Ultimate Fantastic Four: El cruce
Reseña de la recopilación de la etapa de Mark Millar y Greg Land
En nuestra última reseña de un cómic de Mark Millar abundaban calificativos como “cinético”, “gamberrísimo”, “apabullante” o “salvaje”. Nada nuevo bajo el sol. El escocés, como Warren Ellis, parece cada vez más empeñado en, por un lado, escribir sólo sobre personajes nuevos, que no carguen con una larga trayectoria a sus espaldas, y, por otro, presentar tramas cortas, directas y espectaculares. Parece empeñado en lograr una depuración definitiva del cómic de acción: que sea simple y gamberro en la presentación, pero que subyazca un discurso común con sus otras creaciones sobre la actualización de la figura del superhéroe.
Por eso mismo resulta muy interesante volver la vista atrás y ver cómo se manejaba Millar en unas condiciones bien distintas hace sólo un lustro. Y es que si bien Ultimate Fantastic Four, como el resto de colecciones del sello creado por Jemas y Quesada, quería ser una reformulación de los personajes clásicos, lo cierto es que -salvo excepciones- se volvían a tratar temas y personajes de la tradición Marvel. Además, aunque Millar estuvo junto a Bendis en el origen de este título, para cuando quiso dedicarse él solo a los guiones ya habían pasado por allí Warren Ellis y Mike Carey. El escenario, pues, difiere mucho del presentado en Némesis o Kick Ass.
Sin embargo, el resultado es una de las obras más redondas de Millar, a pesar de no figurar entre las más populares. Y quizás sea así porque, precisamente, echa un poco el freno a su faceta de enfant terrible para, sin más, contar buenas -y nuevas y espectaculares- historias. Cuatro son las historias principales que se narran en esta recopilación.
La primera es, ni más ni menos, el origen del fenómeno Marvel Zombies. Reed Richards deja su dimensión para visitar a otro Reed (que parece el del Universo Marvel tradicional) que le ha invitado tras contactar con él. Por desgracia, en ese universo la Tierra ha sucumbido a una epidemia zombie y sus superhéroes ven en el Reed Ultimate un bocado apetecible y la posibilidad de invadir otra dimensión de la que alimentarse. El guión de Millar da mil vueltas al de la popular serie de Kirkman y Phillips (no hablemos ya del resto de miniseries subsiguientes) en inteligencia, ritmo y ganas de innovar.
La segunda historia toca un tema clásico de los Cuatro Fantásticos, Namor. Aquí se opta por la acción pura y dura, radicalizando la caracterización que Lee y Kirby hicieron del príncipe atlante. En estos números es donde asoma el Millar más travieso, dando un nuevo giro de tuerca a la relación de Sue y Namor e incluso jugando con el innegable espíritu forever alone de Reed (esa tronchante plasmación de sus pensamientos de su suegra en ropa interior).
La tercera saga trastoca al personaje del Super-Skrull dejando sólo su concepto y llenándolo con una trama completamente nueva que implica a la Cosa sin poderes, el contacto con el pueblo Skrull, unas arañas devoradoras de tiempo y todo un planeta de superhéroes. La historia, con un aire que remite al mejor Grant Morrison, juega acertadamente con las paradojas temporales y es un ejemplo perfecto de lo que debería haber sido la línea Ultimate y no siempre fue. Sin duda alguna, lo mejor del tomo y una de las cimas de Millar como guionista.
Por último, la última trama es también muy sugerente. Johnny Storm ha sido infectado por un parásito que amenaza con acabar con su vida y el Doctor Muerte es el único que puede salvarlo. Pero para que acceda a sanarlo, Reed deberá intercambiar su cuerpo con el de su archienemigo. Para colmo los Cuatro Fantásticos Zombies seguirán dando problemas.
En la parte gráfica tenemos la agridulce aportación del polémico Greg Land. Conocido por fusilar sin piedad toda foto de catálogo o dibujo de otro artista que se le ponga a tiro, Land resulta espectacular y contundente en ocasiones pero frío siempre. Es incapaz de aportar alma alguna a su trabajo y sus composiciones resultan extrañas a menudo, por no hablar de que cuando tiene que dibujar algo por sí solo, sin referente, el resultado se resiente doblemente. En resumen, Land salva los muebles, pero pensar qué podría haber hecho con este material un dibujante como Hitch duele en el alma.
Millar supo hacer algo nuevo (pero contenido) en estos Ultimate Fantastic Four que merecen mucha mayor fama de la que tienen. Les dio una personalidad propia (no hay más que comparar estos números con su posterior estancia en los Cuatro Fantásticos tradicionales) y divertidísima. Son doce números que ningún seguidor de Marvel ni de Millar debería perderse: aquí están todas las esencias de ambos perfectamente mezclados.
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