Un vistazo al nuevo Universo DC

Imagen de Kaplan

Comentamos Stormwatch, Wonder Woman y el Superman de Morrison

 

Stormwatch

Qué mala suerte tiene Paul Cornell. Y nosotros, por añadidura. Si se marchó de Marvel a DC en busca de más y mejores oportunidades, no puede decirse que el cambio haya mejorado mucho su situación. Tras su breve pero interesantísima estancia en Action Comics y Batman & Robin, le otorgaron una serie de nivel medio (Stormwatch) y otra de nivel bajo (Demon Knights, que esperamos ver publicada pronto por aquí) aprovechando la llegada del nuevo Universo DC. En la primera estuvo medio año y en la segunda, uno entero y poco más. Y lo malo es que estaba haciendo muy bien su trabajo.

Tras desenmascarar a Harry Tanner como el enemigo en casa y terminar de presentar sus cartas, el desarrollo de Stormwatch se corta de forma abrupta y Cornell y Sepúlveda (que estaba realizando una labor espectacular) desaparecen. Los sustituyeron Paul Jenkins, que se ha convertido en eso, un sustituto oficial, e Ignacio Calero, que mantiene la tendencia gráfica de Sepúlveda. El resultado de estos números de relleno es pura rutina, lo que para Stormwatch significa explosiones cósmicas y desastres colosales. Rutinario, sí, divertido, también.

 

Wonder Woman

El que a priori era el más arriesgado de todos los relanzamientos del Nuevo Universo DC ha resultado ser también uno de los mejores (si no el mejor). Azzarello está dotando a Wonder Woman, la serie, de un concepto totalmente diferente al tradicional, paseándose por todo el panteón griego para dar un nuevo sentido a Diana. Alejada de lo que era el Universo DC y con un espíritu más cercano quizás a las series Vertigo, Wonder Woman destaca además por el elegantísimo trazo de Cliff Chiang, tan importante a la hora de definir la serie como el guión de Azzarello (suyos son los estupendos diseños de los diversos dioses que se pasean por la serie), aunque en el segundo tomo publicado por ECC necesite la ayuda de Tony Akins.

 

Superman

Tras ese comienzo ligero y sencillo con que nos sorprendió Morrison al principio de la serie, las nuevas entregas comienzan a recordar a otros trabajos más inquietos del escocés. Sin abandonar el tono contestatario y rebelde con el que ha caracterizado al joven Clark Kent, Morrison sí empieza a jugar con conceptos como el Superman afroamericano de Tierra 23, su relación con la Liga de la Justicia, el nuevo Adam Blake o el secreto detrás de la señora Nyxly, que, de forma más o menos directa, retrotraen a conceptos empleados en JLA o El Asco. No nos confundamos, el Action Comics de Morrison no tiene ni quiere tener la complejidad argumental de su Batman, pero sí se ha situado en un terreno medio entre lo desenvuelto y lo meditado. Lástima que la cosa no vaya a durar más (el número 16 americano será el último y aquí ya se ha publicado hasta el 12), porque la propuesta era de lo más interesante.

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