El mundo está loco

Imagen de Luc Hamill

Realmente no está loco, pero sí los que lo habitamos.

Se intenta, pero no se puede. En los telediarios no hay modo de escuchar una noticia, preferiblemente no deportiva, que sea buena. Nos dicen que el mundo da un giro al día, pero yo juraría que da uno en horizontal, otro en vertical y que luego algo juega a las canicas con él.

 

No hay más que ver la Europa del Este ardiendo y los hijos de la Gran Bretaña con el agua al cuello de tantas inundaciones. ¿Son cosas del cambio climático? Cuidado, que éste es un tema para echar de comer aparte, pero vamos a servirnos un plato porque veo mucho egocentrismo aquí. Seguramente a alguien le sonará el Protocolo de Kioto, algo así como un apretón de manos y una foto de familia para todos esos enchaquetados que, en teoría, mueven el mundo además de una pelota de golf los fines de semana. En cualquier caso, con el asunto Kioto los países acordaron reducir la contaminación. Algunos no pueden o no quieren bajar sus residuos, como Estados Unidos, que incluso intercambian, atención al dato, su contaminación de más por dinero o favores a otros países que contaminen menos. Por bajo no se quedan cortos, que mientras haya dinero hay forma de callar a los árbitros.

 

Pero más quisiera el hombre ser el causante del tan comentado cambio climático. Si uno se informa del tema seguramente se topará, más tarde que temprano, con otra palabra conocida: glaciación. Ahí está la madre del cordero. Sí, ahora hay deshielo, pero es que antaño también, y muchísimo más. En total, unas ocho glaciaciones ha sufrido nuestro planetita y, con ellas, subidas y bajadas de temperaturas. Los científicos, que tienen más que decir que los políticos cuando de climatología hablamos, han sacado numerosos estudios de estos anteriores cambios climáticos y han llegado a dos conclusiones: primero, que no es la primera vez que la Tierra sufre un calentamiento global y, segundo, que todavía no hemos llegado a las temperaturas más altas, siempre comparando con escalas anteriores.

 

El contaminar menos está muy de moda, como reciclar o participar en una ONG, y seguro que no viene mal nada de eso, pero más quisiera el hombre tener una responsabilidad mayor en el cambio climático cuando en realidad todo pasa porque ya va tocando que pase. Nuestro egocentrismo, o sea, que nos juega malas pasadas. Nuestro impacto en la evolución tiene sus límites y, ciertamente, a estas enormes escalas es minúsculo. Es como si decimos que por mover la mesa de la cocina ya somos causantes de terremotos.

 

Pero qué se le va a hacer, así va el mundo. Si me beneficia, es legal, si no, es una amenaza y hay que destruirlo. Léase Irán, que ahora es el nuevo coco de los americanos. Perdón, de los norteamericanos, que los verdaderos americanos son aquellos indios de las pelis de vaqueros que hoy viven (o sobreviven) en pequeñas reservas.

 

Y qué pena que a la Condoleezza Rice no le parezca una amenaza para la paz mundial el que ellos vayan a venderles armas por miles de millones de dólares a Arabia Saudita y otros, con el pretexto de hacer frente a este mal. Pero qué os puedo contar ya de este negocio de la guerra. En el cole Irán no juega con nosotros, y nos mira mal. Vamos a darle una patada antes de que nos tire una piedra. Según Rice, nadie duda ya de que Irán es el malo de la peli, y es una “amenaza de seguridad para nuestros amigos, nuestros aliados”. Está claro, para nosotros, que nos queremos tanto. Ah, se me olvida lo que añade luego: “y por tanto para nuestros intereses en la región del golfo”. Me parece que el micrófono no captó lo siguiente que tendría que decir, algo como “región que hemos ocupado (que suena más suave que invadido) con guerras saltándonos todos los tratados, derechos, acuerdos y todo lo que diga la ONU”.

 

Éstos están tan paranoicos que siguen buscando a Bin Laden. “No estamos más cerca pero tampoco estamos más lejos de él. Estamos en el mismo punto desde hace algunos años”, en palabras del presidente afgano. Igual lo encuentran, que aún hay esperanzas de que un ciego encuentre un gato negro en un sótano en el que no está. Por lo pronto podrían mirar más a sus tierras, donde puedes comprar un revólver como si fuera una bolsita de frutos secos. Hasta he leído que uno de sus rubiazcos californianos se ha hecho miembro de Al Qaeda y se les está subiendo a las barbas.

 

Democracia, prosperidad, seguridad. Sí, ya casi estamos a punto de tenerlas. Únicamente han pasado unos años de continua entifada y, al menos en lo que llevamos de 2007, según la ONU han caído unos seiscientos civiles de los que al menos trescientos fueron “daños colaterales”, que la democracia, prosperidad y seguridad no se consiguen firmando en un papel. Siempre que firman uno, no sé qué es lo que pone en él, pero sin leerlo se ponen a sonreír. Importará más mirar a la prensa, todo sea por la democracia, prosperidad y seguridad. Un objetivo noble impulsado por los 460.000 millones que se lleva el Pentágono, que allí no existen conferencias sobre el desarme. Si siguen en ese plan acabarán colocando una bala en cada centímetro de sus cuarteles. Viva la prosperidad y seguridad que seguro ya no tendrán esos seiscientos.

 

El mundo gira tanto que ya ha perdido el rumbo. La vida que es tan repetitiva, que tras esas vacas locas, otra vez Inglaterra tiene virus raros. Ahora lleva de nick fiebre aftosa. Y tendrán laboratorios ingleses Inglaterra... pues nada, el sospechoso es propiedad estadounidense y francesa. ¿Intereses? No hay que ser mal pensado, hombre, es coincidencia. Lo que me mosquea es que en la misma noticia nos mencionan, como dato sanitario a tener en cuenta, que las exportaciones de ganado y carne representan unos 18,6 millones de euros a la semana.

 

En fin, virus, guerras, desbarajustes climáticos y amenazas por aquí y por allá. La historia que se repite desde el 2001. Desde el 11 de septiembre, concretamente. Menos mal que estamos de vacaciones y tenemos que tomarnos las cosas con calma. Es más, ahora es cuando de verdad hay que tomarse las cosas con calma, que ya son muchos los que han fallecido en las carreteras españolas. Algunos tienen tanta prisa que se dejan la vida por el camino.

 

Seguirá girando y girando, aunque el mundo ya lleve tantas vueltas que está loco. Sí, loco. Otra cosa no se puede pensar cuando uno lee que un ladrón que se tragó su botín, un collar, ha sido forzado por la policía a comer plátanos para que lo eche ya. Al principio se negó a hacerlo, que ya se sabe, a todo el mundo no le gusta el plátano, pero sólo fue decirle que en caso contrario le operarían para que el cleptómano se lanzase a comer las cuarenta frutas que ya lleva. Salud antes que dinero, ésa es la idea.

 

Y ahora han cogido al famoso criminal apodado “el solitario”. Y hasta en sus idas al juzgado tiene de qué enorgullecerse. A lo mejor es de la justicia que tenemos, que ya empieza a escucharse en su defensa que está un poco mal de la azotea. Y quién no, en este mundo. A ver si al final vamos a ser nosotros, los que nos ganamos el pan con el sudor de nuestra frente, los que no ocupamos portadas, los que jamás apretamos un gatillo... A ver si en vez de ellos vamos a ser nosotros los que estamos locos.

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