The house of mystery
Planeta DeAgostini Comics nos presenta este recopilatorio que tiene como anfitrión a Bernie Wrightson y como guionistas adicionales a Marv Wolfman, Robert Kanigher, Len Wein, Joe Orlando, E. Nelson Bridwell, Denis O'Neil y Paul Lewitz
Creo que no es exagerado calificar de pequeña joya para los aficionados a esta cuidada antología en la que Planeta DeAgostini Comics rescata uno de los grandes clásicos de DC en cuanto a terror se refiere. Como explica a la perfección Alberto García en el prólogo y los artículos al cierre, nos encontramos ante un cómic en el que se curtieron grandes dibujantes que llegaron al mercado norteamericano y en el que se retomaba la tradición de historietas de horror, de las que fuera señera la mítica EC, cuando remitieron los efectos del renombrado Comic Code.
No obstante, The house of mystery no se conforma con ser únicamente una pieza de museo. Es un cómic que se mantiene en plena forma y que hará las delicias de los amantes de lo macabro. Las historias que encierra van de lo inquietante a lo humorístico, y, aunque rara vez den auténtico miedo (sobre todo entre lectores de nuestra generación), tienen ese particular y adictivo regusto de lo siniestro. Son, en definitiva, un magnífico ejemplo de fantasía oscura.
En las páginas de este recopilatorio encontraremos, magníficamente perfiladas por los trazos de Bernie Wrightson, vetustas mansiones victorianas, exóticos y siniestros bosques, templos de civilizaciones sepultadas por el paso del tiempo, cementerios románticos, criaturas del averno... Son dibujos que deleitan en su elegancia y expresividad al lector, un ejemplo del buen hacer de este ilustrador. Las narraciones, en general cortas, nos pueden parecer algo ingenuas en ocasiones (hablamos de un cómic que tiene sus buenos treinta años), pero el dibujo les da una dimensión adicional que satisface largamente.
A este respecto, hay que elogiar el trabajo editorial de Planeta DeAgostini, no sólo por haber sabido poner el marco adecuado al recopilatorio, en cuanto a su interés histórico, y por la cuidada presentación del volumen (con tapas duras, papel de buen gramaje y una impresión impecable), sino también por la selección de historias y, muy particularmente, por el material adicional de portadas que se incluye a lo largo de todo el volumen. Si leer las historietas en sí resulta evocador, no lo es menos enfrentarse a la galería de horrores que, portada a portada, sirven de pórtico a los mundos imaginarios que aguardan.
A resaltar también, como curiosidad, la presencia del maestro de ceremonias Caín, que algunos conoceréis (como era mi caso) por su reutilización por parte de Neil Gaiman en su propio imaginario fantástico. Aquí descubrimos sus orígenes y, sin duda, apreciamos sus dotes de Cicerone.
Resumiendo, un recopilatorio muy acertado en todos los aspectos (selección, edición, etc.) que hará las delicias de los amantes del terror, sobre todo en su vertiente clásica, y de los amantes del dibujo limpio y expresivo.
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