Valtari

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Crítica al nuevo disco de Sigur Rós

 

Aprovechando mi próxima visita a Islandia, es un buen momento para analizar el último disco de Sigur Rós, banda formada en el año 1994 en la tierra de hielo y fuego, morada de vikingos, gigantes del hielo, trolls y gnomos, y, por supuesto Gudjohnsen y Björk.

Catalogados por muchos como Post-Rock, resulta difícil definirlos o asignarles un género, incluso intentar analizar sus publicaciones de forma precisa, ya que su peculiar estilo está por encima de las etiquetas habituales. Lo único que se puede afirmar es que o te apasionan, o los odias hasta el hartazgo: no hay punto medio.

A muchos ha pillado por sorpresa el inminente anuncio de la publicación de Valtari, ya que la banda afirmó que se tomaba un descanso indefinido. Incluso algunos de sus miembros se dedicaron a proyectos en solitario, siendo 'Með suð í eyrum við spilum endalaust' (2008) lo último publicado hasta la fecha bajo el nombre de Sigur Rós.

 


 

Lo primero que se aprecia al escuchar la nueva obra, es que, mientras que Með suð era alegre y festivo, este es pausado, solemne y maduro, influido por los oscuros senderos que ha recorrido el pueblo islandés hasta ver la luz al final del túnel.

Nos encontramos ante una obra que, como los buenos vinos, se debe saborear en las condiciones adecuadas, es decir, relajado en un lugar íntimo y tranquilo, a un volumen moderado y con niveles estables de estrés.

Valtari es un disco minimalista, de melodías desnudas despojadas de épica y pomposidad, que se percibe en su totalidad como una pieza y único sonido uniforme que nos evoca glaciares, lagos y bellos parajes de sus tierras, transmitiéndonos una sensación de calma, paz y limpieza interior como una onda expansiva en nuestro cerebro a través del viaje.

En conclusión, puedo decir que he tenido la suerte de formar parte del grupo de los que les apasiona Sigur Rós. Su música, consigue activar los interruptores internos necesarios para provocarme sensaciones gratificantes. Finalizada la escucha, se acabó la tranquilidad, es un buen momento para correr a cámara rápida con la tonadilla de Benny Hill.

 

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