La visita.
- ¿Fuiste tú, verdad? - Preguntó bastante enfadado.
- ¡No, fue él! - Contestó enrojecido, señalando aquel balón que aún continuaba botando por mitad de la sala rodeada de esculturas renacentistas, mientras su profesora y compañeros miraban atónitos los restos de mármol esparcidos por el suelo.
Desafío extremo
Ascendí apretando los dientes y obligando a continuar a mis músculos sobrecargados. Hacía un calor de mil demonios; a mi alrededor, los árboles susurraban una canción de muerte.
Contemplé la cima al límite de mis fuerzas. Desde allí, la abuela, mi mujer y las niñas contemplaban mi hazaña.