Viaje a 800 + Jane Doe. Bilbao 04-06-09
Con una hora de retraso comenzaba el bolo en El balcón de la Lola, conocido garito de la capital vizcaína. El retraso se debió, según dijeron en la entrada, a que los músicos llegaron bastante tarde y ello arrastró la prueba de sonido.
Así pues, y ante un centenar de personas, a las 21:30 telonearon los Jane Doe, un grupo local que tocó bastantes palos diferentes que iban desde el rock más convencional hasta el grunge pasando por el punk rock del cañero. Empezaron con fuerza, y consiguieron que el respetable meneara las cabezas con sus temas más rápidos, como el que ofrecieron en el tercer corte, bastante contundente y adictivo. En las canciones más lentas no llegaron a entusiasmar, pero en general dejaron algunos riffs pegadizos e interesantes en el resto del repertorio. Su actuación duró 40 minutos, y la lástima fue que la voz no se entendía demasiado, ni siquiera cuando el cantante se dirigía al público, por lo que tampoco nos enteramos muy bien de las coñas y comentarios varios.
Sobre las 22:30 empezaron los Viaje a 800, el plato fuerte del día. Como comentó el cantante en un momento del concierto, se habían hecho ese mismo día más de mil kilómetros desde su Algeciras hasta Bilbao, así que ya tenemos la razón de la hora de retraso. Comenzaron para entrar en calor de forma pausada con Luto, una de las tantas canciones instrumentales del grupo. Consiguieron darle una atmósfera melodiosa y adecuada que pusiera la base del concierto para después seguir con la más animada y asequible El amor es un perro del infierno, donde la gente pudo moverse algo más. Después llegó el turno de Los ángeles que hay en mi piel, uno de los temas estrella del disco “Estampida de trombones”, que fue del que más canciones utilizaron. El personal aprovechó este tema para mover melenas y demostrar que es uno de los temas favoritos y que es bastante pegadizo gracias a su base rítmica repetitiva y atronadora. Siguieron con otra instrumental, ésta más corta y rápida, como fue Patio custodio, con una guitarra en estado de gracia que sonó a la perfección entre tanto acorde psicodélico. En general el guitarrista ofreció durante todo el concierto un repertorio de quitarse el sombrero, atreviéndose con todos los acordes imposibles que suenan en los discos y que son una de las señas de identidad del grupo, dominando a la perfección la distorsión y los acordes desafinados y erigiéndose en protagonista en cuanto al sonido psicodélico y atmosférico.
Después, el concierto continuó con Higomon, otra de las instrumentales con cierta velocidad con la que la gente se animó y que dio paso a un par de temas que suponemos del nuevo disco que acaban de sacar, “Coñac oxigenado”. La primera de ellas fue larga y pausada y en la parte final de la segunda se atrevieron a dar palmas y el respetable se animó a seguirlas. Fue en ese momento cuando el cantante y el guitarrista abandonaron literalmente el escenario para ir a la barra a por un par de tragos, momento éste que sirvió para uno de los grandes momentos de la velada y que fue el extraordinario solo de batería que se nos ofreció. Un solo impresionante y lleno de fuerza que duró diez atronadores minutos. De nuevo en formato trío se terminó el tema llevando al personal al éxtasis. Luego llegó el momento de Dios astrónomo, otro tema movidito y tocado con mucha intensidad. El último tema de la noche fue el legendario Roto blues, largo y pausado blues bastante esperado por la gente pero bastante repetitivo y que tras una hora y cuarto aproximadamente dio el punto final al concierto.
Se echaron en falta claramente algunos temas, y por eso parece imperdonable que no tocaran la genial y tremenda Cardio Límite. La música de Viaje a 800 no es apta para cualquiera, se necesita darle cierto tiempo para apreciar su complejidad y su arte, y el mismo grupo demuestra que en directo no se achantan y que son capaces de tocar los temas más arriesgados de sus discos, o si se quiere los menos asequibles al gran público. Porque hubiera sido más fácil tocar las más convencionales Cabezas de Tungsteno, Zé o la ya mentada Cardio Límite, pero es innegable que el grupo se entregó, lo dio todo y que los asistentes salimos contentos del espectáculo que nos ofrecieron. Si llegan a tocar esa canción que siempre nos falta a cada uno en particular, el concierto hubiera sido sobresaliente. En este caso le vamos a dar un notable alto por el buen rato pasado y por las ganas que nos dejaron de seguir siguiéndoles la pista.
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Muy interesante la crónica, y el grupo, que no lo conocía: tienen un sonido muy peculiar y se agradece ver tanto carácter propio. Gracias por el artículo, compañero.
Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.