Hábitos de lectura

Imagen de Anne Bonny

Como generalizar es malo, voy a centrarme en mis propios hábitos de lectura, no sea que a alguien le estuviera pasando como a mí...

El otro día me di cuenta -eso que se llama caer del guindo- de que últimamente gasto más en libros y cómics. Es natural: uno llega a una cierta edad y los regalos de cumpleaños dejan de ser el modo de ingresos número uno para quedar desbancados por el propio criterio y el alegre consumo. Al mismo tiempo, en paralelo, he constatado dos cosas que, aparentemente, deberían ser contradictorias: tengo muchos más libros que cómics y leo muchos más cómics que libros.

 

Lo de que leo más cómics que libros es algo que parece más bien lógico. Los libros tienen mucha más letra (y páginas) y el lenguaje gráfico aumenta el ritmo de lectura, por mucho que nos recreemos en los dibujos. No sé ya si la proporción es natural o no (yo creo que va a ser de una media docena de cómics, aproximadamente, por libro), pero desde luego es muy significativa. Y hasta aquí todo es muy lógico y muy razonable, y entonces pasamos al siguiente punto: tengo muchos más libros que cómics.

 

Dejando de lado el desasosegante sentimiento de que nunca podré leerme todos los libros que quiero -sentimiento que no tengo con los cómics- lo que está meridianamente claro es que no tiene lógica comprarme libros por temor a quedarme sin lecturas, mientras que de cómics siempre parece que vaya corto: no es raro que me haya leído todos los que tengo por casa. De hecho, suelo recurrir a pedirle más a mi hermano y a mi padre, a ir a la biblioteca (bendita Francia) con cierta frecuencia e incluso a releer los ya leídos (cosa que he hecho en muy contadas ocasiones con un libro). Y, a pesar de ello, mi colección de cómics no aumenta al ritmo de mi librería.

 

Si obviamos el argumento de mi poco sentido común, podemos echar un ojo a otros elementos que quizás nos revelen el porqué de esta poco lógica práctica. Yo los he repasado todos -o todos los que he localizado- y creo que es algo cultural, una de estas cosas que consideras normal y nunca te paras a pensar en ella (como la paradoja de los mecheros y los cigarros, que siempre jode más perder el mechero que los cigarros, aunque éstos son más caros). ¿Por qué, sino, saco tebeos de la biblioteca y compro libros que sólo leeré una vez? Sería más razonable hacerlo al revés.

 

El caso es todavía más curioso cuando me doy cuenta de que soy capaz de comprar libros por un simple arrebato, dejándome llevar por el título o el impulso del momento, mientras que para pillarme un cómic lo hojeo (cosa que nunca había hecho con los libros) o incluso pido recomendaciones, ¡y las tengo en cuenta!

 

Desde luego, poco tiene que ver con el tema monetario. Por mucho que los libros cundan más y sean más baratos, también se leen menos veces y son más prosaicos. Con el cómic puedes regalarte la vista, cosa que es más infrecuente con un libro, y a día de hoy no me parece que tengan precio excesivo (quizás los de grapa, pero no, desde luego, los de más calado, al menos frente a los libros).

 

Al final, he decidido que voy a invertir la tendencia. Me voy a tomar con calma lo de añadir nuevas novelas a mis sobrecargadas librerías a pesar de sentirme un ingrato después del servicio que me hacen en los viajes, y voy a darme el “capricho” de comprarme algunos cómics en su lugar. Tengo muchos por descubrir, demonios, y sé que ahí estarán para ser redescubiertos dentro de unos años. Yo encontré los de mi padre, y me introduje en este fascinante mundo. Luego crecí entre los de mi hermano, ensanchando horizontes. Ahora voy a ir labrando mi propio castillo, para el que venga detrás. Además, es algo de justicia, o de lógica, parándome a pensar en mis hábitos de lectura.

 OcioZero · Condiciones de uso