Tierra-X

Imagen de Kaplan

Reseña de la serie de Ross, Krueger y Leon recopilada por Panini

 

Aunque hoy su dibujo ya no sorprenda tanto, no podemos negar la relevancia que tuvo Alex Ross hace unos años en el cómic de superhéroes. Su auge se debió en buena medida a la consonancia que encontró en guionistas que reverenciaban la tradición de estos personajes. Mark Waid y, sobre todo, Kurt Busiek tuvieron en Ross al artista perfecto para ilustrar solemnes historias academicistas que se centraban básicamente en su condición de “dioses entre hombres” y las sensaciones de devoción y extrañeza que generaban en la sociedad. Se dejaba de lado, pues, la condición pop inherente a las tramas loquísimas de los cómics de la Edad de Oro y Plata de los cómics y el desenfado con el que estos superhéroes afrontaban crisis universales. Tendrían que venir autores como Ellis, Millar o Morrison para combinar ambas facetas. Pero no nos vayamos por las ramas.

Tras Marvels y Kingdom Come, mientras se encargaba de las portadas y diseños de Astro City, Ross realizó para la revista Wizard una serie de diseños alternativos de los personajes más representativos del Universo Marvel. Fue tal la popularidad de este trabajo que acabó derivando en la maxiserie Tierra-X, guionizada por Jim Krueger a partir de las líneas generales marcadas por Ross y dibujada por un entonces pujante John Paul Leon.

En ella, todos los habitantes de la Tierra serán expuestos en un futuro próximo a las nieblas terrígenas de los Inhumanos, otorgándoles poderes y mutando su fisionomía. Esta nueva civilización desmadrada y extrema sería observada por el Vigilante y su sucesor, ni más ni menos que el Hombre Máquina (que poco tiene que ver con su etapa como miembro de Nextwave). Si las obras anteriores en las que Ross estuvo implicado habían sido una celebración con música de viento del héroe mítico y adorado, Tierra-X es el examen pormenorizado y depresivo de lo que supondría la trivialización de este carácter heroico, una imagen fracasada y pervertida del Universo Marvel tradicional. ¿Su veredicto? Un mundo sin personas normales es aún peor que uno sin personas extraordinarias.

El repaso que Ross y Krueger hacen de esta Tierra-X comienza con un excepcional número cero que hace las veces de biblia, conjugando con acierto todos los mitos creados por Lee, Kirby y compañía. Si bien en la actualidad este episodio ha perdido parte de su vigencia gracias a títulos como SHIELD, (de hecho, hace unos años que desde Marvel se considera ambientada en una Tierra alternativa), lo cierto es que consiguieron dar sentido orgánico a semejante cúmulo de historias.

Más allá de este interesantísimo prólogo, Tierra-X discurre como una desencantada epopeya (toma oxímoron) en la que los héroes tradicionales tendrán que hacer frente a un nuevo e infantil Cráneo Rojo que no es más que el prólogo de una amenaza muchísimo mayor. El tono pesimista y opresivo del relato es reforzado considerablemente con el dibujo de John Paul Leon, de vocación realista como Ross, pero en las antípodas de este. Sus trazos gruesos y sucios, complementados por el color apagado de Matt Hollingsworth, ilustran de manera ideal esta historia crepuscular.

Panini completa la reedición de esta serie con todos los bocetos realizados por Alex Ross para Wizard, acompañados de textos que ahondan más en la evolución de cada personaje. Aunque Ross y Krueger siguieron con esta línea en dos volúmenes más -Universo-X y Paraíso-X- de mucho menor interés, Tierra-X se ve hoy como un canto del cisne. La etapa de Marvel que podríamos personificar en Kurt Busiek, para entendernos, dejaba paso a la de Joe Quesada, que pocos meses antes había comenzado a publicar las colecciones de su sello Marvel Knights. Los dioses apolíneos-pero-rancietes miraban desde la última vuelta de su camino.

 

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