Bacanal de tantos en el Cráneo Abierto

Imagen de Brutal Ball

Crónica del trigésimo quinto partido de la ronda de selección del Trofeo Cráneo Abierto – 2489, disputado entre los Esclavos de Gnashrak, los Conejitos Crueles, los Magos de Mirkleimlan y los Cuervos Negros

Hay jornadas en las que todo parece conjugarse para disfrutar al máximo del Brutal Ball, jornadas en las que ni siquiera la presencia de los carroñeros de baja estofa de la Revista Roncos puede empañar la perfecta iluminación y la quietud del aire que brindarán el espectáculo perfecto. Días como ayer, que quedarán en la memoria colectiva por sus récords de puntuación obtenidos de la única forma digna: al asalto, siempre al asalto.

Vayamos al tuétano.

El público parece barruntarse la calidad de lo que le espera y, escasamente los jugadores ponen un pie en el terreno de juego, llenan el estadio de improperios y cantos que espolean a todas las formaciones... excepto a los Conejitos Crueles: las marionetas tan solo responden haciendo más bailes y tonterías que de costumbre. Aprovechando la situación —y la longitud de sus patas— los Esclavos de Gnashrak se hacen rápidamente con el centro del campo, obligando a las marionetas a tentar la banda sur. Los Magos de Mirkleimlan, los favoritos del encuentro, intentan pasar sobre su defensa, descubriendo que basta con que levanten un palmo del suelo para tropezar con ellas... ¡Balón perdido a las puertas de los conejitos!


 

Los Cuervos Negros optan por meterse con alguien de su talla y envían a sus puntas a abrir una brecha en la defensa gnoll. Tras la cuña, su corredor marca el primer ensayo de la velada mientras la línea despeja la zona de humanos y gnolls.


 

El público estalla en vítores para los elfos y, mientras sus puntas se detienen para disfrutar de la ovación, las marionetas terminan de masacrar a la defensa gnoll y marcan un ensayo detrás de otro. Con los seis puntos de ventaja, se dedican a complicar la vida a los jugadores del centro del pozo, y hacen morder el polvo a un par de gnolls. Los esclavos no empiezan con buena pezuña.


 

Los magos, por su parte, recuperan el control de la esquina noroeste, pero fracasan a la hora de imponerse en el flanco elfo y su interceptor paga el pato con media docena de dientes y un pase permanente para la enfermería. Sus intentos por hacerse con los dos balones perdidos en el centro del campo resultan tan patéticos como ineficaces.


 

El contraataque de los Cuervos Negros tampoco consigue liberar el centro, pero sí que les brinda los dos balones y, con ellos, sendos ensayos que los ponen de nuevo a la cabeza. A pesar del caos reinante, consiguen reorganizar su defensa y, cuando los esclavos cargan, hartos de jugar a contrapié y dispuestos a llevarse el no menos importante récord de bajas, el centro del campo no cede: una melé completa a cuatro bandas domina el campo.


 


 

Dispuestos a recuperar el terreno perdido como mejor saben —haciendo trampas— los Conejitos Crueles se infiltran en el banquillo de los Cuervos Negros para espiar sus tácticas secretas. Mientras tanto, los gnolls reciben una intensa lluvia de balones: cazan uno al vuelo, luego otro ¡y después un tercero les hace perder el segundo! ¡Hacer malabarismos con melones es cosa de trastolillos! El base que todavía conserva un balón esprinta hacia la puerta de los conejitos y... ¡tropieza!


 

Entre gruñidos, los gnolls dejan claro que no piensan rendirse: un corredor esquiva y hace morder el polvo a un defensa humano, realiza un pase de mano y ¡ensayo! El resto del equipo se aplica en la melé central: unos caen presas de zancadillas traicioneras —¡marionetas tobilleras en acción!—, otros empujan. Al final, un línea se desmarca, recupera un balón perdido y anota un gol. Un postrer tiro a puerta humana se salda esta vez con una intercepción de su cancerbero. El estadio ruge, y los humanos consiguen mantener la línea frente al empuje de las marionetas.


 

Valiéndose de su fuerza, rechazan la incursión y consiguen colar a un corredor cuando los jugadores van mordiendo el polvo. Los Magos de Mirkleimlan consiguen su primer tanto y se abren en abanico por el terreno de juego. Los cuervos, en un intento por imponerse físicamente a sus adversarios, demuestran lo blandocomeflores que pueden llegar a ser.


 

Y como dicen el refrán: a pozo revuelto, ganancia de marionetas. Los conejitos siguen vampirizando tácticas secretas de los cuervos —aunque luego no sepan muy bien qué hacer con ellas— y se lanzan a una ofensiva total en el terreno de juego. Una es brutalmente placada, otra pisoteada, un lanzamiento a puerta es despejado... pero el tercer corredor consigue marcar un ensayo esprintando. Entre risas y burlas, las criaturillas se esparcen por el campo dispuestas a hacer el mal.


 

Los elfos se empecinan, por su parte, en conseguir la superioridad en el campo y... lo van consiguiendo. Lástima que en medio de la melé un interceptor gnoll se haga con un balón perdido y les anote en plena cara. Con este vuelco de energía, llegamos a la mitad del encuentro con un emocionante 7 – 5 – 3 – 8 a favor de los Cuervos Negros. Los favoritos se hunden en la miseria, pero no lo piensan reconocer.


 

Las gradas se caldean y un hincha gnoll lanza una magnífica redoma de destilado de escorpión de las arenas a un base elfo. Lástima de licor, se hace añicos contra la osamita sin que lo vea siquiera el agredido...

Inasibles al desaliento, los magos retoman las riendas: se baten, derriban, recogen un balón, realizan un pase, el receptor se clava en el sitio, pase de mano al punta y ¡ensayo!


 

Un éxito efímero: los elfos despejan el debilitado frente humano y anotan un ensayo, y luego otro tras esquivar y hacer morder el polvo al defensa, un pase de ¡9 brazas! y un elegante paseo hasta la puerta de los Magos de Mirkleimlan: al final los favoritos sí saldrán en la foto, pero como coladero de puntos.


 

Los Esclavos de Gnashrak tampoco pierden comba: montan una auténtica carnicería frente a su portería pugnando por recuperar el último balón. El interceptor número 11 esquiva, recoge el balón, esprinta y ¡ensayo! Las marionetas, por su parte, se tienen que contentar con ponerse en pie después de haber sido pateadas hasta la saciedad a tres bandas. Tampoco es que contaran con ganar el partido...


 

Disciplina de hierro: es momentos como este en los que el entrenamiento hace aflorar todas las virtudes de un equipo. Los Magos de Mirkleimlan demuestran que no son solo un mito y encaran la recta final del encuentro con fuerzas renovadas. Los Conejitos Crueles, por su parte, demuestran que son una auténtica plaga: saltan por encima de la melé, ruedan, esprintan, desestabilizan a los adversarios hasta hacerles caer, hacen rebotar los balones perdidos a diestro y siniestro ¡e incluso le roban uno a un elfo! A base de pases de mano encadenados —era mucho pedir que supieran lanzar balones— marcan un segundo ensayo esta ronda.


 

Los magos también están dispuestos a dar espectáculo. Su lanzador esquiva haciendo morder el polvo a un elfo, realiza un elegante pase preciso hasta un defensa, que atrapa y derriba a un gnoll despejando su carrera hasta la puerta de los conejitos. Menos vistoso que el caos de las marionetas, sin duda, pero los magos no se resignan a perder el encuentro y consiguen dominar el campo y mantener la posesión del último balón en juego.


 

Los Cuervos Negros no piensan dar su brazo a torcer y disputan la primacía del centro a los humanos. Lo único que consiguen es arrebatarles el balón y marcar un gol desde medio campo. Acto seguido, la marea gnoll vuelve a la melé, dejando a un par de marionetas listas para la costurera, y de nuevo se enconan posiciones en lo más crítico del pozo.


 

En los banquillos la situación no es menos intensa, y hasta el final del encuentro animadoras, matasanos y entrenadores van quedando fuera de combate por mor de botellas de sángrar —¡la cerveza que te pone a cien!— y otras pedradas más pedestres.

La palabra clave es melé: el centro del campo se ha convertido en un maëlstrom de brazos, piernas, improperios, puñetazos y dentelladas del cual escapa de vez en cuando algún jugador, en ocasiones incluso con un balón. Un lanzador humano consigue despejar uno hasta un corredor y ¡ensayo! Otro intenta repetir la hazaña pero es bloqueado por una marioneta —oh, vergüenza—. Un punta elfo manda a la enfermería a un receptor de los magos para hacerse espacio, se abre paso a codazos hasta otro balón y despeja... ¡hasta un interceptor que anota! A pesar de su inferioridad numérica y sus brazos delgaduchos, los elfos dominan la zona y se hacen con un segundo balón y, tras un nuevo pase y una nueva carrera, ¡un nuevo ensayo! Los gnolls se muestran aturdidos. Dos caen intentando placar a un receptor elfo, la línea se empantana en la melé, pero un corredor consigue hacerse con el último balón y tras una impresionante carrera ¡cuarto ensayo!

¿Y las marionetas? ¿Qué pasa con las marionetas? Bueno, se dedican a lo suyo: recibir patadas mientras se ensañan con los derribados: un receptor humano es retirado con magia tentacular directo a la enfermería. Quién sabe si conseguirán salvarle el ojo. El orgullo, seguro que no...


 

Corren los últimos minutos y resulta evidente que la presión y las pedradas están siendo demasiado para todos. La melé llega a su punto de fusión y poco a poco se va disgregando. Los Magos de Mirkleimlan ven como sus sueños de favoritos se difuminan a pesar de mantener la posesión de los balones, incapaces de montar una ofensiva. Los Cuervos Negros se desmarcan con un último ensayo mientras su base intenta mantener posiciones abiertas por el terreno de juego. Los Esclavos de Gnashrak sucumben a la defensa de zona y se pierden. Y los Conejitos Crueles... consiguen marcar dos ensayos rastreros amparados en el agotamiento y el caos general, batiendo una de sus propias marcas pero muy lejos de disputar la primacía a los elfos.


 

Sí, buenos tiempos para los comeflores: los Cuervos Negros han marcado un nuevo récord en esta ronda clasificatoria con nada menos que 24 puntos, vengando el honor elfo y demostrando que incluso unos emplumados como ellos son capaces de hacer juego de campo efectivo. Ahora nos toca soportar sus delirios poéticos:

Nunca más
susurran los vientos
nunca más
gimen los muertos
nunca más
ya os lo dijimos
nunca más
¡perderán los nuestros!

 

Resumen de los resultados:

Esclavos de Gnashrak (Gnolls; Valor: 800 Pozales de Oro) – 10 puntos

Conejitos Crueles (Marionetas; Valor 850 Pozales de Oro) – 12 puntos

Magos de Mirkleimlan (Humanos; 1160 Pozales de Oro) – 5 puntos

Cuervos Negros (Elfos; 960 Pozales de Oro) – 24 puntos

Comixininos

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