Les compagnons du crépuscule

Imagen de Anne Bonny

Reseña de esta obra de François Bourgeon publicada en Francia por Casterman

Haciendo gala de un considerable conocimiento de la época, una buena documentación y un intenso interés por el folklore medieval francés, François Bourgeon ha creado un cómic que resulta impresionante en muchos aspectos, pero que quizás se ha quedado algo descompensado por su misma riqueza.

 

“Les compagnons du crépuscule” (y perdonad que no traduzca el título, pero es difícil transmitir lo que la palabra compagnon significa en francés, pues tiene sus orígenes en los gremios artesanos medievales -y aún se conserva como denominación de los miembros de determinadas profesiones- y va más allá del simple “compañerismo”) es una obra que se articula en torno a tres volúmenes, aunque bien hubiera podido estructurarse de otro modo, pues el único vínculo común indisoluble entre ellos es el reparto de protagonistas, cuyo protagonismo, además, es irregular a lo largo de la serie.

 

El telón de fondo es la Guerra de los cien años, presentada con un inusitado realismo dentro de una obra de fantasía. Como consecuencia de las desventuras propias, varios personajes involucrados en la misma (un caballero, un campesino, la hija de una bruja...) se ven avocados a compartir camino. Menos esperados son los compañeros que vendrán al caer la noche, que son los que dan título a la saga y los que permiten al autor ahondar, a veces densamente, dentro del folklore y los mitos medievales de la zona (que presentan una clara influencia celta, pero un carácter propio más que sorprendente).

 

En el primer número, “Le sortilege du bois des brumes” (El hechizo del bosque de las brumas), nos presenta la acción general y una particular historia de elfos en las que los sueños y la realidad se mezclan magistralmente. A mi parecer es el número más conseguido de la serie, y el más interesante incluso como lectura individual.

 

A continuación tenemos “Les yeux d'étain de la ville glauque”(aproximadamente, “Los ojos de estaño de la ciudad acuosa” -glauque hace referencia a la cualidad de la luz a través del agua, pero también a un aspecto desagradable, sucio-), donde la historia de los compañeros nocturnos da una vuelta de tuerca y se incluyen nuevos personajes, nuevos mitos, nuevos seres fantásticos y, sobre todo, un terrible viaje a una ciudad subacuática en dos tiempos paralelos que hará las delicias de los amantes de la fantasía.

 

Como cierre llega una historia que bien se podría haber separado totalmente de las anteriores: “Le dernier chant des Malaterre”. Se trata de un tomo que duplica en páginas a los precedentes y que desarrolla en paralelo la maldición de una estirpe noble con unas misteriosas desapariciones relacionadas con licántropos en una trama medianamente complicada que avanza con considerable lentitud. Ésta se perdona por el detallista dibujo y por el interés que tiene en sí el escenario, muy bien documentado.

 

En conjunto, François Bourgeon ha realizado un trabajo colosal: la documentación es impecable, las historias narradas son originales -en el más amplio sentido del término- y llenas de detalles muy coloridos, el dibujo transmite a la perfección el sentir medieval, sin escatimar incursiones realistas junto a pasajes mágicos que, igualmente, beben directamente de las tradiciones de la época y no se ven tamizados por nuestra concepción actual de los mitos del medievo, y la puesta en escena es notable.

 

El mayor punto débil de la colección es su poca cohesión como conjunto y el pesado ritmo narrativo del último volumen, que hace pensar que el autor ha perdido la dirección de la historia y se recrea sin más, sin motivo alguno. Son detalles que, echando la vista atrás, no llegan a empañar una obra muy lograda y de gran interés para los amantes de la Edad Media, y que agrupa tanto aventuras como intrigas con sus toques de terror y erotismo.

 

Autor

 

François Bourgeon nació en París en 1945. Realizó estudios de Artes clásicas, perfeccionando su dibujo en varios talleres. Su primer cómic apareció publicado en 1972: El enemigo viene del mar (Lisette, aunque continuó publicándose en Fleurus). Publicó Brunelle y Colin en Djin, colaborando paralelamente con Pif para adaptar gráficamente obras de Bernard Clavel o Julio Verne.

 

En 1978 Glénat le propone editar Brunelle y Colin en formato álbum y comenzar una serie en la revista Circus. Es así como comienza Los pasajeros del viento, premiado en el festival de Angoulême de 1979. Después emprendería una nueva serie con Casterman compuesta por tres títulos: Les compagnons du crépuscule. En 1993, con Claude Lacroix, publica con Casterman las dos primeras obras del ciclo de Cyann, publicadas en España por Norma editorial. En 1994 se publica una nueva versión de Los pasajeros del viento con una técnica de fotograbado que permite apreciar mejor el trabajo de coloreado del artista.

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