El excomulgado

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Sanbes
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El sacerdote Valentín Jeremías se encontraba cabizbajo y con las manos entrelazadas. Tenía una sombra de barba en el rostro, resultado de un día sin afeitarse; algo que para él era demasiado tiempo. Una mosca se posó en su prolongada frente, pero no hizo ningún movimiento para asustarla. No había razón para sentirse más importante que aquel insecto, pues todos sus intentos de conseguir el perdón, todas sus súplicas y sus lamentaciones habían caído en saco roto.

     —Padre Jeremías —dijo el obispo, un hombre cercano a la tercera edad. Estaba sentado al otro lado de la mesa, acompañado del cura Alejandro—, no conservo dudas de la sinceridad de su arrepentimiento. Y estoy convencido de que Dios sabrá perdonarlo. Pero no puedo volver a consentir que ponga en peligro los valores de la Iglesia. Logré protegerlo una vez. Paré la denuncia, expié sus pecados y usted prometió, bajo la atenta mirada de Jesucristo, no volverlos a cometer jamás.   

     Daba la sensación de que Jeremías lo escuchaba atentamente, aunque en realidad llevaba un rato concentrado en intentar llorar, demostrar con actos y no solo con palabras que su arrepentimiento era verdadero. Para ello trataba de empatizar con esos niños a los que había traumatizado de por vida.

     —Lamento su situación —continuó el obispo—, pero he consultado con el cardenal Evaristo Pirri y me ha dado su bendición para llevar a cabo lo que considere oportuno. Es usted reincidente, y en los tiempos que corren debemos dar ejemplo. Deberá abandonar la iglesia mañana por la mañana, antes de la primera misa —sentenció el obispo, poniéndose en pie—. Después el padre Alejandro tomará posesión de la casa que le otorgamos en su día.

     Tomará posesión…

     Sin darse cuenta, el obispo le acababa de dar la idea para jugárselo todo a una última carta. Aquella que le había valido para meter miedo a muchos de quienes se había aprovechado. La carta del Diablo. “Necesito comprobar que eres fiel a Dios y que no has sucumbido al Diablo. ¿Has pecado? Porque cuando uno peca el maligno lo marca. Quítate la ropa y permite que te inspeccione. No temas, hijo mío. Él intenta dejar su huella en lugares difíciles de encontrar. Pero yo conozco todos sus trucos. Confía en mí.  Si encuentro su marca, yo sabré como salvarte de sus garras”.

     El sacerdote echó hacia atrás la silla y se arrodilló.

     —¡Estoy poseído! —Gritó—. ¡Fue el Diablo! ¡Él me obligó a cometer esos actos! Una bruja pronunció un conjuro en el confesionario y el mal entró en mí. ¡Tenéis que ayudarme!

     El cura Alejandro se giró y le observó, con una mueca entre pena y asco, caminar de rodillas.

     —¿Y por qué ha esperado hasta ahora para mencionarlo?

    —¡Porque muerde y me clava las garras cada vez que he intentado confesarlo! Pero se acabó, aguantaré su ira. ¡Necesito un exorcismo!

     El obispo suspiró, aquella situación le cansaba.

     —He sido benévolo con usted, Jeremías. Si el padre Alejandro me comunica que no ha abandonado la iglesia al finalizar la misa de mañana, avisaré a la policía, aunque eso me lleve a sacar a la luz asuntos que preferiría solucionar entre estos muros. Que Dios se apiade de su alma.     

     Valentín Jeremías se lanzó al suelo y comenzó a estirarse y convulsionarse entre gritos, suplicando ayuda y piedad. Pero su interpretación no fue lo suficientemente impactante para impedir que se marcharan. Tras unos minutos se rindió y quedó tendido de espaldas al suelo.

     Observaba en silencio a los ángeles pintados en el techo.

     Decidió hacerse sacerdote porque se sentía incapaz de controlar aquellos actos de depravación que le habían llevado a cometer locuras con su propia hermana. Creía que la fe le salvaría de convertiste en un ser repugnante. Pero en lugar de aplacar su más oscuro instinto, el trato con sus feligreses había despertado un voraz apetito que solo conseguía controlar en contadas ocasiones.

     No quería ni imaginar en la clase de monstruo que podía convertirse si abandonaba el hogar de Dios.

     Llevaría su última argucia hasta el final. Y prometió entregarse por completo a la ardua búsqueda del perdón divino si conseguía salirse con la suya.   

 
                                                    2
Lo primero que hizo al entrar en la pequeña casa situada junto a la iglesia fue dirigirse a su habitación, descolgar el crucifijo del cabecero de la cama, colgarlo del revés y escupir a la cruz. 

     Debía invocar al Diablo, y cualquier muestra de negación y desprecio hacia su antiguo dios sería bienvenida por el maligno.

     El plan, de hecho, el único plan con el que podría anular su excomulgación era demostrar que sus lamentables actos habían sido provocados por una posesión. ¿Pero cómo podía conseguirlo?

     Trató de recordar sus escasos conocimientos sobre demonología. Aunque algo había estudiado era insignificante en comparación con la carrera de los exorcistas. Sabía que debía crear un escenario acogedor para su llegada. Que se sintiera honrado y orgulloso de haber sido invocado. Se preguntó si prestaría atención a la llamada de un sacerdote. ¿Por qué no? Supuso que nada le haría más satisfacción que llevarse al infierno el alma de un soldado de Dios.

     Conocía la existencia de dos formas distintas de invocarlo. Una lenta, abriendo las puertas del más allá con mecanismos como el tablero oüija. Aunque estas puertas no le aseguraban que tuvieran conexión directa con el infierno. Por ellas podía entrar cualquier espíritu. Y él no buscaba almas, buscaba demonios.

     Así pues, debía escoger la rápida. La que utilizaban las brujas de antaño en sus aquelarres. Usaban o dibujaban un pentagrama invertido que se convertía en una puerta para dejar entrar a Baphomet o a las criaturas del averno.

     Bien, estaba decidido a escoger el camino rápido. Ahora necesitaba el cebo. Aquello que llamara la atención del demonio. Y para atraerlo, los herejes satánicos utilizaban…

     El sacerdote tragó saliva. Las brujas sacrificaban vidas humanas para invocar a su señor. Pero no podía llegar a ese extremo. Ni hablar. Debería conformarme con un animal. Sabía que también los mataban para los contactos con espíritus del otro mundo. Lo que desconocía era si los animales estaban destinados para seres más débiles que los demonios. De hecho, era probable que el Diablo ni siquiera moviese un dedo por la sangre derramada de un gallo o un becerro.

     —Maldita sea —se lamentó el sacerdote mientras recorría sudoroso la habitación de lado a lado.  

     No podía andarse con medias tintas. Solo tenía una noche para lograrlo. Una última oportunidad de salirse con la suya. Pero no sacrificaría la vida de un niño inocente. Su corazón podrido aún conservaba una vena palpitante que lo salvaba de ser un monstruo. 

     Debía encontrar a alguien que tuviera el alma condenada al infierno. Sí. ¡Eso es! Lo único que provocaría con el asesinato sería entregarla antes de tiempo al fuego eterno. Sin embargo él tendría después toda una vida para intentar salvar la suya.

     Y lo cierto era que no le hizo falta pensarlo demasiado. 

     Se puso una chaqueta sobre la sotana y salió a la calle.

 

                                                    3
El sacerdote cerró la puerta después de que la prostituta entrara en la habitación. Tenía el cabello ondulado y rubio; su abrigo de piel terminaba sobre las rodillas de unas interminables piernas enfundadas en medias blancas de rejilla.

     —¿Seguro que no vas a intentar calentarme nuovamente la cabeza? —preguntó la chica, quien aún colaba palabras de su Italia natal. Hubo una vez en la que el sacerdote caminó hasta ella, junto a la rotonda, e intentó aconsejarle de que diera fin a su mala vida y comenzara una nueva en el camino del señor.

     —No. Ya te he dicho que hoy quiero ser tu cliente.

     — È incredibile —dijo ella, dejando el abrigo y el bolso sobre la cama. Llevaba una camisa de escote generoso—. Eres el cliente más raro que he tenido mai, padre. ¿O prefieres papito?

      —Como quieras. ¿Cómo te llamas tú?

     —Samanta. ¿Qué ti piace, padre papito? —La puta se echó reír.  

     —Sexo —contestó Jeremías. Al Diablo le gustaba el sexo—. Sexo sucio.

     —¿Cómo de sucio? —su sonrisa se apagó—. Yo hay cosas che no me dejo fare.

     —Tan sucio que el Diablo quiera unirse a la fiesta.
 

     La puta lo miró fijamente durante un instante, luego volvió a reír.

     —Santa madona, vita di merda. ¿Quieres jugar a que tú eres el Diablo y me follas? ¿Me follas con tu rabo di demonio?

     Jeremías sonrío. Le tranquilizaba verla reír.

     —Necesito tu pintalabios —dijo el sacerdote.
    

     Ella abrió la cremallera del bolso, extrañada.
 

     —¿Te gusta… come si dice… maquillarte?
 

     —Es para pintar una cosa en el suelo. Haremos el amor dentro.
 

     Samanta rebuscó en el interior del bolso mientras susurraba palabras de sorpresa en su idioma. Cuando encontró el pintalabios se lo alargó al cura, pero cerró la mano antes de que él lo cogiera. 
 

     —Sono cinquanta euro. Y si me jodes el pintalabios me lo pagas.
 

     El sacerdote, aún con el abrigo puesto, abrió un cajón del escritorio y le entregó a la puta un fajo de billetes que superaba el precio indicado. Ella los cogió, los contó con rapidez y observó al sacerdote con cierta curiosidad. Después guardó el dinero y le dedicó su sonrisa más exclusiva.
 

     —Tutto bene. Pinta esa merda, padre. Andiamo a follar como bestias.
 

                                                   4
La prostituta se encontraba tumbada sobre el pentágono invertido dibujado en el suelo; se había hecho dos coletas, estaba desnuda y rodeaba al sacerdote con las piernas. Con una mano trataba de introducirse el flácido pene del cura, protegido por un preservativo de color azul.
 

     —Oh, padre, questo se ha vuelto a bajar. ¿Quieres que te fare cosas? —sin esperar contestación se metió el pulgar en la boca y comenzó a chuparlo como si fuera un chupete. Al fin consiguió endurecerla lo suficiente para que entrase el cura en ella, aunque continuó sujetándosela con la mano para impedir que se saliera.  

     —Satanás, yo te invoco. Yo te ofrezco a Samanta para recibir tu llegada —Comenzó a decir Jeremías, entre torpes embestidas de cadera. Seguía vestido, pero sus pantalones estaban a la altura de los tobillos.

     —Sí, sí. ¡Vieni Satanás! ¡Vieni qui y fóllame tú también!
 

     —Mi casa es tu hogar. Mi carne es tu cuerpo. ¡Seas bienvenido, rey de las tinieblas! —Continuó el sacerdote, sin estar seguro de si estaba haciendo lo correcto o debía pronunciar otras palabras—. ¡Yo te entrego a Samanta a cambio de que me poseas! ¡Llévatela a ella y entra en mí!

     El sacerdote cerró las manos en torno al cuello de la prostituta y apretó con fuerza. Ella le clavó la vista, asustada, y comenzó a pegarle para que aflojara la presión.

     —Te la entrego Satán, te la entrego, te la entrego, te la entrego… —salivaba Jeremías, apretándole el cuello con todas sus fuerzas, sin hacer caso de los golpes que le propinaba la puta mientras él observaba cada rincón de su habitación a la búsqueda de alguna diabólica señal.
 

     No dejó de estrangularla ni cuando los brazos de la chica cayeron inmóviles al suelo.
 

     —¡Tómala, Satán! Es mi regalo. Es para ti. Haz con ella lo que quieras. Pero a cambio cumple mi petición. Y te traeré nuevas chicas —mintió, arrepintiéndose al instante. 

     Se sorprendió al encontrarse aún con las manos en el cuello de la prostituta. Sin dejar de observarla, la soltó. Los ojos de ella, aunque abiertos, delataban estar faltos de vida. Pero él seguía sin percibir ninguna presencia extraña ni en su cuerpo, ni en la habitación.
 

     ¡Seguro que la puta asquerosa le había dado otro nombre! Seguro que por eso no había dado resultado.
 

     Se dirigió al cuarto de baño, situado en aquella misma habitación, lanzó el condón al retrete e inspeccionó el interior del bolso en busca de algún documento donde desvelara su verdadera identidad. Lo vació todo sobre la cama pero no encontró nada. En su lugar se fijó en dos diminutas bolsas transparentes. Una de ellas contenía unos polvos blancos, y la otra un par de pastillas de colores.
 

     ¿Podía ser aquello las drogas de las que había oído hablar tantas veces por televisión?

     Al cabo de un rato dejó de buscar y observó el cuerpo desnudo de la prostituta, tumbada dentro del pentagrama. Aquella ofrenda debía haber sido el anzuelo para que el Diablo picara. Tenía que haber dado resultado. Y sin embargo, lo único que había conseguido era convertirse en un asesino.

     Se preguntó si se arrepentía de lo que acababa de hacer.
 

     La contestación le provocó un ataque de risa. No sentía lástima por ella. Solo por su fracaso. Solo y únicamente por él.

     Ahora sí era un monstruo.

    El sacerdote cogió las bolsas.

     Ya que ahora no le cabía la menor duda de haber condenado su alma al infierno, al menos estaba en su mano dejar de hacer el mal.
 

     Acabaría con su sufrimiento, con sus impulsos y obsesiones; acabaría con el monstruo. 

     Llenó un vaso con agua, vació en él la pequeña bolsa de polvos blancos y después masticó las pastillas de distintos colores e imágenes. Lo bebió todo de un trago, mojándose la barbilla y el cuello de la sotana.

     Después se tumbó en la cama para esperar la muerte. Le molestó ver que el crucifijo seguía del revés, pero no iba a perder energías en colocarlo bien. El llanto le sobrevino por sorpresa. Se dejó llevar, era una sensación agradable. De hecho, ni siquiera recordaba cuándo lloró por última vez.

     Al cabo de un rato se limpió los ojos y observó el techo. ¿Siempre había estado tan alto?
    

     Sus pensamientos fueron silenciados por el latido de su corazón. Lo sentía bombear en la punta de los pies, en los dedos, en el vello de sus brazos, hasta su ano se dilataba y contraía al ritmo de sus latidos. Era como si sus órganos estuvieran haciendo una fiesta a golpe de tambor.
 

     Las sombras de la habitación comenzaron a deslizarse. Lo hacían por el techo y las paredes, y cuando tocaban los muebles éstos se alejaban y se hacían pequeños.

     —Ha dado resultado, padre papito. Él está aquí. 
 

     Jeremías se incorporó de golpe y gateó hasta los pies de la cama. La prostituta yacía en la misma posición, pero con los ojos en blanco y una siniestra sonrisa.
 

     —Sal de su interior, entra en mí —susurró el sacerdote. Se tiró al suelo y sacudió el cuerpo de la muchacha—. ¡Entra en mí!
 

     Al observar de nuevo a la puta, su rostro había recuperado la mirada ausente. Aquello debía significar que la había abandonado para entrar en su cuerpo. Se concentró en su propia respiración, se llevó la mano al pecho… y lo sintió. Estaba dentro. Y llenaba con su fétido aliento cada rincón de su ser.
 

     Ahora era el momento de salir fuera a conseguir el perdón.
 

     El sacerdote se levantó con torpeza y corrió tambaleándose hacia la puerta, pero en lugar de salir al exterior entró en el cuarto de baño.
 

     Se topó cara a cara con su imagen en el espejo. Sus pupilas estaban tan dilatadas que ocupaban casi todo el globo ocular.
 

     —No estás poseído. No te creerán —aunque la imagen del espejo movía la boca, Jeremías lo escuchaba ajeno a él. Como si una presencia extraña lo susurrase a su lado—. Los demonios tienen lengua de serpiente. Tú no. Producen heridas en la carne del hombre. Tú eres bello. No te creerán. ¡No lo harán! ¡No lo harán! 
 

     El sacerdote abrió un cajón y cogió unas pequeñas y afiladas tijeras de cortar las uñas.
 

     —Conviértete en un demonio. Haz que te crean. ¡Tienen que creerte!
 

     Se aceró las tijeras al rostro. La voz tenía razón. Debía parecerse a un demonio. Era la única forma de que lo creyeran.
 
                                                   5
El padre Alejando se encontraba dando su primera misa cuando Jeremías entró por la puerta principal. Su rostro estaba desfigurado por los cortes que él mismo se había producido con las tijeras que empuñaba. La sangre brotaba de sus heridas, empapándole el cuello y la sotana. A los primeros cristianos que se fijaron en él les sacó la lengua, con la punta cortada en dos como las serpientes. 

     El cura Alejandro calló de golpe al verlo avanzar por el pasillo de la iglesia. No lo oyó muy bien debido a los gritos de los allí presentes. Pero estaba convencido de que había nombrado al Diablo justo antes de que comenzara a atacar a los feligreses con las tijeras.

     Y por su aspecto, supo que Valentín Jeremías había sido poseído por el maligno.
 

     No se quedó a detenerlo.

 

                                                Epílogo.

Un sacerdote que supuestamente estaba poseído por el demonio mata a dos personas y hiere a otras siete. Dos de ellas se encuentran en estado grave” La razón.

La policía necesitó hasta cinco disparos para acabar con la vida del sacerdote poseído. Aseguran que escupía espuma por la boca, y tenía el rostro y la fuerza del mismísimo Diablo” La vanguardia.

El cardenal Evaristo Pirri impide que se le haga la autopsia a Valentín Jeremías, el sacerdote poseído, por temor a que el demonio escape de su cuerpo. El Papa muestra su deseo de realizarle un exorcismo antes de su entierro” El país.

Se sabe que, en la noche anterior a los hechos, el sacerdote Valentín Jeremías estuvo realizando un exorcismo a una joven de quien se desconoce la identidad. El Papa confiesa que el sacerdote fallecido era uno de los nuevos exorcistas impuestos por el vaticano. Aunque no era oficial, Valentín ya gozaba del beneplácito del Vaticano para efectuar los exorcismos” La razón.

Acusan al sacerdote poseído de pedófilo” El periódico.

El juez Francisco Sánchez cierra el caso del sacerdote Valentín Jeremías, debido a que la persona denunciante no se ha presentado en el juicio” La razón.   

Valentín Jeremías, el sacerdote poseído, será nombrado Santo debido a su dedicación en la lucha contra las fuerzas demoniacas y por su sacrificio al salvar el alma de la joven” El País.

 

                                                      Fin.

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LCS
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Poblador desde: 11/08/2009
Puntos: 6785

Impresionante. Me rindo a tus pies. Un relato casi perfecto, salvo por un detalle: el epílogo. No lo creo necesario. Por eso, en lugar de cinco, le doy cuatro estrellas y media. Enhorabuena. Para mí, el mejor que he leído.

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Relato admitido a concurso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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salino
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Poblador desde: 22/05/2012
Puntos: 347

Sanbes, gracias por esta genial historia.

La trama es directa y lineal. Se entiende lo que ha sucedido y vemos a los personajes sin necesidad de descripciones pues todos tenemos presente los abusos sexuales a niños por pederastas con sotana. Es un cliché. Sin embargo bien usado para ponernos en situación.

La historia va ganando interés mientras más avanza. Vamos sorprendiéndonos en un absurdo y a la vez disfrutamos los resultados. El final, totalmente impredecible en su comienzo, nos saca una sonrisa satisfecha.

Apenas he visto faltas, está muy bien narrado y corregido. Eso es para mí algo muy importante para puntuar, y su estilo de narración minimalista da un buen resultado. Tanto el narrador como las escenas están bien colocadas, sobretodo la escena final donde salta directamente al resultado dejando la elipsis a nuestra imaginación. Me refiero a la escena del espejo, donde el cura se mira y se plantea hacerse heridas diabólicas, y luego pasa al desenlace. Igualmente ocurre con las notas de prensa al final del relato… Muy buena idea.

Lo único que no me satisface, como lector, es la profundidad del personaje. Es plano y poco creíble. Al igual que el resto de los sacerdotes y sus diálogos. No obstante la prostituta, aun siendo un personaje secundario, me llamó de forma grata la atención.

La conclusión no queda abierta, sino con dos resultados muy evidentes que plantea esta pregunta: ¿estaba al final poseído o solo era el efecto de las drogas?

Una conclusión que me recuerda a la película “El día de la Bestia”, de Álex de la Iglesia.

Mi voto es de 4 estrellas

Un aplauso: Plas, plas, plas…

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Molu
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Poblador desde: 16/11/2015
Puntos: 243

El cuento está muy bien escrito en cuanto a la prosa y al estilo. No es fácil entablar diálogos de esos calibres y que queden creíbles. En eso está muy bien.
En cuanto al argumento, me hizo recordar muchísimo al cura aquél de "El día de la bestia", de Álex de la Iglesia, que cometía todos los pecados posibles para contactar con el diablo. En eso pierde originalidad.
Me hubiera gustado un final que sorprendiera. Tal vez por el impedimento del límite de palabras, creo que pudo haber dado alguna vuelta de tuerca más, que lo volviera menos previsible. Tal vez que el cura demostrara un poco más de ingenio para lograr ser poseído. Que buscara pecados menos obvios. Pero esto último (en cuanto a la previsibilidad), por supuesto, es un gusto personal.
Me gustó el detalle del epílogo.
Le doy 3 estrellas.

 

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Sanbes
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Poblador desde: 16/10/2013
Puntos: 1273

Gracias, Lcs, Salino y Molu por leer y comentar el relato :)

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Anónimo 8
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Poblador desde: 16/11/2015
Puntos: 34

Tres estrellas. (Sería un tres alto pero sólo daré notas enteras.)

Primero lo bueno:

Se te nota oficio, que sabes escribir. La prosa es sobria y sin errores. Los diálogos están muy bien escritos, son naturales y fluidos. A mí el epílogo no me sobra, lo veo un acierto.

Lo no tan bueno: (Es más largo porque hay que argumentarlo)

El principal problema es que parte de un punto poco verosímil y aquí depende de cada uno si quiere entrar en el juego (y obviarlo) o no. Yo no pude. La reacción del cura no la veo lógica. Que alguien provoque un fallo para tapar un fallo puede ser normal, pero que un cura invoque al demonio (perder el alma) por tapar un pecado (que ni siquiera le conduce a la cárcel, sólo le echan del oficio) es desproporcionado. A partir de ahí sólo veía a un tipo, con perdón, liándola parda por algo que tenía solucionado de ante mano.
El tema no es muy original, está muy manido (exorcismo-cura-pedofilia). Has buscado un enfoque diferente pero, en mi opinión, se te ha ido un poco la mano.
El relato es muy lineal y hay poco riesgo: pasos cómodos hacia adelante. No hay giros, ni sorpresas. Tampoco un final apoteósico o un increscendo (que es lo que podría irle a un relato lineal).

En resumen:

Enhorabuena porque se te ve buena mano. Has sido valiente y te la has jugado con una historia atrevida. A unos les ha encantado y a otros, como a mí, no tanto.

 

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Poblador desde: 16/10/2013
Puntos: 1273

Gracias Anónimo 8, por leer y comentar el relato :)

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Anónimo 8
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Poblador desde: 16/11/2015
Puntos: 34

Por matizar la opinión de ayer.

Cuando digo que no es verosímil quiero decir que, en mi opinión, el salto entre la dimensión del problema y la solución es muy grande.

Creo que podría funcionar si su primera idea no sea la posesión sino algún chanchullo con la prostituta, la cosa se le va yendo de las manos, la mata, se asusta, el demonio, etc. Es decir, si se va complicando paso a paso, como una bola de nieve. Y si al principio mencionas sutilmente algo que señale cómo puede acabar (anticipar la posesión, por ejemplo) ya rompes la sensación de linealidad.

Es sólo una idea, por matizar.

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Sanbes
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Poblador desde: 16/10/2013
Puntos: 1273

Anónimo 8 dijo:

Por matizar la opinión de ayer.

Cuando digo que no es verosímil quiero decir que, en mi opinión, el salto entre la dimensión del problema y la solución es muy grande.

Creo que podría funcionar si su primera idea no sea la posesión sino algún chanchullo con la prostituta, la cosa se le va yendo de las manos, la mata, se asusta, el demonio, etc. Es decir, si se va complicando paso a paso, como una bola de nieve. Y si al principio mencionas sutilmente algo que señale cómo puede acabar (anticipar la posesión, por ejemplo) ya rompes la sensación de linealidad.

Es sólo una idea, por matizar.

Gracias por los comentarios Anónimo 8, siempre es un gusto saber qué piensan del trabajo de uno, independientemente de si estamos más o menos de acuerdo con la opinión expuesta.
La verdad es que tengo muy en cuenta todo lo que mencionais. Al final del certamen seleccionaré los errores y las opiniones que me parecen más acertadas y mejoraré el relato gracias a ellas.

Y si considero oportuno aclararé cualquier tema.
De momento nada que objetar :)

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Olethros
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Poblador desde: 20/06/2015
Puntos: 352

En cuanto a lo formal, problemillas con el uso de mayúsculas que deberían ser minúsculas ("gritó", "diablo"), otros que son todo lo contrario ("Infierno", "Averno", "Santa Madonna"), y uso discutible de los signos de puntuación en algunas ocasiones. Es posible, pero es una observación subjetiva por completo, que el texto se beneficiase de colocar los adjetivos después de los sustantivos siempre y de una criba de nombres propios que no sean vitales, por la razón que sea, para el autor.

En cuanto al fondo, entra de lleno en la temática del concurso porque trata la posesión. No importa si es real, si es fruto de una mente enferma o de drogas que alteran la percepción; el caso es que la trata, aunque sea como excusa o a su manera, y no hay duda al respecto. Maneja ideas para el trasfondo del protagonista que han sido manidas mil veces, algo que no le ayuda. El ritmo es suficiente y va creciendo poco a poco según se avanza en el texto hacia el climax. El lenguaje de la prostituta le trae más vida al texto.

El epílogo es caso aparte por muchas cosas. Primero, porque desde lo estilístico no encaja con el resto de la narración, pero tampoco desde la perspectiva de las atmósferas. Segundo, porque estropea un buen final, casi rotundo, en el que se nos muestra que el protagonista puede haber conseguido su objetivo pero a un coste que le impedirá disfrutar su logro tal y como deseaba. Tercero, porque está lleno de errores con la puntuación y con las mayúsculas que ofrecen un remate muy negativo a un texto que no lo merece. Cuarto, porque ofrece informaciones que unas veces parecen contradecir lo narrado anteriormente y otras suponen una redundancia innecesaria. A menos que el autor lo considere vital en su texto por alguna razón que él sabrá, mi recomendación es quitarlo.

Mi calificación es de 3,5 estrellas.

Ceterum censeo Carthaginem esse delendam... ;oP

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Sanbes
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Poblador desde: 16/10/2013
Puntos: 1273

Muchas gracias Olethros, por leer y comentar el relato.

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Rapso
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Poblador desde: 31/12/2011
Puntos: 6217

Un muy buen relato, de lo mejor que llevo leído. Me gusta el estilo que usa el autor: ágil, directo, rápido. La tensión está muy bien conseguida. Me gusta asimismo el uso de la "posesión", y ese juego final en el que no se sabe si el protagonista está realmente poseído o es víctima de los efectos de las drogas. La parte del epílogo, tan discutida, a mí me encaja bastante, por esa evolución a posteriori de los hechos, en la que el pedófilo-asesino acaba casi por ser canonizado, en lo que yo leo una crítica a este oscuro mundo de la Iglesia.

En lo negativo hay detalles pequeñitos que no me han convencido. La repetición de los nombres y apellidos en la parte inicial del relato le da un exceso de rimbombancia a la lectura. El lenguaje y la forma de actuar de la prostituta, aunque excelentemente conseguidos ambos, le da un vis casi cómico que te saca un pelín del ambiente.

En lo formal, casi nada que decir, a excepción de alguna mayúscula por ahí y poca cosa más.

Un muy buen relato, al que quizás le pese lo mucho que bebe del El día de la bestia.

Mi valoración: 4 estrellas. 

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Sanbes
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Poblador desde: 16/10/2013
Puntos: 1273

Gracias Rapso, por leer y comentar el relato :)

A decir verdad ni me acordé de esta peli cuando estaba escribiendo el relato. Tendré que buscarla y volver a verla, a ver si se parece mucho mi relato a ella o, aunque tenga el punto de partida similar (un cura quiere invocar al diablo), el mensaje y el resto de la historia es distinto.

Es lo malo de tener memoria de pez, que te pasan estas cosas heart

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jane eyre
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Poblador desde: 02/03/2009
Puntos: 10051

Para empezar, algún dedazo que otro que no te voy ni a mencionar porque se ve de lejos eso, que son dedazos y no faltas. Eso sí, te vendría bien una podadora de esos puñeteros su-sus que se nos cuelan por todos lados XDD

Lo que más me ha gustado ha sido el retrato de ese silencio interno que se traen en la Iglesia y el retrato de la prensa afín y su manera de contar las cosas. Me ha gustado por lo sutil, porque no te has parado a explicarlo, se entiende y se ve sin que hayas tenido que contarlo y yo soy de las lectoras que siempre agradece eso.

Lo que menos, ha sido la premisa en la que basas el relato, porque, simplemente, no lo entinedo. Se supone que lo iban a excomulgar por sus "pecados contra la infancia" y que al ser poseído, el tratamiento ya no sería la excomunión. Vale, me he ido a ver los motivos de excomunión que aplica la Iglesia y por muy fuerte que parezca, este tipo de delitos no es uno de ellos, de hecho no contemplan ningún delito a no ser que sea contra los miembros de la curia. Sin embargo, la herejía sí que es un motivo. Por lo que no entiendo la premisa que has usado devil Lo hubiera entendido si hubieses mostrado una pantomima, si se hace pasar por poseido, pero muestras las invocaciones, los giros de crucifijo y demás.

Mi puntuación: 3 estrellas.

 

 

 

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jane eyre
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Poblador desde: 02/03/2009
Puntos: 10051

Olethros dijo:

 

El epílogo es caso aparte por muchas cosas. Primero, porque desde lo estilístico no encaja con el resto de la narración, pero tampoco desde la perspectiva de las atmósferas. Segundo, porque estropea un buen final, casi rotundo, en el que se nos muestra que el protagonista puede haber conseguido su objetivo pero a un coste que le impedirá disfrutar su logro tal y como deseaba. Tercero, porque está lleno de errores con la puntuación y con las mayúsculas que ofrecen un remate muy negativo a un texto que no lo merece. Cuarto, porque ofrece informaciones que unas veces parecen contradecir lo narrado anteriormente y otras suponen una redundancia innecesaria. A menos que el autor lo considere vital en su texto por alguna razón que él sabrá, mi recomendación es quitarlo.

Con todos mis respetos: Sanbes, ni caso XDDD Son titulares de periódico, por Dios, malo sería que estuviesen narrados con el mismo estilo del texto. Tampoco veo tantos fallos de puntuación como dice el compañero (a estas alturas lo de las mayúsculas ni lo nombro) y, por supuesto, el que unas coincidan y otras contradigan lo narrado, es lo que le da fuerza a ese final, lo que muestra el tratamiento de la sociedad ante un caso así y aporta perspectivas a un final abierto que, de otra manera, sería un final abierto de tantos blush

 

 

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Hedrigall
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Puntos: 1132

Escrito con claridad y buena mano, me ha gustado cómo se presenta el conflicto; le dota de más credibilidad de la que a priori podría tener. Sin embargo, el descenso a los infiernos del protagonista sí me plantea a título personal dudas de verosimilitud en la trama; quizá porque sus acciones vienen explicadas más por una lógica que no sigo, y no por una personalidad desquiciada o desesperada. O así es como lo yo lo percibo. 

Como se ha puesto de moda en el certamen, hablaremos sobre si hay o no posesión; para mí no la hay. El recurso de las drogas está puesto en el relato como mínimo para hacer dudar de la realidad de la supuesta posesión. Pero es evidente que el relato encaja en la temática, puesto que trata sobre posesiones. Como acostumbra el autor, imágenes poderosas en el clímax con la prostituta (si acaso, me han sacado un poco del relato las frases en italiano; impresión muy personal mía) y, esta vez en el final, con la irrupción del cura desquiciado en la misa.

El epílogo final aporta el detalle de la percepción pública del suceso, alejadísima de los hechos reales. No logro decidirme si esa visión del futuro compensa el final de la misa, que ya deja el listón muy alto.

 

3.5 estrellas

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Sanbes
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Puntos: 1273

Muchas gracias Hedrigall y Jane por leer y comentar el relato.

No iba a comentar nada hasta que finalizase el concurso, pero parándome a pensar, creo que es tontería. Lo suyo es comentarlo cuando los lectores lo tienen fresco en la cabeza.

Sobre las tan discutidas notas de prensa del final. A mí estas notas son las que consiguieron convencerme para escribir la historia. Son las que, desde mi punto de vista, hacen que el relato cuente algo más allá de lo que sucede con el cura. 

El que haya a quien le guste más o menos, totalmente respetable y cuestión de gustos.  

Sobre que se parece al Día de la bestia. Joder, la vi de adolescente y os juro que ni me acordé de la peli mientras lo escribía. No puedo opinar porque tendría que volver a verla, ya que me acuerdo solo de algunas escenas. Sé que el punto de partida, cura busca invocar al demonio, es el mismo, aunque creo que lo que se cuenta es distinto.

Sobre lo de ser excomulgado. Yo también busqué los motivos de excomulgación. Es cierto que no existe un punto en el que te excomulguen por pederasta. Pero me gustaría creer que hayan obispos que lo consideren lo suficientemente graves como para pedir la excomunión. Y más cuando el cura es reincidente, como este caso. 

Después, el sacerdote dice que el mal entró en él a través del conjuro de una bruja en el confesionario. Nunca que haya sido poseído por hereje. Los actos de herejía para invocar al demonio vienen después, en su desesperación por evitar ser excomulgado, aunque de haber sobrevivido supongo que habría puesto todo en su sitio, escondido el cadaver y limpiado el suelo para esconder las huellas de su traición. Dada su mentalidad creo que ese hubiese sido su siguiente paso.

En fin, no pretendo defender el relato. Creo que una vez que se cuelga se debe defender por si solo. Si hay dudas o partes que no quedan claras o no convencen es solo culpa mía. 

Muchas gracias de nuevo por los comentarios :)

Y a ver si me pongo las pilas y retomo las lecturas.

   

 

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Eddy Sega
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Puntos: 2382

Un relato muy bien escrito, con un estilo ameno e imágenes claras. Me ha gustado el ritmo, pero sobre todo la escena de la prostituta y el final. Diría que las palabras en italiano (y en cualquier otro idioma) se deben escribir en cursiva, creo que en este caso haría el diálogo más claro. También me gustan las notas de prensa del final, creo que son necesarias.

No termina de convencerme los motivos por los que el cura quiere ser poseído por el diablo, o por lo menos cómo está resuelto. Tal vez un descenso a los infiernos del personaje previamente habría ayudado, no sé, es que tal y como está narrado lo noto muy forzado. Si no fuera por eso sería un relato de cinco o casi.

Mi puntuación es:

4 estrellas.

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Sanbes
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Poblador desde: 16/10/2013
Puntos: 1273

Eddy, muchas gracias por leer y comentar el relato.
Sobre los motivos que llevan al cura a cometer sus actos, sois ya más de uno quienes coinciden en que quizá no son muy convincentes. Así que lo repasaré y le pondré especial atención a ese aspecto.
Gracias!!

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Bestia insana
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Puntos: 1928

Me ha costado reconocer al autor en la primera parte, pero luego, a partir de la aparición de la prostituta, lo he visto claro, y cómo, lo he disfrutado muchísimo hasta casi el final, casi, porque el epílogo siento decir que tampoco a mí me ha convencido.

3,5 estrellas

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Sanbes
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Poblador desde: 16/10/2013
Puntos: 1273

Bestia insana dijo:

Me ha costado reconocer al autor en la primera parte, pero luego, a partir de la aparición de la prostituta, lo he visto claro, y cómo, lo he disfrutado muchísimo hasta casi el final, casi, porque el epílogo siento decir que tampoco a mí me ha convencido.

3,5 estrellas

Muchas gracias Bestia por leer y comentar el relato.
Me alegro que al menos una parte te haya gustado :)
Y sobre el epílogo, ¡me traeis de cabeza! Jaja De momento por mi parte se queda.
Una pregunta, comentas que te ha costado reconocer al autor al principio. ¿Te importaría decir el porqué? Es simplemente porque me has dejado con la curiosidad. Ahora no sé si te esperabas algo mejor y te has encontrado un bodrio, o si te esperabas un bodrio típico del autor y te has encontrado con algo aún peor, jeje
Gracias de nuevo.

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Bestia insana
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Poblador desde: 02/05/2013
Puntos: 1928

No me pareció mala ni mucho menos, pero no tan personal, menos tuya. De todos modos acabo de releer el principio y no sé de dónde saqué eso smiley. No me hagas caso.

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Sanbes
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Poblador desde: 16/10/2013
Puntos: 1273

No pasa nada, Bestia.
Gracias por responder ;)

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Mzime
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Puntos: 352

El relato tiene algunas cosillas formales, fácilmente subsanables. No suelo citar ejemplos concretos porque todos los comentemos, normalmente por la premura con que queremos plasmar en papel la idea que nos ha súbitamente venido al magín, pero en este caso sí lo haré porque “excolmulgación” es palabra horrible e inexistente.
De otra parte, el relato está narrado con mucho vigor tragicómico en los personajes y eso siempre es de agradecer. Tengo un poco más de problema con la justificación central del relato, al basarla en  la excomunión, cuando  ésta solo en casos gravísimos supondría la expulsión de la iglesia y no creo que dicha expulsión pueda ser decretada simplemente por voluntad del obispo y sin proceso previo. Pero es esta una duda que no creo que se lleguen a plantear muchos lectores.

Por lo demás, la resolución también tiene fuerza y la atmósfera, sobre todo al hilo del pentagrama, es de lo mejor del relato. Posesión, seguramente no hay (el rito usado es, cuando menos, estrafalario para tal fin), pero como el clérigo se la cree a pies juntillas, vale perfectamente.

Por mi parte, le atribuyo una valoración de tres estrellas y media.

"Si quieres llegar rápido camina solo, pero si quieres llegar lejos camina acompañado", (proverbio masái)..

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L. G. Morgan
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Puntos: 2674

Buena historia. Es cierto que maneja varios clichés habituales sobre el tema, pero en mi opinión los combina de tal forma que logra construir algo nuevo, una historia que nos mantiene interesados y que nos ofrece unas cuantas sorpresas. Y ahí radica su mérito.

Sí observo una cierta ingenuidad en los motivos y las reacciones del cura, en su creencia sobre la facilidad de convocar al demonio y en esa idea incongruente de que si permanece en el seno de la Iglesia controlará de algún modo su pedofilia (cuando ha visto que no). Los pasos “estándar” que da para llamar al Maligno. No pensar en qué ocurrirá si tiene éxito…

Respecto al epílogo, coincido con algunos compañeros en que cambia el estilo y deshace un poco la ambientación. Pero no me parece que sobre del todo. Quizá me quedaría solo con lo más paradójico, que el cura fuera exorcista y que va a ser santo, como un comunicado oficial de la Iglesia o algo así, que iría en tu misma línea: cómo se falsea y manipula la información sobre unos hechos.

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Ligeia
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Puntos: 1152

En "a los primeros cristianos" debería ser "a los primeros feligreses". El relato está bien escrito pero, para mí, por desgracia, carece por completo de verosimilitud. Un cura simulando una posesión ante su obispo que lo ha recriminado por pedófilo se me antoja ridícula y a media que el relato avanza la cosa no mejora... la ingenuidad de pensamiento y obra del cura, sus intentos de llamada de manual... con la ingestión de semejante cóctel y cantidad de drogas tendría que haberse muerto de sobredosis XD... y ese epílogo inverosímil, ¿Cómo iban a proclamar santo al causante de una pública carnicería? en fin... la Iglesia avanza con los tiempos aunque sea lentamente y estas cosas las miran mucho, el clero no es tonto. Al final él se creerá poseído, pero parece obvio que Satanás ha pasado de él. Dos estrellas y media:

 

**´

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Patapalo
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Puntos: 208859

El relato, en los pequeños detalles de la narración, funciona a las mil maravillas. Es trágico, es cómico, es sorprendente, está muy bien narrado... Sin embargo, si se mira el conjunto, hace bastantes aguas. Creo que el problema radica en la articulación de las motivaciones.

Es poco convincente el cacao que lleva el personaje tal y como está expuesto. Si cree en la Iglesia, debería querer permanecer en ella para protegerse, pero no a cualquier precio. Esta opción podría articularse si el sacerdote se sugestiona a sí mismo sobre la posesión y termina intentando propiciarla para justificarse.

La opción, sin embargo, que más me gusta y que creo que se podría poner en marcha de un modo más sencillo sería algo así como la peor idea del mundo. El plan lo mantienes pero no en un intento de montar un exorcismo real, sino de que crean que está poseido por un ente maléfico y, así, lo mantengan en la congregación vigilado. Sigue siendo un plan descabellado, pero las motivaciones encajan algo mejor.

Lo que no me convence es la cadena "en la Iglesia me voy a controlar" - "descontrolo a fondo para seguir en la Iglesia". Hay algo que no cuadra.

Como detalle, no se nombra santo a alguien tan rápido. Se empieza por un proceso de beatificación, si no me equivoco, y décadas después se emprende el de canonización, o algo así. Recientemente se aceleraron mucho algunos procesos, incluido el del fundador del Opus, pero era por temas más relevantes dentro de la iglesia.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Ligeia
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Puntos: 1152

Como detalle, no se nombra santo a alguien tan rápido. Se empieza por un proceso de beatificación, si no me equivoco, y décadas después se emprende el de canonización, o algo así. Recientemente se aceleraron mucho algunos procesos, incluido el del fundador del Opus, pero era por temas más relevantes dentro de la iglesia.

[/quote]

 

Sí, primero nombran beato y el segundo paso es la santificación, que en efecto, suele tardar, excepto casos excepcionales, como San Francisco de Asís (con una santidad tan obvia, que lo elevaron a santo tan solo unos años después de su muerte)

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Lis
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Poblador desde: 07/12/2015
Puntos: 209

Si tuviera que elegir trece relatos entre los presentados al certamen para publicar una antología sobre posesiones, éste entraría en mi lista de ocho relatos seleccionados de forma directa tras la lectura de todos ellos.

Encaja en el tema de la convocatoria, la deriva del argumento es interesante, está escrito de forma competente aunque necesite corregir cosas y ofrece energía y tensión. Destaca también porque es de los pocos relatos con un personaje secundario “vivo” y no simplemente una parte más del decorado. Además tiene atractivo comercial por los detalles que usa para construir la trama.

★★★★☆

Sin embargo no entra en mi podio de ganadores, más por méritos de los elegidos que por flaquezas propias. A veces rompe su propio ritmo, hay varios lugares comunes al construir al protagonista y dudas sobre lo consistente de su actuación. Pero es un relato estupendo, digno de la antología.

¿En qué puedo ayudarte?

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Easton
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Puntos: 416

Un relato con ritmo y sobre posesiones, desde luego. Me ha resultado fácil de leer y lo he hecho con interés por ver hasta dónde podía llegar ese personaje desquiciado. La última parte, con los titulares de prensa, está genial.

Lo que sí me faltaría es un poco más de desarrollo del protagonista, algo intimista donde dé a entender que se siente como un monstruo y que, por alguna razón (porque desde pequeño le metieron eso en la cabeza, por alguna anécdota que vivió), él piensa que dentro de la iglesia está a salvo. Esa idea se da, pero me falta el refuerzo, el pasado sobre la que se sustenta (vale, ya sé que hay límite de palabras y quizás no hubo espacio...). También podías haber dado la idea de un enfermo mental con doble personalidad, que por un lado disfruta sus maldades y por otro se siente muy mal por ellas y reza con lágrimas para que no le pase más, no sé... que el relato lo tiene todo pero me falta un poco más de la locura o la motivación del protagonista.

4 estrellas

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