El tesoro de Nayarit

Imagen de Anne Bonny

Reseña de la primera entrega de las aventuras de Aritz, el pelotari, publicada por Editorial Saure

Este cómic es una especie de despropósito encadenado. Lo es hasta tal punto que, al final, resulta entretenido. Quizá se trate de que es difícil creerse las aventuras del vecino de al lado –tendrá que ver con aquello de que no se es profeta en la tierra-, pero hay algo que hace que no resulte verosímil esta peripecia de “El tesoro de Nayarit”. Medie, no obstante, que como es una historia de fantasía, en realidad, por poder ser, todo podría ser y darse por bueno. No obstante, esto no evita que, al mismo tiempo, todo sea bastante peregrino.

 

La cosa empieza de un modo sorprendente: para fortalecer los vínculos culturales entre México y el País Vasco, se organiza una competición de pelota a la que se invita al pelotari Aritz –el cual no se sabe muy bien si es famoso o no hasta el punto de recibir una invitación internacional-. Desde este primer momento uno se pregunta si el cómic está financiado por alguna agencia de turismo de Bilbao, argumento que refuerzan algunas ilustraciones, las denominaciones y las continuas alusiones a la mundialmente conocida –no va con sorna- ciudad vasca. De todas formas, como el mundo real es tan extraño, se acepta por bueno el desencadenante de la historia. Las cosas raras, aunque parezca mentira, aún están por llegar.

 

Haciendo turismo después de la competición, ya en México, Aritz y sus amigos –que protagonizan a lo largo del libro varias situaciones cómicas más propias de un chascarrillo de tasca que de un cómic al uso- se encuentran con un niño que tiene miedo porque le persiguen unos monstruos. Aunque de los monstruos no hay ni rastro y el niño sólo les pide que le acompañen hasta la estación de autobuses, los voluntariosos amigos le llevan hasta su aldea natal, perdida en las profundidades de México, donde vive con el resto de su ancestral tribu.

 

En esta aldea empiezan a ocurrir cosas extrañas alrededor de, como el título dejaba entrever, un supuesto tesoro escondido. Aunque nadie se lo haya pedido y no se sepa muy bien qué pintan ahí, Aritz y sus amigos resuelven el misterio ante un desconcertado lector que no acaba de entrar en la historia, ni gracias a los pasajes que no se esperan ni a aquellos en los que se dan demasiadas explicaciones. En este último grupo destaca tristemente la confesión de los malos, muy al estilo de las películas de Hollywood que desconfían de la inteligencia del lector.

 

Hay que decir que es innegable que muchos otros héroes se embarcan en peripecias similares con la complicidad del lector y menos explicaciones. Los tebeos francobelgas nos tienen acostumbrados a ello. Sin embargo, mentiría si dijera que he tenido la impresión de aventura creíble en este caso. Creo que algunos pasajes –que me han hecho pensar en las tiras de Roberto Alcázar y Pedrín-, y sobre todo los chascarrillos sobre bilbaínos, me han desconcentrado.

 

Este guión, contra todo pronóstico, se lee con ligereza, entreteniendo, gracias al sobrio trabajo del dibujante, Daniel Redondo. Sus figuras hieráticas que tanto descolocan al principio se muestran un vehículo adecuado para la peripecia. Los colores, aunque brillantes en exceso en algunos puntos, casan bien con el conjunto.

 

Al final tenemos una apuesta arriesgada que tendrá, cabe suponer, su público, ya que las aventuras de Aritz prometen no detenerse aquí (según he deducido de la última viñeta y de alguna denominación de colección que he visto por ahí). Dicha apuesta es una combinación de aventura juvenil clásica con personajes castizos y narraciones ligeras, que si bien parece querer emular a los clásicos francobelgas se desmarca claramente de éstos en muchos enfoques y resoluciones.

 

Personalmente no me atraen los personajes folklóricos –me hacen pensar a ese episodio del joven Indiana Jones en que venía a una España plagada de toreros, guardia civiles y sevillanas-, pero para gustos los colores. Lo comento, más que nada, por si ha influido en mi artículo.

 

Sinopsis

 

Aritz y sus compañeros viajan a México para tomar parte en una competición de pelota. Dan auxilio a un muchacho que les lleva a tierras de los indios Huicholes. Ahí, nuestros héroes descubrirán un mundo desconocido en el que nada es lo que parece.

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linton
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Puntos: 8288

jajaja joder, un pelotari a lo Indiana Jones no tiene precio... pinta cutre que te cagas

La imaginación contra el poder

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