Usagi Yojimbo: Samurái
Reseña de la obra de Stan Sakai publicada por Paquet
El segundo volumen de la edición de la editorial Paquet de las aventuras de Usagi Yojimbo está protagonizado por la saga Samurái, que nos lleva a los orígenes del personaje y a su formación por parte de un maestro repudiado por su antigua escuela.
Aparte del interés intrínseco que esta historia tiene por el propio trasfondo del personaje, es una delicia leerla por lo bien articulado que está el viaje iniciático en la senda de la espada. El enfoque es canónico a más no poder. Se nos presenta un maestro que ha trascendido a la estructura clásica de las escuelas y se ha alejado de los politiqueos para llegar a la esencia de lo que supone ser un samurái. Es un enfoque sin duda romántico, pero que resulta de lo más sugerente.
Como cabía esperar, la formación es atípica, algo desconcertante incluso, y está llena de consideraciones filosóficas que, además, están realmente relacionadas con la esgrima japonesa (al menos, con la parte que conozco). Este camino sirve tanto para perfilar mejor a Usagi en su relación con otros secundarios a los que ya habíamos conocido en el primer volumen, lo que da más coherencia y profundidad al escenario, como para plantear situaciones emocionantes: competiciones, celadas, lecciones magistrales, etc.
El aprendizaje del protagonista culmina con la entrada al servicio de su señor feudal, con lo que se completa el círculo con el primer volumen y se responden a algunas cuestiones implícitas que planteaba el personaje. En este sentido, la elección narrativa de Stan Sakai es sobresaliente y, de nuevo, el autor se revela como un gran relatista.
Para completar el volumen se incluyen tres historias cortas. Las dos primeras, de corte sobrenatural, abordan dos tonos muy distintos. Kappa, la primera, es el equivalente a una ghost story británica pero con trasfondo japones, y además de una estética siniestra muy conseguida, trae un poso inquietante que funciona muy bien. En la segunda, Zylla, la perspectiva es por el contrario humorística y ligera. Ambas tienen la particularidad de mostrarnos el folclore nipón muy bien hilvanado con el personaje.
Como cierre, una historia positivista que incide en las virtudes caballerescas del samurái sin abandonar cierto poso irónico y un ambiente costumbrista de guerreros buenos y malos de los que depende, a priori, el bienestar de los campesinos: La feria de la seda. Con ella y sus ecos de los siete samuráis de Kurosawa se redondea un volumen más que destacable.
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