Puertas de fuego
Reseña de la excepcional novela de Steven Pressfield sobre la batalla de las Termópilas publicada por Grijalbo
Sabemos que la batalla de las Termópilas está más de moda que nunca gracias a la película 300. Quienes busquen novela histórica sobre el tema encontrarán dos títulos: Tales de Esparta, de Valerio Massimo Manfredi, y Puertas de fuego, de Steven Pressfield. ¿Cuál de ellos leer? Habiendo leído los dos, no dudaré un momento en decir que el libro de Pressfield no sólo es el mejor sino que es una novela histórica que merece estar entre las grandes del género.
Aparte de coincidir en el tema y en el hecho de ser best-sellers, poco más hay en común entre ambas novelas. Manfredi es el ejemplo del típico escritor de best-sellers: lectura tan fácil como ligera, personajes simples y entretenimiento sin reflexión. Pressfield ofrece un estilo elegante y con sabor añejo para que creamos que realmente el libro no lo escribió él sino el griego Xeones, pero sin caer tampoco en el arcaísmo espeso y difícil de algunas novelas históricas.
El estilo ya marca una diferencia importante pero lo es aún más cómo se enfrentan al siempre difícil problema en la novela histórica de presentar al lector una sociedad muy distinta. Porque la sociedad griega en general, y la espartana en particular, era una sociedad xenófoba y clasista. Manfredi suaviza las cosas contándonos una historia muy poco creíble en la que el lisiado Tales acaba convirtiéndose en un héroe... Pressfield no suaviza nada. Los espartanos pueden encariñarse de sus esclavos y ser amigos de los extranjeros pero las barreras están ahí y cada uno tiene su lugar. No escatima detalles sobre una historia tremendamente dura y por ello auténtica. De hecho, la primera impresión de los espartanos es la de unos "capullos" que se cebaban con los débiles con crueldad, verdaderas bestias humanas.
Pero, poco a poco, los espartanos se definen como seres humanos como los demás -no máquinas de matar-, que sienten amor, odio y miedo y que en absoluto aman la guerra por sí misma. Pressfield invita al lector -no de forma explícita, claro- a pensar en qué haría si su país viviera amenazado y en cualquier momento pudiera ser reducido a la esclavitud o la muerte con todos sus compatriotas.
Sólo esta empatía puede convertir una novela en épica: porque no se trata de describir luchas sanguinarias sin más, sino de conseguir que el lector sufra la suerte de los trescientos espartanos, y de sus escuderos y los otros griegos que también murieron allí.
Autor
Steven Pressfield nació en Puerto de España (Trinidad) en 1943. Sirvió en el ejército de Estados Unidos, donde reside. Ha sido guionista cinematográfico pero es conocido por sus novelas sobre la antigüedad griega como Puertas de fuego, Vientos de guerra o La última de las amazonas. Puertas de fuego le sirvió para ser ciudadano honorario de Esparta en 2003.
Su página personal es http://www.stevenpressfield.com/
Sinopsis
Xeones, único superviviente entre los que combatieron en las Termópilas es llevado ante el rey Jerjes para dar su testimonio. Su historia sorprende a todos.
Edición
Editorial Mondadori
Encuadernación rústica de bolsillo, 460 páginas
9€ aprox.
Conclusión
Pressfield ofrece la elegancia de un buen escritor y la verosimilitud de un historiador fiel. Pero, sobre todo, conmueve de una manera que Manfredi no consigue. Porque al final, cuando llega la tragedia, el lector siente el destino de cada uno de los personajes: el leal Xeones, el inteligente Dienekes, el valeroso Alexandros... también el antipático, pero heroico, Plínices. Y sobre todo Leonidas, el rey espartano, el político al que sería difícil no admirar. Xeones lo explica en un párrafo que me permito citar:
"Contaré a Su Majestad qué es un rey. Un rey no permanece dentro de su tienda mientras sus hombres se desangran y mueren en el campo de batalla. Un rey no cena mientras sus hombres pasan hambre, ni duerme cuando ellos están en vela en la muralla. Un rey no ordena a sus hombres lealtad por miedo a no comprarla con oro; se gana el amor con el sudor de su frente y los dolores los soporta por ellos. Un rey no exige el servicio de aquellos a los que dirige sino que se los proporciona. Les sirve a ellos, no ellos a él."
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