A la puerta del local un simpático perrito ratonero recibía a los visitantes entre saltos y pequeños ladridos de alegría. Incluso allí, mucho antes de entrar, ya se notaba el calor asfixiante de la fragua.
La mar es la vida, es la alegría para los sensibles a la belleza. Quizás otras cosas sean más importantes, como el arte, la poesía, la filosofía... Pero, antes de todo eso, ya existía el mar.