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Kivan13
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igualmente, ya he visto q has presentado el de ya nuestro amigo agros.

he intentado darle el matiz de lo q seria lo q ven los q son invadidos por los marines

no existe la inocencia solo diferentes grados de culpabilidad...

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Ghazkull
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sta bien, me gusta mucho, que continue!

No lucho para ganar sino por el mero placer de combatir y pelear.Viva el Waaagh y todos sus practicantes!!!

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Kivan13
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¿Cómo es posible?
Hemos sido brutalmente derrotados, sin duda el enemigo era más poderoso, no aguantamos ni un día.
El ataque empezó a las 2:34 los marines cayeron como una tromba delante de nosotros. Caminaban, no corrían, caminaban cuando por fin estuvieron a tiro descargamos una ráfaga de nuestras armas automáticas, para ellos enlatados en sus servoarmaduras fue como una llovizna si siquiera levantaban las manos en actitud defensiva. De los cien que comenzaron el ataque solo cayeron tres. Al primero un certero disparo de un arma le destruyo la lente ocular y le estallo la cabeza, el segundo desapareció bajo un proyectil de lanzamisiles, otro piso una mina, joder ni siquiera murió. Ahora pienso en que hubiese sido mejor no matar a ninguno, ya que los restantes al ver morir a sus hermanos entraron en una inusitada cólera, una sed de sangre que proporciona el fanatismo y la fe en su Emperador.
En veinte minutos abrieron brecha en la muralla y diez minutos después nos habían destrozado y entrado en retirada. De mi pelotón de cincuenta hombres solo me quedan seis.
Nos hemos ocultado en las cloacas que comunican todos los lugares de la ciudad.
Como ya he dicho solo quedamos siete: yo, mi segundo Jhesus, Albert el experto en explosivos, Thomas el artillero, Than el hermano de Thomas se encarga de proveer de munición al mismo, Jessi, “la encantadora” Jessi, que es médico, y un francotirador que encontramos atrapado entre unos escombros, el jura y perjura que fue el autor del disparo que mato a uno de los marines, la verdad es que me la suda, no deja de ser uno más así que lo he incorporado a mi… pequeño grupo familiar.
***
- Eres un completo inútil, nos tendríamos que haber marchado cuando se marcho el 5º.-me recrimina Jessi -
- El 5º se marcho cuando cayeron las capsulas de desembarco- digo cansinamente.
- Y mira que bien les fue, seguro que no tuvieron ninguna baja.-al oir esto el francotirador levanta la mano inocentemente, pero nadie le hace caso, Jessi sigue- Eres estúpido.
- A ver ¿me vas a decir que tendría que haber mandado la retirada antes de disparar una salva?
- ¡Por lo menos seguiríamos los cincuenta vivos!
- ¡Sabíamos que el imperio iba a responder, siempre lo hacen!
Todos callan, aunque se encuentran en sus rostros muecas de asentimiento en unos y de negación en otros. El francotirador sigue con la mano levantada y moviéndola con énfasis.
-y ahora nos tenemos que quedar aquí, en estas sucias alcantarillas mientras los de la 5º oyen a sus casitas.
- Perdón –musita el francotirador- 
¡QUE!- gritamos Jessi y yo al unísono.
-La-la-la quinta huyo, pero cayo bajo el fuego orbital que nos asalto en la retaguardia.
- ¿Qué fuego orbital? Habla claro –replica Jessi.
- ¿No lo oísteis?- Todos negamos con la cabeza.-pues el fuego orbital que lanzaron sobre la retaguardia que destruyó el cuartel general.
- Pero como, ¿el cuartel general destruido?-pregunta Thomas.
-Tengo que ir a ayudar, seguro que hay heridos-dice Jessi alterada.
- ¿Por qué no lo dijiste antes?-pregunta Albert.
- No me dejasteis, de todas formas, no quedaron ni los cimientos.
- Así que no tenemos apoyo ni cuartel general.
- No. –responde el francotirador rotundamente-
- Cojonudo, ¿y qué hacemos?- pregunta
- Por lo pronto irnos, deben de haber imperiales buscándonos.-Digo abatido-
- pero que vamos hacer,-replica Thomas- somos leñadores, mineros, nada mas… bueno Jessi tiene un doctorado pero solo eso.
-Por lo pronto intentaremos sobrevivir.
***

no existe la inocencia solo diferentes grados de culpabilidad...

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raiserdrc
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Bueno como me he creado mi propio capitulo de marines y tal e decidido crear un relato, espero que os agrade.
 
Aquí tendría que salir la imagen del planeta

 

 

 

                                                                                                               
        
 
MONOK
OR01618
Dist. Orb. 1,43 – 1,72UA
1,38G/temperatura 24´C
Mundo minero
Grado de diezmos: Adeptus Non
Estimado: A750
Población: 8,000,000,000
 
Notas: colonizado en el 837.M41
Monok es un planeta minero cuya superficie esta parcialmente perforada y erosionada por la industria minera.
La mayoría de los habitantes son especialistas en todo lo relacionado con la industria de la perforación y la minería.
El 85% de los recursos extraídos del planeta están destinados a aplicaciones militares.
El planeta cuenta con un pequeño sistema de defensa planetaria y de 10,000 soldados de la Guardia imperial encargados de mantener la seguridad en los dos únicos continentes.
 
                                                                               EL LEGADO
 
El crucero de ataque Muerte rauda destructor clase cobra de los Marines conocidos como los Señores de la muerte recibe un mensaje de un planeta cercano confuso y cargado de estática en el que al parecer están siendo atacados por un enemigo no identificado.
La 3ª compañía de los Señores de la muerte a bordo del destructor decide poner rumbo al planeta para defender a la población y erradicar la amenaza……..
 
Señor llegada prevista al planeta Monok en tres horas y treinta minutos.-Grita uno de los pilotos con voz firme mientras observa un panel de navegación
 
Que los servidores despierten a nuestros hermanos de hierro, y sitúa a la nave en alerta uno.-Dice el señor de la 3ª compañía de los Señores de la muerte, mientras se ajusta su servoarnés a la armadura.
 
A si se ara señor, grita el navegante mientras se cuadra ante su señor.
 
Unos segundos mas tarde un grupo de quince servidores avanzan a paso acelerado en dirección a una puerta con una serie de gravados en oro que dice así: Para aquellos que descansan eternamente pero que no mueren con el paso del tiempo.
 
Tras desactivar una serie de cerraduras abren la puerta para entrar en una enorme cámara donde tres imponentes figuras descansan al amparo de la oscuridad, ataviadas con unas finas ropas que cubren todo el cuerpo de metal.
Los servidores se dividen en tres grupos y uno de cada grupo se conecta a la imponente figura mediante unos cables que salen de su cuerpo al tiempo que recita unos salmos casi imperceptibles para el oído humano mientras el resto retira con sumo cuidado las ropas del Dread.
 
Treinta minutos después concluyen el rito del despertar arrojando sobre el dread unas gotas de agua purificada al tiempo que el servidor que esta conectado termina el salmo diciendo: despertar hermano -Ira sangrienta- vuestro señor os reclama para el campo de batalla.
 
Por…..mis…..hermanos-Dice el poderoso dread mientras activa sus sistemas motrices al tiempo que hace rugir el motor.
 
El segundo en despertar es el -Cólera sagrada-que alza su martillo mientras grita-Are sentir mi cólera a mis enemigos.
 
Que la furia del emperador purifique las almas de los condenados-Grita el dread-Furia devastadora-.mientras activa su cañón láser y el lanzamisiles.
 
Mi señor los hermanos de hierro ya han sido despertados.-dice uno de los oficiales mientras se aproxima a su señor.
 
Bien, que formen todos en el hangar numero cuatro-ordena el tecnomarine mientras verifica el funcionamiento de su servoarnés.
 
Seis minutos mas tarde la 3ª compañía esta formada al completo esperando nuevas instrucciones.
Atención firmes-grita uno de los sargentos al ver entrar a su señor en el hangar, haciendo que todos los presentes se cuadren al tiempo.
 
Descansen-dice el tecno señor mientras se aproxima a una pantalla de información táctica-hace aproximadamente unas cinco horas recibimos un mensaje del planeta Monok donde se nos informaba de un ataque a la población de un enemigo no identificado, todos nuestros intentos de establecer una línea de comunicaciones con las defensas del planeta han sido en vano, por lo que e tomado la decisión de poner rumbo al planeta para erradicar e identificar al enemigo.
 
Nos consta que el planeta cuenta con un sistema de defensa planetaria estándar y de unos diez mil hombres de armas,
La población total del planeta es de ocho mil millones, Monok es un planeta minero por lo que aparte de los diez mil Guardias imperiales el resto de la gente carece de formación militar.
 
En cuanto estemos situados en posición iniciaremos el descenso al planeta en dos oleadas divididas por escuadras,
En la primera estará la escuadra táctica Raudos acompañados de la escuadra de veteranos Martillo estelar. Para asegurar la zona de forma rápida contaran con la escuadra de asalto Escorpio. Como apoyo pesado tendrán a los hermanos de hierro Ira sangrienta y Cólera sagrada.
 
En la segunda oleada estará la escuadra táctica Argon junto con la escuadra de veteranos Garra de las estrellas. Como apoyo pesado estarán acompañados del hermano de hierro Furia devastadora. Y en caso de que el enemigo se atrinchere la escuadra de exterminadores de asalto Titán se encargara de ellos. El lanzamiento de la segunda oleada se iniciara en cuanto el sargento Paimos de la escuadra Martillo estelar de luz verde. Yo encabezare la segunda oleada.
En caso de encontrar civiles se extremaran las precauciones y se mantendrán en cuarentena asta nuevo aviso.
Bien señores ya conocen el procedimiento. En marcha-grita el tecno señor mientras se aleja de la pantalla táctica.
 
Todos los marines se apresuran a entrar en sus respectivas capsulas mientras la escuadra Titán comprueba la señal de su baliza. La primera oleada desciende a gran velocidad sin mayores incidencias mientras el personal del crucero Muerte rauda escanea las defensas del planeta en busca de alguna señal de agresión, pero estas permanecen desactivadas. 
 
Al habla el sargento Paimos iniciamos el descenso sin problemas no hemos recibido ningún dato de que el enemigo nos este disparando, en breve tomaremos tierra, cierro.
Las capsulas se aproximan a un parque situado en el centro de la capital del continente Asfor llamado así por su mina principal, de echo solo es una mina pero debido a su tamaño tiene múltiples entradas dando la sensación de que el continente esta plagado de ellas, el tamaño exacto de dicha explotación es incalculable debido a la cantidad de túneles y cámaras. De hecho lo único que se sabe con exactitud de la mina es que se extiende a una profundidad de treinta y siete kilómetros.
 
Paimos mira a los hombres que tiene a su alrededor todos permanecen tranquilos y callados inmersos en sus pensamientos mientras descienden al planeta y no puede evitar recordar tiempos pasados.-Valla de todos mis viajes en capsula este es sin lugar a dudas el mas tranquilo a pesar del rechine del metal por el calor de la reentrada y las sacudidas por el aire. Y de pronto otro pensamiento embarga su mente sobre la clase de enemigos que le esperan a el y a sus hombres en el planeta.  
 
Me pregunto que clase de enemigos nos esperan. ¿Serán los renegados que han agotado sus recursos en sus planetas en el ojo? Esos traidores que buscan la gloria personal que anteponen sus necesidades por en cima de todo y de todos. O ¿serán los Eldars oscuros que buscan más victimas para sus juegos macabros y sádicos?. Yo les enseñare lo que es ser un sádico yo les enseñare lo que es el dolor. O puede que en una de las galerías de la mina desenterraran un artefacto ancestral y los Eldars hayan atacado el planeta para ocultar el aparato. Como odio a esos seres. Vanidosos y caprichosos siempre con esos aires de superioridad y de sabiduría infinita y son incapaces de dar explicaciones, ojala sean Eldars hace ya largo tiempo que no tengo el placer de machacar a esos pedantes.
 
De pronto un golpe le interrumpe sus pensamientos. Es la señal de que la capsula a tomado tierra y no tardan las puertas en abrirse.
 
Muy bien chicos quiero un perímetro de defensa-grita el sargento por el intercomunicador. Escuadra Raudos tomen posiciones al Este quiero esa línea de árboles bien vigilada. Hermanos Ira sangrienta y Cólera sagrada tomar posiciones tras ese muro de roca y cubran el flanco Norte. Escuadra Escorpio sobrevuelen el flaco Sur y tomen posiciones detrás de esa loma.
 
Mientras Paimos da las últimas órdenes a sus hombres no puede evitar preguntarse donde están los enemigos y a que esperan para atacar.
 
Los minutos pasan y solo hay silencio. Ni pagaros ni gente, nada de nada. Solo un silencio sepulcral.
Señor esto no es normal-dice el sargento de la escuadra Raudos con un tono de voz preocupante.
Si estas en lo cierto llevamos aquí en esta posición diez minutos y no hemos tenido contacto con el enemigo-afirma Paimos.
 
Aquí sargento Paimos a centro de mando ¿me reciben?
Aquí centro de mando adelante sargento-responde el tecno señor.
No hemos tenido contacto con el enemigo. Solicito permiso para avanzar hacia el Norte y tomar posiciones en la ciudad.
Recibido sargento, procedan con precaución cierro.
 
Bien, ya es hora de salir de aquí, escuadra Raudos encabezaran la marcha el hermano Ira sangrienta os proporcionara apoyo pesado.
Recibido señor, muy bien hermanos en marcha-grita el sargento de la escuadra por el intercomunicador.
Ya tengo ganas de matar-dice el Dread mientras abre y cierra su garra modificada.
 
La primera oleada avanza por el parque extremando las precauciones hasta llegar a una de las calles de la ciudad.
El sargento de la escuadra Raudos mira en todas las direcciones en busca de un enemigo que se muestra esquivo a darse a conocer. Sargento Paimos hemos llegado a una de las calles pero todo esta en calma-dice Fader sargento de la escuadra Raudos.
 
Recibido sargento aseguren un perímetro defensivo, en unos minutos estaré en su posición.
Señor mire-alerta uno de los marines a Fader al ver charcos de sangre en el suelo repartidos por casi toda la calle.
Que demonios paso aquí-se pregunta el sargento.
Minutos más tarde Paimos llega al lugar, Fader informe.
Señor nos hemos topado con un sinfín de charcos de sangre pero pese a nuestra búsqueda no hemos hallado ningún resto de carne.
 
Al parecer después de matarlos debieron arrastrarlos.
Si eso fuera así abría un rastro de sangre que mostraría la dirección en la que fueron arrastrados los cuerpos sargento y no veo rastro alguno-afirma Paimos mientras estudia con detenimiento los charcos de sangre.
 
Sargento Paimos a centro de mando, solicito un equipo científico para que tomen muestras de sangre a fin de determinar el tipo de atacante. Y doy luz verde a la segunda oleada.
Negativo sargento hemos interceptado una señal de socorro en el congreso y e ordenado a la segunda oleada iniciar el aterrizaje en esa posición, en cuanto a lo del equipo de científico ya esta de camino, cierro.-Responde el tecno señor.
 
Muy bien escuadra Raudos tomen posiciones en la esquina Norte junto con el hermano Ira sangrienta, escuadra de asalto Escorpio suban al tejado del edificio y controlen las proximidades, escuadra Martillo estelar controlen las inmediaciones del parque, hermano Cólera sagrada tome posición en la entrada de ese aparcamiento.-ordena a sus hombres mientras observa el cielo en busca de la capsula que transporta al equipo científico.
 
Minutos más tarde la capsula toma tierra cerca de la posición de Paimos.
Del interior de la capsula sale un servidor destinado a operaciones de identificación de material biológico, y se aproxima al lugar de los charcos de sangre-sargento ¿que es lo que tengo que analizar?
Estos restos de sangre-dice Paimos mientras señala uno de los charcos.
 
El servidor toma unas muestras y comienza su análisis-en unos minutos tendrá los resultados-afirma el servidor mientras pone una muestra a analizar bajo el microscopio.
Un par de minutos mas tarde el servidor ha terminado su análisis-señor ya tengo los resultados.
Y ¿bien?-pregunta el marine mostrándose algo ansioso.
Se trata de sangre humana en su totalidad y de una sustancia no identificada en mi banco de datos sobre especies conocidas.
 
Mmm... ¿Un enemigo nuevo para el imperio?-se dice a si mismo el sargento mientras se pone su mano derecha en la barbilla en una postura pensativa. Bien servidor quiero que continúes tomando muestras de todas las manchas de sangre y las analices una por una, y avísame si encuentras algo distinto-le ordena al servidor mientras lo señala con la mano derecha.
Recibido señor.
 
Aquí el sargento Paimos a centro de mando ¿me reciben?.............
Aquí el sargento Paimos a centro de mando ¿me reciben?-repite con una voz mas severa
Sargento Paimos a centro espacial ¿me reciben?
Adelante sargento-responde uno de los oficiales de la nave.

Cada cual debe encontrar su propio camino,ninguno kiere una alianza para ver como sus antiguos enemigos prosperan. Y nosotros tampoco deberiamos kererla.

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raiserdrc
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Puede que lo meta para el concurso
 

Cada cual debe encontrar su propio camino,ninguno kiere una alianza para ver como sus antiguos enemigos prosperan. Y nosotros tampoco deberiamos kererla.

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Ghazkull
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por cierto, que ha sido de Agros, Lenny y todos esos?vas a seguir con sus historias?

No lucho para ganar sino por el mero placer de combatir y pelear.Viva el Waaagh y todos sus practicantes!!!

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Capitán Canalla
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Hay un par de relatejos mios en el concurso, a ver que os parecen.

Que el mundo sea una selva no significa que debamos comportarnos como monos.

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raiserdrc
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Si que continuo con la historia de Agros i compañía, lo que pasa es que estoy liado con mi ejército de marines, si eso cuando tenga la historia completa creare un post con toda la aventura de estos reclusos chalados.

Cada cual debe encontrar su propio camino,ninguno kiere una alianza para ver como sus antiguos enemigos prosperan. Y nosotros tampoco deberiamos kererla.

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Ghazkull
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me encantaria

No lucho para ganar sino por el mero placer de combatir y pelear.Viva el Waaagh y todos sus practicantes!!!

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raiserdrc
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También estoy buscando una manera de pasar la historia de estos a cómics pero como soy un abnegado para el dibujo estoy buscando alternativas por la red.

Cada cual debe encontrar su propio camino,ninguno kiere una alianza para ver como sus antiguos enemigos prosperan. Y nosotros tampoco deberiamos kererla.

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KonradCurze
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 Un rugido bestial salió de su garganta, resonando sobre el tronar de la batalla.

-¡Vamoz chikoz! ¡Aplaztemo' a zoz hombrezilloz karakuero!

Una ola de pieles verdes tras él rugió también. Disparó su arma. Vio como las balas abatían a varios humanos de abrigos largos y con máscaras cubriéndoles la cara. Foró la marcha de sus pasos. Los pistones de las piernas de su armadura gimieron, pero avanzó. Con sus botas de hierro aplastaba los cuerpos de sus chicoz que habían caído asaltando las posiciones imperiales.

Los rayos láser se estrellaban en su armadura, y rebotaban en las gruesas planchas de blindaje de los hombros y la mandíbula. Abría y cerraba convulsivamente su garra de combate, deseando ya desgarrar la carne de los guardias imperiales.

La línea imperial flaqueaba. Las miles de bajas no asustaban a los orkos, enardecidos por su caudillo. Los disparos de los pieles verdes abatían pocos soldados imperiales, pero estos no tenían la capacidad de reeemplazo de los orkos.

Dio más pasos. Varios de sus chikoz cayeron a su alrededor, pero él seguía. Con otro rugido, los agujeros se cerraron, nuevos orkos ocuparon los huecos. Vio un hombre con gorra y una largo abrigo dirigiendo a los guardias. Disparó. Su puntería era mala, pero gastó tantas balas que algunas de ellas dieron en el blanco. El hombre cayó al suelo, muerto.

Los imperiales dejaron de disparar. Vacilaban. Hizo su último grito.

-¡Aplaztadlos!

Los orkos se lanzaron a la carga. La batalla estaba ganada.

Fuertes detonaciones destrozaron los primeros orkos. Proyectiles certeramente disparados abatieron a los chikoz que avanzaban junto a él. Los orkos vacilaron, y se pararon. Él mismo se sorprendió. Vio como los soldados imperiales se giraban, volvían a encarárseles.

Una figura salió entre las filas de soldados imperiales. Una sola figura. Más alta que cualquier otro soldado imperial. Cubierta pero una sobria armadura negra y por un sencillo tabardo blanco.

Alzó un brazo, que sostenía una espada de acero negra como la obsidiana. Y apuntó directamente al caudillo orko.

-¡Tú!

Orkos y guardias imperiales dejaron de disparar. Se quedaron congelados, observando la escena.

-¡Sí, tú, escoria alienígena! ¡Mi nombre es Vladimir, hermano de armas del honorable Capítulo de los Templarios Negros, servidor de su Sagrada Majestad el Divino Emperador de Terra! He jurado sobre las sagradas reliquias de Sigismund que libraría al pueblo de Armageddon de la tiranía de los xenos. ¿Y sabes qué día es hoy?

El caudillo siguió parado, astorado. No asimilaba el cambio de los acontecimientos aún. Vladimir levantó el arma, la empuñó con las dos manos.

-Hoy es el día que lleve a cabo mi promesa. ¡Hermanos de armas, hijos de Armageddon! ¡Sin piedad, sin remordimientos, sin miedo!

Empuñando la espada, se lanzó colina abajo. Un grito de desafío nació de las gargantas de los soldados imperiales, que se lanzaron a bayoneta calada sobre el enemigo.

El caudillo apenas reaccionó cuando la espada describió un arco y le partió la cabeza en dos, como si fuera un melón. Los demás orkos dieron media vuelta y huyeron.

-¡Guerreros de Armageddon, es la hora de la venganza! ¡Saboreadla!

La lucha es como un círculo, se puede empezar en cualquier punto, pero nunca termina.

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Sidex
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buen relato, eso si, un poco paradete el kaudillo, ni se movio para atacar y al marine le dio tiempo a xarlar, hacer amistades, bajar la colina i matarlo, rematadamente parado el orko ese XD

Comandante de los Conquistadores de Nuevo Atdorf, Comandnate de la 2ª FRR de Iber y de la patrulla 55 de los Angeles de Cobre, Regente del Monte Arachnos y sus cohortes, Guardian de las fronteras de los Dawii-Zhar

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KonradCurze
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ASESINOS

Vindicare

Un disparo, una baja.

 Agazapado, el cazador esperaba tras un ventanal roto. Nadie había subido a lo alto del campanario de la torre en muchos años. Los vidrios policromados estaban rotos, el suelo cubierto por una costra excrementos de los pájaros y murciélagos que habían convertido esa ruina en su hogar, la piedra sucia por el hollín de milenios de indústria petroquímica. 

Observaba, esperaba. La lluvia se colaba por el destrozado techo y le golpeaba, pero él ni se inmutaba. Parecía una estatua esculpida allí. Llevaba horas en la misma posición: agazapado, con el rifle apoyado sobre su brazo apuntando hacia la distante plaza que yacía a los pies de las altas torres de la antigua catedral, con el ojo fijo en el visor. 

Las horas pasaban, y la lluvia fue amainando poco a poco. El cielo, no obstante, siguió con el mismo color plomizo de siempre, y el mundo siguió sumido en una descolorida paleta de grises. Él siguió esperando. 

Una multitud se reunió en la plaza. Miles de ciudadanos vociferantes, gritando, sumidos como en un trance hipnótico. Llegaron de las calles circundantes y se extendieron como líquido por la plaza, colgándose algunos de los árboles corroídos por la lluvia ácida. Todos ellos lucían los mismos colores grises que la ciudad. 

Una figura salió al balcón del palacio que se encontraba frente a la catedral. Sus brillantes ropajes púrpura eran la única mancha de color en el triste mundo gris pétreo. Sus guardias también vestían uniformes grises. 

Pantallas de decenas de metros se encendieron a lo largo de la plaza, y el cazador sabía que miles más lo habían hecho a lo largo del planeta. El rostro de la figura de ropas púrpuras apareció: un hombre de unos cincuenta años, el pelo largo de una rubio pálido cayéndole lánguidamente sobre los hombros, con pose enérgica y una chispa de locura en la mirada. El gobernador traidor. Su objetivo. 

Empezó a pronunciar su discurso, proclamando su clarividencia y negándose a seguir sirviendo al Imperio. La vena de su frente se marcaba profundamente, y su cara iba cobrando un tono rojo mientras perdía los estribos ante el micrófono. su vociferante discurso sedicioso y primaria apelaba a los instintos más bajos, a la parte irracional de sus oyentes. La multitud gritaba, sumida en un estado de éxtasis por las palabras el demagogo. 

Suavemente, el cañón del arma se deslizó sobre su mano, hasta que en el centro de la mira apareció el rostro del hereje. Sin dejar de mirar por el objetivo, tomó un cargador de su cinto y lo situó en la recámara. Un proyectil rompepantallas: sabía por experiencia propio la afición de los traidores a usar escudos personales. 

El indicador de carga se mostró verde. Con total naturalidad, bajó su ritmo cardíaco y sus inspiraciones. Estaba tan inmóvil como las gárgolas del torreón. El objetivo seguía en el punto de mira. La atmósfera estaba quieta, el aire pesado no se agitaba. Nada de viento, ninguna necesidad de compensación del tiro. La situación perfecta. Un leve movimiento, y su dedo se deslizó sobre el gatillo. Un simple impulso nervioso, y el dedo índice de su mano derecha se contrajo.

En miles de pantallas a lo largo y ancho del planeta, la misma imagen apareció: el gobernador, en su discurso triunfal, murió cuando el proyectil le reventó la cabeza. La confusión reinó en la plaza: la multitud gritó, corrió, huyó, aplastando a miles de personas. Los guardias del gobernador, confusos, no supieron qué hacer, mientras en las pantallas aparecía el cadáver decapitado de su líder. 

El asesino tomó el rifle, extrajo el cargador y lo guardó en su funda. Se colgó la capa mimética a los hombros y se dispuso a abandonar su puesto. Los maestros del Templo Vindicare y los Altos Señores estarían satisfechos. 

Un águila cruzó el cielo gris, volando en majestuosos círculos, contemplando con indiferencia el caos de la plaza. El asesino la vió y se permitio un único pensamiento: Muy apropiado. Y sonrió bajo su máscara.

 

Culexus

Nada hay peor para el que ve, que verse privado súbitamente de ese don.

Aelian, el vidente de Alaitoc, volvió a consultar las runas de hueso espectral que había en el suelo. Suavemente, deslizó su mano sobre los pequeños fragmentos de hueso espectral, que emitieron un pequeño fulgor azulado. En su mente, el futuro se le mostró en todas sus posibilidades. 

Y todas ellas terminaban con su muerte y la derrota de su hueste. 

Un Falcon sobrevoló el dosel del bosque, sacando a Aelian de sus ensoñaciones. Aquello no tenía ningún sentido. Los mon-keigh sufrían una derrota tras otra, el precio por profanar uno de los mundos vírgenes. Sólo era cuestión de tiempo que quedaran aislados y fueran aniquilados. 

Pero todas sus visiones culminaban en ese punto. Su muerte, y la derrota de Alaitoc en aquel mundo. Llevaba días viéndolo, y el futuro no cambiaba. Se sentía inquieto. Sólo podía ver el final, pero no se le mostraba ningún camino. 

Una suave llamada psíquica resonó en su mente. 

-Vidente, la escuadra de guerreros especialistas de Saeros no responde. 

Aelian salió de su trance meditativo y reconoció a su interlocutor. Undriel, uno de los brujos de su séquito. 

-¿Saeros? ¿Cómo puede ser? Los mon-keigh no pueden haber llegado tan lejos. Los vagabundos se lo habrían impedido. 

-No sé cómo ha sucedido, pero han entrado en el perímetro. 

-Bien. Llama a los guardianes de Talanar. Debemos proteger el... 

No puedo terminar la frase. La comunicación se cortó bruscamente. Intentó descubrir qué sucedía, sondeó con la mente, pero no vió nada. Se encontraba ciego y amordazado. Abrió los ojos y regresó al mundo sensible, lejos de los ecos resonantes del plano psíquico. Lo que vió lo horrorizó. 

Un mon-keigh alto y delgado, pero fornido, avanzaba entre su escolta de brujos. Avanzaba con una agilidad y rapidez antinatural entre su especie. La brujos de Aelian, con sus brillantes espadas brujas, le atacaban, pero no podían llegar a él. Cuando se le acercaban, caían desvanecidos. Tres de sus brujos yacían inconscientes en el suelo, y otros dos seguían aun de pie, retorciéndose de dolor. 

El mon-keigh paró, y contempló a sus atacantes. Iba enfundado en un traje ajustado de color negro, que le marcaba su musculada constitución. Su cabeza estaba cubierta por un yelno de arcana tecnología. Aelian lo reconoció. Su peor pesadilla. 

El yelmo se activó, y la repulsiva esencia del mon-keigh se desató. El vacío psíquico, la nada. Sin apenas esfuerzo, arrancó las almas de los brujos. Sus piedras espirituales se rompieron, y sus cuerpos se marchitaron hasta no ser nada más que huesos y pellejo. 

Aelian intentó resistir la vorágine destructora. Clavo sus manos en su cabeza, como si con ellas pudiera bloquear aquella inmunda presencia. Sentía las almas de los videntes que la habían precedido gritar de dolor en las piedras espirituales de su armadura rúnica. Sinto el hueso espectral rompiéndose, torturado, aullando por aquella presencia abominable. Gritó de dolor, se arrancó el yelmo cristalino, enloqueció al oir los aullidos de agonía de las almas de sus brujos. 

Todo cesó. Volvió a ser consciente del mundo que lo rodeaba. El mon-keigh se le acercó. Había desactivado el yelmo, y la abominación que era su ser permanecía de nuevo contenida.

-Monstruo Yngir...- Musitó Aelian. 

Una voz fría le respondió en gótico imperial. Aelian había llegado a comprender la rudimentaria lengua mon-keigh. 

-No soy más monstruo que tú, escoria xenos. Mis órdenes eran matarte, pero puedo decir, con morbosa satisfacción, que las cumplo con gusto. 

Se agachó. El yelmo con forma de calavera humana quedaba a la misma altura que el rostro de Aelian. Los inexpresivos visores se le clavaron en los ojos. Puso su palma en la frente del vidente. Aelian sintió ganas de vomitar ante ese nauseabundo contacto. 

-Te doy asco, te horrorizo. No sabes cuánto me gusta. Ahora sabes lo que es estar ciego. Ahora, por fin, comprendes lo que significa ser un Culexus. Lástima que tal conocimiento te llegue al fin de tu existencia. 

El yelmo volvió a activarse. Aelian sintió como su alma era fragmentada en miles de pedazos, y como estos eran absorbidos por la arcana tecnología. Sintió como su esencia desaparecía poco a poco, en una cascada de dolor psíquico. 

El asesino retiró su palma de la marchita frente y desactivó el yelmo. Se levantó y activó el transmisor que llevaba en su muñeca. Era la señal convenida: los tres regimientos blindados narmenianos que estaban a la espera se lanzarían a la carga para acabar con los eldars restantes, confusos sin la guía de su vidente. 

Antes de irse, reparó en las runas esparcidas por el suelo. Sin poder reprimirlo, las apartó del suelo con la bota. 

Ilusos. Sus débiles trucos no podían nada contra él.

 

Eversor

Témeme, pues soy tu Apocalipsis.

Un nuevo impacto sacudió el búnker, y fragmentos de polvo de yeso llovieron sobre los hombres apostados en su interior. El aire se cargó de pequeñas partículas. Los presentes ni se inmutaron: sus cascos estaban perfectamente sellados para contigencias peores que ésa. 

Kargol, paladín elegido del Khorne, gritó en señal de desafío. 

-¡Esos perros del Emperador tendrán que darnos más fuerte si quieren hacernos algo! 

El resto de miembros de su escuadra graznaron unas toscas risas de respuesta. Asían sus espadas sierras con ansia, esperando impacientes a que terminara el bombardeo y pudieran salir a destripar sus enemigos, verter su sangre y ofrecer sus cráneos al trono del Dios de la Sangre.

Súbitamente, una de las paredes del búnker estalló hacia dentro. Dos de los berzérkers fueron destrozados por la explosión, y el esto fueron derribados por la honda expansiva. Una bomba de fusión. 

Kargol se levantó, observando el boquete en la pared de rococemento. Una figura surgió poco a poco del humo. Enfundado en un traje corporal negro, con el rostro cubierto por una máscara en forma de calavera sonriente. En una mano empuñaba una pistola. Sus visores eran dos rojos rubíes, que le devolvieron la mirada a Kargol. 

Rápidamente, su arma disparó y le dio a Kargol en el pecho, derribándolo. Dos marines más se levantaron, para caer al instante muertos con varios proyectiles de aguja clavados en las junturas del casco. Sus hermanos se levantaron y activaron sus armas. 

Un grito resonó cuando uno de los marines blandió su espada sierra y se lanzó sobre su enemigo. Sin apenas esfuerzo, esquivó los enloquecidos tajos del berzérker. En un sólo movimiento fluido, arrojó la pistola y desenfundó una brillante espada de energía. Con un rápido mandoble, decapitó a su oponente. La cabeza y el casco cayeron, rebotando en los cascotes, mientras el cuerpo se desplomaba como un árbol cortado. Un brillante chorro de sangre manchó por igual las paredes del búnker y el pecho de su oponente.

Tres marines más se arrojaron sobre él. Como si fuera líquido, esquivaba con facilidad las chirriantes espadas y hachas sierra de los marines del Caos. Dos de ellos cayeron con la coraza pectoral rajada, mientras más se unían a la refriega. Sus frenéticos golpes se entorpecían y eran fácilmente esquivados por el asesino. Éste, con estoques quirúrgicamente precisos, acababa con sus asaltantes. 

Siete cadáveres yacían ya bajo sus pies, y sólo dos berzérkers seguían en pie, cuando Kargol se levantó y se lanzó a la refriega. A pesar de las heridas de pistola bólter del pecho, ignoró el dolor. El ansia de matar lo consumía. Blandiendo en un mortal arco su hacha sierra, partió en dos al marine que le cortaba el paso y se lanzó a por el asesino cuando daba cuenta del otro berzérker. 

El asesino reparó en su nuevo atacante, pero era demasiado tarde. Esquivó su ataque a costa de dejar su espada clavada en el cadáver. Viendo su enemigo indefenso, Kargol lo acorraló con golpes de hacha. 

-¡Estúpido! ¡No sabes con quién te enfrentas, idiota! 

Los dos ojos rubíes se clavaron en Kargol. Un ruido gorgoteante sonó, y el elegido de Khorne se dió cuenta de que bajo su máscara, su enemigo se reía a carcajadas. 

Más rápido de lo que podía ver, el puño izquierdo de su enemigo se estrelló contra su cara. El golpe aturdió a Kargol. Antes de poder reaccionar, el asesino extendió los dedos de su mano derecha. Un rápido golpe, y el puño neuronal atravesó la ceramita y el hueso, licuando el cerebro de su oponente. 

El asesino retiró suavemente su mano del destrozado cráneo, y el cadáver de Kargol cayó a plomo sobre los cuerpos de sus guerreros. El asesino volvió su mirada al suelo. Recogió su pistola, ocultada por los cadáveres, y enfundó de nuevo su espada. Retrajo las agujas del puño neuronal. 

De un salto salió por el boquete en el rococemento del búnker. A su alrededor, la batalla rugía como un dios enfurecido. Sin embargo aquello no le importaba lo más mínimo. 

Su misión lo impulsaba a seguir. Su misión, y la incontenible furia homicida de las drogas de combate. Aún quedaban demasiados herejes con vida. Él les iba a demostrar lo brutal que podía llegar a ser la cólera del Emperador. 

 

Callidus

El golpe más certero es el de aquél a quién uno creía su hermano.

Aun'o' Kais contempló desde la nave de desembarco clase Orca el desembarco de las fuerzas de la Casta del Fuego sobre aquel mundo. Los guerreros de la Casta del Fuego se desplegaban bajo los rayos del sol de la mañana, estableciendo un perímetro para proteger las pesadas armaduras Crisis de enemigos ocultos en la espesura de la jungla. Los Gue'la de ese planeta selvático se habían negado a escuchar las sabias palabras de los representantes de la Casta del Agua,y habían renunciado a unirse al Bien Supremo. 

Pero la expansión de la Tercera Esfera tau era imparable. Una fuerza de combate de la Casta del Aire y del Fuego había sido destinada allí. Aunque fuera por la fuerza, el Bien Supremo prevalecería. Nada se le podía resistir. 

Alguien se paró detrás suyo, y con voz respetuosa se dirigió al Etéreo. 

-Aun'o, los guerreros de la Casta el Fuego se han desplegado, y nuestros aliados Kroot dicen estar dispuestos. ¿Cuáles son sus órdenes? 

Aun'o contempló al recién llegado. Shas'o'Thon'Kar, el veterano comandante del la Casta del Fuego al mando de la fuerza de combate. Su armadura lucía el color blanco de Bor'kan, y el cuchillo Talissera colgaba de su cinto. 

-Bien, muy bien. Creo que es el momento de avanzar y llevar el Bien Supremo a este mundo, Shas'o. 

Thorn' Kar asintió, y se dirigió al Etéreo. 

-Aun'o, su seguridad es mi prioridad. Nuestros exploradores hablan de tiradores Gue'la escondidos en la maleza, y su puntería es certera. Como comandante en jefe, debo recordarle que su pérdida sería desastrosa. 

Aun'o asintió. No le gustaba tener que esconderse, pero la preocupación del estoico guerrero era sincera. Y real. Se alejó de la plataforma de observación de la nave. Seguido por Thorn'Kar, llegó a su camarote. Con un suave toque de su palma, la puerta se abrió. El comandante lo siguió al interior, cerrando la puerta tras él. 

Se quedó frente al Etéreo, y ejecutando una reverencia, le entregó un papel. Lo tomó en sus manos y lo miró: era una carta, muy parecida a las que usaban sus aliados Gue'la para jugar. Un sólo dibujo aparecía en ella: una balanza. 

Levantó los ojos hacia su subordinado para interrogarle sobre aquél inusitado comportamiento, cuando vio que frente a él se encontraba una persona distinta. 

Era una muchacha Gue'la joven, no más de viente años. Llevaba el pelo negro recogido en una larga trenza, de pómulos afilados, labios finos y una piel pálida y tersa. Su cara no mostraba ninguna expresión, parecía esculpida en piedra. Sin embargo sus ojos oscuros tenían una mirada siniestra. Aún llevaba la armadura blanca de Bor'kan. 

-Bien, Aun'o, -La palabra sonó cargada de desprecio.- su viaje termina aquí. Su campaña está abocada al fracaso, y su muerte es inminente. 

-¿Quién eres tú para decir eso? Nada puede oponerse al Bien Supremo. 

La muchacha sonrió. Sin que le diera tiempo a verlo, el Etéreo se encontró con un cuchillo en la garganta. 

-Soy una Callidus, una ejecutora de los enemigos del Emperador. Ha osado desafiar al Señor de la Humanidad, profanando uno de sus mundos. Pero la justicia del Emperador es rápida, y no conoce la misericordia. 

Un leve movimiento de muñeca, y la cabeza del Etéreo cayó rebotando al suelo, en un reguero de sangre azul. La asesina volvió a cambiar su aspecto, y volvió a aparecer como Thor'Kan. Respondió con la grave voz del veterano guerrero del Fuego. 

-Adiós, Aun'o. 

Antes de salir, no obstante, se agachó y recogió la carta de las manos del tau muerto. La balanza del Tarot. Nadie escapaba de la ira justiciera del Divino Emperador.

 

 

 

 

 

 

 

 

La lucha es como un círculo, se puede empezar en cualquier punto, pero nunca termina.

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Varagh
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La verdad es que estan bastante bien los relatos de los asesinos...breves y contundentes.

“Quien vence sin obstáculos vence sin gloria”

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