectos como la ortografía y la puntuación.

Lenteja, muchas gracias por los comentarios y, especialmente, por tu sinceridad. Está claro que la única manera de que el autor vea más estrellas en el relato es... ¡a base de palos en las costillas! Porque vosotros no sabéis lo que ha ocurrido, pero es peor de lo que parece, ¡pajabernosmatao, tojuro!, ya lo contaré, ya, y entonces será cuando me apalicéis de verdad. Y siento que no hayas podido disfrutar del relato todo lo posible.

Ozymandias dijo:

está el problema tan frecuente de la puntuación de los diálogos,

Sí, es cierto, sin paliativos, mea culpa, siento que esto te haya entorpecido la lectura. En cualquier caso, muchísmas gracias por los comentarios.

L. G. Morgan dijo:

Tirón de orejas por comas y rayas de diálogo mal puestas.

Asumo el tirón, puesto que te veo benevolente. Ha habido un momento en que he imaginado mi casa asaltada por un ataque conjunto de tunos y mariachis...

En fin, muchísimas gracias por leer y comentar.

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torpeyvago
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Bio Jesus dijo:

I'm singin' in the rain, just  singin' in the rain...

Vale, yo ya tenía mi cinco, ¿no es así?Y el señor torpeyvagoquetodolosabe diceque ha de-fe-ca-do este relato. Asi.KK.

Será que el niño mea colonia, porque ¡vaya relato!

El escenario, genial. Los personajes, tremendos, profundos, pertinentes, enraizados en la tradición y el folcklore (¡maldito genio, la esposa de Lot! Ni jart vino de me ocurre). El lenguaje, medido. 

Y el final. ¡Madre de dios (de la mirada muerta)!

Y dice el tipo en un relato mio que de mayor quiere escribir como yo.

O sea,además un **** genio del humor.

Pues 5 estrellas.

Por listo.no

Oshea, tojuro, tema, tipooooo, oshea... ¡es que me ha faltado tiempo para ir a enseñárselo a mi familia!coolcoolcool

Muchas gracias por leer, comentar, por los puntacos y, sobre todo, por el entusiasmo nonono

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En un lugar de La Mancha de cuyo nombre me acuerdo perfectamente...

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L. G. Morgan
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Poblador desde: 02/08/2010
Puntos: 2674

torpeyvago dijo:

L. G. Morgan dijo:

Tirón de orejas por comas y rayas de diálogo mal puestas.

Asumo el tirón, puesto que te veo benevolente. Ha habido un momento en que he imaginado mi casa asaltada por un ataque conjunto de tunos y mariachis...

En fin, muchísimas gracias por leer y comentar.

Jajajajaajaa. Eso es el horror, ni yo sería tan malvada XD

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Germinal
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Poblador desde: 08/03/2016
Puntos: 1307

Qué extravagancia de combinado. Un cóctel simpático con un regusto a melancolía, únicamente afeado por algunos errores ortotipográficos, repeticiones, etc. quizás a causa de las prisas.

Me pregunto si ganaría el texto si no se perdiese en algunos detalles (sirva de ejemplo el vehículo oruga) y se centrase en aspectos más genéricos y universales. Pero vaya, que funcionar, funciona.

Voy a darle 4 estrellas. Felicidades y gracias por compartirlo.

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Efepe
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Poblador desde: 28/05/2017
Puntos: 320

Muy original el escenario. El relato juego con lo cómico y lo trágico de una manera sublime. El broche me ha encantado.

Lo único que no me encaja del todo es la estructura de diálogos tan largos, hay momentos en los que se me hace poco creible la conversación.

 

Mi puntuación es 4,13 estrellas.

 

EFePe

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Dr. Ziyo
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Poblador desde: 30/01/2016
Puntos: 2776

A veces me siento el raro del foro, y esta vez es una de ellas. Anoche le di la primera lectura y debió pillarme totalmente «empanao» porque me sentí perdido casi desde el principio. Sé que fue culpa mía. No sé por qué, pero no pude conectar con lo que leía.

Dejando eso de lado, en muchos pasajes tuve que volver atrás a releer para poder comprender con exactitud y pensé que en la siguiente lectura lo vería diferente. Pero esta mañana he vuelto a leerlo y me ha seguido costando leer con fluidez. ¿Es cosa mía también? A tenor de vuestros comentarios parece que así es.

Por cierto, a lo mejor me matas, o me matáis, pero no entendía qué era exactamente Edith, si mujer «rara», estatua o qué, hasta que en un comentario he leído que era la mujer de Lot, algo que yo no recordaba en absoluto, en lo que no he caído en ningún momento y que me ha llenado de dudas.

También había ocasiones en que no sabía quién de los dos era el que hablaba y tenía que buscar pistas en lo que se decía antes, o después. Entiendo y repito que debe ser cosa mía, pero no he podido evitarlo.

He detectado algunos errores, tildes desaparecidas por ahí, como un «aspero» casi al principio. Hay luego una frase que me ha llamado la atención:

Lo hicieron todo ñiscos.

Creía que era un error, que la palabra era añicos, pero luego he buscado en Google y he visto que en ciertos países sudamericanos significa mierda o estiércol, algo que desconocía.

Y en esta otra no concuerda el verbo con el adjetivo:

Y le fuimos muy útil.

Debería ser útiles.

O discordancia entre tiempos verbales:

Ella parece que iba a llorar.

En vez de «Ella parece que va a llorar».

Lo del liaiyo me ha costado también de asimilar.

Bueno, también he visto cosas positivas, ¿eh? La idea es muy original y sin duda, para los que no se hayan perdido como yo, les habrá parecido excelente. Algo en el gólem me recordaba al personaje de Hellboy, no sé si a alguien más le ha pasado. La parte que se me ha hecho más clara de todo el relato, es el final, muy poético y realmente bonito. El título también me ha gustado mucho, algo en lo que sueles acertar.

En fin, lo siento, don torpeyvago, me sabe fatal porque intuyo que es un gran relato, aunque yo no he sabido verlo. Le doy 3 estrellas. Suerte y espero que no te toque otro lector como yo.

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jane eyre
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Poblador desde: 02/03/2009
Puntos: 10051

Me ha encantado ver a esos dos personajes mitológicos convertidos en personajes hundidos de la actualidad. Un enfoque muy original y muy, muy bien llevado.

Solo encuentro una pega y es que quizás se ve demasiado artifioso el que se cuenten sus historias cuando ya se las saben, igual hubiera sido buen recurso el que hablaran dando cosas por sabidas para disimular mejor que es información dirigida al lector.

 

 

Mi puntuación es: 4,75 estrellas

 

PD: el título es una preciosidad, pero creo que ganaría dejándolo tal cual lo usas al final del relato, sin el artículo.

 

 

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torpeyvago
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Germinal dijo:

afeado por algunos errores ortotipográficos, repeticiones, etc. quizás a causa de las prisas.

Me pregunto si ganaría el texto si no se perdiese en algunos detalles (sirva de ejemplo el vehículo oruga) y se centrase en aspectos más genéricos y universales.

Ya contaré la anécdota de por qué tiene lo que tiene en cuanto a ortografía. El pecado es mucho mayor de lo que parece. En cuanto a lo de perderme en detalles, tomo nota. creo que es importante. Muchas gracias por leer y comentar.

Efepe dijo:

no me encaja del todo es la estructura de diálogos tan largos, hay momentos en los que se me hace poco creible la conversación.

Pues no eres el único que lo señala, así es que algo habrá que hacer con eso. De cualquier manera, muchas gracias por la lectura y el comentario.

Por cierto, qué lástima que por las bases todos pasen de 666 palabras, ¿verdad? Porque hay algunos que darían miedo de verdad escucharlos ;)

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En un lugar de La Mancha de cuyo nombre me acuerdo perfectamente...

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torpeyvago
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Dr. Ziyo dijo:

me sentí perdido casi desde el principio. 

tuve que volver atrás a releer para poder comprender con exactitud

no entendía qué era exactamente Edith,

había ocasiones en que no sabía quién de los dos era el que hablaba y tenía que buscar pistas en lo que se decía antes, o después.

He detectado algunos errores, tildes desaparecidas por ahí, como un «aspero» casi al principio.

 no concuerda el verbo con el adjetivo:

Y le fuimos muy útil.

Debería ser útiles.

O discordancia entre tiempos verbales:

Ella parece que iba a llorar.

En vez de «Ella parece que va a llorar».

Doc, la ininteligibilidad es siempre culpa del autor. Si a eso le sumamos las faltas de ortografía y de gramática, pues entiendo que no conectes con el relato. De hecho, si me pasa a mí, no le pongo tres estrellas, con una va que chuta, y porque es el mínimo. Por tanto, nada de «lo siento», al revés, gracias por el atento comentario.

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En un lugar de La Mancha de cuyo nombre me acuerdo perfectamente...

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torpeyvago
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jane eyre dijo:

Solo encuentro una pega y es que quizás se ve demasiado artifioso el que se cuenten sus historias cuando ya se las saben, igual hubiera sido buen recurso el que hablaran dando cosas por sabidas para disimular mejor que es información dirigida al lector.

PD: el título es una preciosidad, pero creo que ganaría dejándolo tal cual lo usas al final del relato, sin el artículo.

Jane, me resulta muy interesante lo que dices, porque coincide con uno de mis temores sobre este relato. Sin querer comentar demasiado el mismo, la idea era que no se conociensen demasiado a pesar de llevar un tiempo trabajando juntos. Dado que tal planteamiento da lugar a esa pega, ¿alguna sugerencia de cómo replantearlo,? ¿Quizá dividiendo ambos diálogos en alternancia y «elipsando» alguna parte histórica?

¿«Un dios de mirada muerta», «El dios de mirada muerta», «Dios de mirada muerta»?

O mucho más mío: «La fenecida aptitud visual de una deidad» —si es que no lo puedo evitar, me sale solo no

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En un lugar de La Mancha de cuyo nombre me acuerdo perfectamente...

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jane eyre
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torpeyvago dijo:

jane eyre dijo:

Solo encuentro una pega y es que quizás se ve demasiado artifioso el que se cuenten sus historias cuando ya se las saben, igual hubiera sido buen recurso el que hablaran dando cosas por sabidas para disimular mejor que es información dirigida al lector.

PD: el título es una preciosidad, pero creo que ganaría dejándolo tal cual lo usas al final del relato, sin el artículo.

Jane, me resulta muy interesante lo que dices, porque coincide con uno de mis temores sobre este relato. Sin querer comentar demasiado el mismo, la idea era que no se conociensen demasiado a pesar de llevar un tiempo trabajando juntos. Dado que tal planteamiento da lugar a esa pega, ¿alguna sugerencia de cómo replantearlo,? ¿Quizá dividiendo ambos diálogos en alternancia y «elipsando» alguna parte histórica?

 

Vale, si no se conocen a pesar de todo, la soluciçon es más sencilla porque es más fácil naturalizar eso que transmitir lo repetido de una conversación sin que se note. 

Creo que yo optaría por interrumpir. Cuando te están contando algo (y largo) no estás escuchando todo el tiempo, te surgen dudas ¿no? pues eso, además eso también añadiría dinamismo en vez de repetir tanto el recurso de levantarse a la barra. Y, por supuesto, dejar claro que no han hablado de sus cosas antes también ayudaría, claro.

 

 

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Da rabia que falte ese último repaso a fondo, ese último ajuste de tuercas, porque el relato es estupendo. Muy bien encontrado el tono necesario, lo hace distinto, hace que destaque. Todo un acierto el personaje de Edith, quizá por contraste él me ha interesado menos. Puede que le falte un pelín de naturalidad y sobre todo de aire a los diálogos, algo que siempre es complicado con el límite de extensión de palabras. Pero se da mucha, mucha información en muy poco espacio. Creo que la noche, el ambiente creado, piden más pausa, más juego. De la imagen final, qué decir. Preciosa.

4 estrellas.

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Hedrigall
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Tras terminar el relato, de alguna manera creo que muchos de los detalles del inicio sobran. Aportan un tono pintoresco —que después se desvanece por completo, así que creo que no era necesario— y reclaman mucha atención debido a tantas y tan extrañas criaturas. Lo que es imperdonable (y aquí exagero) es que roban espacio a la conversación sobre la que se articula la historia.  Ambas historias, la de Edith y el gólem, están muy bien narradas, con un clímax en cada una de ellas profundamente conmovedor. El final también me ha parecido muy evocador.

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Por dónde empezar. Qué difícil. Es que lo tiene todo.

El escenario es genial. La premisa de que exista una taberna sobrenatural que quizás exista como nexo entre mundos no es del todo nueva, pero aquí se maneja de forma sobresaliente y hasta atrevida. Realmente, los protagonistas podrían estar charlando en cualquier otro sitio, pero a mí me ayuda mucho conocer el escenario y creo que ayuda a humanizarlos. Son monstruos, al fin y al cabo, y cuentan vivencias de monstruos.

El arranque apunta hacia el humor, pero pronto empieza a quedar claro que no será un relato humorístico, aunque tiene bastantes puntos cómicos muy bien hilados.

La manera de contar la historia… Me ha encantado. Esos incisos en que uno apura la cerveza y otra lía cigarrillos… Simple pero efectivo. Le encuentro sentido a las historias; seguramente han bromeado múltiples veces sobre sus orígenes y por fin tienen la oportunidad y el ánimo para desnudarse al completo. No sé, no me resulta artificial en absoluto.

Las historias en sí, interesantes. Se ahonda lo justo para que no resulte pesado y el lector se haga idea de qué han tenido que vivir los personajes que las cuentan.

Confieso que me costó entender quién era Edith ―incluso que tenía que ser una Edith en particular―, pensaba que era una golemesa cualquiera, sin más; anduve lento ahí, no recordé el nombre de la mujer de Lot (tengo un poco oxidado el Antiguo Testamento). Hasta que no leí sobre la sal no até cabos. Qué bueno. Todo muy hebrero, además.

El final, aunque adecuado, lo veo un poco repentino. Se nota por las historias que los protagonistas están algo hastiados de la vida, pero ¿hasta el punto de suicidarse? No he sentido tanta tristeza en las historias. Tampoco me parece muy romántico, dado que hasta el momento en que empieza la historia no parecían conocerse muy a fondo. Ojo, estamos hablando de seres centenarios (milenarios incluso), no hay que asumir que van a razonar como nosotros. En cualquier caso, sí es muy bonito y poético, eso es innegable.

En resumen, historia muy original, entretenida, con escenario y personajes muy llamativos. Un enfoque que lo diferencia muchísimo y le permitiría brillar dentro de una antología temática.

 

Pues venga a puntuar… Basándome en declaraciones del autor…

torpeyvago dijo:

Bueno, ya he defecado el primero [de los relatos]

...no puedo menos que terminar la reseña diciendo que este relato es una inmensa mierda a la que asigno 4,5 estrellas.

Perdón por esa broma final tan idiota, no me pude resistir…

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PD: Me queda leer tu segunda obra porque vi que comenzaba con un fragmento de El beso y quiero buscar mi viejo volumen de Rimas y leyendas (que tengo desde el cole) para  repasar ese cuento; lo recuerdo bastante bien pero quiero tenerlo fresco antes de pasar al tuyo (y cualquier momento es bueno para releer ese libro por enésima vez).

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Invierno dijo:

Da rabia que falte ese último repaso a fondo

Puede que le falte un pelín de naturalidad y sobre todo de aire a los diálogos,

Pero se da mucha, mucha información en muy poco espacio. Creo que la noche, el ambiente creado, piden más pausa, más juego.

Sí, ya he comentado que es peor de lo que parece en cuanto lo del repaso. «Pa apalizarme» siete veces.

Y también de acuerdo con los diálogos. Ya lo he comentado más despacio con Jane. El caso es que estoy tratando de reescribir el primero con pausas, con interludios del segundo... pero no me queda bien. Está claro que todavía me falta un cocido en esto de escribir para poder dar el aire que yo quiero. Pero todo es practicar. En cualquier caso, gracias por leer y comentar.

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Hedrigall dijo:

Tras terminar el relato, de alguna manera creo que muchos de los detalles del inicio sobran. Aportan un tono pintoresco —que después se desvanece por completo, así que creo que no era necesario— y reclaman mucha atención debido a tantas y tan extrañas criaturas. Lo que es imperdonable (y aquí exagero) es que roban espacio a la conversación sobre la que se articula la historia.

Vaya, trataba de meter en ambiente, pero lo mismo se me ha ido la mano con el comino no.

De todas maneras, muchas gracias por la lectura y el comentario.

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Curro dijo:

El final lo veo un poco repentino.  No he sentido tanta tristeza en las historias. Tampoco me parece muy romántico, dado que hasta el momento en que empieza la historia no parecían conocerse muy a fondo.

Ejgueeeee, me cansé de darle a la tecla y me dije «pos venga, acabando, que es gerundio».

En serio, creo que sí llevas razón. Tengo que mirarlo despacio, a ver qué puedo hacer con el final.

Por cierto, me llama la atención lo mal que me explico: unos dicen que no queda claro que se conocieran y otros a los que sí les ha parecido evidente. Sigo siendo farragoso por quilos. En fin, la práctica mejora...

¡Ah!, no lo sientas, que aguantarse es mu malismo. Dan unos retortijones que, a la que te descuidas, te sale otro relato, digoooo...

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torpeyvago
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Curro dijo:

PD: Me queda leer tu segunda obra porque vi que comenzaba con un fragmento de El beso y quiero buscar mi viejo volumen de Rimas y leyendas (que tengo desde el cole) para  repasar ese cuento; lo recuerdo bastante bien pero quiero tenerlo fresco antes de pasar al tuyo (y cualquier momento es bueno para releer ese libro por enésima vez).

¡Ahí, ahí, ahí! coolcoolcool

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Hekizade
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Los puntazos: una arranque magnífico, en general un planteamiento original, fresco, imaginativo; estilo pulido y narración envolvente. 

Las puntadas: la última parte de la conversación se me ha hecho algo larga; no me he acabado de aclarar con la ubicación temporal (¿los griegos llegan después de los latinos?) y espacial (¿a Palestina se llega por Hungría?). No sé, igual es torpeza mía. El párrafo final es bello, pero la adjetivación un poco barroca. Son detalles muy subjetivos, claro. 

En conjunto un relato entretenido y de lograda ambientación: 3,5 estrellas. 

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LCS
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Muy bueno, compañero. Me encanta el planteamiento, me encanta el final y me encanta la atmósfera y el lenguaje melancólico-lírico que utilizas sin abandonar, por supuesto, tu humor característico. 

Lo que ya no me gusta tanto es el abuso que haces de los diálogos. Puede que se trate de una mania personal, pero esos diálogos tan largos (algunos de hasta cuatro párrafos) te expulsan del relato porque dejan al descubierto los andamios de la narración. Para mí, es como si dejaras un pared deslucida. De acuerdo, una de las finalidades de los diálogos es dar información al lector, pero yo no me creo los parlamentos tan largos. Yo habría usado al narrador y un estilo indirecto o libre indirecto (parece un partido de fútbol) para dar esos datos al lector. 

Aun así creo que mereces cuatro estrellas ****

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