Rage: Tras el impacto

Imagen de Anne Bonny

Reseña del cómic de Nelson y Mutti publicado por Panini Cómics

 

Rage: Tras el impacto es, para bien y para mal, un cómic pensado para servir de presentación (o de preludio) del videojuego que le da nombre. Para quienes no conozcan la ambientación de este shooter en primera persona creado por la misma casa que dio a luz míticos títulos como Doom o Quake, cabe comentar que es la de un mundo postapocalíptico, donde tras el impacto de un meteorito contra la tierra (el Apophis), la humanidad ha quedado diezmada y enfrentada a un ambiente mucho más hostil.

Este ambiente hostil se debe en parte, también, al propio ser humano, como es habitual en este tipo de distopías. Esta, en concreto, nos plantea cómo los militares deciden hacerse con el control del proyecto de hibernación destinado a salvar la vida de científicos y personalidades políticas para, a través del mismo, convertirse en los nuevos gobernantes del mundo. A cualquier precio, claro.

Andrea Mutti (dibujo), Pierluigi Baldassini (entintado) y Michael Atiyeh (color) nos acercan con mucho acierto la ambientación. Estos mundos de futuros cercanos destrozados han terminado por convertirse en todo un clásico del género, sobre todo en el mundo del cómic, por lo que se agradece que la baza jugada sea la visual: Rage: Tras el impacto puede que no resulte muy original en el planteamiento, pero sin duda despliega un potencial muy sugerente, impactante incluso en los momentos claves, que ha sido plasmado con acierto.

El guión de Arvid Nelson está claramente sujeto a las restricciones de planteamiento del título. Por un lado, está muy orientado a un público de videojuegos trepidantes y, para satisfacer sus expectativas, el ritmo está marcado en consecuencia. La acción se precipita desde el primer momento y toda la tensión argumental que se podría haber conseguido con un desarrollo más pausado, que diera más espacio a los protagonistas, los antagonistas y los distintos elementos propios de Rage (las investigaciones sobre los mutantes, la idiosincrasia de los militares que imponen el nuevo orden, etc.), se sacrifica para obtener un survival horror inmediato.

El resultado es un cómic que satisfará más a aquellos que quieran recrearse en el universo del videojuego que a aquellos que quieran abordarlo de un modo independiente.

Cabe mencionar que la edición de Panini está muy cuidada. Muy de agradecer, sobre todo, la galería final de ilustraciones, que son muy sugerentes y permiten seguir disfrutando del escenario.

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