La sabiduría de la Comarca

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Reseña de la Guía para una vida larga y feliz de Noble Smith

Reconozco que cuando me hice con La sabiduría de la comarca: Guía para una vida larga y feliz lo hice con cierta ironía, con cierta desconfianza. Con la llegada de la película de El hobbit cabía esperar una avalancha de productos derivados para fomentar el consumo y este tenía todas las papeletas para ser, sin más, uno de ellos. Aun así... me dije por suerte.

“Por suerte” porque el libro es francamente bueno. Sí, tiene pinta, como dice Peter S. Beagle en el prólogo, de libro de autoayuda pseudoespiritual ligero, y puede que incluso tenga algo de ello. Pero es otra cosa, una muy distinta.

La sabiduría de la comarca: Guía para una vida larga y feliz es una reflexión, sencilla y simpática, como los propios hobbits, sobre nuestro modo de vida y cómo mejorarlo. Aborda temas como la dieta, el cansancio, el ocio, el estrés, la relación con el entorno y con otras personas y un largo etcétera poniéndolos siempre en relación con los personajes y situaciones creados por J.R.R. Tolkien. Al principio, uno no sabe si va a dar mucho de sí, puesto que, aparte de la proverbial glotonería hobbit y el tema de fumar hierba en pipa, ¿hay mucho más que rascar? Pues bastante, la verdad. Mucho más de lo que parece a simple vista.

En primer lugar porque Noble Smith conoce bien la obra de Tolkien —las referencias se centran, principalmente, en El Señor de los Anillos y El hobbit, pero aborda también otras obras—. En segundo, porque tiene un modo de expresarse sencillo, nada pretencioso, que evita pontificar, que resulta tan agradable como seductor. Es como estar hablando con un buen colega que sabe tomarse las cosa con calma o que, al menos, se da cuenta de que en muchas ocasiones nos vendría mucho mejor si lo hiciéramos así.

El libro está impregnado de la misma nostalgia algo idealizadora que transpira la obra de Tolkien —bosques, entornos tranquilos, los placeres sencillos de la vida rural—, pero mantiene los pies en la realidad cotidiana de la gran mayoría, que se muestra muy ajena a estos idílicos parajes. Además, viene salpimentado por anécdotas de todo tipo que dan mucha fuerza al texto, y cuando digo de todo tipo, me refiero desde recomendaciones de tabernas a historias sobre grupos de música pasando por experiencias vitales propias de lo más peregrino. Tiene, en cierto modo, el encanto y el espíritu de David, el gnomo, pero un enfoque más adecuado para los adultos.

Estoy seguro de que sonará un poco absurdo para los que no se hayan leído el libro, pero no solo me resultó reconfortante e inspirador, sino que llegó a emocionarme, literalmente, en algunos pasajes. Algunos de sus consejos los voy aplicando ya —disfrutar de algo tan sencillo como caminar o de una buena rebanada de pan con mermelada casera, permitirme cantar sobre las cosas que vamos haciendo por disfrutar de la propia felicidad del momento—, y otros, empezando por prestar el libro, no tardaré en aplicarlos —aunque no sé si me atreveré a montar mi propio huerto hobbit—.

Una lectura muy recomendable en los días desesperanzadores que corren. Si Tolkien fue capaz de dar forma a estos simpáticos personajes después de las sombras de la Gran Guerra, quizás nosotros también lo seamos de hacerles un hueco en nuestro ajetreado y demasiado gris mundo. Creo que, al menos, merece la pena intentarlo.

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Barlon Mrando
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 Jo, pues dan unas ganazas de leerlo...

 Saludos.

 Quiero ser canalla y vividor. Aún más.

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