Presentación del Prix Hemingway 2012

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Una crónica de Crocop sobre la presentación de la antología del premio literario

 

«¡Me voy a Nimes a que se lea un relato mío en el Hotel Imperator durante la Feria de la Vendimia! ¡Justo después de que toree José Tomás seis toros!». Así es como lo dije cuando me enteré, hace algo más de un mes pero... ¿Qué pintaba yo allí? ¿Cómo era posible que los organizadores de la asociación Les Avocats du diable y los responsables de la editorial Au Diable vauvert estuvieran interesados en mi presencia y mi obra durante un acto tan importante? Al fin y al cabo, es un premio muy prestigioso de literatura taurina y yo ni siquiera sé gran cosa de toros. Escribo, generalmente, terror y fantasía, muchas veces en un tono muy alejado del que debería considerarse como adecuado para círculos respetables y, más o menos, oficiales, como el que rodea al Prix Hemingway, una auténtica institución.

Mi relato «Cabeza de Toro/ Tête de toro» contenía bromas sobre tetas, sobre la ancestral liturgia de la tauromaquia y, lo que se lidia en la ficción, ni siquiera es un toro, sino una cabeza disecada montada en un carrito de barriles, con un jamón atado en la otra punta, dentro de una taberna. Sin embargo, fue el escogido como representación de la participación en castellano, que este año llegaba a la mitad, prácticamente, del total de relatos, así que quisieron darle una mayor presencia al idioma de Cervantes. Para entender el motivo por el que, pese a todo, fue escogido mi relato, quizá ayude este texto, que sin duda muchos de ustedes reconocerán y que resonó con fuerza desde Nimes para todo el mundo. Parece reflejar el espíritu abierto, sin complejos, de la ciudad. Su traducción sería más o menos, esta:

 

El imperdonable

Nueva sangre que llega a esta tierra

e inmediatamente es sometida

mediante doloroso castigo constante.

El niño aprende sus reglas

Es un chico gratuitamente torturado

al que han despojado de todos sus sueños.

Siendo un hombre joven, lucha.

Recuerda una promesa que se hizo a sí mismo:

“A partir de hoy nunca me robarán mi voluntad.”

Lo que he sentido. Lo que he sabido.

Nunca he podido mostrarlo.

Nunca ser. Nunca ver.

Nunca veré lo que podría haber sido.

Nunca libre. Nunca yo mismo.

Vosotros me clasificasteis,

Así que os llamo imperdonables

(…)

Siempre igual. Ha luchado, pero no puede ganar esa batalla.

Se ve un hombre cansado al que ya nada importa.

Es un viejo que se prepara para morir arrepentido.

Ese viejo soy yo.

Así que me llamo Imperdonable.

 

En Nimes, tienen esa mente abierta, que permite expresarse a quien lo desee. Independientemente de los medios que utilice para ello, de su estilo de escritura. Ellos están abiertos a nuevas o diferentes formas de entender el mundo que tan bien conocen. Lo único imperdonable es ceder ante el entorno, aceptar las reglas, clasificar a los demás o constreñir la voluntad de expresión.

Esa es la filosofía que parecen transmitir Les avocats du diable.

El reglamento del Prix Hemingway, de hecho, no exige que el relato se posicione a favor o en contra de la tauromaquia, ni pide ser un gran aficionado a los toros en las bases, sino que está completamente abierto a todas las visiones que puedan darse sobre ese universo que rodea a los toros. Es esta cualidad, además de la de recibir relatos en inglés, francés o castellano, la que hace que, finalmente, la antología que se publica cada año sea variada y diversa.

Les avocats du diable están abiertos a la transgresión y, lo que es más importante, tienen sentido del humor. Así, un escritor de barrio y de Madrid, que no habla más de dos palabras seguidas en francés, terminó en ese lujoso y elegante ambiente.

Llegué el día quince a eso de las nueve de la noche y la encantadora Fabianne Comte, encargada de esos menesteres, me llevó a descubrir el ambiente festivo que se vive en el centro de la ciudad. Había música pachanguera por las calles, mucha alegría y alcohol. Pero de una forma diferente; allí, beben vino solo y, no se me ocurrió preguntarlo, pero lo de hacer calimocho echándole Cocacola como es habitual en este tipo de fiestas en España, creo que sería mal considerado. Por otra parte, no hay minis, ni katxis ni cuba-litros. Como lo leen. En estas fiestas populares, no hay vasos de litro.

Beben las copas una a una.

Para mí fue francamente sorprendente.

Allí conocí al ganador del certamen (¡por segunda vez después de haberlo ganado en el dos mil diez!) Jean Paul Didierlaurent, proveniente de Los Vosgos y que no había asistido a una corrida hasta después de conocer el premio. Además de un literato de talento, era un tipo simpático, sencillo y que, algo muy importante, me ofreció una cerveza. Estuvimos en una reunión privada, con gente agradable a la que me hubiera gustado poder conocer mejor, pero, dado mi desconocimiento del idioma, tuve que desatender para centrarme en la bien surtida barra. Llegué al hotel a las tres de la mañana y, a las ocho, me fui a conocer la ciudad hasta el comienzo del acto oficial, a las dos de la tarde. Podría contar aquí mi recorrido por los muchos lugares de interés, pero, sin duda, cualquier guía turística los describirá mejor y con mayor detalle.

Entonces llegué al acto y me quedé deslumbrado. José Tomás acababa de triunfar a poca distancia de donde nos encontrábamos. En el recibidor del hotel había guitarristas y bailaoras flamencas, mientras El Juli se preparaba para salir a las Arenas. Los preciosos jardines estaban repletos de estandartes con el emblema del Prix Hemingway y conocí, uno detrás de otro, a un montón de personas importantes. Dolores, mi traductora, llegó justo a tiempo para poder explicarme quién era quién, cómo se conduciría la ceremonia... A ella se debió, en gran parte, que el texto llegase a ese lugar, dado que fue la encargada de interpretarlo en francés. No era tarea fácil, porque se hablan diferentes jergas; hay unos personajes muy esnobs, otros de pueblo, se utilizan palabras locales en los diálogos... Sin embargo, fue capaz de integrarlo todo y traducirlo de forma muy inteligente.

Había cámaras, gente guapa, casi todos hablaban en francés, a alguno que otro le entendía poco más o menos en mi nefasto inglés y me sentía como un burro en un garaje, hasta el punto de que apenas fui capaz de pronunciar palabra. Conocí a Marion Mazauric, la editora de Au diable Vauvert, una mujer enérgica, que transmite seguridad y determinación, a la que le divirtió que a mí, mucho más que cualquier torero, me impresionaba que publicase en su catálogo a los maestros Neil Gaiman y Dave McKean.

Fui presentado a otros escritores, como Antoine Deschamp, quien quedó en dos ocasiones como segundo clasificado y, muy posiblemente, terminará por conseguir el premio más pronto que tarde, el talentoso dibujante Eddie Pons, el diseñador Jacques-Olivier Liby...

El relato fue leído, entendido y estupendamente interpretado por el actor Patrice Bornand. Alrededor había un montón de personas escuchándolo y yo, que no entiendo el francés, pero, lo crean ustedes o no, conocía la historia, me sentía como viéndolo todo desde dentro de una película subtitulada.

Aplausos y mi declaración, no tomada del todo en serio, de que al año siguiente no solo participaría sino que ganaría el premio.

Después fuimos a las míticas, legendarias, Arenas, con más de dos mil años de antigüedad y un auténtico templo de la tauromaquia más seria. A todas estas, yo había traspapelado mi chaqueta y, posiblemente, la entrada, pero, pese a todo, la jornada transcurrió sin problemas gracias a la amabilidad y comprensión de mis generosos anfitriones.

Durante todo ese tiempo, impresionado, apenas podía pensar. Ni siquiera sabía si hacerlo en español, mi nefasto inglés o mi inexistente francés. Luego, he seguido preguntándome cómo es posible que tuviera la suerte de vivir esa experiencia.

Entonces es cuando he recordado El Imperdonable, que no es un texto de Miguel de Unamuno o de Jean Paul Sartre pese a su trasfondo existencialista, sino de Metallica, grupo al que Nimes abrió las milenarias, legendarias y muy respetables Arenas, templo de la tauromaquia más seria, para que diesen un gran concierto. Abriéndose así a formas de expresión transgresoras, sin clasificarles y, en principio, alejadas de lo que se podría considerar culturalmente aceptable, si es que eso existe.

No soy como Metallica, desde luego, pero espero que los Avocats no pierdan ese espíritu abierto: sería imperdonable.

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Patapalo
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 No sabes lo que me pena no haberme podido escapar a Nîmes: demasiados niños y demasiados kilómetros. Tuvo que ser una experiencia inolvidable. También me ha recordado mis primeros tiempos por Francia, cuando apenas sabía chapurriar un par de palabras. 

 

ps.- y sí, hacer kalimotxo es todo un sacrilegio 

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Fe de erratas: el actor es Patrice Bornand, no Bonand.

Y se trataba de la presentación de la antología, la entrega del premio fue anterior.

 

Aquí poodéis ver fotos del acto, que os darán una idea del ambiente. Yo soy el de la

camisa granate.     http://www.jies-arles.com/article-mosquito-et-autres-nouvelles-recueil-du-prix-hemingway-2012-lance-a-l-imperator-de-nime-110184942.html

 

 

Ferrum ferro acuitur

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