Samurai: cielo y tierra

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¿Hasta dónde llegará un hombre por amor? ¿Cruzará cielo y tierra para rescatar a la mujer que ama? Una historia épica, que parte del Japón de los samuráis hasta el Versalles de Luis XVI y que deslumbra por sus dibujos espectaculares y por su tratamiento del color, creado por el colorista nominado a los premios Eisner, Jason Keith. Espadas, aventuras y romanticismo en una serie.

Sinopsis

¿Cuán lejos puede viajar un hombre por amor? ¿Qué batallas peleará? ¿Atravesará el cielo y la Tierra para estar junto a la mujer que ama? Comenzando en el Japón feudal de 1704, Samurai: Cielo y Tierra sigue a Shiro, un samurai solitario que ha jurado reunirse con el amor de su vida, que ha sido raptado. La búsqueda de Yoshiko lo llevará mucho más lejos de lo que jamás hubiera imaginado: de su Japón natal al imperio chino en expansión, y de allí, a través de Europa, hasta la mismísima París. En los legendarios salones del Versalles de Luis XIV, si desea recuperar a su amor, deberá cruzar espadas con tres de los mejores espadachines jamás conocidos.

 

Todos ustedes me han servido bien. Han defendido mi bandera y derramado su sangre en mi nombre.

Ha sido un honor ser su líder.

Y será un honor morir junto a ustedes.

-Señor Tokudaiji

 

El Guionista

Ron Marz es un guionista norteamericano, nacido en 1965, que comenzó una carrera profesional muy prometedora como periodista para abandonarla por el mundo del cómic. Es conocido principalmente por su trabajo al frente de las colecciones “Silver Surfer”, para Marvel Comics, y “Green Lantern”, para DC Comics, así como diversos crossovers entre personajes de ambas editoriales. Para CrossGen Comics guionizó “Scion”, “Mystic”, “Sojourn” y “The Path”. Para Dark Horse creó la obra presente, “Samurai: Cielo y Tierra” y guionizó diversas historias del universo de Star Wars. Para Devil's Due Publishing, en su línea Aftermath, creó “The Blade Of Kumori”. Entre sus actuaciones más notables destaca haber revolucionado a los seguidores de Green Lantern al convertir a Hal Jordan en un supervillano llamado Parallax. De esta forma, Marz dio pie a la aparición de Kyle Rayner, el segundo Green Lantern. Por ello, además del clásico aluvión de cartas que todo guionista soporta, llegó a recibir amenazas de muerte de los seguidores más fanáticos del superhéroe. Actualmente Marz ha sido nombrado editor en la editorial Virgen Comics y controlará los tres títulos de la Línea Shakti: “Devi”, “Ramayan 3392AD” y “The Sadhu”.

 

Entre sus trabajos como guionista cabe destacar: Silver Surfer (1987), Green Lantern (1990), X-O Manowar (1992), Stormwatch (1993), Thor (1993), Cosmic Powers (1994), Superboy (1994), Witchblade (1995), Mystic (2000), Scion (2000), Sojourn (2001), Edge (2002), The Path (2002), Chimera (2003), The Blade Of Kumori (2004), Samurai: Cielo y Tierra (2004), Cyberforce (2006), Ion (2006) y Samurai: Cielo y Tierra Volumen 2 (2006)

 

El Dibujante

Luke Ross es el pseudónimo con el que siempre firma sus trabajos el genial dibujante brasileño Luciano Queiroz, nacido en la ciudad de Sao Paulo en 1972. Tras un comienzo de carrera artística diseñando bocetos para el estudio Sketch, consiguió saltar a como dibujante de primera línea a finales de los años ochenta con “Bloody Is The Harvest”, una miniserie para la editorial Eclipse Comics. Desde sus primeros trabajos se mostró como un dibujante capaz de adaptar su estilo a todo aquello que se esperara de él y ha sabido compaginar sus colaboraciones para el mercado americano con otras dirigidas a su Brasil natal.

 

Aparte de algunos trabajos como dibujante de portada y entintador, Luke Ross ha desarrollado principalmente su labor como dibujante a lápiz en los siguientes títulos: Justice League America (1989), Green Lantern (1990), X-Men (1991), Team Titans (1992), X-O Manowar (1992), Cable (1993), Doom 2099 (1993), The Punisher 2099 (1993), Ninjak (1994), The Astonishing Spiderman (1995), The New Gods (1995), X-Man (1995), Youngblood (1995), The Sensational Spider-Man (1996), The Spectacular Spider-Man (1996), Star Wars/Star Wars Republic (1998), JSA (1999), Meridian (2000), Scion (2000), American Century (2001), Sojourn (2001), Way of the Rat (2002), Even More Fund Comics (2004), Samurai: Heaven and Earth (2004), Negative Burn Winter Special (2005), Jonah Hex (2006), Samurai: Heaven and Earth Volume 2 (2006)

 

El Colorista

Jason Keith, nacido en 1982, es uno de los coloristas más reputados del momento. Tanto es así que en el año 2004 fue nominado al Premio Will Eisner de la Industria del Cómic como mejor colorista por su trabajo en “El Cazador”, publicado por CrossGen Comics. Por regla general, el trabajo de aplicación del color suele ser ignorado a favor de un buen dibujo o un digno entintado que engrandezca el lápiz previo. Sin embargo existen coloristas que consiguen destacar por su excelente calidad o su estilo único. Un par de esos casos poco habituales serían Lynn Varley y otro Jason Keith. A pesar de su juventud ya despunta como uno de los principales coloristas del medio.

 

Sus principales trabajos, cuya calidad ha ido aumentando significativamente a lo largo del tiempo, han sido los siguientes: X-Men (1991), Star Wars/Star Wars Republic (1998), The Incredible Hulk (1999), 10th Muse (2000), Scion (2000), Sojourn (2001), Ultimate X-Men (2001), Edge (2002), Superpatriot: America's Fighting Force (2002), Brath (2003), El Cazador (2003), Lady Death: A Medieval Tale (2003), Mark of Charon (2003), The Gift (2003), Samurai: Heaven and Earth (2004), Ultimate Fantastic Four (2004), Desperado Primer (2005), New Avengers (2005), Doc Frankenstein (2005), Shanna the She-Devil (2005), The Sentry (2005), Claws (2006), Jonah Hex (2006), Stan Lee Meets Dr. Doom (2006), Ultimate Extinction (2006), Mighty Avengers (2007), Newuniversal (2007)

 

¡Idiotas!

¡Cobardes incompetentes!

¿Cuántos de ustedes son necesarios para matar a un hombre?

-General Hsiao

 

La Historia

Corre el año 1704 y el joven samurai Shiro, que forma parte del ejército que defiende el castillo del señor Tokudaiji, se percata de la aproximación del contingente del general chino Hsao. Durante largos y sangrientos años, Tokudaiji y Hsao han jugado un peligroso juego del gato y el ratón que en pocas horas llegará a su fin. El Daimyo y sus hombres son plenamente conscientes de su inferioridad numérica, pero el sentido del honor y del deber que guía sus vidas les hará luchar hasta entregar la última gota de su sangre y llevándose consigo a tantos enemigos como puedan, tal y como dicta su código de honor.

 

La noche antes del ataque, que dará comienzo al alba, Shiro hace el amor por vez primera con la hermosa señora Yoshiko a la que promete, con independencia de lo que el destino les tenga reservado, que no habrá nada en el cielo o en la tierra capaz de interponerse entre ellos, ya sea en esta vida o en la muerte. Una promesa que es que más que suficiente como compromiso pues, cuando un samurai empeña su palabra en hacer algo, a todos los efectos es como si ya estuviese hecho. Cerca de la madrugada, Shiro se prepara para repeler un ataque que, con toda seguridad, va a acabar con las vidas de todos.

 

La lucha es tan sangrienta y encarnizada como se esperaba. Los samurai, los mejores y más fieles guerreros sobre la faz de la Tierra, son capaces de acabar con muchos enemigos antes de caer vencidos. Sin embargo, uno tras otro, van siendo eliminados por las hordas del general Hsao. En un momento dado de la batalla, y cuando parecía que el propio Shiro caería muerto tras presentar batalla de forma ejemplar, un muro de piedra cae sobre varios hombres, él entre ellos, aplastándolos bajo el insoportable peso de las rocas que lo forman. Por fortuna, la suerte sonríe al samurai y logra sobrevivir.

 

Cuando vuelve en sí la batalla ha finalizado. Al principio piensa que él es el único guerreo que queda en pie, pero un susurro le revela la existencia de otro superviviente, un samurai llamado Masahiro. Tras contarle que su amada Yoshiko ha sido hecha prisionera por el general Hsao, Shiro ayuda a su compañero de armas a realizar el seppuku: Masahiro atraviesa su estómago con su propia katana y Shiro le cercena la cabeza. De esta forma el hombre seguirá sirviendo a su señor más allá de la muerte y su honor será restaurado de nuevo. Shiro no puede acompañarle en este último viaje: hizo la promesa de estar junto a su amada.

 

Su objetivo está claro: buscará al general Hsao y recuperará a su amada para contraer matrimonio con ella como pensaba hacer desde un principio. Desgraciadamente para ambos, los planes del Hsao incluían la venta de la hermosa mujer japonesa a un mercader de esclavas. Así dará comienzo la búsqueda de Shiro que le llevará a la lejana corte de París. En su periplo tendrá que vérselas con guerreros chinos, señores feudales, espadachines, intrigas palaciegas y todo lo que sea necesario para cumplir su palabra y rescatar a su amor. Si es necesario, removerá cielo y tierra para conseguirlo, pues así lo prometió.

 

Samurai: Cielo y Tierra está formada por cinco cómics americanos, pertenecientes a la editorial Dark Horse, que han sido publicada en España por la editorial Glénat en un solo tomo que conforma el primer arco argumental de la serie. El segundo, de reciente finalización en Estados Unidos, está compuesto por otros cinco números en los que se relata el final de la aventura que, con un poco de suerte, podremos llegar a disfrutar dentro de poco tiempo. De rápida lectura y belleza visual, resulta un placer para cualquier tipo de lector. La historia, tan clásica como absorbente, narra las aventuras de un joven que atraviesa medio mundo para rescatar a la joven a la que ama y demuestra que las temáticas simples y buenas, siempre funcionan.

 

Los espadachines que aparecen a su llegada a Versalles y con los que el protagonista se encontrará a lo largo de los tres números finales son, evidentemente, un trasunto de los famosos D’Artagnan y los tres mosqueteros. De hecho, en ningún momento se menciona sus nombres, en apariencia, para que el lector pueda bautizarlos como Aramis, Athos, Porthos y D’Artagnan según guste. De hecho, y siguiendo la narrativa a veces irregular y confusa de Alejandro Dumas, las aventuras de los cuatro mosqueteros más famosos de Francia se desarrollan hasta aproximadamente el año 1658, por lo que en el año 1704 al que hace referencia el cómic, los cuatro famosos personajes estarían ya muertos.

 

Uno de los defectos más simpáticos de la historia aparece también reflejado en la película “El Guerrero nº 13” (adaptación cinematográfica de la novela de Michael Crichton, “Devoradores De Cadáveres”). La película nos cuenta cómo Ahmed Ibn Fahdlan aprende el idioma de los vikingos escuchándolos: toda una lección de narrativa cinematográfica, pues resume en poco más de dos minutos un aprendizaje de semanas. Del mismo modo en “Samurai: Cielo y Tierra” Shiro aprende el francés de forma instintiva y el autor lo justifica poniendo en su boca tres frases: “Tengo oído para las lenguas. O eso parece. Lo suficiente para apañarme durante mis viajes.”

 

En mi tierra, a quien se ha deshonrado se le da la oportunidad de recuperar su honor quintándose la vida.

Ahora te doy esa oportunidad.

¿No?

Entonces muere sin honor.

-Shiro

 

El Trasfondo Histórico

Japón y el Shogunato

Desde comienzos del siglo XI la casta guerrera de Japón fue imponiendo al Japón un sistema de gobierno militar, que duraría casi 700 años, conocido como Shogunato y que duró de 1192 a 1867. A mediados del siglo XII el Emperador se había convertido en un símbolo de la soberanía japonesa, recluido en Kyoto. En esa época las dos familias más importantes eran los Minamoto y los Taira, que luchaban por la tierra cultivable del Japón. Finalmente prevalecieron los Minamoto y Manamoto Yoritomo fue nombrado shogun o “comandante militar” en 1192 por el emperador, convirtiéndose en la autoridad suprema de Japón. El shogun nombró una serie de gobernadores militares o “shugo” que, a cambio de lealtad, recibían tierras y fueron versión oriental de los señores feudales, llamados daimyo.

 

Con este sistema basado en la lealtad personal y de la familia, surgió la figura más famosa de Japón: el samurai o guerrero caballero, que eran los “guardias profesionales” de los daimyo. Cada daimyo tenía uno o varios samurai que protegían su tierra, su poder y luchaba por él en la guerra. La importancia e influencia de los samurai aumentó con el paso de los años. A cambio de su lealtad al daimyo, los samurai recibían tierras, tributos y libertad para viajar. El cargo se volvió hereditario y así se fundaron las dinastías de samurai. Sólo a ellos se les permitía portar las armas supremas de la guerra japonesa, las espadas que se blandían a dos manos y eran objeto de veneración casi sagrada.

 

Durante el periodo Edo (1603 a 1867), una era de relativa paz, los samurai se dedicaron a estudios intelectuales como la literatura, historia, filosofía o meditación, principalmente. En 1867 renunció el último shogun y se reinstaló el emperador como el poder legítimo, época conocida como restauración Meiji. En 1871 los privilegios de los samurai fueron oficialmente suprimidos, los daimyo devolvieron la tierra al emperador y recibieron pensiones del estado japonés, quedando muchos samurai empobrecidos y desamparados. En 1875 se les prohibió portar las espadas que simbolizaban su dignidad y abolieron muchos de sus derechos. En 1876-1877 hubo una rebelión de los samurai liderada por Saigo Takamon que se enfrentaron con sus armas tradicionales al ejército del emperador, armado con tecnología bélica europea. Fueron derrotados, muriendo cerca de veinte mil de ellos, y supuso el final de la era de los guerreros. Pero, aunque actualmente los samurai no tienen ningún estatus oficial en Japón, sus descendientes gozan de estima entre la población japonesa, especialmente la rural.

 

El adiestramiento de un samurai incluía disciplinas como la instrucción en una disciplina similar al moderno jiu-jitsu, el combate a caballo y a pie, con armas y sin ellas. Integraron a su filosofía los principios del Budismo Zen, del Shintoismo y del Confucianismo, cultivaron también la escritura, la pintura y la filosofía, el dibujo de espadas, la ceremonia del té y el arreglo de plantas. Se adiestraban a diario y viajaban por Japón en busca de maestros cada vez más exigentes. A mediados del siglo XIX el bushido era en la base del comportamiento ético de todo el Japón, sólo que en lugar de lealtad al daimyo, se le debía al emperador.

 

El samurai con armadura personificaba los ideales de fuerza y valor imperial en la era feudal del Japón. Todos los samurai se atenían a un código conocido como bushido o “la conducta del guerrero” que exigía una entrega casi religiosa a una vida militar llena de penalidades y cuya máxima aspiración era una muerte heroica en la batalla. El bushido contenía los principios que hicieron de los samurai autoridades morales y, en algunos casos, hasta filosóficas. Además de la lealtad, otros principios que regían la conducta del samurai eran la disciplina, el respeto, el comportamiento ético, el autoconocimiento y el respeto a la vida. El samurai ejercitaba la paz emocional, la comprensión y el autocontrol ante la muerte, la conducta digna y respetuosa ante lo inevitable, así como la bondad, piedad y honestidad. Una de sus funciones esenciales era ejemplificar la virtud a las clases inferiores.

 

Después de un fracaso, la muerte del daimyo o desacuerdo con él u otro acontecimiento deshonroso, muchos samurai preferían darse muerte atravesando su abdomen con su espada para tener un fin honorable. Esta práctica se llama hara-kiri o “corte de estómago”, que se conoce como el ritual del seppuku. La idea de que más vale una muerte honorable que una vida deshonrada es parte de la mentalidad japonesa hasta la actualidad. Los ronin o “samurai sin señor” eran deshonrados y marginados por la sociedad. A pesar de su aspecto fiero, los samurai cumplían una serie de estrictas reglas de cortesía hacia su oponente como dar su nombre, linaje y hazañas de heroísmo. Terminada la lucha, el samurai victorioso solía elogiar el valor de su oponente derrotado, antes de cortarle la cabeza. Incluso antes de la batalla el samurai quemaba incienso en su casco para que, en caso de ser decapitado, su cabeza oliera bien.

 

La vida del samurai es como la flor del ciruelo, bella y breve. Para él, como para la flor, la muerte es algo natural y glorioso.”

 

Francia y Luis XIV

Luis XIV (Saint-Germain en Laye, 1638 - Versalles, 1715), fue Rey de Francia y Navarra desde de 1643 hasta su muerte con casi 77 años. Conocido como El Rey Sol, ya que en Francia nunca se ponía el sol, o Luis el Grande, gobernó Francia durante setenta y dos años, el reinado más largo de cualquier monarquía europea. Fue el primogénito de Luis XIII y de Ana de Austria, hija del Rey Felipe III de España. Luis XIV incrementó el poder y la influencia francesa en Europa, combatiendo en tres grandes guerras: la Guerra de Holanda, la Guerra de los Nueve Años y la Guerra de Sucesión Española.

 

La economía francesa, tras una larga guerra, estaba cerca de la bancarrota cuando Luis XIV asumió, tras la muerte de Mazarino, por completo sus funciones regias; de su padre había heredado el prurito de su grandeza y la idea del carácter divino de su poder. Luis XIV nombró a Jean-Baptiste Colbert Contrôleur-Général des Finances en 1665. Colbert redujo notablemente la deuda nacional con una política de impuestos más eficiente. Los impuestos principales manejados por Colbert eran: el “aides” y los “douanes”, de aduanas; el “gabelle”, sobre la sal; y el “taille”, sobre la tierra. Aunque Colbert no abolió la exención de impuestos histórica que disfrutaban la nobleza y el clero, consiguió mejorar notablemente el método de cobro, saneando así la economía del reino.

 

Luis XIV fue quien ordenó la construcción del complejo militar de Los Inválidos para dar cobijo a los oficiales y soldados que le fueron leales en el ejército pero que, por su edad o sus heridas, ya no eran aptos para combatir. Aunque los métodos farmacéuticos de la época eran muy básicos, en Los Inválidos se desarrollaron nuevos tratamientos, bastante avanzados en comparación con los existentes en la época. De hecho, Luis XIV consideró la construcción de Los Inválidos como uno de los grandes logros de su reinado. También se ampliaron el Palacio del Louvre y otras residencias reales.

 

Bajo su mandato, Francia no consiguió sólo el poder político y militar, sino también el cultural con personajes como Molière, Racine, Boileau, La Fontaine, Lully, Rigaud, Le Brun y Le Nôtre. Estos logros culturales contribuyeron al prestigio de Francia, su pueblo, su lengua y su rey. Luis XIV, uno de los más destacados reyes de la historia francesa, consiguió crear un régimen absolutista y centralizado, prototipo de la monarquía absoluta en Europa. La frase "L'État, c'est moi" o "El estado soy yo" se le atribuye frecuentemente aunque, si se hace caso de las fechas Luis tendría cinco años cuando lo dijo y es más probable que le fuera atribuida por sus enemigos políticos para resaltar el absolutismo político que representaba. Luis XIV dijo antes de morir a causa de las quemaduras por el Sol, algo muy común en su época, "Je m'en vais, mais l'État demeurera toujours" o "Me marcho, pero el Estado siempre permanecerá".

 

No he cruzado el mundo sólo para morir junto a ti. Ahora que te he encontrado no volveré a perderte.

-Shiro

 

Calificación: 8

Editorial

Glénat

Detalle:

Formato: Tomo recopilatorio, rústica, color

Nº de páginas: 144

Precio: 15

Guión: Ron Marz

Dibujo: Luke Ross

Tinta: Luke Ross

Color: Jason Keith

Sinopsis: ¿Hasta dónde llegará un hombre por amor? ¿Cruzará cielo y tierra para rescatar a la mujer que ama? Una historia épica, que parte del Japón de los samuráis hasta el Versalles de Luis XVI. Espadas, aventuras y romantice en una misma serie.

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