Historias cortas de Satoshi Kon

Imagen de Kaplan

Una oportunidad ideal para conocer mejor a este genio nipón

 

De todas las visiones de la animación japonesa, la de Satoshi Kon era quizás la menos reconocida, siempre a la sombra de otros nombres como Otomo o Miyazaki. Sin embargo, ahí quedan películas inclasificables como Paprika para ser conscientes de la enorme pérdida que supuso su muerte prematura. Del mismo modo, este volumen que Planeta DeAgostini ha editado en nuestro país nos sirve para conocer una faceta quizás menos conocida pero igualmente interesante, la de mangaka.

Se trata de una recopilación de relatos de juventud, publicados en la década de los ochenta, cuando Kon aún no había comenzado su carrera cinematográfica. No obstante, en ellos ya se perciben ciertas características que desarrollaría más adelante, así como una indudable curiosidad artística. Son en su mayoría relatos basados en lo fortuito, de temática muy variopinta y de un acabado irregular: si bien hay algunos (generalmente los más tempranos) que se quedan ensimismados en sus propios planteamientos, otros son simplemente soberbios. Detengámonos un poco en estos últimos.

Verano de nervios es una historia de amor y deseo repentinos mezclada con una persecución loquísima (algo muy del gusto del autor, como se verá más adelante) y rematada con cierta mala leche por parte del autor. Es la hora de los adioses se adelantó veinte años a Supersalidos al mostrar entre risas y amarguras a tres amigos que pasan una noche de juerga juntos antes de ir a la Universidad. Secuestradores vuelve a las persecuciones con una historia de enredo y buenos ladrones. La sensacional Los visitantes mezcla horror japonés y comedia costumbrista con una sencillez pasmosa; uno de los mejores relatos de todo el volumen. En Waira, Kon se acerca al relato bélico histórico narrando la persecución de un noble y sus lugartenientes por parte de sus antiguos soldados y su cuñado traidor mientras un tigre gigante les acecha. Más allá del sol es la sublimación de los relatos de persecuciones de Kon, cargada de humor y ternura. Finalmente, Alegre campanilla es una bellísima historia de Navidad, alejada de cualquier lugar común y que sorprende al lector más cínico (quien esto escribe) sonriendo pleno de buen humor.

Todas las historias desprenden una querencia clara por la experimentación narrativa y, sobre todo, por lo cinematográfico. La facilidad con la que relata esas persecuciones ya comentadas son la mejor prueba de ello. Kon era una personalidad inquieta con unas posibilidades artísticas tremendas, lo que hace aún más doloroso su fallecimiento.

Planeta DeAgostini ha apostado por un volumen difícil (no era un realizador muy conocido por el gran público y menos aún su obra como mangaka) pero necesario. Se han recuperado las historias cortas en su mejor formato (cuando ha sido imposible uno mejor se ha optado por copiar el ejemplar impreso) y se explica este cuando es necesario. Además, incluye un apéndice escrito por su colaborador musical Susuma Hirasawa que da interesantes pinceladas de este artista con tanto por (re)descubrir.

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