¡Yo quiero ser un Vengador! y Reunión

Imagen de Kaplan

Reseña de los cómics que dieron origen a Los Vengadores de la Costa Oeste

 

Mientras en la acera mutante Chris Claremont hacía historia creando todo un plantel nuevo de héroes, villanos y sagas inolvidables, en Los Vengadores se dejó el testigo a Roger Stern para que se encargara de forma duradera de este título. E igual que Claremont, Stern se encargó de ampliar una alineación que, paradójicamente, quería mantenerse en un máximo de seis miembros. De hecho, a lo largo de ¡Yo quiero ser un vengador!, esta idea aparece de forma constante como trasfondo de las discusiones entre personajes. Porque, básicamente, de eso van las primeras historias de Stern en Los Vengadores: no hay amenazas cataclísmicas como la que se había vivido poco antes con Korvac. Una pelea con el Mago, otra con Piedra Lunar, Rino, Electro y Apagón tras escaparse del Proyecto Pegaso y finalmente otra contra Morgana Le Fey... Poca cosa, vamos. Bien es cierto que, de forma paralela a los sucesos de esta serie, comenzaba un evento llamado Secret Wars, así que esta ausencia de grandes amenazas tiene todo el sentido del mundo.

Tampoco es una etapa de grandes nombres dentro de la alineación de Los Vengadores: la Avispa, el Capitán América, Hulka, la Capitana Marvel, la Bruja Escarlata y Starfox. No obstante, Stern se las apaña para que la trastienda de esas aventuras menores que ya hemos comentado sean la verdadera esencia del título. Que nos interese que Steve Rogers se muestre preocupado por la marcha del grupo ya que se ve relegado a un papel secundario, que Spiderman quiera formar parte del plantel, que la Bruja Escarlata esté más preocupada de cuidar a La Visión que otra cosa, que David Letterman invite a Los Vengadores a uno de sus programas y que, finalmente, Ojo de Halcón se haya casado.

Hagamos una pausa y echemos un vistazo al otro tomo, Reunión. En él se nos narra cómo Ojo de Halcón, en ese momento encargado de seguridad de una empresa privada, acaba conociendo a una ex-agente de SHIELD llamada Pájaro Burlón de quien acabará enamorándose. Todo esto se narra en una miniserie concebida y dibujada por Mark Gruenwald, más preocupado por ofrecer un diseño de página dinámico y elaborado que por mantener las proporciones entre los escenarios (cuya arquitectura retrata meticulosamente) y los personajes (que parecen adaptar sus movimientos a la distribución de las viñetas). El resultado gráfico es tan chocante como en verdad inolvidable.

El matrimonio de Clint Barton y Pájaro Burlón, sumado al ya mencionado límite de miembros, acaba desembocando en la creación de un segundo grupo de Vengadores afincado en California y que tendrá como miembros a Ojo de Halcón, Pájaro Burlón, Wonder Man, Tigra e Iron Man (en realidad James Rhodes), y como primer adversario serio a Gravitón. Con semejante plantel, el tono será mucho más desenfadado que en la formación original.

Muchos hemos crecido con estas historias y hemos añorado en etapas posteriores como la de Bendis (aunque en los últimos tiempos por fin haya empezado a pulsar esa tecla) el -ejem- “costumbrismo superheroico” que tan bien sabía hacer Stern (acompañado aquí por un Milgrom no tan terrible como muchos dicen). No estamos ante un recuerdo embellecido por la nostalgia, sino ante, quizás, la parte más importante de la historia de Los Vengadores; no tanto por la espectacularidad de sus historias sino por cómo asentó una tónica que ya se adivinaba en los tiempos de Kirby y Thomas a los guiones.

 

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