Damasco

30 posts / 0 nuevo(s)
Ir al último post
Imagen de Mikel
Mikel
Desconectado
Poblador desde: 06/02/2015
Puntos: 49

El tocón de acero refulgía con un intenso brillo anaranjado en el fondo de la fragua.

El herrero sacó la barra al rojo con unas largas pinzas y la depositó sobre la superficie precalentada del yunque. Un par de golpes rápidos y delicados bastaron para aplanar el metal, que devolvió al interior de la fragua antes de que perdiese demasiado brillo.

Durante horas repitió la operación, golpeando siempre en series muy cortas, arrancando del metal un sonido sordo y apagado a cada martillazo que daba.

Héctor estudió cómo la hoja que estaba forjando adquiría los rasgos característicos de una espada de mano y media, y volvió a meterla en la fragua. Ya quedaba poco trabajo que pudiese mostrar al público que se congregaba frente al puesto.

Lo peor de ser espadero en la feria era que la gente en realidad no quería verle trabajar. No querían verle forjar una espada desde una barra de hierro... Por eso casi siempre solía forjar cuchillos o alguna herramienta más sencilla. Lo bueno de los cuchillos es que con suerte podía vender alguno... Pero hoy había sentido la necesidad de forjar una mano y media...

Y todavía no había vendido nada. Si no conseguía vender algo por la tarde, sería otra feria con la que perdía dinero.

Sacó la espada sin acabar de la fragua y la metió en un tubo largo y ancho de metal, lleno de polvo negro. El carbón pulverizado chisporroteó un poco al contacto con el metal al rojo.

Se enjugó el sudor de la frente en el trapo que llevaba colgado a la cintura, y aprovechó para echar un vistazo al público que se había reunido para verle trabajar.

La mujer seguía allí.

Había llegado a primera hora de la mañana, paseando, sin rumbo aparente, curioseando en los puestos donde se vendía cerveza, tartas caseras o remedios naturales. Pero cuando Héctor eligió una barra para empezar a forjar la espada, se había quedado plantada frente al puesto, y no se había movido de allí en las tres últimas horas.

Era joven, tal vez rondando los cuarenta. Y era muy atractiva. Llevaba un vestido negro, de lana fina, entallado y con una larga falda. Una capa también negra le cubría los hombros, y tenía el pelo recogido bajo un sombrero negro, de grueso fieltro, con la copa picuda y el ala muy ancha.

Una bruja.

Héctor sacó de debajo del mostrador un fardo de cuero fino. Al desenrollarlo quedaron a la vista una docena de cuchillos de cocina de excelente factura. El sol del medio día arrancó destellos de sus filos, realzando el intrincado dibujo en trazo oscuro que las recorría, como si fuesen vetas en un trozo de madera.

—Muy bonitos —sentenció la bruja con una voz de contralto algo ronca, que le arrancó un escalofrío a lo largo de la espalda—, pero no es auténtico Damasco, ¿verdad?

Héctor levantó la mirada antes de responder, y se quedó atrapado por su mirada. Al ver sus ojos, grandes, luminosos, y de un azul brillante y oscuro, sintió como si se abriese un abismo bajo sus pies.

—No, no lo es —respondió titubeante—. Pero poca gente lo distingue. Es patrón soldado. Se consigue alternando capas de acero con distinto contenido en carbón y compactándolas en una sola hoja. Nadie forja auténtico Damasco; la materia prima ya no se encuentra...

—¿Y si te dijese que tengo un pedazo de lingote de acero wootz, de unos tres kilos, y que quiero que forjes una espada con él?

—¿Wootz auténtico? ¿Un lingote de tres kilos?

—Parte de un lingote, pero sí, de casi tres kilos de peso. Tiene el sello de Andrah Pradesh, de principios del Imperio Vijayanagara.

—Eso tengo que verlo para creerlo —masculló—. Si es cierto, debe valer millones...

—Sí, bueno... Es posible... La espada es un regalo de cumpleaños para mi sobrina. Tiene... Debilidad por el acero de Damasco, por así decirlo.

—¿Apta para el combate o decorativa?

—¡Funcional del todo —rió con aquella voz tan sensual—! Y afilada... No estamos hablando de recreaciones históricas...

—Prefiero no preguntar —respondió el herrero mientras rebuscaba en el bolsillo trasero de sus pantalones y extraía una tarjeta de visita—. Necesitaré ver el lingote, comprobar su estructura y tomar medidas a su sobrina para la espada... También necesitaré que me explique que tipo de hoja tiene en mente. Mejor pasen por el taller; de lunes a viernes estoy hasta las ocho.

 

—¿Quien es ella? —preguntó con voz dolida.

—¿Quien es quién —respondió Héctor cansado—? ¿De que estás hablando?

—La mujer que has conocido hoy... Te atrae, ¿verdad?

—¿Esa mujer? No es más que un encargo... Trabajo remunerado, para variar...

—¡No me mientas —gritó arrojando una botella de perfume que se hizo añicos contra la esquina de la habitación—! ¿Es que ya no tienes bastante conmigo?

Héctor se agachó y recogió las astillas de cristal entre lágrimas de impotencia, enjugando el perfume derramado con una camiseta vieja.

 

Hector estaba abriendo la puerta del taller cuando el coche se detuvo enfrente.

Del Porsche Cayenne sa bajaron dos personas. La conductora vestía un traje cruzado con pantalón negro, entallado, y seguramente de un diseñador caro, con unos atrevidos zapatos rojos con un alto tacón de aguja. Llevaba el cabello de color miel suelto, largo y ondulado, y le sonrió al tiempo que le saludaba alzando la mano.

—¡Buenos días, Héctor —saludó—! ¿Me recuerdas? Soy Erica, de la feria medieval... Esta es  Bea, mi sobrina.

Su acompañante era mucho más joven, delgada y desgarbada como solo una adolescente podía serlo. Tenía el cabello corto y de un tono más rojizo que su tía, pero no se podía negar el parentesco, que se reflejaba en la curva de la barbilla, en el perfil de los labios y en el color de los ojos.

Ambas tenían los ojos del mismo azul oscuro y extrañamente luminosos.

—Tanto gusto —respondió él estrechando las manos que ambas le tendieron—. Así que quieres una espada funcional, ¿no? —le preguntó a la joven.

—Prefieren que tenga una propia en lugar de coger las de la colección de la Yaya —le respondió mohína.

—Necesito saber que tipo de hoja quieres, la longitud, el punto de equilibrio...

—¿Sabe lo que es un yataghan?

—Un sable de caballería turco, con la hoja curvada hacia abajo y la punta caída...

—Pues eso... Con la punta más pesada que el pomo y...

—No te recomiendo ese estilo de espada. Ese tipo de hoja está pensado para cortar de arriba a abajo, contando con la alzada de la montura como ventaja.

—No sé... Usted es el experto...

Héctor le sonrió y les hizo un gesto para que le siguieran. Al atravesar el patio lanzó una mirada furtiva hacia la ventana del dormitorio. ¿Se había imaginado un leve temblor en la cortina, como si una mano acabase de soltarla?

De un espadero que había contra la pared extrajo dos barras de metal, cada una de una longitud diferente, rematadas por una guarda plana, una empuñadura de cuero y un pomo esférico. Le alargó una a Bea tomándola por la punta.

—¿Que tal las dimensiones y el peso?

La joven dio un par de golpes al aire, hizo un par de giros y molinetes y se le quedó mirando incómoda.

—No está mal... Un poco pesada de empuñadura, pero no está mal.

Héctor le entregó otro simulacro, y ella repitió la serie.

—Mejor... Al ser más larga esperaba que fuese más pesada, pero apenas se nota... El punto de equilibrio también está más centrado...

El herrero recogió lo simulacros y los dejó en el espadero. A continuación entró en la fragua y salió con una espada acabada, de hoja ancha, de más un metro de longitud, con una guarda muy elaborada.

—Esta —le dijo— es una ropera de lazo. El tipo de hoja y el equilibrio se corresponde con el simulacro que más te ha gustado. La guarda protege la mano sin comprometer la libertad de movimientos... Tendremos que ajustar dimensiones, pero quedará algo por el estilo.

—Me parece bien... ¿Sería este mismo diseño?

—No, tranquila —le respondió tras anotar algo en el teléfono móvil—... Déjame tu e-mail y luego te paso varios diferentes a ver cual te gusta más. Y ahora... ¿No había por ahí un pedazo de wootz para que lo viese?

Erica le sonrió y se alejó en dirección al coche. Regresó con un bulto envuelto en tela oscura que  depositó con reverencia sobre el banco de trabajo. Héctor se acercó y desenvolvió con cuidado el objeto. Se trataba de un bloque más o menos oblongo de metal negro. Uno de los extremos estaba partido, lo que permitía distinguir la textura algo esponjosa del material. Lo levantó y estudió los punzones estampados en su superficie. Parecía muy antiguo, la superficie pulida por el contacto de las manos de quienes habían acariciado aquella reliquia. Pero no había rastro alguno de corrosión. Ni en el fondo de los sellos, ni en la estructura interna revelada por la rotura.

—Nunca hubiese imaginado que tendría este aspecto —murmuró sobrecogido—. Sería imperdonable destruirlo para nada... No estoy seguro de si podré forjar una espada a partir de este... Tesoro. No se si mi técnica será lo suficientemente buena para obtener el Damasco...

—Estoy segura de que harás un trabajo magnífico, Héctor —le respondió Erica en ese tono de voz que le volvió a arrancar un estremecimiento general—. Ahora tenemos que marcharnos. ¿Te importa si vuelvo más tarde y hablamos de los detalles menos técnicos, como el precio y esas cosas?

El herrero, embelesado con el bloque de acero colado que tenía delante, solo acertó a asentir con gesto distraído, tomando blandamente las manos que le ofrecieron las dos mujeres al despedirse.

 

—Te desea.

—Ahora no, por favor —respondió Héctor con voz cansada.

—Esa bruja quiere acostarse contigo y apartarte de mi lado...

—Aunque así fuera, sabes que no servirá de nada... Nunca sirve de nada...

—Tú ya no me quieres...

—Ojala fuese así —susurró entre suspiros—. Ojala nunca te hubiese amado...

 

El timbre sonó con dos llamadas breves y rápidas.

Cuando abrió la puerta Erica estaba allí, con una sonrisa algo tímida y unas botellas en la mano.

—Espero que te guste la cerveza —le saludó mientras se colaba por su lado sin pedirle permiso—; en el fondo soy una chica sencilla y la prefiero al vino...

Se había cambiado de ropa, y en lugar del severo traje de negocios que llevaba por la mañana, vestía un ligero vestido de lino crudo que la hacía parecer más joven todavía. Los pies calzaban unas livianas sandalias de seda rojas. Al llegar al centro del comedor se giró hacia él y volvió a mostrarle las botellas.

—¿Tienes un par de copas para que las vayamos abriendo?

Héctor entró en la cocina y salió al poco con dos copas y un abrebotellas. Erica se las arrebató de las manos y se apresuró a abrir las cervezas y servirlas. La bebida era oscura y densa, con una espuma compacta y de aspecto sedoso. Una fragancia suave y herbal inundó la sala, ligeramente dulce y especiada.

Erica le señaló un retrato enmarcado en un extremo de la estantería. Era la foto del día de su boda. Por primera vez en años, al verla, no sintió ira ni remordimiento. Solo tristeza.

—Es muy guapa... ¿Quién es?

—Ariadna —respondió con pesar—. Mi mujer. Se la llevó un cáncer hace cinco años. Sus últimos días fueron  muy duros... Se aferraba a la vida... No quería dejarme... Y en cierto modo...

—Debía quererte mucho, pero ya no está. Cinco años es mucho tiempo para soportarlo tú solo...

Se tomó unos segundos para disfrutar del aroma que emanaba de su copa, y se la ofreció a Héctor para brindar. Tras tomar unos sorbos se sentó en el sofá, descalzándose y subiendo los pies al asiento.

—Bea me ha dicho que le encantan tus diseños. ¿Cuanto me va a costar esa espada?

—No tengo ni idea —confesó Héctor—. Nunca había hecho nada por el estilo... Normalmente suelo cobrar entre mil quinientos y dos mil por una ropera de lazos hecha a medida, dependiendo del acabado... Pero nunca he forjado una espada viva para combate real... Desde luego nunca me habían dado las materias primas por adelantado, y esa es otra cuestión... No se si seré capaz de hacerlo, Erica... No se si estaré a la altura.

La mujer le observó con detenimiento. Héctor no era joven. Rondaría los cincuenta, pero era ancho de hombros y estaba bien proporcionado. Un mosaico de arrugas finas le surcaba un rostro que mostraba las huellas de un dolor profundo y muy arraigado. Decidió sincerarse con él.

—Verás, Héctor, necesitamos esa espada porque somos brujas. Mi familia. Las mujeres de mi familia, quiero decir. Todas brujas. Cada una desarrollamos una forma única de canalizar nuestro poder. Cada una distinta de las demás. Y una vez descubres como hacerlo, no puedes cambiar... En el caso de mi madre es el cristal de roca... Cualquier mineral cristalizado le sirve. Bea es más específica. La primera vez utilizó un yataghan de acero de Damasco del siglo XVII. Pensamos que podría utilizar cualquier espada de acero, pero no... Solo el acero de Damasco le permite enfocar su poder. Por eso necesitamos una espada hecha a medida, funcional, para que pueda utilizarla para luchar contra... Las cosas con las que luchamos si no hay más remedio...

—Tiene sentido —reflexionó el herrero—. El acero de Damasco es una amalgama de compuestos férricos y cerámicos. Su estructura microcristalina es única. Pero no me has dicho como canalizas tú tu poder...

—No pareces sorprendido.

—No lo estoy.

Erica se levantó de su rincón del sofá y se sentó sobre él a horcajadas.

—He confesado ser una bruja...

—Soy viejo, Erica; sé cosas, he visto cosas —susurró con voz ronca, sintiendo como su cuerpo reaccionaba al contacto de la hermosa mujer—. Pero aun no me has dicho como luchas tú... Como canalizas tu poder...

La bruja le pasó la mano por la nuca, provocándole una sacudida eléctrica por todo el cuerpo. Acercó la boca a su oreja y le sopló en el lóbulo antes de susurrarle.

—Yo utilizo armas de fuego para debilitarlos—ronroneó seductora—. Munición especial, preparada para hacerles daño y dejarlos indefensos, hasta poder tocarlos... Porque yo canalizo mi poder por contacto directo, piel con piel...

Sus labios estaban calientes. El aliento era dulce y olía a canela, especias y alcohol. La lengua se movía ansiosa buscando la suya. Sus manos apasionadas, cálidas y suaves, le abrieron con destreza la camisa.

Solo dejó de besarle para quitarse el vestido por encima de la cabeza.

Presa de una pasión que creía extinguida, Héctor la cogió en brazos y la llevó escaleras arriba, hasta el dormitorio principal.

 

—Puta —susurró—. No lo alejarás de mi...

—Hacía mucho que nadie me llamaba así —respondió Erica en silencio—... Y por lo de alejarlo de ti, tú ya no puedes ofrecerle nada, mas que dolor y sufrimiento... Deberías dejarlo marchar antes de que sea demasiado tarde.

—Pero es que lo quiero tanto...

—Demuéstralo. Déjale vivir la vida que merece.

—¿Cuidarás de él?

—No necesita que nadie le cuide...

—¿Por qué lo has hecho?

—Porque él lo necesitaba. Porque yo lo necesito a él. Un quid pro quo bastante simple.

—¿Le amas, al menos?

—He amado a todos los hombres que han pasado por mi vida con más intensidad de lo que jamás pudieras haber imaginado cuando vivías. Y los sigo amando. A todos ellos. ¿Como podría Héctor ser diferente?

—¿Permanecerás a su lado mientras te necesite?

—Hasta que decida por sí mismo buscar refugio en otros brazos...

—¿Y le seguirás amando?

—Hasta el mismo instante de mi muerte.

—Hasta ese día entonces, bruja... Te estaré esperando, y tendrás que rendirme cuentas...

—Ni que fueses la única que espera para eso —bufó malhumorada mientras se acurrucaba contra el costado de Héctor.

 

Al despertar notó algo distinto. Estaba solo en la cama, el hueco que Erica había dejado en las sábanas a su lado todavía tibio. Y se sentía lleno de energía. Curioso, pensó divertido, tras la maratón amatoria de la noche anterior cualquier hubiese esperado despertar agotado.

Pero no era así.

Se sentía pleno. Se sentía libre. Se sentía vivo por primera vez en años...

Y sabía exactamente cómo trabajar aquel pedazo de wootz para forjar la espada de acero de Damasco de Bea.

Entonces escuchó ruido en la planta baja.

Se levantó con un suspiro de contrariedad. Salió al pasillo desnudo y descalzo, y bajó la escalera temiendo el desastre que se encontraría.

Erica estaba preparando el desayuno.

Desnuda.

—No estaba segura si querrías ducharte antes o después de desayunar, así que decidí esperar para que lo hiciésemos juntos...

Héctor abrazó a la bella bruja, dejándose embriagar por su olor, sintiendo como la pasión volvía a apoderarse de él.

 

Tres días más tarde Bea recibió su regalo de cumpleaños.

La espada, enfundada en una vaina cuero forrada con satén azul oscuro, era ligera como una pluma, con el peso ligeramente atrasado para darle agilidad a la punta. Los enrevesados gavilanes de la guarda protegían la mano, sin restarle libertad de movimientos, y podían usarse para golpear como si fuese una llave de nudillos.

Pero lo mejor era la hoja.

Al desenvainarla, el juego de luces y sombras del Damasco empezó a bailar cuando la luz del sol brilló sobre ella. Las zonas más oscuras, nódulos y líneas irregulares y de aspecto perturbadoramente orgánico, parecían corretear y agitarse por la superficie del metal, como si justo debajo hubiese algo vivo, inquieto y juguetón, que quisiese salir a la superficie.

Cuando Bea se concentró, una chispa de fuego de color zafiro recorrió toda la longitud de la espada, desde el puño hasta la punta. Sonrió satisfecha al mirar al nuevo novio de su tía.

—Gracias, Héctor... Es sencillamente perfecta.

Y además, había una daga a juego...

Imagen de Invierno
Invierno
Desconectado
Poblador desde: 21/09/2010
Puntos: 903

Relato admitido a concurso.

Imagen de salino
salino
Desconectado
Poblador desde: 22/05/2012
Puntos: 347

Hola de nuevo, Mikel. Este relato está mejor escrito que el anterior, además tiene el añadido de ser correlativo y tiene una daga a juego…

La idea es original, pero no tiene mucha acción y el comienzo te transporta a una época antigua que confunde un poco al lector, yo pensaba en el 1600 o así, pero era una feria medieval.

La trama está genial, el final te deja satisfecho y los personajes se definen muy bien… Lo único que añoro, dada su temática fantástica, es un poco de acción. Está muy bien como inicio de una historia más larga o como parte de un recopilatorio de relatos, pero así, viéndola individualmente, le falta tensión. Un enfrentamiento físico de la bruja con el fantasma de la difunta esposa sería perfecto.

La narración está fabulosa y el ritmo muy logrado. También está muy documentado el tema de las espadas y le da ese matiz de realidad que tanto necesita la fantasía.

Por repasarle algo, echaría un vistazo profundo a las tildes interrogativas (qué, quién, cómo…) y a la puntuación de los diálogos… aquí te pongo un ejemplo:

« —¿Quien es quién —respondió Héctor cansado—? ¿De que estás hablando?»

Sería así, o eso creo: —¿Quién es quién? —respondió Héctor cansado—. ¿De qué estás hablando?

Te animo a seguir con esta familia de brujas, el entramado de las canalizaciones mediante materiales queda muy bien en la historia.

Mi voto es de ★★☆☆☆

 

 

Imagen de Mikel
Mikel
Desconectado
Poblador desde: 06/02/2015
Puntos: 49

Gracias de nuevo por tus comentarios, Salino.

Entiendo que viniendo del relato anterior acuses la falta de acción. De hecho, en la versión original (¡casi mil palabras más largo!) había incluido una mini escena de acción que suprimí en la entrada a concurso por no aportar nada a la historia excepto ese punto de tensión añadida. A la hora de sintetizar decidí optar por limitar el enfrentamiento al cruce de frases más o menos agresivas entre Erica y el fantasma de Ariadna y el uso de una fórmula de expulsión por ese acuerdo tácito entre ambas.

Reconozco que tengo algunos serios problemillas con las tildes y el uso de los signos de puntuación dentro de los diálogos. Con lo de las tildes no tengo excusa (porque escribir y leer deprisa no es excusa), pero el tema de los signos de puntuación dentro de los diálogos me cuesta bastante. Asumo por defecto que el signo de puntuación cumple la función del punto, con lo cual por defecto lo situo siempre en el mismo lugar en que pondría un punto. Tendré que revisar las reglas y convencionalismos al uso...

Y como puedes imaginar, estoy acabando un relato dedicado a la matriarca, para así tener a los tres personajes bien perfilados y listos para su uso en un futuro...

Gracias de nuevo; valoro mucho tus comentarios y correcciones... Suerte que no te has fijado en la preposición que me falta casi al final del texto... Algo que solo vi cuando ya estaba publicado y no he editado para corregir tras las collejas de Jane Eyre por mis correcciones anteriores en Ojos Azules.

 

Imagen de Mikel
Mikel
Desconectado
Poblador desde: 06/02/2015
Puntos: 49

Se me olvidaba:

La "paradoja temporal" del principio es intencionada... Un guiño para descolocar al lector y hacerle creer que se trata, como bien dices, de una fantasía medieval en lugar de un relato moderno.

 

No se, me hizo gracia cuando se me ocurrió hacerlo, y me dediqué a borrar cualquier palabra que pudiese dar una idea ed en qué época transcurría realmente el relato. Hasta la mención del Porsche Cayenne.

Imagen de salino
salino
Desconectado
Poblador desde: 22/05/2012
Puntos: 347

Mikel dijo:

Se me olvidaba:

La "paradoja temporal" del principio es intencionada... Un guiño para descolocar al lector y hacerle creer que se trata, como bien dices, de una fantasía medieval en lugar de un relato moderno.

 

No se, me hizo gracia cuando se me ocurrió hacerlo, y me dediqué a borrar cualquier palabra que pudiese dar una idea ed en qué época transcurría realmente el relato. Hasta la mención del Porsche Cayenne.

Pues funciona.wink La verdad que ahora que lo mencionas no queda mal, y sí que le vi un toque simpático, pero no entendí su intención. 

Gracias a ti por compartir esa fantasía que me gusta tanto en mis lecturas. Espero poder leer ese otro relato.

Por cierto, añadí los comentarios sobre las tildes y los diálogos porque el texto está muy bien trabajado y eso lo ensucia un poco. Yo también cometo muchos errores y siempre estoy atento a los comentarios para ir puliendo, me agrada saber que puedo ayudar en algo aun sabiendo que tengo una viga en el ojo.smiley

Imagen de Sanbes
Sanbes
Desconectado
Poblador desde: 16/10/2013
Puntos: 1273

Relato bien escrito. Creo que he visto un qué sin acento, y un sa por se. Algo insignificante, vaya, en comparación al resto del relato

Lo primero que me ha llamado la atención es la naturalidad con la que Hector entiende que esa señora de sombrero de pico es una bruja. Esto me hizo pensar que estaba ante una historia de un mundo fantástico, donde las brujas visten tal y como vestirian en un cuento infantil. Y me sacó de la historia comprobar un poco más tarde que es una historia actual, con su móvil y su correo electronico

Creo que la historia ha sido pulida en demasía, para entrar en el máximo de palabras. Esto lo entiendo cuando leo las superbreves escenas de diálogo con su mujer. Que parece que no aportan granacosa al relato. Por otro lado, si lleva 5 años muerta, ¿el hombre la puede ver y hablar con ella

En fin, un relato agradable de leer, pero con un flojo final y lo ya mencionado

2 estrellas

Imagen de Mikel
Mikel
Desconectado
Poblador desde: 06/02/2015
Puntos: 49

Hola de nuevo Sanbes, y gracias por tu comentario.

Los tipofallos que menciones se me deben haber colado, como alguno más que se te ha pasado por alto y que pillé nada más publicado el relato al revisar el formato.

Si te fijas, la descripción del vestuario de bruja de Erica es la del típico disfraz de Halloween, pero sin florituras fantasiosas o ese toque sexy tan de moda. Si estás en una feria medieval y ves a una mujer vestida de bruja, asumes con naturalidad que es un disfraz... Igual que si ves un Obispo, un caballero o una meretriz...

Entiendo que el dejar en suspenso el detalle de la feria medieval hasta el segundo segmento narrativo igual es un poco demasiado confuso...

Sí que ha sido afeitado el relato, sí. Pero los diálogos de Hector con el fantasma de Ariadna son así, breves, a modo de interludio entre las escenas. Claro que Hector puede ver al fantasma de su mujer, y sufre sus arrebatos de ira (poltergeist: por ejemplo en la primera aparición, cuando lanza una botella de perfume por la habitación) con impotencia. Intenté reflejar una relación tóxica entre un fantasma que amaba demasiado a su marido como para dejarle solo, y un vivo que no puede soportar perder a su amada y la retiene... Hasta que la situación se vuelve insoportable. Y ahí entra Erica; una mujer atractiva, autosuficiente, segura de sí misma y además bruja, que consigue convencer, más o menos por las buenas, al espíritu para que deje al pobre hombre vivir su vida.

Así mismo dejo un poquito a elección del lector si era la presencia constante de Ariadna la que provocaba el bloqueo y la inseguridad de Hector a la hora de decidirse a convertir el Wootz en Damasco, si ha sido la magia de Erica lo que le ha proporcionado esa seguridad y esos conocimeintos que no creía poseer antes, o si ha utilizado sus otras armas para inspirarle tras la...Bueno, la escena del sofá. blush

 

Gracias de nuevo por el comentario y la puntuación.

Imagen de Abeeton
Abeeton
Desconectado
Poblador desde: 11/01/2015
Puntos: 16

La historia me pareció entretenida, pero estoy de acuerdo en que no tiene mucha acción. Me gustó como jugaste con los tiempos al principio, que resulta que está en una feria medieval. También me gustó que Héctor era acosado por el fantasma de su esposa muerta, pero me despierta muchas dudas, por qué lo acosaba y lo celaba tanto? además parecía como si él no la quisiera, por qué? Muchas preguntas sin respuesta, pero igual me agradó.

Le doy 2.5 estrellas por la falta de acción.

Ama Bee

Imagen de Mikel
Mikel
Desconectado
Poblador desde: 06/02/2015
Puntos: 49

Gracias por el comentario Abeeton.

La razón por la que el fantasma es tan posesivo es por lo mal que lo pasó al final de su vida, aguantando por pura fuerza de voluntad, y por el amor que ambos se tenían, ya que Hector sufrió lo suyo al final de la enfermedad por pura empatía.

En cuanto a él... Lleva cinco años conviviendo con el espíritu de su mujer muerta, que además se muestra celoso e irritable (frustrado, en realidad). Digamos que él sí que ha madurado y superado la pérdida, pero ella iniste en que todo siga como si ella siguiese viva, sin reconocer que no tienen nada en común.

Reconozco que la falta de ación es un lastre importante...

 

Gracias de nuevo por tu comentario y la puntuacioón.

Imagen de Invierno
Invierno
Desconectado
Poblador desde: 21/09/2010
Puntos: 903

Ya desde el inicio me llama la atención la seguridad y el control del autor sobre el tema de la forja de espadas, lo que aporta mucho peso a un relato en el que realmente no ocurren demasiadas cosas. Quizás la mayor pega que le veo es que el que debería ser el mayor conflicto, el encuentro entre Ariadna y Erica, se resuelve muy rápido y de forma excesivamente simple, casi apresurada. Luego, da la sensación de ser más un capítulo que un relato aislado. Por lo demás encuentro un enfoque original y un estilo bastante solvente, aunque habría que repasar ciertas cosillas, como varias tildes ausentes.

Imagen de Mikel
Mikel
Desconectado
Poblador desde: 06/02/2015
Puntos: 49

Gracias por el comentario, Invierno.

Es cierto que el nudo de la historia se resuelve de una forma bastante ligera y rápida. La idea original era bastante más compleja; un auténtico duelo de voluntades entre el fantasma y la bruja, con fórmulas de expulsión y algo de pirotecnia metafísica...

Pero al final me decidí por algo más ligero y amable, en que tras un (ciertamente) breve diálogo el fantasma de Ariadna decide dejar que su marido rehaga su vida sin más intervenciones. Bueno, el tener que ceñirme a una longitud predeterminada en el texto también me ayudó a decidirme por una resolución más breve y con menos florituras.

Reconozco que me equivoqué en esa aproximación, ya que el ritmo de toda la historia es muy pausado, y parece que las cosas se limiten a pasar.

El problema con las tildes diacríticas creo que es algo bastante extendido entre los catalano parlantes de mi generación (mismas grafías que se acentúan de forma distinta en cada lengua). O por lo menos a mí me pasa. Además tenía el problema añadido de usar una versión de LibreOffice con un corrector ortográfico de cuchufleta, que me marcaba como errores las acentuaciones correctas en castellano. Suma ambos problemas y ya tenemos el lío montado... Pero eso ya se ha acabado; he instalado un procesador de textos con un diccionario más avanzado y con corrector gramatical...

 

Gracias de nuevo.

Imagen de salino
salino
Desconectado
Poblador desde: 22/05/2012
Puntos: 347

Mikel dijo:

Pero eso ya se ha acabado; he instalado un procesador de textos con un diccionario más avanzado y con corrector gramatical...

Bravo!!yes

Imagen de Hedrigall
Hedrigall
Desconectado
Poblador desde: 14/01/2011
Puntos: 1132

Ah, los de cuarenta somos jóvenes... cool

Lo que más me ha gustado del relato es su originalidad, el entremezclar la forja de la espada, la situación de embrujo del herrero, la liberación compasiva de la bruja... Repito, una historia muy original. Los compañeros ya han comentado los dedazos del relato, y solo añadiré que, en contraste con el buen hacer narrativo de las escenas, la forma de enlazarlas podría haberse mejorado. Tampoco encuentro finalidad en despistar acerca de la época ambientada (sí, yo también he caído) pues provoca un solo efecto, el desconcierto.

Coincido en que quizá el conflicto con el espíritu de la mujer debería tener más peso, pero lo encuentro compensado por una historia que me ha encantado.

 

3 estrellas.

Imagen de JFB
JFB
Desconectado
Poblador desde: 05/03/2012
Puntos: 125

Relato ameno y bien escrito al que tal vez le falta un poquito de acción. Lo que más me ha gustado es todo el tema de las espadas y el acero de Damasco, que he buscado en la Wiki porque no estaba seguro si era inventado. Veo que no, y es una historia muy curiosa y muy bien buscada.

"Pérdida de la técnica:se perdió hace unos siglos y ha vuelto a ser descubierta por varias universidades, de Estados Unidos y la Universidad Complutense de Madrid. Los profesores A.J. Criado y J.A. Martínez, en una investigación de varios años, dieron con el secreto de las famosas espadas de acero de Damasco, llegando a fabricar varios ejemplares.

En la actualidad existe una patente para la forja de este tipo de acero de ultraalto contenido en carbono (acero de Damasco) propiedad de la Universidad Complutense, que puede ser consultada en la página Web de dicha universidad."

Mi voto: 2,5 estrellas

Imagen de Mikel
Mikel
Desconectado
Poblador desde: 06/02/2015
Puntos: 49

Gracias por los comentarios, Hedrigall y JFB.

 

Desde hace casi cien años que de vez en cuando alguien dice haber resuelto el misterio del acero de Damasco, y sin embargo hasta el momento nadie ha podido duplicarlo utilizando las técnicas de la época. Los intentos más remarcados son hasta el momento los de Verhoeven y Pendray, aunque el patrón de las aguas aleadas se pierde al dar tratamiento térmico para endurecer el ecero. Otro intento famoso fue el del ruso Anosov en el siglo XIX, reproducido por Wadsworth y Sherby en 1980 (en realidad se trataba de bulat y no de Damasco, pero ambos aceros tenían la misma base; el wootz indio).

Ignoraba lo de la Complutense de Madrid (supongo que no se mueven en el mismo círculo de forjadores que yo), no obstante me he descargado la tesis doctoral y me la leeré en cuanto tenga un ratejo libre en la tienda (son 272 paginillas de nada).

 

Gracias de nuevo por comentarios y puntuaciones.

 

Imagen de Easton
Easton
Desconectado
Poblador desde: 06/11/2011
Puntos: 416

He terminado de leerlo con la sensación de que el conjunto me gusta. He disfrutado las conversaciones sobre espadas de los personajes y la historia de las brujas que canalizan su poder. Sin embargo, no me ha parecido natural la escena en que ella va a negociar el precio de la espada. La forma de entrar en una casa ajena y tomarse esas confianzas, sin algo como un coqueteo previo (y ha tenido oportunidad, pues es el tercer encuentro con el hombre), no me convence del todo.
El que el espíritu de la mujer se retire convencida tampoco lo veo. Al fin y al cabo ha estado ahí durante años, como para irse tan fácil.
2,5 estrellas

Imagen de Belagile
Belagile
Desconectado
Poblador desde: 09/12/2013
Puntos: 829

No termino de conectar con este relato. Por una parte lo veo entretenido, sobre todo en las escenas de "espada y brujería", pero los personajes se me escapan y no conecto muy bien con ellos. En cualquier caso, el relato está bien escrito (salvo por algunas erratas puntuales) y recoge bien el tema de la convocatoria. Yo le daría un repaso a fonto y puliría algunas escenas que no terminan de encajar.

★★☆☆☆

Giny Valrís
LoscuentosdeVaho

Imagen de Ligeia
Ligeia
Desconectado
Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

Pues yo lo barruntaba jaja "esto es una recreación", vi cosillas que me escamaban y lo de decir que una tipa de cuarenta es joven ya fue lo definitivo, hasta hace unas décadas una mujer de cuarenta ya era vieja (sí, triste pero cierto, menos mal que ha cambiado ese paradigma) no podía ser un mercado antiguo, además lo de la ropa tipo disfraz y que él asimile tan pancho, ah, una bruja, lo de soltar tan ricamente "imperio Sri Vijaya"... pues eso, al aparecer el coche ya me lo confirmó del todo.

Por lo demás estoy de acuerdo con los anteriores comentarios, interesante la temática de la forja y los materiales, la familia de brujas que canalizan su energía através de los materiales y una lástima que la obligatoria poda haya dejado un poco cojas algunas cosillas.

Tres estrellas y media:

***´

Imagen de L. G. Morgan
L. G. Morgan
Desconectado
Poblador desde: 02/08/2010
Puntos: 2674

Pues quizá es mi preferido de los tres. Erica mola mucho. Y el principio me ha parecido fantástico, ese mercado medieval que parece de primeras verdadera edad media XD

Toda la historia discurre genial, con esos toques sobre las espadas tan realistas y bien contados, con descripciones muy "visuales". Me tuve que documentar una vez sobre el acero de Damasco para un relato y me fascinó el tema, es más increíble además teniendo en cuenta en qué época ocurrió.

Mi pero viene al final. No sé, quizá le pasa factura esa sensación de que el relato es una parte de algo mayor, te deja algo desinflado. Es un poco "¿y todo para esto?". Vamos, que no parece terminar del todo.

★★★☆☆

Imagen de Bestia insana
Bestia insana
Desconectado
Poblador desde: 02/05/2013
Puntos: 1928

Otro buen aporte, no hay duda. Este parece más un capítulo de la novela que estás escribiendo o escribirás. Como en el otro con las motos, en este transmites bien la pasión que sientes por las espadas, y uno, sin tener  la menor idea, lo disfruta. Creo que si le hubieses dado más cuerpo a la mujer de Héctor, el golpe, después, hubiese sido mejor. Faltan las tildes de costumbre y tal, pero eso no empaña el buen trabajo.

3 estrellas

Imagen de Bestia insana
Bestia insana
Desconectado
Poblador desde: 02/05/2013
Puntos: 1928

Por cierto, yo desde el principio tuve claro que se trataba de una feria medieval, claro que antes había leído los otros dos relatos, aparte de haber estado en alguno de esos mercados, como feriante, vendiendo libros, disfrazado de monje por cierto, una vez incluso al lado de un herrero, tiene gracia

Imagen de L. G. Morgan
L. G. Morgan
Desconectado
Poblador desde: 02/08/2010
Puntos: 2674

Madre mía, qué friki eres no

A mí me encantan los mercados medievales. Recuerdo uno en Ferrol con especial cariño, lo pusieron en la ciudad vieja y estaba de lo más logrado. Creo que encuentras ahí verdaderos artesanos artistas.

Imagen de Bestia insana
Bestia insana
Desconectado
Poblador desde: 02/05/2013
Puntos: 1928

no Sí, molan, aunque desde detrás del puesto no se disfrutan igual. De modo que Ferrol? Debí haberlo imaginado.

Imagen de Ligeia
Ligeia
Desconectado
Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

Fray Bestia Insana, molaaa jaja ains, a mí me gustaría ir a alguna, el Lucus Augusti de Lugo o hace poco que fue la Feria Medieval de Ribadavia..

Imagen de Ligeia
Ligeia
Desconectado
Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

Fray Bestia Insana, molaaa jaja ains, a mí me gustaría ir a alguna, el Lucus Augusti de Lugo o hace poco que fue la Feria Medieval de Ribadavia..

Imagen de Patapalo
Patapalo
Desconectado
Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Un relato que fluye muy bien y que engancha solo por lo que cuenta, sin necesidad de generar tensión, lo que es un gran punto. En efecto, como capítulo de una novela no dejaría sensación de no haber pasado nada (en realidad, pasan muchas cosas). De hecho, la única pega que le veo es dentro del marco de la convocatoria. El Polidori es un concurso de relatos si no ya de terror, al menos sí foscos, y aquí se "desperdicia" el elemento sobrenatural de la mujer fantasma cuando se podría haber acentuado sin modificar apenas un ápice la trama. No sé, creo que subiéndole unos grados la hostilidad hacia la bruja (al menos la misma que hacia el marido) ya hubiera cumplido mucho más.

De todas formas, recalco que es solo un aspecto dentro del marco de la convocatoria. El relato funciona ya muy bien así.

 

ps.- sobre los signos de interrogación y exclamación, precisar que van al principio y al final del sintagma de la cuestión o la exclamación, sin más, siempre pegados a las palabras: ¿Hago así la pregunta? -Luego pones el inciso que quieras-. Y... ¡misión cumplida!

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

Imagen de Belagile
Belagile
Desconectado
Poblador desde: 09/12/2013
Puntos: 829

L. G. Morgan dijo:

...Recuerdo uno en Ferrol con especial cariño...

Tú también eres de Ferrol??

Giny Valrís
LoscuentosdeVaho

Imagen de L. G. Morgan
L. G. Morgan
Desconectado
Poblador desde: 02/08/2010
Puntos: 2674

No, yo soy madrileña, soy gallega solo de corazón XDD Es que viajo allí muchas veces y me encanta, y en cada ocasión, además de visitar los viejos sitios, tratamos de descubrir alguno nuevo.

(Y perdón al señor del acero por enturbiarle el hilo devil)

Imagen de Belagile
Belagile
Desconectado
Poblador desde: 09/12/2013
Puntos: 829

L. G. Morgan dijo:

No, yo soy madrileña, soy gallega solo de corazón XDD Es que viajo allí muchas veces y me encanta, y en cada ocasión, además de visitar los viejos sitios, tratamos de descubrir alguno nuevo.

(Y perdón al señor del acero por enturbiarle el hilo devil)

Pues ya hay dos madrileñas gallegas de corazón en el foro cool

Giny Valrís
LoscuentosdeVaho

 OcioZero · Condiciones de uso