Pequeños granujas

Imagen de Anne Bonny

Reseña de la recopilación de tiras cómicas de Raquel García Ulldemolins publicada por Panini

 

Pequeños granujas: Mamá, papá... no sabéis nada de la vida es un compendio de tiras cómicas realizadas por Raquel García Ulldemolins. Bueno, más que tiras cómicas, instantáneas humorísticas, a veces reflexiones que descolocan, que giran en torno a los niños, o, más precisamente, que dan voz a los niños para que reinventen el mundo en el que vivimos.

Este, creo, es el espíritu que impregna principalmente la obra: los niños, por sus particulares vivencias, por su propia sensación del paso del tiempo —que no tiene nada que ver con la que sufrimos los adultos—, por aquello que digieren sin parar en el colegio, a través de la televisión, por boca de sus amigos, por la influencia —inconsciente— de los adultos de su entorno... tienen una visión de las cosas que a veces nos arranca una carcajada, otras nos deja perplejos y en ocasiones incluso nos hace replantearnos nuestra propia óptica de las cosas.

Raquel García Ulldemolins capta bien esta particular discrepancia entre la visión de los niños, siempre abiertos al cambio y el aprendizaje, y la de los adultos, apoltronados en nuestras convicciones y nuestras convenciones. Pequeños granujas consigue transmitirnos todo el repertorio de sensaciones de ese punto de unión, de ese encuentro cotidiano entre culturas dispares. Es un compendio algo errático, claro, que lo mismo consigue que te partas de risa que te hace enarcar una ceja, poco convencido de lo que te están contando. Sin duda, Berto Romero tiene mucha razón cuando arranca en su prólogo diciendo este libro es igual que un niño.

Sí, es como un niño: único, impredecible, con un punto entrañable, pero también con detalles que suscitan desconfianza. Es auténtico —algunas anécdotas captadas, pongo la mano en el fuego, han de ser reales— y también se muestra un poco impostado: juega con el lector, interpreta lo que quiere ser... aunque tampoco termine de tener muy claro qué es esto.

En definitiva, Pequeños granujas: Mamá, papá... no sabéis nada de la vida es una obra simpática y ligera, con algunos puntos gamberros pero, sobre todo, impregnada de esa inocencia inestable como una bolsa de petardos tan propia de la infancia.

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