Lanaja

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La vida en un pueblo de Monegros antes de los regadíos según Ramón Lasaosa

 

Mi familia por parte de padre viene de este pueblo Aragonés —así como de Monegrillo—, de modo que cuando vi el libro rondando por casa se me juntaron dos deseos: el de saber más, en general, sobre el medio rural de principios del siglo XX, esa época de transición en la que la tecnología empezó a sustituir muchas técnicas ancestrales, y el de conocer algo sobre el entorno en el que vivieron mis antepasados más directos, a algunos de los cuales llegué a conocer en persona y cuyo utillaje, en cualquier caso, sigue por las casonas familiares como los vestigios de algún naufragio.

Lanaja: La vida en un pueblo de Monegros antes de los regadíos es una obra en apariencia modesta. Su edición la presenta casi como un cuadernillo de campo, las cubiertas están sin plastificar, cuenta con poco más de cien páginas, el tono usado por el autor, Ramón Lasaosa Susín, resulta cercano, casi más propio de una charla entre amigos que de un académico... Sin embargo, bajo esta apariencia modesta, encontramos una obra con mucha enjundia.

El repaso que hace en sus páginas de Lanaja es muy completo: fauna, flora, geografía, arquitectura, ganadería, industrias, agricultura, explotación del agua... Quizás falten algunos aspectos sobre el folclore o las tradiciones, pero ya con todos estos puntos, que vienen acompañados con detalles muy bien explicados y en ocasiones con citas de otras obras —algunas en aragonés—, se crea un cuadro sólido que resulta muy sugerente y que nos ayuda a comprender un ecosistema, un conjunto social, que ya empieza a resultar exótico.

Las ilustraciones de Miguel Ortega complementan estas explicaciones sencillas y accesibles para redondear la obra. Para quienes hemos conocido el pueblo, es un modo perfecto de recordarnos sus detalles; para quienes no lo han visto, una ventana abierta al mismo. Son muy de agradecer y creo que lucen incluso más de lo que lo hubieran hecho unas fotografías, pues permiten fijarse en lo esencial.

Resulta evidente que por la zona que trata, el libro no va a ser de interés general para todo el mundo. Al mismo tiempo, Lanaja: La vida en un pueblo de Monegros antes de los regadíos creo que puede ser una oportunidad para quitarse el miedo o la pereza a la hora de abordar obras de este tipo. A veces da la impresión de que nos resulta más fácil leer sobre culturas desaparecidas a mil kilómetros de distancia que sobre lo que tenemos a la puerta de casa y que, en muchas ocasiones, nos puede dar claves interesantes sobre nuestro propio entorno, incluso sobre lo que llevamos años viendo y oyendo sin terminar de entender su significado.

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