American Indian Portraits

Imagen de Akhul

Sobre la exposición de la obra de George Catlin en la National Portrait Gallery

 

Durante la década de los treinta del siglo XIX, el artista George Catlin (1796-1872) realizó cinco viajes al oeste de Estados Unidos con el objeto de documentar los pueblos nativos y su modo de vida. Los retratos realizados durante dichos viajes o a partir de apuntes de sus propios diarios al regreso de los mismos se convirtieron ya desde un primer momento en el más extenso, evocador e importante archivo gráfico sobre los pueblos indígenas de la zona jamás realizado.

George Catlin, que además de emprendedor tenía cierto gusto por el espectáculo, creó tras su experiencia la Indian Gallery, un proyecto que recorrió América y Europa durante diez años para dar a conocer estos retratos y lo vivido durante sus viajes. El impacto de este tour fue impresionante, y su traza se puede encontrar incluso en obras como Las flores del mal, de Charles Baudelaire, quien quedó muy impresionado con el mismo.

Organizada en colaboración en el Smithsonian American Art Museum de Washington y con el apoyo de la Terra Foundation for American Art, la National Portrait Gallery de Londres alberga hasta el próximo mes de junio una exposición gratuita que incluye medio centenar de estos lienzos.

Es una oportunidad de oro para conocer un trabajo que, francamente, corta el aliento. Habituados a ver a los integrantes de la aristocracia europea en las galerías pictóricas, cubiertos con sus galas de época, el impacto que causa ver el elegante desfile de miembros de tribus indias es impagable. En sus rostros encontramos el reflejo del impacto entre dos civilizaciones, en ocasiones los funestos ecos sobre los que el propio Catlin intentó sensibilizar a la opinión pública en su día. Misterio, orgullo, desafío, confianza, alegría, inquietud...

No es una exposición antropológica, sino que se acerca más a la literatura de viajes. El pintor captó principalmente personas, rostros de todas las edades y condiciones, pero en cada uno de ellos se puede leer una historia personal completa. Además, se incluyen también otros cuadros sobre eventos concretos, desde danzas al amor de la lumbre a las conocidas cacerías de búfalos.

Si se conoce algo de la historia de la colonización de Norteamérica, esta es una buena ocasión para poner un rostro humano al proceso. Si apenas se tienen nociones de la misma, es una oportunidad para descubrir algunas de sus dimensiones y problemáticas. En cualquiera de los casos, y aun si no se tiene la oportunidad de viajar a Londres, es una excusa perfecta para llamar la atención sobre un proyecto que, lejos de haberse quedado obsoleto, se ha convertido en un testimonio único y de valor incalculable para todos los amantes de la historia. Si por su lado estético impresiona y emociona, por su trasfondo resulta fascinante.

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