Uno de los puntos claves en el género fantástico, más incluso que en otros, es la inmersión. Si pretendemos que el lector participe del sentimiento de maravilla en primera persona, tenemos que transportarlo al mundo alternativo que hemos creado para él. El problema es que a veces da la impresión de que los personajes flotan en un escenario que carece de todo sabor, de todo color.