La puesta de largo de Duendelirium

Imagen de Punkabbestia

Crónica personal de la presentación en Urnieta del 13 Tales

 

 

En el marco de la pasada Hispacón, que tuvo lugar en Urnieta del 11 al 13 de octubre, pude disfrutar del concierto presentación de 13 Tales, a la sazón la primera actuación del grupo Duendelirium. Lo confieso con cierto rubor, fui al concierto, que era gratuito, sin demasiadas expectativas y sí con cierto escepticismo. Había oído algún fragmento a través de un vídeo presentación y, la verdad, pintaba bien, pero Carmen Cabello, una de las organizadoras de las jornadas, mostraba tanto entusiasmo que no pude evitar desconfiar. Como poco, pensé, serán familia o amigos.

Además, en vez de celebrar el concierto en el escenario al aire libre, junto a la barra libre de sidra, nos condujeron al auditorio municipal, una sala pequeña pero mucho más formal. Huelga decir aquello tampoco mejoraba el panorama.

Pero, entonces, empezó el concierto.

Y resulta difícil creer que fuera el primero que daban.

Duendelirium cuidó la puesta en escena hasta el último detalle. El escenario era sencillo pero muy sugerente, con toques decimonónicos en la decoración y algunos toques de ciencia ficción retro. Como maestro de ceremonias, Madsen, vocalista principal del grupo y violinista, tocado con chistera, ataviado con una casaca encarnada, armado con un violín eléctrico que sustituyó puntualmente por otros instrumentos. A su diestra, los coros y voces adicionales de Sére e Idir, que venían sugerentemente vestidas en un cruce de damas espectrales y novias de Dracula y que llenaron el escenario con sus voces, sus danzas y, en ocasiones, con flautas. Como contrapunto, a la siniestra de Madsen, el feroz Fenris, marcando no solo el ritmo con la batería, sino conduciendo también la melodía, potente, implacable y sensible al mismo tiempo. Para mi sorpresa, también ejercía de vocalista, lo que aportaba una riqueza adicional a muchos temas.

El espectáculo era continuo y cada vez más fascinante. Las coreografías, sencillas pero muy adaptadas a los temas, complementaban un disco que —después de haberlo escuchado en continuo durante una semana— me atrevo a calificar de sobresaliente. Espectáculo de proyecciones, luces, sombras... Cada vez que Madsen introducía un nuevo tema entre susurros me preguntaba qué era lo que nos esperaba.

La respuesta era género fosco hecho música. 13 Tales incluye canciones que retoman la esencia del romanticismo dramático, la magia oscura de las leyendas artúricas, la fascinante mecánica del steampunk, homenajes a grandes del género —la Nana para un Nosferatu está, irremediablemente, entre mis temas preferidos—, guiños a los Mitos de Cthulhu, historias de muertos vivientes, de sueños imposibles... Todo con carácter propio, en una mezcla curiosa que nos recuerda la potencia de algunos grupos de metal épico, la delicadeza melancólica de los grandes del rock gótico, el dinamismo del Paradise Lost del One Second o el dinamismo de los Levellers. Todo con un estilo propio, único, lleno de pasión y desbordante de un auténtico conocimiento, de una auténtica conexión con la estética y la cultura elegida.

El concierto fue para mí una experiencia única. No he dejado de escuchar este 13 Tales desde mi vuelta a Francia. Su tono es más suave que lo presenciado en Urnieta —en el concierto, la batería y el violín adquirieron un protagonismo, supongo que por los ajustes de sonido, que en la grabación está algo mitigado—, pero sigue encandilándome. Mientras aguardo poder volver a verlos en directo o que saquen un nuevo trabajo, se hace dulce la espera.

Como tuve ocasión de decirle a algunos de los componentes del grupo, no sentía algo así desde que descubrí la nueva etapa de Paradise Lost. Echadle un ojo a sus temas. Conmigo, la seducción ha sido completa.

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