Origen

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Un repaso a la película de Christopher Nolan

 

Christopher Nolan parece destinado a cambiar el concepto de blockbuster veraniego. Desde sus dos entregas de Batman, Batman Begins y El Caballero Oscuro, viene demostrando que no está reñido el crear un producto para todos los públicos partiendo de un argumento elaborado, de guiones densos llenos de referencias y giros.

Con Origen, el director inglés consigue el equilibrio perfecto entre cine de autor y taquillazo, con una película que puede satisfacer a partes iguales al que busca un argumento que no le deje el cerebro en stand by, y al que prefiere dejarse llevar solamente por el espectáculo. Incluso a los que, como en mi caso, buscamos ambas cosas, y sabíamos que no eran incompatibles. Nolan lo ha demostrado por fin en toda su dimensión.

Origen narra la historia de un extractor de información (Leonardo DiCaprio) que se sirve de los sueños para robar ideas por encargo de gobiernos o poderosas multinacionales. Junto con un reducido grupo de colaboradores, se introduce en los sueños para sustraer información privilegiada directamente del subconsciente. Cuando uno de sus encargos sale mal, acabará trabajando para su propia víctima, en una misión que puede resultar ser la definitiva: entrar en los sueños para inculcar una idea (el “origen” al que hace referencia el título), en lugar de robarla.

Hay varias señas de identidad del cine de Christopher Nolan en Origen, incluso podríamos decir que estamos ante un compendio de sus anteriores películas; un cruce perfecto entre Memento, Insomnio y las dos Batman. El espectáculo visual es arrollador, aderezado por una de esas bandas sonoras machaconas que ya son marca de la casa. Pero hay algo que lo diferencia de la mayoría de películas de ciencia ficción o acción repletas de efectos especiales, y es que consigue transmitir la sensación de que estamos ante un argumento realista. A esto ayuda mucho el conflicto interno del protagonista, interpretado por Leonardo DiCaprio, que lucha contra sus propios demonios desde los universos oníricos ajenos.

Se podrían nombrar muchos referentes que quizás hayan dado lugar al guión de esta película, pero no es necesario (y sí muy aburrido) ponerse a enumerarlos. Quizás se pueda resumir en que estamos ante un mega-laberinto borgiano con ecos del cine de acción de Michael Mann (la elegancia de los “ladrones” o las frenéticas persecuciones).

Con respecto al reparto, a estas alturas nadie va a descubrir a DiCaprio, que es el protagonista ideal, y que aporta la carga emocional que requiere su personaje. Cabe destacar pues a dos de sus secundarios: Joseph Gordon-Levitt, que encarna al hombre clave, la mano derecha del protagonista, y Ellen Page, encargada de dar vida a la arquitecta que diseñará el mundo onírico en el que deberán introducir esa “idea origen”.

En el caso de Gordon-Levitt nos encontramos con un actor que, más allá de su parecido físico con Heath Ledger, tiene una presencia en pantalla impresionante, difícil de intuir en su estampa de niño-extraterrestre en la serie Cosas de marcianos. El actor expresa multitud de sensaciones sólo con su mirada, sin necesidad de variar ni un ápice del gesto durante todo el metraje (le podría haber dado unas clases a Keanu Reeves antes de hacer Matrix, y convertirse en escultura de cera).

Ellen Page ya venía demostrando ser un talento puro desde Hard Candy o Juno, y que su aspecto de eterna niña, que impacta en la primera secuencia en que aparece, cuando se la define como una arquitecta de enorme potencial, choca frontalmente con su capacidad de hacer creíble cualquier personaje.

Ambos son el gran acierto del casting.

Como secuencias destacables, me quedo con las primeras incursiones del personaje de la arquitecta en los sueños controlados, con toda la parte que se desarrolla en el hotel y con las “proyecciones” del protagonista, que llegan incluso a ser inquietantes en un sentido similar al de los fantasmas de El Resplandor de Kubrick.

Es difícil continuar desentrañando claves de la película sin estropearle al espectador la experiencia, que difícilmente olvidará. Así pues, simplemente me restaría decir que estamos ante una de esas películas destinadas a marcar una época dentro del cine de ciencia ficción, como en su momento lo fueron 2001, una odisea del espacio, Blade Runner o más recientemente la trilogía Matrix. Pero, como en el caso de la obra de Kubrick, no se limitará a crear una estética, sino que será objeto de análisis exhaustivo por mucho tiempo. La alabarán y repudiarán a partes iguales, unos ensalzando su profundidad argumental, y los otros arrojando luz sobre sus lagunas, intentando demostrar que no estamos ante una película perfecta.

Me quedo en el punto intermedio, disfrutando como un niño con su virtuosismo estético, sin llevarme la sensación de que me han tomado el pelo, tratándome como a un idiota.

 

LO MEJOR: Su poder visual. Ellen Page y Joseph Gordon-Levitt, secundarios roba-escenas. Las primeras incursiones de la arquitecta en el universo onírico que le muestra el protagonista, todas las secuencias que se desarrollan en el hotel y las “proyecciones” del personaje de DiCaprio.

 

LO PEOR: Una banda sonora algo machacona, si le prestas más atención de la debida, y que ahora vendrá el aluvión de críticas y los supuestos “expertos” que nos mostrarán sus lagunas e incongruencias. Y a mí me importan un bledo.

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Igor
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Poblador desde: 17/11/2009
Puntos: 43

El arranque me dejó clavado en la butaca. Luego, poco a poco, aquello empieza a dar vueltas y más vueltas como un tiovivo. No le supe encontrar el qué. Mucho tiroteo, mucha explosión y poco más. El fantasma de la señora, quizás lo mejor.

Tras Shutter Island, me esperaba más. Esa peli sí me gustó, Inception tiene mucho frenesí y poco más. Aunque voy viendo que a muchos les ha gustado. Y para mundos falsos, prefiero el de Dark City.

Saludos.

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