Capitán Sargasses: El oro de la rata

Imagen de Anne Bonny

Reseña del cómic de Stygryt y Milan Rubio publicado por Planeta DeAgostini

 

Me encantan las historias de piratas. Seguro que nadie se lo había imaginado al ver mi avatar... El caso es que es difícil encontrar historias realmente buenas, y más si, por añadidura, les pedimos originalidad. Por eso obras como esta son una grata sorpresa.

En primer lugar, quiero señalar el buen equilibrio que hay entre la parte gráfica y la narración, el guión. Tanto diálogos como ilustraciones comparten esa mezcla de romanticismo y deje canalla que hace tan dinámico y sugerente este cómic. Tanto la narración como los escenarios están llenos de magia entrelazada con realismo sucio. No me veo capaz de separar estos elementos, ni tampoco de atribuir claves o protagonismos a un apartado o a otro. Baste decir que la combinación funciona a las mil maravillas: da carácter propio y, al mismo tiempo, todo parece al servicio del cómic.

¿Qué encontramos en El oro de la rata, este primer volumen de Capitán Sargasses? Abordajes, intrigas, supersticiones de marinos, violencia, ingenio, amoralidad, sueños, espectáculo, erotismo, codicia... historias de piratas, vaya, y bien contadas. No se trata de un relato autoconclusivo, pero sí de una presentación en toda regla que nos muestra hasta qué punto los personajes son carismáticos.

Este es uno de los pilares del propio cómic: desde el mismo Sargasses al remedo de Anne Bonny pasando por el grumete o la gran cantidad de bien perfilados secundarios, estamos ante un obra donde todo el reparto está hecho de pesos pesados, como corresponde a una historia de piratas en condiciones, pero sin que, al mismo tiempo, se generen desequilibrios narrativos. El protagonismo está bien repartido y siempre queda supeditado a la trama.

El tono general del cómic es inusual. Por un lado, se percibe como base el romanticismo clásico del pirata reinventado en el siglo XIX, pero, por otro, se ve cómo se le ha quitado toda la pátina artificial para hacerlo más dinámico y, por supuesto, más canalla. Tacos, desnudos, bromas, sordidez, muerte... son inevitables y están tratados con acierto. Ni eclipsan la historia en sí ni son ocultados con falsa mogigatería.

Y esto es solo el planteamiento. Por lo que se adivina a lo largo del primer cómic, que se hace muy corto, las historias prometen y el desarrollo va a ir más allá de los tópicos del género. Eso sí, sin perder el sabor a ron que exige la historia.

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