Expediente Warren

Imagen de Jack Culebra

O del morbo de ver un caso de posesión infernal real

 

 

Expediente Warren - the conjuring

Independientemente de que creas en lo sobrenatural o no, hay una diferencia muy grande entre el terror sobrenatural de ficción y el terror sobrenatural de ficción real. Los principios por los cuales van a seducir al espectador / lector son distintos y, por lo tanto, todo el código cambia. En el segundo caso hay unas convenciones —establecidas por los testimonios recopilados, para los creyentes, fijadas por el imaginario colectivo, para los incrédulos— que hay que respetar, y eso hace que la narración se mueva constreñida entre ciertos márgenes. Por el contrario, si se juega bien con esos límites, el efecto sobre el espectador será aún mayor, puesto que la identificación de dichos límites con la realidad es visceral y directa, y la experiencia se convierte en algo personal. Es lo que ocurre con Expediente WarrenThe Conjuring, en el original—.

Expediente Warren - the conjuringLa película escrita por Chad y Carey Hayes tiene todos los elementos que se pueden soñar en este subgénero del terror: una casa encantada con su pasado misterioso de brujería, niños viviendo ella, niños muertos, ahorcados, exorcistas, toda la parafernalia de los cazafantasmas —pero en real—, ahogados, pesadillas, fenómenos poltergeist, muñecos diabólicos, ¡hasta un museo de objetos encantados! Y la dirección de James Wan se dedica a hacer encajar las piezas en el momento adecuado a través de un cuidadoso trabajo de cámara, unos escenarios de ensueño, una banda sonora a la altura y unos efectos especiales que tienen el protagonismo justo y se resisten a comerse el metraje.

Con todo este preparo, que Lorraine y Ed Warren sean un fraude particularmente útil para la campaña promocional o unos abnegados investigadores de la última frontera siempre puestos en tela de juicio resulta indiferente de cara a la película. Esta es perfecta dentro del subgénero que explota. Por supuesto, no va a pillar con la guardia baja a nadie que tenga unos mínimos conocimientos de los fenómenos paranormales —crea en ellos o no, insisto—, pero tampoco será el espectador el que pille en renuncio ni al montaje ni a los actores. Las interpretaciones son monolíticas, la trama sólida, los golpes de efecto sobrios pero implacables, la puesta en escena lo suficientemente mundana para no resultar acartonada o ridiculizable y lo bastante misteriosa para que no pierda su encanto romántico... todo está ahí para que la maquinaria avance implacable. Y lo hace.

Así, Expediente Warren es la experiencia soñada cuando eres un niño que descubre por primera vez un libro sobre aparecidos de tres metros de altura y maldiciones que llevan al hundimiento del Titanic, la experiencia que años después sigues buscando en la butaca de un cine, o en una noche solitaria frente al ordenador, incluso cuando hace ya unos cuantos años que perdiste la esperanza de cruzarte con tu propio fantasma. Una película con alma de clásico aunque haya quemado quizás demasiados barcos por aceptar ser tan canónica.

Expediente Warren - The conjuring

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