Allá por 1992, un niño de 15 añitos llamado Raúl González Blanco (te fastidias, el apellido de su santa madre anticipaba su sagrado destino) se veía obligado a buscarse la vida en territorio vikingo. Le expulsasteis del templo rojiblanco de mala manera, a pesar de que metió 55 golitos en el Atlético Infantil. Ese niño quedó marcado por esa falta de tacto y de cariño. Y en esas apareció el Madrid, el salvador, la isla del tesoro que le enseñó el camino de la verdad. Raúl vio la luz (blanca, por supuesto) y a partir de ahí empezó una nueva vida plagada de ilusiones, triunfos, goles, Champions, Ligas, Intercontinentales, aguanís, palancas, pichichis...
Raúl nació para jugar en el Real Madrid y esa espina te tiene amargado desde el día que debutó en el Bernabéu clavando un golazo por la escuadra en la portería de Diego, ese portero rubio platino que parecía el cantante estrella de Locomía. Raúl actúa ante el Atleti como si fuese un trofeo de verano. Se divierte, juguetea con vosotros y os burla hasta remover vuestras castigadas conciencias. Con Superlópez se hizo una petaca en un derbi inolvidable (os metimos 1-4 pese a jugar con diez por la injusta expulsión de Mijatovic), en el Bernabéu firmó el tanto que encauzó el primer alirón liguero de Capello (1997) y tampoco olvido un golazo de cabeza al Mono Burgos que os dejó más colorados que el primer color de vuestra confusa camiseta...
Manolete, no te agobies. El sábado os haremos la ola para agradeceros los servicios prestados. Ganar al Barça justifica vuestra existencia y ratifica mi teoría de que sois buenos vecinos y que por fin habéis entendido el camino. De nuestra mano os irá mejor. Me confiesa un buen amigo de Maradona que el Kun está como loco por venir al Madrid y que su soberbia actuación del domingo fue como un casting de la Pasarela Cibeles. El Kun es merengón.
Es tan rico...
Premio Pulitzer ya!
Xoso vive en un mundo post apocaliptico (...) y recorre en su motocicleta steampunk la desolada tierra acompañado por Pérez Reverte... [1]