Saboteur

Imagen de Luc Hamill

In a mine, in a mine... where a million diamonds shineee... Hi ho, hi ho...

 

 

Marcando la tradición, para mí este juego es “el de los mineros”. Es un clásico, fue de los primeros que entraron en mi ludoteca, con lo que, por ende, es de los que más mesa ha visto. Nuevamente se trata de un filler de cartas, o lo que es lo mismo, su intención es entretener una media horilla, que son treinta minutejos. En las distintas cartas podemos ver dibujitos de enanos, pepitas de oro, vagonetas, herramientas... y sobre todo muchas galerías que cruzaremos por lo que será nuestro viaje por la mina.

 

El objetivo es el siguiente: somos un grupo de enanos que, antes de unirnos a Gandalf o Blancanieves (queda a elección del propietario del Saboteur), hemos de encontrar un tesoro. Para ello excavaremos en la dura piedra. Todo iría de rosas si no fuera porque entre los jugadores hay al menos un saboteador cuya misión será dar por saco y quedarse con el oro sin ni siquiera dar propina a los demás (como buen saboteador que se precie).

 

Lo más chulo viene ahora. Durante la partida vamos colocando las cartas de túnel (en total hay 44) sobre la mesa de forma que se va creando una especie de mapa. Desde la casilla de inicio (muestra una escalera que supongo lleva a la superficie) hasta la del tesoro deberá haber una distancia de unas 7 cartas. Pero la cosa no es tan simple: la carta que marque el tesoro estará boca abajo y acompañada por dos cartas más que sólo albergan piedra o carbón (nuevamente, a elección del propietario del Saboteur) y que presentan el mismo dorso para confundir al personal.

 

El rol de cada jugador (pueden unirse de 3 a 10 amiguetes) se asigna al comienzo y se mantendrá en secreto hasta el final. Cada uno recibe una carta indicándole si es un honrado minero enano o bien un enano saboteador, traidor, mezquino, cruel y vil (me caen bien, en serio). La gracia está en que también se deja alguna carta de rol boca abajo que no se entrega a nadie, con lo que puede darse el caso de que cada cual piense de otro que es el saboteador cuando el saboteador realmente es... ¡nadie! Ja, ja... ¡Ja! ¡Brillante!, y mucha mala leche. Pero nos encanta.

En su propósito de llegar al oro, los mineros deben hacer un túnel con las mencionadas cartas en que se ven galerías. En cada turno podemos poner una carta de túnel o jugar una carta de acción. De estas últimas hay 27, y con ellas podemos hacer cuatro cosas según el tipo de carta. Primeramente, podemos romperle una herramienta a un compañero que sospechemos sea el saboteador, o bien si somos el saboteador romperle una herramienta al que sea (y si nos dejan partirle la boca, también). Un jugador con algo roto no podrá seguir poniendo cartas de túnel. Como acción inversa, podemos arreglarnos una herramienta rota o bien remendársela a un compi para que arrime el hombro y ayude a terminar el túnel. La tercera posibilidad es usar la carta de acción de mapa que nos da acceso a curiosear una de las 3 cartas en las que puede estar el tesoro. Por la Ley de Suficiencia de Mapas de Hamill, con mirar 2 cartas ya se sabe seguro dónde está el oro, así que jugar 3 cartas de mapa es hacerse el gracioso o ganas de que los demás especulen con que somos el saboteador. Finalmente, podemos jugar una carta de derrumbamiento para quitar una carta de túnel y así fastidiar la excavación (en el camino para llegar al oro no puede faltar ni un trocito de túnel). Jugar este tipo de cartas casi al final de la partida es deprimente para los mineros y revitalizante para los saboteadores. Pero no siempre van a tener efectos negativos para los pobres enanitos: igualmente valen para quitar cartas de túnel sin salida puestas por presuntos saboteadores. Ya se sabe, “¿por qué colocó Manolito una carta que da media vuelta si estábamos a un paso del oro?”.

 

Hay una tercera posibilidad en el turno que es no hacer nada y descartarnos de una carta con amarga resignación. Luego, se haya hecho lo que se haya hecho, toca robar una carta del mazo (si es que no se ha agotado aún) y continuamos para bingo con el que esté a la izquierda.

Nada más, eso es todo más o menos mientras el oro no haya sido obtenido y haya cartas por jugarse, y no es poco. Al final, si llegan los enanos al oro se reparten unas cuantas cartas de pepitas (el enano que primero llegue a las riquezas gana un poquitín más), y si llega/n el/los saboteador/es, pues oro fijo para ellos (creo que eran 3 pepitas para cada traidor, vil y cruel). En total se juegan 3 rondas y luego cada uno recuenta lo ganado. En efecto, parece que es un juego de equipo, pero después en las puntuaciones, como en Los Inmortales, sólo puede quedar uno (si un saboteador gana una ronda tiene muchas posibilidades de triunfar esa noche).

 

Ahora toca que os dé mi opinión descerebrada, caótica, subjetiva y desprovista de cualquier criterio medianamente coherente; y esa opinión es que el juego mola. Tiene ese factor “voy a tocar la moral a cuantos pueda” que me chifla. Por un lado, si eres saboteador, por naturaleza del juego te toca fastidiar a los mineros, y por otro lado, si eres minero, tienes que bajarle los humos a los que piensas que son saboteadores... y también al resto de mineros para ser el primero en poner las sucias manos en el oro.

 

Para jugar a Saboteur, como dijera Eisenhower, cuantos más se unan, mejor. Quillo, da igual lo que diga la caja del juego: a tu primo de 6 años lo metes en el ajo que seguro le pilla la dinámica, aunque vaya a acabar siendo un saboteador inocente. Pero así es más diver, así media partida te la pasas intentando pillar quién es el saboteador y la otra media te la tiras jugando. También se te puede ir la olla como a mí y, siendo minero, empieces a creer que eres saboteador, vayas por ahí fastidiando a los colegas y, cuando gane el verdadero saboteador, compruebes que has hecho el vaina. Pero, ¿y lo rallado que se va quedando el saboteador durante la partida? Eso no tuvo precio. Soy minero, y templé mi corazón con pico y barrena...

 

Saboteur es independiente del idioma, se explica en pocos minutos, no aburre porque hay bastante interacción, es baratito (no vayas al cine en dos semanas, haz un sacrificio), lo venden con instrucciones en castellano y, como suele ser en los juegos de cartas, ocupa poco espacio en el armario. ¿Alguien da más por menos? No sé, pero si hubiese alguien, no sería un saboteador, desde luego.

 

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