Lemmings

Imagen de Destripacuentos

Un juego de estrategia peculiar en el que había que imponerse al sinsentido de estos simpáticos seres

 

En cierto reportaje se mostraron a colonias de lemmings que, desorientadas, se precipitaban por acantilados hacia el mar. Por lo visto, no se trataba de un suicidio colectivo, sino de un hecho puntual —quizás incluso incitado—, pero marcó tanto el imaginario popular que ha dado lugar a cosas tan extravagantes como este juego que tanto disfruté en nuestro Amiga 500.

Los lemmings del mismo no son los animales reales (una suerte de roedores) sino unos simpáticos personajes con pelo verde y poco cerebro que se dedican a caminar ciegamente hacia delante sin importarles lo que vayan a encontrar. El objetivo del juego es conseguir que estos bichos lleguen en un número suficiente, que cambia en cada pantalla, hasta el final de recorridos de toda índole.

Las técnicas usadas para conseguirlo son múltiples, al menos en los primeros niveles, y a medida que aumentan las exigencias hay que estrujarse más y más el cerebro, desarrollar en muchos casos eso que llaman el pensamiento lateral.

El jugador puede encomendar a los lemmings distintas acciones (en un número limitado) que realizarán sin cuestionarse nada, desde cavar, montar escaleras o parar el tráfico de lemmings hasta incluso explotar. Estas acciones son las que permiten organizar el flujo de lemmings en la dirección adecuada así como obligar a estos seres a superar todo tipo de obstáculos.

Por lo general, el peligro viene de despeñarse (los lemmings se espachurran si caen de muy alto) o ahogarse en algún mar, sea de lava o de agua, pero en algunos niveles nos encontramos con trampas todavía más terribles: lanzallamas, pesas que los aplastan, etc.

Además, las pantallas se realizan a contrarreloj, lo que hace que el jugador tenga que encontrar las soluciones rápido. Otro parámetro que puede parece inocente al comienzo es la frecuencia a la que salen los lemmings, algo que se revela vital, pues marca la distancia entre ellos y el tiempo disponible para llevarlos hasta la salida.

Con todos estos elementos, el juego resultaba adictivo y desesperante a partes iguales. La música de algunas fases todavía resonará en la cabeza de quienes lo hayan probado, estoy seguro, al igual que ese entusiasta Let's go! inicial. Todo un clásico para los amantes de los desafíos lógicos que además seducía con lo original de sus escenarios y lo entrañable de los bichos.

Os dejo un vídeo por si queréis echarle un ojo. Y si queréis echar una partida, sin tener siquiera que instalarlo, visitad: http://www.lemmings.es/

 

 

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