Santa Sangre

Imagen de Giliath Luin

Crítica de la película de Jodorowsky

 

Hace algunos meses vi esta hermosa obra y me prometí hacer una reseña para los cinéfilos que, al igual que yo hacía, le tienen prejuicio o aborrecen tan sólo por el concepto que maneja; o incluso aún, que la desconocen. Y es que, con ver el título y la portada, y algo de concepto, uno se pregunta: «¿Valdrá la pena, realmente, dedicar tantos minutos a esta realización, tan llamativa para gente de subculturas y enamoradas del género gore, de terror y de violencia?».

Y mi respuesta en este momento es: «¡Por supuesto!». Y no sólo eso, sino que también la considero una película imprescindible en el cine de culto, por más que Jodorowsky pretenda que no es una de sus mejores o propias películas. También cabe decir que, antes de ver esta obra, echaba mucho en falta la inexistencia de alguna reseña o crítica objetiva para ella. Mucho tiempo estuve buscando alguna opinión o consejo para cuando me llegara la hora de verla, pero no encontré ninguna página en internet que hiciera un buen análisis de la misma.

Lejos de lo que se refleja en La Montaña Sagrada o en El Topo, -que Jodorowsky no hace las películas con los ojos sino con los huevos- bajo mi punto de vista, Santa Sangre no se vuelve una historia desarticulada ni mística, sino todo lo contrario: la trama lleva su forma, la secuencia de la vida de Fénix (Axel Jodorowsky) es clara y envuelve; los escenarios son muy coloridos y artificiales, teatrales, y convergen con la imaginación del espectador convirtiendo la historia, ya de por sí muy surrealista, en un ensueño, un viaje onírico, una pesadilla, o cualquier variación de los estados del inconsciente que cada uno le quiera dar. Te hace maravillarte, te revuelve el estómago y te despierta el interés. Además, un punto que noté muy positivo es que no incluye al espectador dentro del personaje para dar un mensaje de autoconocimiento, como haría Jodorowsky con El Topo, sino que uno queda al margen de la alegoría brutal que se hace del inconsciente, el subconsciente y los complejos psicológicos que marcan desde muy temprana edad al joven Fénix.

Sinópsis (inicia spoiler)

La historia gira alrededor de Fénix, un niño que crece en medio de dos condiciones límite: el libertinaje absoluto de su padre, el director de un circo, y su madre, la líder espiritual de una comunidad que adora a una niña que fue violada y mutilada. El desasosiego, la falta de dirección y la violencia intrafamiliar se ven representadas por los dos ambientes; mientras el padre se entrega a toda clase de excesos con sus trabajadores, payasos, músicos, fenómenos circenses y su amante, una mujer enteramente tatuada que sirve de tiro al blanco en su acto con los cuchillos, la madre va sembrando en la mente de Fénix todo tipo de limitaciones y restricciones ya sea fundamentadas únicamente en la moralidad religiosa o en la más absurda sinrazón. El final de su infancia se ve truncado prematuramente cuando sus padres se asesinan en una escena de adulterio. Sin embargo, la influencia de ambos no desaparecerá: el lívido del padre y un tatuaje en forma de ave fénix acompañan al muchacho en sus andanzas, mientras que las prohibiciones de su madre y la voluntad de sus manos cortadas antes de morir guiarán sus actos aún para asesinar a quien quiera quitarle su inocencia. Y en medio del viaje alucinante, la música de los payasos acompañará sus caminatas una y otra vez, mientras su único anclaje con el mundo real, su mejor amiga, la niña muda del circo, tratará de salvarlo del colapso y la ruina.

Con una atmósfera cargada de alegorías metafísicas y representaciones esotéricas, una música fúnebre con tintes de mambo y mariachi, imágenes impactantes y bizarras con personajes deformes o minusválidos y discapacitados drogándose, escenas frenéticas desvirtuadas por sonidos y colores psicodélicos, Santa Sangre es una película con un bien merecido lugar en el cine de culto. En mi opinión, la película tiene mala fama y tal vez sea eso lo que le da un toque negativo entre el público que no conoce a Jodorowsky. Lejos de contemplarse (o quererse contemplar) en el cine gore o bizarro, el filme es uno de los mejor pensados y más reflexivos que he visto. Cabe señalar que es necesario poseer cierto contexto filosófico, psicológico y esotérico para poder comprender cada una de las construcciones arquetípicas con que está plagado. Por mi parte, siempre recordaré claramente la escena en que el elefante, el animal infantil de Fénix, muere lanzando chorros de sangre por la trompa para, después de una ceremonia luctuosa, ser arrojado a una cañada seca donde cientos de desarrapados cubiertos de polvo y sin identidad se aventuran al precipicio para alimentarse de su carne putrefacta.

(fin de spoiler)

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