Megazoria: Norsia

Imagen de Destripacuentos

Trasfondo de la costa oeste de Fenniscandia, donde habitan los hombres del norte

De las abruptas costas occidentales de Escandinavia es de donde proceden los vikingos, los intrépidos hombres del norte que han surcado los mares en busca de botín, comercio, pillaje o incluso tierras para colonizar.

Aspectos geográficos

Norsia, o Nortia, la tierra del norte, comprende las abruptas costas occidentales de Escandinavia, que se componen de impresionantes farallones y recónditos fiordos que sirven de refugio de las inclemencias del tiempo. En la cima de las montañas que surcan de norte a sur la línea de la costa todavía existen grandes glaciares y, a sus pies, planicies herbosas azotadas por el viento gélido. A medida que nos acercamos a la costa, bosques de coníferas cubren la tierra hasta las escabrosas playas, donde se sitúan las aldeas de los norses. Numerosos arroyos de escasa longitud pero aguas vivas surcan transversalmente el territorio.

 

Fauna

A pesar de la presión ejercida por los norses y la dureza del clima, se puede encontrar una fauna rica en Norsia. A los pies de los glaciares abundan las manadas de renos y cérvidos e incluso en ocasiones se avistan coelodontes y bisontes, que son seguidos por depredadores como el león cavernario y manadas de lobos y diros, pero solo de un modo estacional: provienen de las planicies de Fennia e incluso Siberia. En ocasiones, se han visto incluso mamuts.

Ya en los bosques, encontramos sobre todo cérvidos (alces, ciervos, algunos tipos de megaloceros), aunque también glotones, osos pardos y grolares, diros, zorros, etc. El rey absoluto de los mismos es el nanouk, el oso blanco gigante, el mayor úrsido que ha existido jamás y que procede de Svalbard y las islas heladas del norte. Por lo general, este carnívoro de entre tres metros y medio y cuatro metros de longitud y una altura a la cruz de 1,90 m, se alimenta sobre todo de focas y otros mamíferos marinos, dieta que complementa con algunos vegetales, pero cuando visita Norsia no duda en asaltar las aldeas para robar ganado. Además, es un hábil nadador.

Habitantes

Los norses (o nortomanii, como los llaman los pueblos germánicos) son escandinavos, hombres altos, de pieles claras y cabellos pelirrojos o rubios por lo general, aunque hacia el norte tonalidades de negro son habituales, seguramente por mezcla con los sapmi. Son de carácter intrépido y están habituados a salir de incursión, lo que se denomina hacer el vikingo, con intención de comerciar, robar, saquear o incluso colonizar.

Visten ropas de lana y cuero y suelen llevar los cabellos y las barbas largos, en ocasiones trenzados. Son aficionados a la orfebrería y aprecian los abalorios de metales semipreciosos, ámbar y hueso.

Lengua: Escandinava

Escritura: Rúnica

Algunos nombres de ejemplo: De hombre, Ragnar, Erik, Grettir, Einar, Gudmund, Knut, Odd o Yngvar. Los apellidos se forman añadiendo el sufijo -son (p.e. Bjorn Haraldson). De mujer, Ase, Dalla, Hrodny, Ljufa, Thorun o Moeid.

 

Sociedad y gobierno

Norsia no es un territorio unificado. Aunque nominalmente hay quien lo considera bajo el gobierno del rey Haral de Svithiod, lo cierto es que cada fiordo está bajo el dominio de un rey o monarca local, denominado jarl, que ejerce su autoridad sobre su propia familia, los hombres libres relacionados con él (denominados karls o bóndi) y los esclavos o thralls. Cada jarl mantiene vínculos con otras familias que oscilan entre enemistades ancestrales, alianzas y vasallajes. Estas relaciones permiten también establecer rutas de comercio y auxilio con las colonias establecidas en las islas de Britania y en terrenos aun más lejanos, como Aislandia.

Dentro de esta sociedad, los hombres libres hacen valer también su opinión a través de asambleas. Los norses tienen un complejo sistema legal basado en la tradición que, en cualquier caso, es efectivo solo en función del estatus y la autoridad de los demandantes, lo que genera un equilibrio precario. Se concede una gran importancia a la palabra.

Las mujeres son las que ejercen el control sobre los hogares y las propiedades en los fiordos durante gran parte del año y, como depositarias de la autoridad que está ligada a estos (y al nombre de las familias) tienen su peso social específico. Las aldeas se construyen casi siempre abiertas al mar en terrenos abruptos que se puedan fortificar con empalizadas de madera. Las construcciones típicas son rectangulares, de madera, con un agujero en el centro de una amplia sala que sirve de tiro de chimenea. Las “habitaciones” son apenas plataformas de tierra elevadas que se separan de la pieza principal por cortinajes.


 

Religión

No existe un culto organizado ni la figura del sacerdote. Los vikingos creen en el panteón de los dioses nórdicos: Wotan/Odín, Thor, Frig, Ullr, el Valhala, etc., pero son creencias personales que se reflejan en amuletos y leyendas.

Sí que se encuentran, por el contrario, völvas (más raramente su contrapartida masculina, los seiðmaðr), unos inquietantes personajes entre brujas, videntes y mediadoras con las fuerzas de lo sobrenatural. Estas no realizan rituales públicos propiamente dichos, pero sí pueden consultar el destino de los grandes hombres y, según la tradición, incluso realizar encantamientos, lo que les da influencia en la sociedad.

A los grandes líderes se los entierra en sus barcos, bien bajo tierra, bien incendiándolos. También existe la costumbre de levantar lápidas para conmemorar las hazañas realizadas por los vikingos, bien sean exploraciones, saqueos o incluso transacciones comerciales exitosas.

 

Actividades económicas y lúdicas

Aparte de la agricultura y la pesca de subsistencia y el pastoreo de vacas y ovejas lanudas y en ocasiones renos y caballos, los norses se dedican primordialmente a buscar beneficio fuera de sus tierras. En las expediciones comerciales cambian ámbar y pieles por productos extranjeros que no abundan en Norsia, como el grano o el aceite; y en las expediciones de saqueo arramblan con todo lo que se les pone al alcance, en ocasiones alcanzando niveles de osadía extraordinarios. Tienen debilidad por la plata, a la que pueden dar más valor que al oro.

Entre sus pasatiempos se cuentan oír las baladas épicas compuestas por los escaldos, que se acompañan en ocasiones por flautas de hueso o madera o pequeños tambores, así como las peleas de caballos y las exhibiciones de fuerza y habilidad, cuya muestra preferida es la de saltar de remo en remo en un drakkar mientras el resto de la tripulación boga.

En la guerra

En Norsia no existe nada parecido a un ejército. Cada jarl puede reclutar a cuantos hombres en edad de combatir haya en sus tierras, pero en algunos casos tendrá que convencer a los hombres libres para que acaten su mando. Cada guerrero combate con las armas de su propiedad o, en el caso de los thralls, con las suministradas por su señor, por lo que abundan lanzas, hachas, cuchillos y otras herramientas. Aquellos con más recursos se dotan con espadas de doble filo, cotas de malla, corazas remachadas, cascos, de madera, cuero o metal, a veces con anteojos, etc. El arco no es considerado un arma propiamente dicha, pero un buen arquero es siempre apreciado, sobre todo en los barcos.

Los norses no desarrollan tácticas complicadas. Llegan a organizarse en muros de escudos (suelen empuñar escudos circulares de madera con núcleo de bronce pintados de vivos colores) y son capaces de coordinar un abordaje, pero no tienen entrenamiento propiamente dicho. En ocasiones usan caballos e incluso alces como monturas, pero no suelen combatir sobre ellos.

Mención aparte merecen los berserker, o pieles de oso, guerreros que entran en trance durante las batallas y sucumben a la llamada sed de sangre. Su ferocidad no conoce límites, así como su temeridad, y suelen pelear sin ningún tipo de protección, bien desnudos, bien cubiertos por la piel de un oso o de un diro. Puede que este comportamiento se deba a la ingestión de alguna pócima o a la simple sugestión. Estos personajes suelen tatuarse y rodearse de un aura mística.

 

En el mar

Los barcos son el orgullo de todo vikingo. Los norses son capaces de fabricar drakkars (también conocidos como långskips, naves largas), snekjas y knorrs. Los primeros son conocidos como barcos – dragón por los mascarones que portan. Los últimos, capaces de cargar hasta 35 toneladas, son utilizados para comerciar y explorar nuevos territorios. Son todos navíos muy marineros muy adecuados para navegar en mar abierto y, al mismo tiempo, remontar ríos lo suficientemente caudalosos. Están dotados de una línea de remos y de una vela cuadrada que se despliega en el único mástil. Su línea estilizada les permite una rápida navegación y les ha dado la supremacía en los mares del norte.

 

Posibilidades de aventura

Norsia es el punto de partida de innumerables expediciones vikingas. Conseguir formar parte de una es relativamente fácil en caso de conocer los entresijos de la vida social norse o de tener habilidades, sea bélicas, sea marineras, sea comerciales, que puedan resultar útiles al grupo. Hay que tener en cuenta que estas incursiones se planean con cuidado (por lo general) y que sus condiciones se estipulan con mucha seriedad, con contratos verbales que a veces incluso se inscriben en lápidas de piedra. Una vez acordadas, eso sí, los objetivos pueden ser de lo más fantasioso, desde intentar establecer una colonia en las tierras más allá del gran Océano o intentar saquear el estaño de Cornualles en solitario.

Al mismo tiempo, todas estas acciones en el extranjero a veces encuentran su reflejo en la propia Norsia: conflictos por el reparto de un botín, disputas entre familias que pueden intentar resolverse durante la primavera, ya en casa, etc. A esto hay que sumar los propios puntos de tensión propios de la zona, desde la búsqueda de la hegemonía del rey Harald sobre las tierras escandinavas a los puntuales problemas con nanouks que asolan las aldeas aisladas.

Finalmente, hay quien sostiene que en los glaciares y los bosques más remotos del interior, ahí donde los norses no suelen habitar, se pueden encontrar extraños hombres que rinden culto a las bestias y que se comportan como tales. Y no hablamos de los sapmi, con los que, por supuesto, también pueden surgir algunos conflictos, aunque, por lo general, se limiten a comerciar con sus vecinos meridionales.

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