Si la cosa no funciona

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Crítica de Conocerás al hombre de tus sueños, último acierto de Woody Allen

 

Lo malo de ser un genio es que la gente siempre espera más y más de ti. Si Woody Allen no fuera el responsable de joyas cinematográficas como La última noche de Boris Grushenko (1975), Annie Hall (1977) o Delitos y faltas (1989), la crítica probablemente aplaudiría con ganas su último film, Conocerás al hombre de tus sueños (2010). Pero tratándose del afamado director neoyorkino, muchos se sienten decepcionados y otros consideran que, por no ser una obra maestra, es una decepción.

Si bien yo tampoco encuentro que el último trabajo de Allen sea una obra maestra, sí que me parece que es una gran película. ¿Pueden 98 minutos de escenarios cool, gente guapa y diálogos ligeros esconder una verdad? Si el arte y la belleza se definen por la verdad que esconden, la de Allen es una hermosa película. No porque tenga moraleja (que algo tiene... ¿un sálvese quien pueda? ¿Un carpe diem? ¿Se debe vivir de ilusiones?), sino porque cada situación que nos arranca una sonrisa es una triste sonrisa, porque reconocemos en sus personajes nuestras debilidades. Y hacer eso es muy, muy difícil.

El tono de comedia que esconde un drama recuerda el estilo de Todo lo demás (2003), aunque esta última provocaba más carcajadas (como suele ocurrir cuando el propio Allen interpreta a uno de sus personajes). Del mismo modo que Cassandra´s dream (2007) me pareció la cara B de Match Point (2005), creo que Conocerás al hombre de tus sueños es algo así como el reverso tenebroso de Si la cosa funciona (2009), que era mucho más divertida pero tenía un mismo punto de partida. Los personajes daban tumbos por la vida del mismo modo que en esta última, siempre buscando, siempre anhelando lo que no tienen.

Podría decirse que, igual que Allen organiza sus tramas siempre en torno a sus obsesiones (el amor, el sexo, la infidelidad, el éxito, la muerte...), en sus películas aparecen siempre versiones de los mismos personajes. De hecho, existen algunos momentos de Conocerás al hombre de tus sueños en que parece que la película podría discurrir perfectamente hacia derroteros argumentales ya vistos en otra películas del director (especialmente la escena del hospital con el amigo en coma desembocaría fácilmente en Delitos y faltas o Match Point -que son realmente la misma película-, al menos en la mente del espectador entendido).

Dicen que Allen se queda casi siempre con lo que rueda en una primera toma. Sus escenas de diálogo, con varios personajes hablando a la vez, son una de las razones por las que adoro su cine, cuya estructura realista nos permite, paradójicamente, desconectar durante casi dos horas y reflexionar de forma lúdica sobre algunos puntos oscuros de nuestra realidad. En esta última obra, encuentro más cuidados los planos que en otras y la fotografía algo más estilizada.

Cuando se aleja de Nueva York, Allen suele recibir enormes críticas. Se le acusa de no captar la esencia de las ciudades en las que rueda. Londres es en esta ocasión el escenario, pero bien podría ser cualquier otra ciudad del mundo y transmitiría las mismas claves. Los sugerentes escenarios de Allen, poblados de “niñas bien”, escritores bohemios y padres burgueses insoportables, forman parte del escenario del mundo, pertenecen a cualquier y a ninguna parte, y son, en esencia, los rasgos definitorios de su cine.

¿Qué decir del elenco, si el director siempre cuenta con los mejores? Josh Brolin, Anthony Hopkins, Freida Pinto y Antonio Banderas (siempre desaprovechado, ojalá le veamos pronto en otra película de tanta calidad) hacen bien su trabajo, pero destacaría el de Gemma Jones (la hemos visto haciendo también de madre difícil en El diario de Bridget Jones), por sus matices, y por supuesto el de Naomi Watts, indiscutible protagonista de esta pequeña feria de las vanidades.

Película muy recomendada, concluyo, para aficionados a la tragicomedia (la esencia del género se resume en la magistral escena en que Josh Brolin mira por la ventana hacia la que tanto había estado mirando, sublime), para los que disfrutan analizando temas serios con sentido del humor y para los dispuestos a digerir una historia que no termina cuando aparece la palabra “fin”.

 

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