Pepe, todo un homenaje

Imagen de Kaplan

Reseña del primer volumen de la obra de Carlos Giménez publicado por Panini

Por triste que parezca, la generación de dibujantes de Selecciones Ilustradas ha sido olvidada por el gran público. El hecho de que gran parte de sus trabajos fueran sin firma y que los artistas no tuvieran derecho de retorno de los materiales originales hace muy difícil que se les dé el prestigio que merecen. Solo Carlos Giménez goza de verdadera fama hoy en día. El creador de Paracuellos vivió un auténtico renacimiento con la reedición de sus obras por parte de Glénat, hasta el punto de ser candidato hace unos años al premio Príncipe de Asturias. Desde esa merecidísima posición, Giménez, tan insobornable como acostumbra, ha dedicado su última creación (publicada por Panini y que constará de cinco álbumes) a dar el homenaje que se merece a José González, Pepe, uno de los más brillantes artistas de Selecciones Ilustradas.

De este modo, Giménez retoma los personajes y situaciones de su excepcional Los Profesionales desde una perspectiva diferente. Aunque cambian los nombres (ya ficticios de por sí), los rostros siguen siendo los mismos para que, quien sepa entender, entienda. Giménez plantea un retrato con pinceladas dispersas de una personalidad tan inabarcable como opaca: había tantas facetas en las que destacaba como disfraces en los que ocultaba su verdadero ser, era tan arrolladora su personalidad como enorme el desdén hacia su propio genio. Debido a esta paradoja que marcó toda su vida con claroscuros, Giménez recurre a una narración formada por anécdotas de aquí y allá que crean un mosaico tierno y melancólico, creando el reverso amable de Los Profesionales. No obstante, el autor ha comentado ya que este tratamiento quizás benevolente, que podría verse como un coqueteo con la hagiografía, será solo en este primer volumen y que los siguientes tendrán un tono más amargo que ya se entrevé en las últimas páginas de este primer álbum.

Giménez, un contador de historias apabullante, mantiene su grata costumbre de ofrecer en sus historias realistas un cuadro inigualable de la sociedad del momento a partir de la narración central. Con Pepe vemos cómo vive la Barcelona de la Dictadura el considerado por muchos como mejor dibujante de mujeres de toda la historia del cómic, un tipo sobrado de talento innato, el creador de Vampirella, que de niño gustaba de imitar a la folclórica de turno asomado al balcón de su casa, que cantaba tan bien como dibujaba y que decía “no” cuando todo lo que le rodeaba en la vida parecía decirle “sí”.

El álbum se remata con un apéndice lleno de fotos de Pepe y sus compañeros de Selecciones Ilustradas, así como alucinantes bocetos del protagonista. Por tanto, esta primera entrega de Pepe es, sí, un homenaje desmesurado y singular a un genio desmesurado y singular. También un auténtico regalo para los aficionados a esa fantástica y entrañable etapa del cómic patrio y para los seguidores de ese tesoro que no nos merecemos llamado Carlos Giménez. ¿Quién da más?


 

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