Lunarias

Imagen de Patapalo

Reseña de la antología de Alfredo Álamo publicada por Viaje a Bizancio en su colección Microbio

 

Puede dar la impresión de que últimamente hago propaganda de la microliteratura pero es que o estoy teniendo mucha suerte con los títulos, o se están haciendo cosas de gran interés en este formato. Lunarias es otro libro, que esta vez viene de la mano de Viaje a Bizancio, al que merece la pena echarle un vistazo.

En él, Alfredo Álamo nos introduce dentro de un siniestro tríptico en el que, como en las fantasías de El Bosco, se desarrollan miles de historias en cada detalle. El registro es en general macabro, pero hay espacio para el humor (negro), la melancolía más estremecedora y, por supuesto, el terror. Esto último no es baladí, pues provocar un escalofrío en relatos de menos de una página no es sencillo.

La antología se divide en tres bloques claramente diferenciados que comparten, no obstante, un tono general, aunque luego cada uno tenga su tendencia. De todas formas, Lunarias es un buen título aglutinador, pues, en cierto modo, su influencia se extiende más allá de la última parte.

Empieza el libro con Lapidario. Esta parte, que hace honor al título en un macabro doble sentido (Álamo las suelta con todo el peso de quien conoce bien el percal), el autor nos hace de cicerone por los entresijos de los cementerios. En sus páginas prima el humor macabro y referencial. Hay muchos guiños a la literatura de terror, a los escenarios sobreexplotados y a veces mal entendidos que pueblan sus creaciones. Pero tampoco se queda ahí la cosa. Sorprende ver cómo se puede sacar tanto jugo a cosas tan manidas, y también cómo se puede combinar la belleza poética con el terror visceral.

La parte central de la antología corresponde a Feriantes, un acertado homenaje a esos circos siniestros que todos tenemos presentes en nuestro imaginario y que tan complicados son de utilizar en una narración. Bien, pues Álamo consigue no solo lidiar con ellos, sino presentar algunos microrrelatos que se quedan grabados en la memoria. Una trabajo impresionante que deja con ganas de más, de algo de más extensión para que podamos perdernos más tiempo entre carpas malditas y números circenses que no deberían existir. El micro que cierra esta parte debería ser, de hecho, el preludio de una novela, demonios.

Ya como cierre, Lunarias propiamente dicho. Este recopilatorio de microrrelatos sobre la locura es espeluznante y, a la vez, cómico y emotivo. Resulta perturbador ver al alma humana diseccionada en estos sanatorios demenciales y aterradores que nos remiten a las peores épocas de la psiquiatría: electroshocks, terapias experimentales, cámaras acolchadas, trepanaciones... Imagináoslo aderezado con voces inaudibles, presencias invisibles y anhelos frustrados y tendréis un atisbo del mosaico que ha armado el autor. Lo mejor, y lo más escalofriante al mismo tiempo, es que bajo el tono en apariencia ligero hay mucho sobre lo que pensar.

Terminada la lectura, que deja un magnífico sabor de boca, queda también una impresionante sensación: la de haber asistido a un centenar largo de historias sugerentes. No hay nada accesorio y sí material en el que otros autores se hubieran perdido a lo largo de cientos de páginas. Álamo sabe condensarlo para sacarle todo el perfume y todo el veneno.

Espacio patrocinado por

Nocte - Asociación Española de Escritores de Terror

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