El director del zoológico (CF)

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jralonso
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Soy biólogo molecular. Y desde hace trece años, director del zoológico de Nueva Londres. Es un trabajo interesante, con buena dotación de material e instalaciones, un magnífico equipo de colaboradores y un gran respaldo de las autoridades políticas. El zoológico es una referencia en la ciudad, recibimos visitas de escolares de todo el país, generamos documentales para la telenet y aparecemos con cinco estrellas en todos los recorridos turísticos. Estamos orgullosos de nuestra historia centenaria pero al mismo tiempo queremos ser y somos un centro de referencia, un faro de la investigación científica puntera sobre la fauna terrestre. La superficie total del planeta está urbanizada desde el milenio pasado pero los Padres Fundadores decidieron que era necesario preservar para las generaciones venideras un muestrario completo de la diversidad biológica. Ya no existen desiertos, ni polos ni selvas tropicales, nuestro control del clima eliminó esas regiones de vida extrema, desolación y muerte, pero igual que en los museos guardamos los códices de Leonardo, las pinturas de Goya y van Humpel, el prototipo de trasbordador estelar de Salas-Reyes y el generador de campos negros de Fatid, también se crearon cinco zoológicos planetarios que permitieran a los habitantes de cada continente conocer nuestras épocas primitivas, la fauna arcaica y los ecosistemas anteriores al clímax. De la etapa inicial del zoológico guardamos recuerdos en una zona habilitada como museo, tenemos incluso una jaula, una especie de caja de barrotes metálicos donde al parecer se retenían algunos animales para que no escaparan o fueran atacados por los visitantes. También otras herramientas como pesebres, barreños y platos, relacionadas, al parecer, con que algunos animales se alimentaban devorando otros animales, o un despiece de sus cadáveres. Aunque parezca imposible, dicen los historiadores que era así. Por supuesto, no contamos estas cosas a los niños pues no las entenderían y sus frágiles mentes podrían sufrir auténticas pesadillas. Como explicamos en la visita guiada, ahora, al igual que la Humanidad, los animales del zoológico se alimentan con raciones M, adaptadas en cada caso a sus requerimientos nutricionales. Como en toda institución pública, el presupuesto no es fácil de estirar, así que vigilamos estrictamente la amplitud de nuestra colección zoológica. De cada animal producimos entre tres y cinco clones, que mantenemos congelados en nitrógeno líquido en una fase de embrión temprano. Algunos de ellos los mandamos a otros zoológicos o son utilizados en distintas investigaciones. Cuando el ejemplar del zoológico está viejo o si presenta alguna tara o enfermedad, descongelamos uno de los embriones clonados, le crecemos en la incubadora y sustituimos el ejemplar deteriorado. De este modo, controlamos que el número de ejemplares, uno por especie, sea el adecuado y no tengamos duplicados ni ausencias en nuestra colección faunística. Mi labor ha ido bien hasta esta mañana. Un prestigio acumulado durante trece años de duro y serio trabajo: publicaciones, conferencias internacionales, tesis doctorales dirigidas, proyectos de investigación financiados, hasta un doctorado honoris causa, todo se puede ir por el fregadero. No sé siquiera cómo explicarlo en el Ministerio de Ciencia, Cultura y Modernidad. El ministro, mi jefe, no va a querer saber nada de ello y lo más probable es que pida mi cabeza en una bandeja. Y ni siquiera eso va a ser suficiente. La culpa la tienen dos patos, dos miserables patos. ¿Pueden dos patos poner en riesgo nuestra sociedad, nuestra cultura, nuestro modo de vida? ¿Pueden dos patos generar un escándalo periodístico, un debate educativo de primer nivel, un conflicto sobre nuestros valores y nuestros principios? Dos patos, dos malditos patos. Resulta que el pato mandarín y el pato castaño común son, pásmense, la misma especie. Parece que uno de ellos está incubando embriones generados con células del otro, después de algún tipo de intercambio. Cuando he preguntado, el genético me ha dicho que a pesar de sus diferentes plumajes, multicolor en el pato mandarín, con tonalidades brillantes y vivas, y de un color tierra apagado en el pato castaño, está fuera de toda duda, sus genomas son prácticamente idénticos. Ante mi cara de estupefacción, los biólogos de poblaciones me han explicado que se trata de individuos de distinto sexo. Cuándo he preguntado que qué era eso, me han dicho que dos variantes cromosómicas de individuos con algunas características diferentes, pocas pero muy marcadas, como los distintos plumajes. Cuando he preguntado para qué valía eso y me han empezado a explicar, he tenido que salir al baño para ir a vomitar. Todos hemos oído las leyendas de la Mitología sobre los dragones, el unicornio, las mujeres. En los museos de pintura, se pintan unos y otros, el propio Velázquez tiene un cuadro de una mujer mirándose desnuda en un espejo que sostiene un angelito. Pero lo que estos patos implican es que quizá las mujeres fueron seres reales, quizá también los angelitos. Y yendo más allá, que hubo otra forma de reproducción que no era la clonación. Y que quizá hubo algo de cierto en esas leyendas literarias sobre amor, pasión, deseo, sentimientos, Pienso en estas cosas y me siento un pervertido, pero no puedo dejar de hacerlo. Y entonces, los Padres Fundadores, ¿qué hicieron? ¿Por qué? ¿Qué pasó con las mujeres? ¿Quiénes somos realmente? Y sobre todo, ¿qué se sentiría al hacer sexo?

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Patapalo
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Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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