Colinas para wargames

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Una breve guía para crear un buen núcleo de colinas de un modo rápido, barato y a prueba de torpes. No da los resultados de una auténtica colina moldeada, pero es un sistema que puede ser interesante para reciclar ese papel de arrugas del Belén familiar (discretamente)

 

Las batallas sin escenografía tienen dos apabullantes inconvenientes: reducen las posibilidades tácticas drásticamente, y resultan repetitivas a no ser que cambies de ejércitos constantemente (y aun así). Por lo tanto, es una buena cosa tener una “reserva” socorrida de obstáculos para el campo de batalla. El problema estriba en que para hacer escenografía bonita hace falta, además de tiempo, buena mano. O dejarse una pasta en elementos que luego intentaremos pintar con un acierto no siempre a nuestro alcance. Es por ello que, siguiendo mi programa de modelismo perro, me he animado a compartir esta breve guía sobre cómo crear una buena reserva de colinas y pedruscos.

 

En primer lugar, el material: únicamente es necesario tener un buen trozo de cartón, pegamento, y papel de arrugas. Éste es un material que se usa para crear “rocas” en los belenes. Es bastante barato y, además, tras las fiestas navideñas es hasta posible encontrarlo en liquidaciones o en la propia papelera de casa.

 

Para saber cuánto cartón necesitaba, huí directamente de las reglas. ¿Para qué equivocarse con errores de cálculo cuando es posible situar encima unas cuantas miniaturas para valorar con precisión cuánta superficie hace falta realmente para la colina? De este modo, y valiéndome de una cuchilla de modelismo, recorté una sección básica de la colina. Unas tijeras hubieran servido también, sobre todo teniendo en cuenta que el papel de arrugas cubrirá todo el cartón, por lo que no hay que ser especialmente delicado en los cortes.

 

La superficie superior de la colina debe tener una forma similar a la de la superficie inferior (sino quedan “giros” raros). Si tienen exactamente las mismas dimensiones, la colina quedará como cortada a cuchillo, con una pendiente excesivamente pronunciada (tipo acantilado). Puede ser una buena opción dependiendo del escenario (un desfiladero, por ejemplo), pero en mi caso opté por recortarla algo más pequeña que la predecesora. Gajes del oficio, a toro pasado uno se da cuenta de que hubiera sido más sencillo recortar la sección pequeña y luego, poniéndola de plantilla, una más amplia siguiendo vagamente su forma.

 

Un punto importante en las colinas es que tengan una altura adecuada. Para ello opté por el sistema de poner, nuevamente, una miniatura al lado. El cartón con el que estaba trabajando era suficientemente grueso como para que tres “lonchas” dieran la altura adecuada. Si hubiera sido más fino, la solución hubiera sido poner más capas en el centro. Cartón más grueso que el que usé no creo que haya...

 

Estas capas intermedias de cartón tienen la función de unir la base y la cima de un modo estable: normalmente las batallas que se juegan son simuladas, pero una escenografía robusta nunca está de más para protegerse de dados traidores e inesperados vuelcos cuando una miniatura de plomo especialmente grande se pone en el punto equivocado. A priori, no obstante, no influyen en la forma de la colina, por lo que se pueden hacer con fragmentos de desecho de cartón siempre y cuando tengan una altura estable. Si la colina se inclina por culpa de su núcleo, nos hemos lucido.

 

Una vez realizado el cuerpo en cartón, sólo queda cubrirlo con el papel de arrugas. Éste adopta formas muy simpáticas y rocosas, pero hay que tener en cuenta dos cosas antes de dejar a nuestra creatividad carta blanca:

 

1. En la cima de la colina debe ser liso, porque, si no, las miniaturas pierden estabilidad.

 

2. Debe cubrir bien todo el cartón de debajo.

 

Esto último es especialmente importante en la “falda” de la colina. Pegar el papel de arrugas al cartón no es excesivamente complicado con buena cola, pero la superficie lateral de las planchas de cartón es bastante irregular, por lo que nos podemos ver obligados a pegarlo por debajo de la colina. En este caso, es mejor que esté bien aplanado para que la colina no dé la sensación de pegote sobre la mesa de juego. Dejar unos “faldones” de papel -sin pegar, pero bien dirigido hacia abajo- puede dar un efecto más realista al conjunto.

 

Finalmente, hay que tener en cuenta que si queremos hacer colinas modulares, tenemos que hacer que los lados planos coincidan en sus dimensiones. De este modo, las colinas podemos situarlas en el borde del tablero de juego, o juntando los lados planos para obtener grandes colinas en el medio. Si realizamos colinas de distintos tamaños, no será difícil combinarlas también en altura, lo que puede generar escenarios interesantes y variados.

 

Obviamente, el acabado de estas colinas se puede mejorar considerablemente añadiendo detalles personales, como hierba, más arena, o incluso elementos de escenografía más elaborados (cráneos, estacadas con palillos, etc.); lo único que hay que tener en cuenta es si queremos mantener o no la posibilidad de combinar varias colinas para no pegar elementos que impidan acoplarlas. No obstante, la idea del artículo era presentar el modo más sencillo de hacer unas colinas aceptables, o, al menos, más adecuadas para una batalla que las socorridas pilas de Cds y libros de bolsillo.

 

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jane eyre
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Perdón por la intromisión pero ¿habéis probado con las técnicas de los belenistas? los resultados son muy realistas y los materiales que se usan, sencillos y fáciles de manejar.

Este es un ejemplo, es una cueva, pero sirve para que os hagáis una idea

 

 

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