El Jonathan Hickman de Image I

Imagen de Kaplan

Reseñamos Pax Romana y El Informativo Nocturno

 

Muchos se quejan de que su estilo no termina de encajar en Marvel, que justo cuando debería llegar la apoteosis a lo Lee-Kirby en sus historias, va y se pone avaro. Los pobres tienen que estar escandalizados ahora que Jonathan Hickman lleva camino de convertirse en el sucesor de Brian Michael Bendis como cerebro del Universo Marvel. No es nuestro caso. Aquí lamentamos que, a estas alturas, se sigan pidiendo peras al olmo, mezclándose los culos con las témporas y demás. A poco que se eche un vistazo a nuestros comentarios de las novedades de esta editorial se percibirá con facilidad que le profesamos un amor sincero y todavía hoy sorprendido. Esperamos tener un conflicto laboral en el que podamos recurrir a un “A mí, mi Galactus” que lo solucione todo con premura. Queremos educar a un Celestial. Liberar a Nostradamus. Esas cosas.

Por eso, no podemos dejar de celebrar la edición que Panini está haciendo de las primeras obras de Hickman para Image, realizadas antes de y durante su etapa en Marvel. Se trata de historias en las que desarrolla con mayor ahínco, si cabe, sus obsesiones temáticas particulares: la ciencia-ficción loca, los viajes en el tiempo, la manipulación...

Las que vamos a analizar en este artículo son además aquellas dibujadas por el propio Hickman. Ambas son también muy diferentes al resto de su producción, ya que cuando Hickman realiza las tareas de guionista y dibujante, ambas se funden en el resultado final de forma indisoluble, haciendo muy difícil diferenciar en la página dónde acaba el Hickman dibujante y dónde empieza el Hickman guionista. Esto se debe, principalmente, a que el Hickman dibujante, de nuevo como su amigo Bendis, es bastante limitado. Pero, a diferencia de este, solventa la papeleta recurriendo a un atractivísimo énfasis en el diseño de página. Anotaciones, digresiones, gusto por lo monocromático, diagramas... Para entendernos, los cómics dibujados y guionizados por Hickman son una versión extendida de aquellas maravillosas portadas de El Asco de Morrison, obra de Carlos Segura.

Pax Romana cuenta el muy evangelizador viaje en el tiempo de un destacamento paramilitar enviado por el Vaticano para lograr la preponderancia del catolicismo por los siglos de los siglos. La curia, en cambio, no había valorado la posibilidad de que los enviados decidieran hacer algo diferente ante semejante oportunidad. Hickman plantea, pues, una historia de realidades alternativas que, traiciones, guerras y alianzas mediantes, llevan a la especie humana a dar un salto evolutivo descomunal (pueden rastrearse reminiscencias de esta historia en su etapa en Ultimates). En solo cuatro números (densos como ellos solos, eso sí), Hickman monta un entramado de personajes y acontecimientos tremendo para, al final de la miniserie, dejar presentado al lector un panorama de posibilidades absurdo que, en última instancia, despacha con un escueto cronograma. Donde otros autores habrían aprovechado, con todo el derecho del mundo, para plantear una serie abierta, Hickman opta solo por enseñar el hipotético y sugerente comienzo e irse a hacer otras cosas. Así de sobrado de ideas está el chico. Una decisión extraña para un título, no nos confundamos, lleno de interés.

El Informativo Nocturno, en cambio, tiene una estructura muy diferente. A través de sus páginas cuajadas de apoyos documentales y referencias a los apéndices, Hickman se pone cínico y, bajo la influencia de Tyler Durden, escribe la historia de una secta mata-periodistas. Recurramos de nuevo a Morrison. Si en su Mata a tu novio el escocés trazaba una visión crítica pero simpática hacia el anarquismo, lo que hace aquí Hickman es similar. Retrata a los medios de comunicación como uno de los grandes males de este tiempo por su obscena connivencia con los desmanes de los poderosos, pero, al mismo tiempo, dirige su mirada hacia aquel que los acusa y ataca. No niega que los medios estén podridos, dice que desconfiemos también del agitador por si las moscas (algo parecido y, por lo visto, muy incomprendido es lo que nos contaba Nolan en su última película sobre Batman, pero esa es otra historia).

En resumen, Pax Romana y El Informativo Nocturno son dos obras poco improvisadas e insólitas en un panorama de contenido ligero como es el del mainstream actual, en las que un Hickman efervescente trata con más calma esos temas que esboza en sus obras más conocidas. Dos piezas importantísimas para completar el puzle de uno de los autores clave de estos últimos años.

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