El Petirrojo

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Jaguar17
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Poblador desde: 18/09/2021
Puntos: 10

Había vivido en una de las ciudades más grandes del mundo, hasta que hace algunos años me mudé a un pueblo en medio de las montañas. Hay árboles tan frondosos que sus copas ocultan el resto de las casas de mi vista. Desde mi balcón, pareciera que el jardín trasero es como un tapete verde que se extiende hasta las montañas. Como si el lugar fuera todo mío y yo estuviera sola ahí, teniendo como únicos vecinos a los grillos, las cigarras, los pájaros multicolores, los gallos y el sonido del agua cuando llueve, convirtiendo mi barranca en cascada.

Hoy, el petirrojo que anida en la jacaranda está golpeando la ventana con su pico: canta que salga y vaya a volar con él. ¡Qué ganas me dan de ir! No todos los días un pájaro me invita a volar.

Ya amaneció. Me veo acostada, parece que duermo. El libro que leía en la noche está en la mesa junto a la lámpara, vuelvo a mirarme acurrucada en mi cama enredada entre las sábanas y sé que ha sucedido de nuevo.

La primera vez que pasó, había ido a visitar a un hombre que me invitó un té y que cantó toda la noche junto a mí. Estábamos sentados cada uno en una silla, nos mantuvimos a obscuras, yo miraba fijamente una vela y pronto se me cerraron los ojos. La luz me traspasaba los párpados y experimenté esa extraña sensación: aparecí en un espacio obscuro e infinito y comencé a ver el mundo del otro lado. No sabía dónde estaba, no lograba ver mis manos ni mi cuerpo. Busqué por todos lados y me sorprendió encontrar mi cuerpo cientos de distancias debajo de mí. Descubrí que a voluntad y en un segundo podía bajar a habitarlo, escucharme latir y respirar y volver arriba de nuevo. Jugué a hacerlo varias veces y noté que paradójicamente esa parte de mí que sostiene la vida seguía ahí, aunque Yo no estuviera. Confié en ese sostén, me sentí libre de explorar y admirar ese nuevo lugar lleno de visiones, en donde además había regalos para mí. Los invisibles me dieron una espada y un escudo águila que aún conservo guardados en el pecho, aunque nunca he sabido para qué son. La última vez que bajé a ver si respiraba, ya no pude subir y me quedé sólo habitando el cuerpo conocido, sentada en la silla y mirando de nuevo la flama de la vela.

La siguiente vez, estaba dormida. Me asusté al ver mi cuerpo desde arriba. Antes de salir de la sorpresa y poder decidir qué hacer, empecé a pasar por encima de los muebles, crucé la ventana, salí de casa y fui a dar vueltas en la copa de la jacaranda del jardín, crucé el río que pasa en la barranca, llegué hasta la iglesia del pueblo, me metí entre los árboles de la montaña y regresé. Sólo el gato se dio cuenta.

Otro día, estaba haciendo el amor. Era hermoso e intenso. Como de costumbre, estaba viendo imágenes de colores y paisajes, pero justo en el momento en el que mi corazón se hizo grande, se abrió un túnel largo y obscuro y apareció una mariposa morada que revoloteaba adentrándose en él. Fui tras la mariposa. Cada segundo que avancé en el túnel era un poco más de éxtasis, cada vez más, cada respiración me llevaba a la sensación de que moría, moría de hondo negro placer y alas moradas de papel. En medio del túnel me distraje, al notar que me había alejado demasiado. Ya no pude alcanzar a la mariposa y al segundo siguiente escuchaba nuevamente mis latidos.

Caí inundada de un éxtasis de muerte.

Hoy, ha sucedido de nuevo.  En esta ocasión, veo a mi bisabuela sentada en la silla de la entrada y a mi abuela en la orilla de la cama. Me miran. Recuerdo que habían muerto, no entiendo cómo llegaron hasta mi casa. El petirrojo sigue golpeando la ventana y canta, me está esperando.  Veo a mi hijo que se levanta al baño, va muy dormido. “¡Buenos días!” –le digo, pero no me contesta. Si voy con el petirrojo, no sé si nos volveremos a ver… El sonido del golpeteo me atrapa y súbitamente soy el petirrojo, me convierto en sus alas y salgo de la casa. Vuelo por tierra y por mares y de pronto a lo lejos miro un árbol muy alto, es una sequoia gigante. Me interno por la parte más alta del tronco y voy hasta las raíces, que se conectan con el centro de la Tierra. Hay una roca que parece una amatista gigante y me quedo respirando ahí, sólo respirando. Parece que no estoy sola. Escucho una voz que me dice que “ellos” son muchos, que siempre han estado y estarán conmigo, aunque yo no los vea, que observan todo lo que hago y pienso, y que el escudo y la espada ellos mismos me los dieron para cuidarme siempre. Dicen que son muestras de que la existencia humana, como la conocemos ahora, no es lo único que hay. Que me seguirán explicando.

Nunca he sabido porqué pasa. Ayer arreglaba las flores del jardín y me preguntaba qué son estas manos y este cuerpo que a veces desaparecen, y quiénes somos todos nosotros que no somos lo que parecemos. No sé si mis dudas me han traído hasta aquí y por eso he volado esta vez, ni sé si volveré como antes. Estoy muy lejos de casa.

¿Habré muerto?

De pronto, una voz retumba en mi cuerpo y me llama: “¡Mamá!”. Me succiona hacia la superficie por el tronco de la sequoia y vuelvo a ser alas de petirrojo por un segundo. Regreso a la barranca y de ahí a mi ventana. Veo que sigo enredada entre las sábanas mientras mi hijo se acerca a la cama y me llama.  

Dudo:

Podría irme con mis nuevas alas a volar para siempre, pero “¡Mamá!” llama de nuevo. Mi cuerpo tiembla con su voz y noto que vuelvo a habitarme de golpe. Ha sido paciente en verme despertar, le doy un beso.

 

Han pasado los días y el petirrojo no ha venido a mi ventana, pero lo escucho a lo lejos y su canto me recuerda a dónde iré tal vez mañana, sin saber si de nuevo volveré.

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
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Relato admitido a concurso.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Germinal
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Poblador desde: 08/03/2016
Puntos: 1307

Un relato hermoso que carga su peso en la experiencia extracorporal. La forma en que regresa “succionada” ante la llamada del hijo me ha gustado especialmente.

Como crítica quizás apuntar que me ha dejado diversos interrogantes, por así decirlo, sobre todo el de los tempos en los que transcurre la historia o el pasado de esta.

Entiendo que el conflicto aparece demasiado tarde, si se marcha o se queda, y se resuelve casi inmediatamente después. La presencia fantasmal de abuela y bisabuela diría que resulta algo forzada, podría entender que también forman parte de los invisibles (?).

Por último, al tratarse de un certamen fosco he echado en falta un punto de desasosiego.

3 estrellas

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Patapalo
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Poblador desde: 25/01/2009
Puntos: 208859

Una propuesta interesante, entre familiar y mística al mismo tiempo, con unas pinceladas de poesía y unas cuantas imágenes muy sugerentes. La prosa es eficaz y me ha transportado bien a pesar de algunos giros y modismos que me resultan poco habituales. Por otro lado, me falta un punto de tensión. Hay tal aceptación en los hechos por parte de la narradora / protagonista que el relato se queda más en una descripción que en una trama con posibilidad de nudo y desenlace. Quizás delineando más al personaje o poniendo el acento en la relación con el niño me hubiera sentido más partícipe de la importancia de lo que ocurre y, así, me hubiera sentido más implicado en la historia.

En cualquier caso, un relato que se lee con facilidad e interés. Gracias por compartirlo.

Parte de la sabiduría consiste en saber ignorar algunas cosas.

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Invierno
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Poblador desde: 21/09/2010
Puntos: 903

Una serie de imágenes muy evocadoras, esos “viajes” son especiales y se consigue describirlos de tal forma. Todo el texto está impregnado de tristeza y a la vez de calma. Es muy inquietante ese final en el que se nos asegura que esta vez ha vuelto, pero la siguiente… quién sabe. Me lleva a pensar en gente que convive con la idea del suicidio atormentándoles continuamente, y en la gente que convive con esa gente.

3,5 estrellas.

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Curro
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Poblador desde: 24/09/2015
Puntos: 1048

Cuando me enteré de que el tema de este Polidori iría de fantasmas esperaba encontrar bastantes relatos psicodélicos y la verdad es que nos hemos comedido bastante. Por fin, en este he encontrado los elementos rarunos que empezaba a echar en falta.

Una apuesta muy original, bonita y triste a ratos, espectacular en otros. Imágenes muy potentes que invitan a pensar al lector, a intentar adivinar qué mensaje esconden. Por otros comentarios ya sabréis que suelo valorar las cosas claras y los puzles que traen todas las piezas, pero en este caso creo que haré una excepción porque creo que parte del valor del relato es forzar al lector a imaginar lo que ni se ve ni se cuenta.

Así, no se sabe bien si las vivencias que experimenta la mujer son sueños, alucinaciones, experiencias cercanas a la muerte o tentativas de suicidio ―y añado antes de publicar: esto último, lo confieso, lo no lo había pensado hasta que he leído otros comentarios―.

Me gusta cómo se dosifica la información de la protagonista. Primero su género, pues hasta cierto punto no sabía que era mujer ―entiendo que por estar leyendo primera persona y ser yo hombre―; luego su relación carnal con otra persona ―aunque no se sabe si es marido, novio o simplemente amante―; por último, por supuesto, su hijo. Deja ganas de saber más, de conocer a esa mujer a la que visita el petirrojo.

Es corto y esto es una virtud: demasiada psicodelia puede llegar a cansar ―a mí me pasa, a menudo cuando releo cosas que he escrito yo mismo―. Aquí se corta muy a tiempo, dejando buen sabor de boca.

Bien escrito, las frases sencillas y cortas le hacen bien, da la sensación de que el autor va escribiendo lo que le viene a la cabeza, sobre la marcha. Me gusta. Hay algunas cosas a revisar; no tenía donde anotar, pero recuerdo dos:

Vuelo por tierra y por mares y de pronto a lo lejos miro un árbol muy alto, es una sequoia gigante.

En español el nombre común se escribe secuoya. Si se desea utilizar el nombre científico ―algo que no me cuadraría mucho salvo que la protagonista fuera por ejemplo botánica― debería ir en cursiva y con mayúscula.

Nunca he sabido porqué pasa.

Ojo, ese por qué debe ir separado.

Buen trabajo. Gracias por compartirlo.

Cuando termine de leer todos los relatos, me pongo a puntuar.

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Bio Jesus
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Poblador desde: 11/07/2014
Puntos: 1514

Un relato muy místico, con esos viajes astrales que son a la vez de autodescubrimiento y de exploración del va mundo de los invisibles, para los que recibe la ayuda de un guía espiritual del petirrojo, una original elección como animal totémico.

Me gusta el estilo en que está escrito pero como relato de fantasmas no me termina de convencer. Que los invisibles son fantasmas solo se sostiene en la presencia de la abuela y la bisabuela, un acercamiento muy tangencial al tema.

Por otro lado, al relato le falta un punto de conflicto que genere tensión. La posibilidad de no poder volver está bien, pero no es suficiente
.
Buen relato. Mi nota es 3,25.

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solharis
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Poblador desde: 26/01/2009
Puntos: 21906

(relato 26) 

Sí que es bonito el relato en forma y contenido. Lo hubiera disfrutado más de no ir a saltitos que me sacan de la narración. Por una parte los cambios en los tiempos verbales no ayudan. Pasamos del pasado lejano al presente y luego al pasado cercano. Por otra algo tan sencillo como una línea en blanco puede ayudar a evitar esa sensación.

3 puntos

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jane eyre
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Poblador desde: 02/03/2009
Puntos: 10051

Un relato muy visual cuya prosa juega con el lector a transmitirle una especie de sinestesia que la hace agradable.

Sin embargo, creo que no se ajusta al tema del certamen. Hay cuerpo etéreo por el desdoblamiento e interacción desde otro plano por los “viajes astrales”, pero la figura del fantasma como tal no la veo. Si el recurso del autor ha sido usar como fantasmas a las abuelas, me temo que su peso es insuficiente.

Se me escapa el simbolismo del petirrojo y no entiendo para qué o por qué el escudo y la espada.

Gracias por compartir y suerte.

 

*La colleja también va para el ajuste al tema: Tal vez se podría haber hilado si fuesen microinfartos o algo así, minimuertes que justificasen el paso de viva a espectro. He intentado buscarle ese sentido a la lectura, pero solo tras el orgasmo se hace referencia al regreso de los latidos.

 

 

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Ligeia
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Poblador desde: 03/12/2013
Puntos: 1152

Corto y descriptivo, pero se agradecería alguna explicación sobre la presencia de esa ave en concreto y no he visto los fantasmas, solo alguien que sufre viajes extracorpóreos... que un poco si me asusta, porque lo sufrí y no, no, vade retro.

Tres estrellas: ***

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Curro
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Poblador desde: 24/09/2015
Puntos: 1048

Puntuación: 4 estrellas.

Este relato reafirma que el método de puntuar tras leerlos todos es más justo para mi manera de pensar. Quizás en su momento le habría puesto menos, pero ahora, en comparación con otros, me doy cuenta de que me dejó bastante poso y merece mayor valoración. Destacar debería dar puntos extra, creo yo...

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Dr. Ziyo
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Poblador desde: 30/01/2016
Puntos: 2776

Un relato muy bonito y bien escrito, con muchas imágenes bellas y sugerentes.

Creo que tiene la longitud adecuada, de ser más largo perdería interés y calidad.

 

4 estrellas.

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