Fantasmas buenos - Fantasmas malos
Análisis del juego de Alex Randolph publicado por Drei Magier Spiele
En este artículo os voy a presentar un elegante juego que si bien está pensado para niños de a partir de ocho años, resulta igualmente entretenido para adultos. Se trata de Fantasmas buenos - Fantasmas malos (Die guten und die bösen Geister en el original), y su único punto flaco es el nombre. Sus reglas combinan los faroles del póquer y la estrategia de las damas, y cada partida es todo lo diferente que se preste el rival. Vamos a echarle un ojo.
Presentación
Fantasmas buenos - Fantasmas malos se compone de un tablero que representa el fantasmagórico claustro de una abadía y de dieciséis peones idénticos con forma de fantasmas realizados en plástico. En la espalda de estos se incrustan unos pivotes que pueden ser rojos o azules: son los que permiten saber si el fantasma es "bueno" o "malo", y por su disposición sólo pueden ser vistos por el jugador que los controla.
El tablero se encuentra dividido en una cuadrícula de diez casillas de lado. Dentro de la misma, hay dos zonas de despliegue (que ocupan, respectivamente, las cuatro casillas centrales de las dos primeras filas) y dos salidas, situadas en los laterales de la primera fila.
La presentación de este juego es muy buena. Todo el material es de buena calidad y muy agradable a la vista. Los fantasmas son muy sugerentes y más entrañables que aterradores.
Sistema de juego
Las partidas enfrentan a dos jugadores, que se sientan en los extremos de la mesa. cada uno controla ocho fantasmas, cuatro "buenos" (azules) y cuatro "malos" (rojos), que inicialmente se colocan como el jugador considere oportuno dentro de la zona de despliegue. Este es el primer momento táctico, pues el despliegue condicionará toda la estrategia a seguir para conseguir la victoria.
¿Cómo se consigue esta? Hay tres modos: comiéndose los cuatro fantasmas "buenos" del contrario, haciendo que el contrario se coma los cuatro fantasmas "malos" propios o logrando que uno de los fantasmas "buenos" propios escape por una de las dos salidas situadas en el terreno del contrario.
La partidas se desarrolla mediante turnos alternados en los que el jugador puede desplazar a uno de sus fantasmas a una casilla adyacente (nunca en diagonal) que esté vacía u ocupada por un fantasma del contrario. En este último caso, dicho fantasma es "comido".
Como se ve, la mecánica es muy simple, y la gracia del juego reposa en confundir al contrario. Luego, la táctica a seguir dependerá del jugador. Es posible hacer fintas y escapadas para llegar a la salida contrario sorteando sus fantasmas, presionar para obligar a que te coman todos los fantasmas rojos, ir a la caza de fantasmas azules... El juego resulta emocionante gracias, precisamente, a esa incertidumbre.
Conclusiones
Fantasmas buenos - Fantasmas malos es un juego muy sencillo. Las reglas se explican en un minuto, pero luego dan mucho juego. La emoción de las partidas depende, obviamente, del nivel de los jugadores, y de los piques que desarrollen.
Por su simplicidad, es un juego que pueden disfrutar los más pequeños también; aunque les falte malicia, se lo pasarán bien igual comiéndose a los fantasmas rivales y descubriendo si son azules (¡bien!) o rojos (oooohhhh).
Las partidas pueden ser muy breves, de apenas unos minutos, y es difícil que se estanquen si hay un mínimo de buena voluntad. No es un juego lleno de matices, pero si un buen filler que deja ganas de repetir.
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